Este es Kirk. Sufrió depresión durante cinco años. Probó con antidepresivos, terapia verbal, y nada lo ayudaba. En mayo de 2015, en el Imperial College, le administraron psilocibina, también conocido como hongo alucinógeno. Y desde entonces, no sufrió más depresión. Este es Ben. Sufrió depresión durante 30 años. En aquel entonces, probó de todo: TCC, terapia de grupo, varios medicamentos con prescripción, y nada lo ayudaba. En junio de 2015, le administraron psilocibina; y desde entonces, no sufrió más depresión. No solo desaparecieron los síntomas de la depresión, sino que, el año pasado, tomó clases de actuación, un curso de tampografía, viajó en avión por primera vez en diez años, y su vida profesional y personal mejoró notablemente. No puedo mostrar su cara porque estos hongos son drogas psicodélicas ilegales, y él pidió mantenerse anónimo. Hongos alucinógenos... Tal vez, piensan en los años 60, el abandono de la escuela, saltando de una ventana creyendo que iban a volar. Tal vez, piensan que los vuelve locos, todo lo contrario de lo que estos hongos hicieron a Ben y a Kirk. Y a pesar de su mala fama, debemos preguntarnos: ¿Qué sabe este hongo que nosotros no sabemos? ¿Qué hace este hongo que nosotros no hacemos? Soy psicóloga clínica e investigadora en psicodelia del Imperial College. Somos un grupo dinámico de científicos y clínicos que hacen preguntas poco convencionales en la forma más convencional. Lo encabeza Robin Carhart-Harris, un neurocientífico muy innovador y lo supervisa David Nutt, un psicofarmacólogo reconocido en todo el mundo. Juntos enfrentaron una densa burocracia para que hiciéramos el primer estudio de la psilocibina contra la depresión. En el estudio, 20 pacientes con depresión resistente al tratamiento recibieron una fuerte dosis de psilocibina en un ámbito terapéutico. El número parece pequeño, pero los resultados fueron sorprendentes. Presenciamos descensos en sus puntajes de depresión, una y otra vez, tras el tratamiento con psilocibina. Los síntomas de depresión bajaban drásticamente y la depresión se reducía mucho más de lo esperado en estudios con tratamientos tradicionales, como los antidrepesivos y la terapia verbal. Los puntajes de depresión descendían y se mantenían bajos. Tras seis meses de tratamiento, seis pacientes seguían en remisión, sin síntomas de depresión. Tres casi no respondieron al tratamiento, tuvieron pequeñas reducciones de la depresión, pero solo por unos días. Y en 11 pacientes, la depresión se redujo mucho durante casi dos meses, y luego, los síntomas de depresión empezaron a avanzar de nuevo. Puede sonar desalentador, pero los antidepresivos deben tomarse todos los días. Tienen efectos secundarios indeseables, tardan semanas en hacer efecto. Y son un tratamiento paliativo, no una cura. En cambio, con la psilocibina, había una reducción inmediata de los síntomas de depresión, un alivio inmediato que duraba meses, sin efectos secundarios, y parecía atacar las causas subyacentes en vez de solo suprimir los síntomas. La depresión es una afección implacable, agobiante. Winston Churchill la llamaba perro negro. Nuestros pacientes la comparaban con un abrigo de cemento, un bulto en la cabeza, una caja con llave, una prisión. Habían probado entre 3 y 11 formas de terapia verbal y 6 tipos de terapias verbales, pero nada los podía liberar. Estaban atrapados en su celda individual depresiva. Y sus casos no son las excepciones. Se nos avecina una epidemia de depresión. Es la primera causa de incapacidad a escala mundial y afectará a todos en esta sala, ya sea a alguien cercano o a Uds. mismos. Y aún no entendemos la depresión. No conocemos a ciencia cierta sus causas. Y a pesar de grandes logros científicos, aún no encontramos una cura definitiva. No llegamos a comprenderla. Es una compleja combinación de muchos factores distintos. Cuando ataca, puede ser una ola de tristeza, vergüenza y dolor, o una mortaja