Cultivando al margen: el cambio climático y las granjas costeras | Kate Tully | TEDxGreatMills

¿Cómo podemos hacer planes para aumentar nuestra resiliencia ante los efectos del cambio climático sobre nuestras granjas costeras? La doctora Kate Tully es profesora adjunta de agroecología en la Universidad de Maryland y dirige el laboratorio AgroEcoLab. Tiene un grado en inglés, español y biología de Kenyon College y un máster y doctorado en ecología de la Universidad de Virginia. Ha llevado a cabo investigación posdoctoral en el Earth Institute de la Universidad de Columbia, donde investigó el impacto medioambiental de la Revolución Verde Africana, y ha vivido en Kenia y Tanzania. En general, su trabajo se centra en cómo gestionar los sistemas de granja para que puedan adaptarse y mitigar el cambio climático. En particular, sus programas de investigación actuales se centran en cómo gestionar (1) las granjas costeras afectadas por el aumento del nivel del mar y la intrusión salina, y (2) las cubiertas vegetales para mejorar las reservas de los servicios de agroecosistema.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

El 40 % de la población global
vive a menos de 100 millas de la costa.

Aquí, en Great Mills, estamos
a solo cinco millas de la costa.

Nuestras costas, como ven,
son preciosas y abundantes,

pero también están en peligro.

El nivel del mar sube globalmente,

amenazando nuestros hogares y las granjas
que producen nuestro alimento.

Por ejemplo,

la costa este de Maryland

fue cultivada durante años por los nativos

antes de llegar los colonos británicos,

y aún hoy está muy cultivada.

Pero las primeras granjas de América
están empezando a hundirse;

nuestra historia se ahoga, literalmente.

Perdemos tierras aquí mismo,

y también en Vietnam y Bangladés,

dos países costeros

donde se cultiva gran parte
del arroz mundial.

Y al hablar de cambio climático,

normalmente hablamos
como si fuera algo del futuro,

algo de lo que preocuparse
dentro de unos años

o incluso décadas,

pero ya hay cambio climático.

Está ocurriendo ahora.

Y aquí en Maryland,

los síntomas de la enfermedad
ya se empiezan a apreciar.

Muchas personas no lo saben,

pero hay una inundación invisible
que avanza tierra adentro

adelantándose a las inundaciones
que sumergen nuestros hogares y granjas.

Esa inundación invisible
se llama "intrusión salina"

y puede hacer nuestra agua impotable.

Significa que muchos cultivos
a lo largo de nuestras costas

tienen los "pies" salados y húmedos;

es decir, sus raíces
se entierran profundamente

en busca de agua pura,

pero solo encuentran sal.

Esta imagen muestra cómo se ve.

Todo esto blanco
por el borde de esta granja

es sal.

Y, al igual que en Vietnam y Bangladés,

da la sensación que nuestros granjeros
luchan una batalla perdida.

Aquí, en la bahía de Chesapeake,

el aumento del nivel del mar
triplica la tasa media global.

Eso significa que nuestras comunidades

serán de las primeras afectadas
por el cambio climático.

Desgraciadamente,

ahora mismo no podremos
parar el cambio climático,

ni revertirlo, revertir las mareas,

pero sí podemos trabajar juntos.

Podemos colaborar

como investigadores, granjeros
y agencias del gobierno local

para diseñar soluciones que nos ayuden
a prevenir el cambio climático futuro,

pero que también nos permitan
prosperar como comunidades ahora.

Y cuando digo comunidades,
digo comunidades de personas,

pero también de plantas y animales.

Entonces, ¿qué hacemos?

Debemos gestionar la transición,

y eso implica ver el cambio climático
como un objetivo móvil.

O sea que lo que funciona
ahora en este campo

no funcionará en 5 años,

y lo que funcionará en 5 años
no lo hará en 10.

Con una de las mayores velocidades
de subida del nivel del mar en el planeta,

la costa oriental de EE.UU. está
en la primera fila del cambio climático.

Y es nuestro trabajo
gestionar esta situación.

Lo primero que necesitamos son mapas,

como este,

que nos ayuden a comprender la
situación actual de la intrusión salina

y hacia dónde va.

Eso nos dará un sistema de alerta temprana

que nos ayudará a crear un plan
para cada paso de la intrusión.

Mi equipo está desarrollando
algunos de estos primeros mapas

de intrusión salina,

que nos permitirán ver
la enfermedad por primera vez.

Pueden ver en este mapa

todas estas zonas rosas

son donde creemos
que ya hay intrusión salina

en dos condados costeros de Maryland:

Dorchester y Somerset.

Si podemos saber
dónde hay intrusión salina

y entender la rapidez de su expansión,

podemos ayudar a luchar contra ella
e incluso tal vez contenerla.

