Durante los últimos tres años he hablado con algunas de las peores personas del Internet. Si han estado navegando en Internet recientemente, puede que hayan notado la gran cantidad de basura tóxica que hay: memes racistas, propaganda misógina, desinformación viral. Y quería saber quien estaba creando estas cosas. Quería entender cómo las difundían. Básicamente, quería conocer el impacto que podría tener en nuestra sociedad. Así que en 2016 comencé a buscar el origen de algunos de estos memes para llegar a quienes los creaban o a quienes los hacían virales. Me acercaba a esta gente y les decía: "Soy periodista. ¿Puedo acompañarlo y ver lo que hace?" A menudo, la respuesta sería: "¿Por qué diablos yo quisiera hablar con un 'soy- boy' judío globalista de Brooklyn confabulado con el partido demócrata?". (Risas) Y mi respuesta sería: "Mira, eso solo es un 57 % cierto". (Risas) Pero muchas veces la respuesta era la opuesta. "Sí, por supuesto, siga." Y así fue cómo terminé en la sala de estar de un propagandista en el Sur de California. Era un hombre blanco, casado, cerca de los cuarenta. Sentado ante una mesa con una taza de café, un portátil para tuitear, un celular para textear y un iPad para hacer directos en Periscope y YouTube. Eso era todo. Y con esas herramientas era capaz de impulsar temas dañinos y alternativos en medio de la conversación estadounidense. Por ejemplo, uno de los días que estuve allí, una bomba acababa de explotar en Nueva York, y el chico acusado de haberla puesto tenía un sonante nombre musulmán. El propagandista de California vio esto como una oportunidad porque una de las cosas que quería era que EE. UU. cortara casi toda la inmigración, especialmente de los países mayoritariamente musulmanes. Así que empezó una transmisión en vivo, haciendo que sus seguidores se pusieran frenéticos diciendo que las fronteras libres nos iban a matar. Él les pedía que tuitiaran y usaran hashtags específicos para intentar hacerlos tendencia. Y tuitearon... Cientos y cientos de tuits, muchos de ellos mostraban imágenes como esta. Este es George Soros. Un multimillonario y filántropo húngaro y según varios conspiradores online, George Soros es una especie de monstruo globalista, perteneciente a la élite que secretamente manipula todos los asuntos globales. Situémonos aquí un momento: si esta idea les resulta familiar, que existe una élite que controla el mundo formada en su mayoría por judíos ricos, es porque es uno de las figuras más antisemitas que existen. Debo mencionar que el hombre que puso la bomba en Nueva York era un ciudadano estadounidense. Fuera cual fuera la razón la inmigración no era lo importante. El propagandista de California era consciente de ello. Era un hombre leído. En realidad, era abogado. Conocía los hechos subyacentes, pero también sabía que los hechos no dan de qué hablar. Los que sí dan de qué hablar es la emoción. La premisa original de las redes sociales era que iban a unirnos a hacer un mundo más abierto, tolerante y justo... Y algo de eso sí hizo. Pero los algoritmos no se crearon para distinguir lo que es verdad o mentira, lo que es bueno o malo para la sociedad, lo que es prosocial, lo que es antisocial. Eso no es lo que hacen los algoritmos. Lo que hacen es medir la interacción: clics, comentarios, qué se comparte, retweets, todas esas cosas. Y si quiere que su contenido genere interacción, tiene que provocar emoción, específicamente lo que los expertos de la conducta llaman: "de alta excitación". "Alta excitación" no se refiere solo a la sexual, aunque tratándose de internet eso obviamente funciona. Se refiere a cualquier cosa, positiva o negativa, que nos eleve el pulso. Me senté con estos propagandistas, docenas de ellos, no solo el de California, y miraba mientras hacían esto una y otra vez, con éxito, no porque fueran hackers rusos o porque fueran genios tecnológicos, no porque tuvieran conocimientos políticos... sino porque sabían cómo funcionaban las redes sociales y estaban dispuestos a usarlo a su favor. Al principio me decía que era un fenómeno aislado, algo que quedaba relegado al internet. Pero, en realidad, ya no hay separación entre el internet y todo lo demás. Este anuncio recorrió múltiples cadenas durante las elecciones al congreso del 2018, afirmando, sin casi pruebas, que el manipulador internacional, George Soros, tenía en el bolsillo a uno de los candidatos, quien aparece en este montaje al lado de varias pilas