Más allá de chico o chica: cómo las etiquetas salvan vidas | Alex Myers | TEDxPiscataquaRiver

"¿Eres un chico o una chica?" era una pregunta que Alex Myers escuchó mucho de pequeño. Informado por sus propias experiencias y años educando a otros acerca de la identidad transgénero, Alex explica cómo las etiquetas pueden llegar a ser liberadoras, y comparte una lección sobre cómo el lenguaje puede a veces inintencionadamente crear comunidades. Alex Myers es escritor, profesor y orador. Graduado en Phillips Exeter y Harvard, fue el primer estudiante abiertamente transgénero de ambas instituciones. Enseña inglés en Phillips Exeter y es autor de Revolutionary (Simon & Schuster, 2014), una novela que cuenta la historia de su ancestro, Deborah Sampson, quien se disfrazó de hombre para luchar en la Guerra de Independencia de EE. UU. Alex dirige talleres y da charlas en colegios de todo el país sobre la identidad de género y el apoyo hacia estudiantes transgéneros.

Esta charla tuvo lugar en un evento TEDx bajo el formato de conferencia de TED, pero siendo organizada independientemente por una comunidad local. Aprenda más en https://www.ted.com/tedx

¿Eres un chico o una chica?

Esa es una pregunta que me hacían todo
el tiempo cuando era pequeño.

¿Eres un chico o una chica?

Era una pregunta que me alegraba

y asustaba y confundía y molestaba,

prácticamente en igual medida.

Me alegraba porque si alguien
me hacía esa pregunta

quería decir que al menos no
me veía totalmente como una chica.

Pero me asustaba porque no sabía
lo que eso significaba.

¿Por qué no me parecía a las otras chicas?

Pero, sobe todo, solo me molestaba

porque no tenía ni idea

de cómo se suponía que debía
responder a esa pregunta.

Cuando era un niño,

no tenía más palabras
además de "chico" o "chica".

La mejor respuesta que
podía dar era: "diferente";

y eso ni alcanzaba la profundidad
ni el matiz de lo que yo sentía.

Quiero decir, cuando llamamos a algo
diferente o raro o extraño,

quiere decir que no lo entendemos.

Cuando sabemos algo, cuando nos
preocupamos por ello, cuando lo amamos,

le damos un nombre.

Me acuerdo de cuando era
un niño muy pequeño

e iba a la cama por la noche,
me cubría la cabeza con las sábanas

y rezaba a Dios para
que me hiciese un chico.

Me llevó años y años entender

que no necesitaba convertirme
en otra persona.

Solo necesitaba mejores palabras.

Y no fue hasta que tenía 17

cuando por fin encontré
la primera palabra correcta,

y esa palabra era "transgénero".

Y me demostró la magia que
una palabra correcta puede llegar a tener,

puede desbloquear algo dentro de ti,

cómo la palabra correcta puede validar
y permitir, dejar que algo sea.

¿Lo mejor de transgénero?

Me dio la respuesta a esa pregunta:
"¿Eres un chico o una chica?"

"Sí, soy transgénero."

(Risas)

A la gente no siempre
le gusta esa respuesta.

Y en los 22 años que llevo
desde que me proclamé transgénero,

he pasado mucho tiempo discutiendo
y debatiendo y pensando sobre ese término.

En 1995, cuando salí del armario,

transgénero era prácticamente
una palabra nueva.

Y reemplazó palabras

como transexual, travesti, transformista,

términos que ahora parecen arcaicos
y esperemos que obsoletos.

Pero en los años siguientes,
como se habrán dado cuenta,

ha habido una especie de explosión
de terminología alrededor del género.

Hemos conseguido términos como no-binario,
género no-conforme, género fluido,

género raro, género expansivo,
tercer género, agénero,

y probablemente muchos más
que no haya escuchado.

Al ir por el país dando charlas
sobre identidad de género,

frecuentemente encuentro alguna hostilidad
y resentimiento hacia estos términos,

como la actitud de la gente que dice
"¿Por qué no se deciden?

¿Por qué no es 'transgénero' suficiente?

¿De verdad necesitan más términos?"

La gente incluso dice: "Les hace
parecer a Uds. tontos y frívolos

seguir inventando estas palabras nuevas".

He dado charlas y escuchado
un quejido en la audiencia

cuando añadí otra letra
al acrónimo LBTQIAA+.

(Risas)

Y puedo entender que puede ser confuso.

Es posible que sea molesto
o incluso abrumador.

Pero espero que pueda convencerles

que esta proliferación del lenguaje
es extremadamente importante.

El lenguaje es muy poderoso.

¿Por qué es así?

Creo que es porque el lenguaje está unido
profundamente a la naturaleza humana.

Nuestros cerebros están programados
para aprender, usar y adquirir lenguaje.

Y lo opuesto de eso también es real.

El aprender, usar y adquirir lenguaje
programa nuestro cerebro,

crea nuevas rutas mentales
sobre las que podemos pensar.