En segundo lugar,

debemos trabajar juntos,

como propietarios, científicos
y actores políticos

para diseñas soluciones que protejan,
no solo la salud del medioambiente,

sino también las finanzas
de granjeros y propietarios.

Tercero,

debemos empezar a actuar ya

para prevenir el cambio climático futuro.

Si logramos hacer estas tres cosas,
podemos salvar nuestras costas.

Veamos algunos ejemplos de cómo sería.

La intrusión salina provoca
la muerte a gran escala

de plantaciones y bosques costeros,

a menudo llamados bosques fantasma.

Vamos a ver ahora un vídeo corto

que les dará una idea de cómo es eso

y del impacto dramático

que tiene la intrusión salina
en nuestros sistemas.

(Vídeo) (Insectos zumbando
y viento soplando)

Narrador: Cuando ves un bosque
fantasma por primera vez,

te impresiona lo inquietante que es.

Es como una ciudad fantasma.

(Música inquietante)

El suelo es demasiado salado y húmedo
como para permitir que crezcan árboles.

[Bosque fantasma]

(Fin de música)

Kate Tully: Si no se controla,

la intrusión salina quema
los árboles desde dentro,

y los restos pueden ser ocupados
por especies invasoras.

Estas especies pueden ahogar
a las plantas nativas de pantano,

y no ofrecen un buen hábitat
para las aves nidificadoras.

Sin embargo, podemos diseñar soluciones

que permitan a los propietarios
la recolección temprana de madera.

Podemos usar los sistemas
de alarma temprana,

estos mapas,

e identificar el mejor momento
para recolectarla.

Así, los propietarios
aumentarán sus beneficios

y reducirán sus pérdidas financieras.

Al mismo tiempo,

podemos fomentar la transformación
de estos bosques fantasma

en pantanos.

Mi equipo ha estado trabajando de cerca

con el Departamento de Planificación
y el Departamento de Recursos Naturales

dos entidades de Maryland
que se preocupan por esto.

Estamos haciendo preguntas muy difíciles,

como: "¿Qué ocurre con tus derechos
de propiedad si tu tierra se sumerge?".

No podemos pedir a los propietarios

que se ocupen ellos solos
del cambio climático.

Estas personas son nuestros vecinos,

y podemos apoyarlos

con estrategias y políticas
de gestión basadas en ciencia.

En algunos casos,

los cultivos tradicionales
están fracasando.

La rotación de maíz, soja y trigo
típica de la región del Atlántico Medio

ya no es viable.

Estos cultivos no están adaptados
a altas concentraciones de sal,

y no pueden permanecer
en suelo húmedo mucho tiempo.

Mi equipo trabaja para desarrollar
rotaciones de cultivo alternativas,

mejor adaptadas a esta nueva situación.

Estamos experimentando con sorgo,

una soja resistente a la sal,

y cebada maltera, para muchas
de las microcervecerías en la zona.

No somos los únicos trabajando en esto.

Hay granjeros noruegos

que están experimentando
con una patata resistente a la sal,

y en Luisiana experimentan
con un arroz resistente a la sal

que se puede cultivar en
regiones costeras bajas

como Vietnam y Bangladés.

Y a mucha gente sana le alegrará saber

que la quinoa resiste muy bien a la sal.

Sin embargo, hay otro problema.

La tierra cultivada está llena
de nutrientes como nitrógeno y fósforo

tras décadas de uso de fertilizantes.

Estos nutrientes llevan a la proliferación
de algas tóxicas en las masas de agua

que se ven desde el espacio.

Esta imagen muestra un mapa del impacto

que ya tiene la agricultura
sobre nuestras costas,

como por ejemplo la zona muerta
en el Golfo de México.

Y el problema es que la intrusión salina

no hace más que empeorar las cosas.

Debido a su química única,

puede liberar aún más nitrógeno y fósforo

de las tierras cultivadas.

Así que pueden imaginar

cómo el avance de la intrusión salina

podría tener consecuencias devastadoras

para la calidad del agua
en la costa oriental.

Sin embargo, hay opciones.

Podemos plantar especies de pasto
de rápido crecimiento,

como el pasto varilla,

que pueden absorber y almacenar
los nutrientes del suelo en sus tejidos.

Muchas empresas ganaderas

están interesadas en usar
estos pastos de crecimiento rápido

como lecho para gallinas.

Así que una acción como esta

podría ofrecer beneficios al granjero
mientras su tierra realiza la transición,

ayudar a fomentar la calidad del agua,

y prevenir las especies invasoras.

Son todas ideas geniales.

Pero mientras pensamos
en cambiar la forma de cultivar

a lo largo de nuestras costas,

es esencial que los granjeros
participen en todo el proceso.

Debemos asegurar que haya
un mercado al que puedan acceder,

y debemos considerar su experiencia
y sus conocimientos en agricultura.