de dinero. Este es un tuit del presidente de EE. UU. afirmando, de nuevo, sin pruebas, que la política estadounidense está siendo manipulada por George Soros. Todo esto que antes parecía escandaloso, marginal y, francamente, ignorable, ahora está tan normalizado que casi ni lo notamos. Pasé tres años en este mundo. Hablé con mucha gente. Algunos parecen no tener valores fundamentales. Simplemente parecen estar apostando de manera racional a que si ellos querían hacer dinero en línea o conseguir atención online, deberían ser lo más extravagantes posible. Pero hablé con otros quienes eran verdaderos ideólogos. Y aclaro, su ideología no era conservadurismo tradicional. Eran personas que querían revocar el sufragio femenino. Eran personas que querían volver a la segregación racial. Algunos querían eliminar la democracia de raíz. Obviamente, esta gente no nacieron creyendo estas cosas. No lo aprendieron en el colegio. Muchos de ellos, antes de entrar en internet, habían sido libertarios o socialistas o algo completamente diferente. ¿Qué estaba pasando? No puedo generalizar cada caso, pero muchos con los que hablé, parecían tener una combinación de coeficiente intelectual alto y bajo. Parecían estar más cómodos en espacios anónimos en línea en vez de estar conectados en el mundo real. A menudo se refugiaban en esos tableros de mensajes o en esos subreddits, donde se magnificaban sus peores impulsos. Puede que comiencen con alguna broma de mal gusto y después recibirían tal refuerzo positivo por esa broma, tantos puntos de internet sin sentido, que puede que comiencen a creerse sus propias bromas. Hablé mucho con una joven que creció en Nueva Jersey y después del bachillerato se mudó y de repente se sintió alienada y aislada, y comenzó a refugiarse en su celular. Encontró alguno de estos espacios en internet donde la gente publicaba las cosas más atroces. Todo esto le pareció repulsivo pero a la vez interesante, no podía apartar la mirada. Comenzó a interactuar con gente en estos espacios y la hicieron sentir inteligente, la hicieron sentir válida. Comenzó a sentirse parte de una comunidad, comenzó a preguntarse si quizás alguno de esos memes podría contener algo de verdad. Meses después, estaba en un carro con sus nuevos amigos de internet camino a Charlottesville, en Virginia, para marchar con antorchas por la raza blanca. En pocos meses, había pasado de apoyar a Obama a ser una radical defensora de la supremacía blanca. En su caso en particular, ella fue capaz de salir de la secta de la supremacía blanca. Pero mucha gente con la que hablé no. Para ser claro: Nunca había estado tan convencido de que tenía que encontrar algo en común con todos con los que hablé y estar dispuesto a decir: "¿Sabes qué? Tú eres un propagandista fascista, yo no, pero da igual, démonos la mano y nuestras diferencias desaparecerán". No, por supuesto que no. Pero sí me convencí de que no podía mirar para otro lado. Tenemos que intentar entenderlo porque solo al entenderlo podemos vacunarnos contra ello. Durante mis tres años en este mundo, recibí llamadas crueles, incluso amenazas, pero tan solo fue una parte de lo que reciben las periodistas. Y sí, yo soy judío, aunque, irónicamente, muchos de los Nazis no se dieron cuenta, lo que, la verdad, me pareció decepcionante. (Risas) En serio, se dedica a ser un antisemita profesional. ¿No ve nada que me delate? ¿Nada? (Risas) No es ningún secreto. Me llamo Andrew Marantz, escribo para el "The New Yorker" mi personalidad es como si pusieran un episodio de Seinfeld en Park Slope Food Coop. ¿Nada? (Risas) En fin... básicamente, estaría bien que hubiera una fórmula simple: un smartphone más un niño aislado es igual a un 12 % de posibilidades de ser Nazi. Obviamente no es tan simple. En mi forma de escribir, me resulta mucho más cómodo ser descriptivo, no prescriptivo. Pero esto es TED, así que seamos prácticos. Quiero compartir unas sugerencias de cosas que ciudadanos de internet como usted y como yo podemos hacer para que las cosas no sean tan tóxicas. [Sugerencia 1] Lo primero es ser un inteligente escéptico. Creo que hay dos tipos de escepticismo. No los quiero aburrir con información técnica que necesite explicación, pero lo llamo escepticismo inteligente y estúpido. Escepticismo inteligente: pensar por uno mismo, dudar de toda afirmación, demandar pruebas... es decir, escepticismo de verdad. Escepticismo estúpido: parece escepticismo, pero está más