que mata todo sentimiento. No es una enfermedad que solo diagnosticamos y tratamos. Es distinta en cada persona. Y, ¿cómo desbloqueamos la depresión? La clave nunca es simple, y no será la misma para cada uno. Por eso, en nuestro estudio, primero observábamos el efecto de la psilocibina en el cerebro: Hace que el cerebro rígido se vuelva flexible, hiperconectado. Se diría que desbloquea el cerebro. Asi que, en el estudio, hicimos escaneos del cerebro y vimos cómo aumentaba la flexibilidad. También medimos los síntomas y notamos que se reducían drásticamente. Pero esa no es la historia completa. Queríamos oirlo de nuestros pacientes. ¿Qué pasaba? ¿Qué hacía la psilocibina? Entrevistamos a todos seis meses tras administrar la dosis, analizamos las transcripciones y surgieron dos temas de lo que hacía la psilocibina. Pero antes de ir a esos temas, creo que debo aclarar qué es una experiencia psicodélica. La psicodelia permite que la mente inconciente se haga conciente. Un gran material acumulado a lo largo de la vida pero que se escondió donde no podemos verlo, sale a la luz... es como la ropa arrugada que tiras al fondo del armario y emerge, queda a la vista. No solo la ves, la incorporas. Recuerdos, emociones, dolor, amor, tristeza... lo que sea que estuvo oculto emerge y exige que lo sientas. Puede ser terriblemente doloroso o muy hermoso. En general, los pacientes del estudio describieron tres tipos de experiencias. Primero, recordando traumas del pasado; segundo, haciendo una introspección de sus vidas, los patrones negativos y cómo cambiarlos; y tercero, experimentando armonía, conexión y unidad. Y a veces, vivían las tres experiencias en el curso de una misma dosis. Esta es nuestra sala de tratamiento. Había dos terapeutas, uno a cada lado del paciente. Les cubrían los ojos y los hacían relajarse, oír la música y entregarse a lo que pudiera surgir. Tenían sesiones previas con los terapeutas para entrar en confianza y sentirse cómodos. El terapeuta no daba estructura a las sesiones ni dirigía su contenido de ninguna forma, pero las sesiones tenían una estructura. Había un principio, un desarrollo y un final, y un flujo de ideas y símbolos que se refuerzan unos a otros de manera ingeniosa, como si los hubieran planificado los mejores terapeutas. Ahora bien, en mi trabajo anterior como terapeuta no psicodélica, haciendo terapia verbal en el Servicio Nacional de Salud (NHS), preparaba mis sesiones para los pacientes y pensaba en cómo ayudarlos a hablar de sus experiencias traumáticas o a tener una nueva perspectiva, a desarrollar autocompasión o motivación para el cambio. Trataba de inculcarles todo eso. Pero todo partía del terapeuta; el paciente lo experimentaba como algo ajeno a él, y a veces nos equivocábamos. Pero con las sesiones de psilocibina, observaba a los pacientes recorrer su propio camino hacia la sanación, todas las ideas surgían de ellos mismos, era poderoso y transformador. Y fue porque las sesiones las planificó el mejor terapeuta que existe: el paciente mismo. Entonces, vamos a los temas: Según los pacientes, ¿qué hacía la psilocibina? El botón no funciona. ¿Hay otro? (Risas) Bien. No tenemos la siguiente diapositiva, pero yo les cuento. El primer tema fue el desbloqueo interno. Los pacientes explicaron cómo pasaron de estar emocionalmente bloqueados a estar emocionalmente liberados. Explicaron cómo pasaron de evitar las emociones a aceptar las emociones. Contaron que, cuando estaban deprimidos y en situaciones estresantes o dolorosas, apartaban o suprimían las emociones. Ellos... más bien, nuestra sociedad no respeta el sufrimiento. Lo ve como una debilidad. Así que aprendieron a guardar sus sentimientos. Sam recuerda que le decían que "los chicos no lloran", así que aprendió a sufrir en silencio. Y muchos pacientes, simplemente, no podían manejar sus sentimientos por todo lo que habían pasado en la vida, llevaban muchos años de