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Todo.
Extraño todo de Siria.
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Mis hermanos, mis tíos, mis vecinos,
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las calles, los hornos de pan.
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Ir por las mañanas
a comprar pan y verduras.
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El final de las clases,
los niños yendo a la escuela.
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Extrañamos todo eso.
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Todo en Siria nos parecía hermoso.
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Todo en Siria era hermoso.
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Más de 60 millones de personas
han sido desplazadas en todo el mundo
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desde el comienzo de 2015.
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Es la mayor crisis de refugiados
que ha existido
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desde la Segunda Guerra Mundial.
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Las entrevistas se grabaron en Grecia,
en enero de 2016.
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REFUGIO.
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Lo siento...
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Cada vez que me acuerdo de la cárcel,
recuerdo a mi hermano.
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Era un buen hombre.
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Su crimen fue ayudar a la gente.
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No comía o dormía por las noches
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para salir a repartir comida.
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Ese fue el crimen que cometimos.
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Desafortunadamente, el régimen
estaba en contra de eso y de nosotros.
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No podían comprender la idea
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de que la gente se ayudara entre sí
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simplemente por compasión.
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El sufrimiento que vivimos en Siria,
en la cárcel...
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No creo que la mente humana
llegue a entenderlo del todo.
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Le pedía a los guardias
que acabaran con mi miseria.
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Quería morir para tener un poco de alivio.
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En pocas palabras.
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No huimos.
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Siria se ha vuelto inhabitable.
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Ni los animales pueden vivir allí.
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No hay electricidad ni agua ni seguridad.
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No sabes contra quién estás peleando.
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A quién te estás enfrentando.
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Incluso si te encierras,
tampoco estás segura.
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Sufrimos tanto por el régimen
como por el EIIL.
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Y no podíamos apaciguar
a ninguno de los dos.
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Para quedarnos en
algún territorio específico
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teníamos que prometerle nuestra lealtad.
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Si estás en el territorio del EIIL
tienes que apoyarlos.
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Y en el territorio del régimen
tienes que apoyarlos a ellos.
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Y te obligan a matar
a tus vecinos, a tus primos.
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Tenía una fábrica de ropa
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que fue destruida.
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Todo junto con la mercancía.
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Salí de Siria sin un hogar,
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sin trabajo, sin dinero.
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Mataron a mis tres primos y a mi hermano.
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Hubo dos misiles.
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Cuando cayó el primero,
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mi familia fue a ver
lo que había ocurrido.
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Y allí inmediatamente cayó el segundo.
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Los mató a todos.
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Es muy distinto cuando lo ves por la tele
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a cuando ocurre frente a tus ojos.
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Rezaré por la estabilidad de Siria.
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Aunque Siria ya desapareció.
No existe.
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Esta es Homs, Siria, en enero de 2016.
Es la tercera ciudad más grande del país.
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Lo que más me molestaba
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era que en Siria, adonde sea que fuese,
veía a los heridos.
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Veía a los muertos.
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Veía la sangre.
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Esta guerra mató a la gente
que más quería.
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No me queda nadie.
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Como pasa en la guerra, la gente muere.
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Soy joven pero me siento vieja.
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Como si tuviera 40 o 50 años.
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Por toda la miseria que he presenciado.
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Se lo llevaron en su coche.
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No sé dónde está mi marido.
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Tengo su informe
como persona desaparecida.
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No tenía una vida en Siria.
No vivía.
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Mis tíos, sobretodo los del lado materno,
se hicieron mártires.
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Sus hijos también están muertos.
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Algunos por las bombas,
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otros por las redadas
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y otros por el fuego de las artillerías
y los tanques militares.
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Tres miembros de mi familia
murieron torturados.
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Y eso fue solo por
el lado materno de mi familia.
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Salimos corriendo y nos dijeron
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que había gente muerta por la explosión.
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Nos dijeron que mi marido
era uno de ellos.
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Yo le decía que mis hijas y yo
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terminaríamos solas.
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Al final eso fue lo que pasó.
Estamos solas.
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Cuando me fui, sentí que estaba muerta.
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Tuve una sensación extraña.
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Había mares y países lejanos
frente a nosotros.
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Sí, estaba asustada. Muy asustada.