Y me encanta pensar en este
increíble bucle de retroalimentación

actuando en la identidad de género,

su sinergia.

Creamos todos estos nuevos términos,

los empleamos,

se vuelven parte de
nuestro vocabulario diario

y generan en nosotros

una nueva percepción y nueva adaptabilidad
alrededor de la identidad de género.

Y no solo ocurre en cada uno
de nosotros individualmente,

sino que colectivamente, como sociedad,

usamos estos términos nuevos

y empezamos a tener una nueva apreciación
y entendimiento del género.

Admito que a veces siento que
estoy luchando una ardua batalla

mientras intento que la gente
adopte nueva terminología.

La réplica que escucho a menudo

es: "Las etiquetas son terribles,
son muy peligrosas

y no deberíamos intentar colocar
a las personas en cajas".

Bien, debidamente anotado.

Mi posición es esta:
las etiquetas son geniales.

Las etiquetas salvan vidas.

Déjenme darles un ejemplo
histórico de esto.

Si volvemos al Medievo,

llegamos a un tiempo

donde no había palabra
para la homosexualidad

y ningún entendimiento de
ser gay como identidad,

de la orientación sexual como parte
de quién somos como seres humanos.

Se sabía que a veces los hombres
tenían sexo con hombres

y, en menor medida, que a veces
las mujeres tenían sexo con mujeres.

Pero hasta el extremo de que,
cuando se hablaba o escribía de ello,

era con términos inútiles
como "el pecado indecible"

o "el vicio innombrable".

Si fueras una persona que se había
acostado con otro hombre

y fueses al confesonario,

confesarías el pecado de la "lujuria",

que es una especie de término general
que abarca muchas formas de pecado sexual.

Les digo esto porque es precisamente
a través del confesionario

que empezamos a ver
el lenguaje sobre la sexualidad;

un poco raro.

Pero había un problema en la Edad Media.

Estas personas entraban
y confesaban por lujuria

y al sacerdote le ponían
en una posición extremadamente rara.

El sacerdote tenía entonces
que hacer una serie de preguntas

para determinar la penitencia adecuada:

"¿Qué hiciste exactamente?"

"¿Con quién lo hiciste?

"¿Dónde estabas?"

Y si la persona no daba información,
el sacerdote tenía que presionar un poco:

"Mire, tengo que saberlo:
¿hiciste esto o aquello?"

Pueden ver que esto no es solo
una manera de proceder rara

para un cura,

sino que también puede
meter ideas a la persona:

"No hice eso, pero parece
una muy buena idea,

la próxima vez lo intento."

(Risas)

Así que, para evitar este problema,

los sacerdotes hicieron una subdivisión
de esta categoría, lujuria,

y una de las subdivisiones fue "sodomía".

Es una palabra realmente horrible.

Se ha utilizado para tolerar
mucha violencia hacia personas gay,

pero también hizo algo
increíble y positivo:

Creó algo de la nada;

puso una palabra a un concepto
e hizo que ese concepto existiese

donde, previamente,
había habido un vacío

dentro de nuestro lenguaje
y nuestras mentes.

Y poco después de que esa palabra,
"sodomía", fuese inventada,

vemos a personas empezando
a usarla para referirse a sí mismos

y, de hecho, reunir y recoger
a otras personas.

Las etiquetas crean solidaridad.

Las etiquetas permiten
que existan comunidades.

En mi propia vida,
esa etiqueta fue "transgénero".

Cuando era niño,

sentía que pasaba algo malo conmigo,

que era anormal

y no había otra explicación para ello;

era solo raro.

Pero cuando encontré
la etiqueta "transgénero"

y cuando encontré a
otras personas transgénero,

de repente, supe que
esa palabra me dejaba ver

que esto era algo mucho
más grande que solo yo.

Esto no es algo que solo pase
en mi cabeza.

Así que, espero que adoptemos
el poder de las etiquetas.

Espero que veamos

que incluso aunque el lenguaje
cargue con cierto peso histórico,

y consideremos que tenemos
que seguir las reglas de la gramática,

que el lenguaje sirve
a nuestras necesidades.

El lenguaje nos sirve.

y deberíamos inventar nuevas palabras,

y deberíamos cambiar las reglas
cuando no se adapten a nosotros.

Adoro cómo la comunidad LGBT+
ha readaptado palabras antiguas,

cómo han tomado términos como "raro",
que solían tener una connotación negativa,

y los han convertido en algo positivo.

Adoro cómo han apartado términos
como "transexual" y "homosexual",

palabras que han sido utilizadas para
medicalizarnos y hacernos sentir raros.

Y adoro cómo el lenguaje sobre el género

acaba de explotar y
tomar un montón de formas nuevas.

Soy optimista y creo que lo adoptaremos.

Creo que necesitamos reconocer

que el lenguaje no solo describe
o explica la realidad;

también cambia la realidad.

El lenguaje es revolucionario.

(Aplauso)
(Vítores)