Es decir, los científicos no pueden
simplemente venir y empezar a dar órdenes

sin entender primero a los granjeros,

aprovechar la experiencia
acumulada durante generaciones,

y comprender sus limitaciones financieras.

Por ejemplo,

el equipo necesario
para cultivar esas patatas

es muy distinto al equipo
necesario para cultivar soja

como se ve aquí.

Así que mi equipo trabaja
muy de cerca con los granjeros

para asegurar que las soluciones
de gestión que diseñamos

les servirán ahora y en el futuro.

En algunos casos,

ya hemos perdido grandes extensiones
de plantaciones de madera,

bosques y granjas en zonas costeras

por la inundación invisible
de la intrusión salina.

No supimos qué ocurría
hasta que fue demasiado tarde.

Pero esto no significa que
debamos tirar la toalla.

Podemos facilitar la transformación
de estas zonas en pantanos.

Pantanos repletos
de especies nativas de pasto

y que puedan absorber
sedimentos y productos agrícolas

como los fertilizantes.

Estos pantanos pueden fomentar
la salud medioambiental,

por lo que pueden sustentar
una industria cangrejera próspera

y ofrecer hábitats de nidificación
para muchas especies amenazadas.

Los pantanos también son muy buenos
para almacenar el carbono.

Y proponer estrategias para almacenar
más carbono en nuestro paisaje

es, de hecho, una herramienta fundamental
en la lucha contra el cambio climático

a largo plazo.

Es decir, absorber de la atmósfera
el dióxido de carbono

y almacenarlo en las plantas y la tierra.

Mi equipo está muy interesado
en el potencial para almacenar carbono

que tienen las granjas
cuando se transforman en pantanos.

Y resulta que el potencial es enorme.

Voy a enseñarles algunos datos

porque soy científica y no puedo evitarlo.

En el eje Y, está la concentración
de carbono en la tierra,

y en el X tenemos el transecto
de un campo afectado por la sal.

Imaginen que están en el centro
de un campo de maíz

y mirando hacia el pantano.

Estos son los niveles de
carbono en la tierra.

En el pantano de marea, hay
una alta concentración de carbono.

Es lo normal.

Lo increíble es cuánto carbono hay
en los bordes de estos campos,

en el margen del campo y la ribera,

donde se ve un poco
de esa intrusión salina.

De hecho, los niveles de carbono
son cinco veces más altos

que en esa zona de cultivo

donde el maíz lucha por sobrevivir.

Entonces, en estos campos,

donde es cada vez más difícil
sacar beneficio,

podríamos permitir
que se extendieran los pantanos.

Quizás incluso podríamos ayudarlos
plantando especies nativas de pasto.

Si lo hiciéramos,

almacenaríamos mucho carbono,

y podríamos hacerlo muy rápidamente.

Entonces, en algunos casos,
se daría una situación

donde estaríamos subvencionando
el almacenamiento de carbono

en lugar del cultivo de maíz.

Este trabajo es, de alguna manera,

una lucha por ganarle a un objetivo móvil

y eso requiere coordinación y colaboración

entre investigadores
de muchas disciplinas distintas.

Por eso trabajamos juntos

para desarrollar estos primeros
mapas de intrusión salina

para comprender dónde está
y hacia dónde va.

Cada día, mi equipo trabaja
para entender mejor

qué cultivos podrían prosperar,

cómo podemos almacenar más carbono,

y cómo podemos proteger
la calidad del agua

mientras las costas cambian.

La verdad es que no vamos
a parar el cambio climático.

No podemos ralentizar la subida
de los mares a corto plazo.

Eso requiere acción global coordinada.

Pero eso no significa que no hay
nada que podamos hacer.

Cuando el mundo está enfermo,
llevamos mascarillas.

Nos adaptamos a la nueva normalidad.

Y podemos ayudar a nuestros vecinos,
nuestras comunidades y nuestro planeta

si gestionamos la transición
a la nueva normalidad

usando soluciones basadas en la ciencia.

El cambio climático afecta
prácticamente todos los sistemas agrícolas

del planeta.

Todos tendrán que adaptarse
tarde o temprano,

así que, ¿por qué no ser pioneros
en adaptación al cambio climático?

Ya estamos creando estos mapas
de intrusión salina

para entender dónde está y a dónde va,

y ya estamos colaborando

con investigadores, granjeros y políticos

para diseñar estas soluciones
basadas en ciencia.

Y tenemos la oportunidad
de hacer cambios ahora

para ayudar a prevenir
el cambio climático a largo plazo.

Podríamos cultivar carbono y no maíz.

Y lo que más me impresiona

es que el estado de Maryland
podría ser un pionero mundial

en la adaptación al cambio climático,

especialmente en lo que respecta
al nivel del mar y la intrusión salina.

Ya estamos creando las
herramientas necesarias

y ya estamos trabajando juntos
hacia este objetivo.

Así que, yo digo: "¡Vamos allá!".