cerca de ser espíritu de contradicción. Dicen que la tierra es redonda, tú dices que es plana. Dicen que el racismo es malo, tú dices: "No sé, soy escéptico en el tema". No tienen una idea de cuántos jóvenes blancos me han dicho en los últimos años: "Los medios, mis profesores todos intentan adoctrinarme sobre el privilegio masculino y el privilegio blanco pero no sé, yo no lo creo". Adolescentes blancos del mundo, escuchen: si son escépticos acerca de que la tierra es redonda, el privilegio masculino o sobre que el racismo es malo, no están siendo escépticos sino imbéciles". (Aplausos) Está bien pensar por uno mismo, todos deberíamos hacerlo, pero hay que ser inteligentes. [Sugerencia 2] La siguiente es libertad de expresión. Escucharán a gente inteligente decir: "Estoy a favor de la libertad de expresión" y lo dirán como si estuvieran comenzando un debate, cuando en realidad es el inicio de cualquier conversación importante. Todas las cosas importantes ocurren a partir de allí. Bien, está a favor, ¿y eso qué significa? ¿Significa que David Duke y Richard Spencer tienen que tener cuentas en Twitter? ¿Significa que podemos acosar en línea a cualquier persona por cualquier razón? He visto la lista completa de oradores de TED este año. No encontré a ningún terraplanista. ¿Eso es una violación de la libertad de expresión? Todos estamos a favor y es maravilloso estar a favor de la libertad de expresión, pero si es lo único que dicen una y otra vez, se interpondrán a una conversación más productiva. [Sugerencia 3] Hacer que la decencia vuelva a estar de moda. ¡Genial! (Aplausos) Sí. Ni siquiera tengo que explicarlo. En mi investigación, entré a Reddit, o a YouTube o a Facebook, y busqué "ley sharia" o "el Holocausto" y se pueden hacer una idea de lo que los algoritmos me mostraron. "¿Se está extendiendo la ley sharia en EE. UU.?" "¿De verdad ocurrió el Holocausto?" Escepticismo estúpido. Estamos en una extraña dinámica en línea donde vemos propaganda intolerante como provocadora, peligrosa y agradable, y vemos la verdad fundamental y la decencia como chocante como muestra de virtud o simplemente aburrida. Los algoritmos de las redes sociales, intencionadamente o no, lo han incentivado, porque la propaganda intolerante es genial para la interacción. Todo el mundo clica, todo el mundo comenta, tanto si les gusta como si lo odian. Lo primero que tiene que pasar es que las redes sociales arreglen sus plataformas. (Aplausos) Si me están escuchando y trabajan para una red social o invierten en una o, no sé, es dueño de una, este consejo va para Uds. Si están optimizando para una interacción emocional y esta interacción resulta que está dañando el mundo, es el momento de optimizar otra cosa. (Aplausos) Pero además de presionarlos para que lo hagan y esperar y desear que lo hagan, hay algo que nosotros podemos hacer. Podemos crear mejores caminos o sugerir mejores caminos para los adolescentes enfadados. Si ven algo que creen que es creativo y considerado y quieren compartirlo, sepan que pueden compartirlo aunque no les invada una alta excitación. Sé que es un paso pequeño pero en conjunto esto importa, porque estos algoritmos por muy poderosos que sean toman su comportamiento de nosotros. Los dejo con esto. Hace algunos años, estaba muy de moda decir que internet era una herramienta revolucionaria que iba a unirnos. Ahora está más de moda decir que el internet es un basurero irreversible. Ninguna afirmación es verdadera. Sabemos que el internet es muy vasto y complejo como para ser bueno o malo. Y el peligro de pensar así, bien sea la visión utópica de que internet nos salvará o la visión distópica de que nos destruirá, es que nos estamos saliendo de rositas. No hay nada inevitable en nuestro futuro. El internet lo hace la gente. La gente toma las decisiones en las empresas de redes sociales. La gente hace que los hashtags sean o no tendencia. La gente hace que la sociedad avance o retroceda. Cuando interioricemos esto, podremos dejar de esperar a que llegue el inevitable futuro y ponernos a trabajar ahora. A todos nos han enseñado que el arco del universo moral es grande, pero tiende a la justicia. Quizás. Quizás lo haga. Pero eso siempre ha sido una aspiración. No es una garantía. El arco no se inclina solo. No hay una fuerza misteriosa que lo incline inevitablemente. La única verdad, que asusta, pero a la vez es liberadora, es que nosotros lo inclinamos. Gracias. (Aplausos)