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El bote apenas era seguro
como para ir a pescar
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y mucho menos como para llevar
a unas 30, 40 o 50 personas.
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Era como mandarnos a nuestro fin.
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La primera vez, el bote se hundió.
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Ví muertos en ese bote.
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Me subí a otro bote.
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Y ese bote también se hundió.
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Cuando se volcó, todos cayeron al agua.
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Nadie murió.
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Los guardacostas nos salvaron
y nos trajeron a esta isla.
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Unos cinco minutos más tarde
y todos hubiésemos muerto.
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Éramos seis niños.
Temía por mis hermanos más pequeños.
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Ellos me preocupaban.
También temía por mis padres.
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Cuando pensé que moriría ahí afuera,
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me senté y deseé que mi muerte
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fuese rápida e indolora.
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Lo que más temía era ver
a mis hijos morir frente a mis ojos.
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Solo eso.
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Vimos a gente morir
a pocos metros de la costa.
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Vimos niños pequeños perder a sus madres.
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Y a madres perder a sus hijos.
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Es lo más doloroso.
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Spyros Gallinos, 65 años
Alcalde de Lesvos, Grecia
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Para ellos la isla representa
la esperanza.
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Representa la civilización europea.
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Y debemos ser dignos de esa esperanza.
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Aquí ellos pueden
planificar nuevamente su futuro.
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Construir una nueva vida.
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La palabra "refugiado" es fuerte.
Es muy duro.
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Implica que eres
un ciudadano de segunda clase.
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No sé cómo explicarlo...
Es algo muy difícil.
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No tengo un país.
Ando a la deriva.
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Nadie me pregunta por mí.
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Como si fuese de otro planeta.
Nadie me mira.
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Siento que es una gran experiencia.
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Ver finalmente el mundo "real".
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Digo, un mundo civilizado,
un mundo más humano.
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Donde la vida humana
es realmente valorada.
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Por el contrario, ahora estoy orgulloso
de ser un refugiado.
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Somos gente digna
a la que le gusta trabajar.
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Nos gusta ganarnos el sustento.
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No nos gusta pedirle a nadie
que nos ayude.
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Desafortunadamente, las circunstancias
nos han forzado a hacerlo.
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Se trata del futuro de mis hijas.
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Su futuro es ahora mi futuro.
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Espero que se conviertan en médicos.
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Quiero que tengan
una vida mejor que la mía.
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Que vivan en tiempos mejores.
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Quiero que mis hijas le cuenten
a la gente cómo llegamos aquí.
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Ya sea en un libro, en una película
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o simplemente que respondan
cuando les pregunten: "¿Qué ocurrió?".
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Es todo lo que quiero.
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Mientras haya seres humanos,
habrá esperanza.
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Mientras nuestros hijos tengan
la oportunidad de crecer,
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habrá esperanza.
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Por eso voy a Alemania.
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A comenzar una nueva vida.
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Ver el futuro que me espera
desde que era niña.
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Mi marido y mis hijos
me esperan en Alemania.
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Ya veremos lo que pasará.
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No lo sé...
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Me gustaría ir a Alemania.
Para vivir de verdad.
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Y por mis hermanos que necesitan ayuda.
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Tan sencillo como eso.
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O nos morimos aquí
o nos vamos a Alemania.
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Nunca más volveré a ver Siria...
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¿O sí?
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Los sirios vivimos por la esperanza.
La gente vive por la esperanza.
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Debemos tener esperanza.
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Esperanza por el mañana.
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Nuestra religión no nos enseña
a matarnos entre nosotros.
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Nuestra religión no nos pide
que llevemos armas
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ni que asesinemos a mujeres y niños.
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Quizás con nuestras historias
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la gente llegue a conocernos
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y se dé cuenta que
no todos somos extremistas.
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Nuestra religión es una religión de paz,
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de piedad, de compasión y de perdón.
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El islam es amor.
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Ya basta de sangre.
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Todos tenemos la habilidad
de hablar, de escuchar, de ver.
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No hay necesidad de toda esta sangre.
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Espero que haya paz en la Tierra.
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Ahora me siento muy triste.
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Mis heridas se han abierto
al contar estas historias.
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Trato de olvidar, pero ahora
siento nuevamente el dolor.
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Solo me siento triste.