dolor y no tenían los recursos para enfrentarlo. Evadían su dolor de muchas formas: se automedicaban con comida, TV, analgésicos y luego recurrían a los atidepresivos, que, de hecho, no actuaban sobre la raíz del problema, sino que apagaban el dolor más fuerte. Pero además, apagaban otras emociones. Muchos pacientes decían sentirse aletargados e incapaces de sentir. Muchos contaron que vivieron grandes traumas en la vida, sobre todo en la infancia. Y nunca pudieron procesarlos o reflexionar sobre lo que pasó. En su experiencia con la psilocibina, lograron procesar estos traumas. John... ¿Dónde está John? Aquí está. Fue abusado cuando era niño y, con su dosis de psilocibina, vio un gran tonel y descubrió que contenía todo el dolor y la vergüenza de los que nunca podía hablar. Y los enfrentó. Fue demasiado doloroso. Pero a lo largo de la sesión, logró desbloquearse y aceptar su pasado. Fue un momento muy fuerte. Muchos lloraron por primera vez en años. Esa catarsis de aceptar las emociones y poder vivirlas. En seis horas, presenciamos lo que solemos ver en seis años de terapia. El segundo tema es el desbloqueo exterior. Los pacientes contaron que pasaron de la desconexión a la conexión. Describieron la depresión como estar encerrados en sí mismos, desconectarse lentamente de las personas que aman, de su identidad, y ser presos de su propia mente, atrapados en un rincón, encerrados y constantemente atraídos por los pensamientos negativos, y que, con la psilocibina, iniciaron un proceso de reconexión. Así lo describió Ben. "Fue como desfragmentar el disco duro de la PC. Sentí que las cosas se reordenaban en mi cabeza, observé cómo todo se ponía en orden y pensé: '¡Mi cabeza se está desfragmentando!' ¡Es extraordinario! Y desde entonces, mis pensamientos tienen sentido, rumiaba menos". Otros pacientes describieron el mismo proceso pero de forma diferente. Unos lo compararon con la niebla que se disipa y les permite ver. John dijo que fue como encender las luces en una casa oscura. Y luego del reinicio mental, se conectaron con sus sentidos, se conectaron consigo mismos, con su identidad. Kirk dijo que sintió como si se deslizara por la vida, y pudieron conectarse con otras personas. John salió a cenar con su esposa por primera vez en siete años, que volvieron a ser adolescentes. Muchos se conectaron con la naturaleza. No la veían como objeto, como en la TV o una foto, se sintieron parte de ella. Y, por primera vez, se conectaron a un principio espriritual... algunos de ellos. En general, pasaron de sentirse encerrados a sentirse liberados y expandidos. Los estados alterados de conciencia fueron muy valorados durante miles de años en todo el mundo. Pero la investigación científica es muy joven, y nos entusiasma hacer un estudio más amplio este año. No obstante, seguimos avanzando con cautela. No sabemos mucho todavía. Y no será lo indicado para todos. Así que seremos cautelosos y vamos a aprender mucho en los próximos cinco años sobre cómo y cuándo puede ayudarnos la psilocibina. Yo creo que va a revolucionar la salud mental. Con paciencia, nuestro estudio describió los tratamientos superficiales, terapias breves y parches que no ayudaron. Nada había tenido éxito porque nada había llegado al origen del dolor. Con esta epidemia de depresión, hay demasiada gente necesitada, demasiados que necesitan ayuda, y el NHS no puede costear tratamientos prolongados, años de psicoterapia para todos. Por eso creo que, si incorporamos la psilocibina a las actuales terapias breves como las que practicaba yo, podemos hacerlas mucho más eficaces, mucho más decisivas. Se trata de suplementar la terapia con una medicación que permite salir del sufrimiento en vez de solo acolchar la jaula. En definitiva, los hongos alicinógenos, ¿cura la depresión? La respuesta es "no". No es el hongo lo que cura la depresión, es el paciente. El hongo solo le da las claves. Gracias. (Aplausos)