La "Casa de la historia" ¿está construida sobre cimientos de arena? | Graham Hancock | TEDxReading

Desde 2007, las principales revistas científicas han publicado pruebas convincentes que confirman que los fragmentos de un cometa gigante en desintegración colisionaron con la Tierra hace unos 12.800 años. Los impactos desencadenaron un misterioso e intenso proceso de congelamiento durante 1.200 años que provocó una extinción global de las especies. Las teorías establecidas sobre el surgimiento de la civilización citan la invención de la agricultura y la arquitectura de monumentos hace unos 11.600 años, inmediatamente después del congelamiento. En esta conferencia, el exitoso escritor Graham Hancock sostiene que los arqueólogos, al no tener en cuenta el cataclismo, han malinterpretado seriamente la historia. Lo que el registro atestigua no es la repentina invención de la tecnología, sino una transferencia de tecnología a los cazadores-recolectores de una civilización más avanzada.

El escritor y periodista británico Graham Hancock se especializa en teorías poco convencionales que involucran civilizaciones antiguas, monumentos de piedra o megalitos, estados alterados de conciencia, mitos antiguos y datos astronómico-astrológicos del pasado. Uno de los temas principales que recorren muchos de sus libros es una conexión global con una "cultura madre" de la que cree que surgieron todas las civilizaciones históricas antiguas.

Graham se considera como un periodista que hace preguntas basadas en la observación y como alguien que proporciona un contrapeso a lo que él percibe como la aceptación y el apoyo "incuestionables" que se les da a las opiniones ortodoxas por vía del sistema educativo, los medios de comunicación y la sociedad en general. Sus libros han vendido más de cinco millones de copias en todo el mundo y han sido traducidos a 27 idiomas.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en http://ted.com/tedx

Presentador: No es necesario
más presentaciones.

El Sr. Graham Hancock.

(Aplausos)

GH: Gracias.

(Suspira) ¡Ah!

Gracias, damas y caballeros.

Analicemos una posibilidad excepcional.

¿Es posible que haya una civilización
perdida, esperando a ser descubierta,

oculta en la prehistoria más remota?

¿Podría ser verdad que
un inmenso cataclismo global

haya puesto fin al mito
de la edad de oro?

Platón, con su arquetipo
sobre la historia de la Atlántida,

es la fuente más antigua que existe.

Según él, Atlántida estaba
a la vanguardia de la arquitectura,

de la agricultura, de la tecnología
en construcción de barcos,

del conocimiento en navegación
y de su organización política y social.

La que fuera una cultura bella y generosa

con el tiempo se volvió
arrogante, cruel y materialista.

En una frase que debería ser eco

del comportamiento de las sociedades
tecnológicamente avanzadas de hoy,

Platón nos cuenta que la Atlántida
no manejó su prosperidad con moderación

y, como castigo a su arrogancia,
el universo arrasó con ella

con incendios, terremotos e inundaciones,
durante un día y una noche,

tras lo cual fue engullida
por el mar y desapareció.

La humanidad tuvo que empezar de nuevo,
como un niño, sin memoria de lo pasado.

Según historiadores y arqueólogos,
Platón lo inventó todo.

Hoy, si alguien se toma
la Atlántida en serio,

puede esperar ser acusado
de fantasear con la arqueología

o peor aún, de ser un impostor.

Los arqueólogos
han desarrollado cronologías

para construir lo que yo llamo
la "Casa de la historia".

Estas cronologías que muestran
un progreso lento, constante y progresivo

son el argumento de que
no hay lugar en nuestro pasado

para una civilización prehistórica
avanzada como la Atlántida

ni para un cataclismo lo suficientemente
grande capaz de eliminarla.

Pero un nuevo estudio, aún no considerado
por historiadores y arqueólogos,

debería hacernos recapacitar.

Como veremos, hoy en día
se reconoce cada vez más

que, hace muy poco, ocurrió un cataclismo
mundial que llevó a la extinción

en los orígenes de la Casa de la historia,

entre 20 800 y 11 600 años atrás.

¿Podría estar conectado de alguna manera
este cataclismo recién descubierto

con el cataclismo de terremotos,
inundaciones e incendios

que destruyó la Atlántida según Platón?

Los eventos cataclísmicos
sacuden, remodelan el mundo

y permiten el surgimiento
de nuevas historias.

Hace 65 millones de años
un cataclismo mundial

extinguió a los dinosaurios.

Si sus descendientes han sobrevivido,
quizás sean las gallinas y otras aves.

Mientras tanto, una criatura

parecida a una musaraña,
el ancestro de los mamíferos,

merodeaba por el bosque virgen
sin rumbo fijo.

En cuanto los dinosaurios desaparecieron,
esa musaraña comenzó a evolucionar

y 65 millones de años más tarde,
aquí estamos: los nuevos dueños del mundo.

Aun a riesgo de simplificar demasiado,

lo que sucedió hace 65 millones
de años fue tan colosal

que mutó dinosaurios en gallinas
y musarañas en seres humanos.

Hoy, se reconoce universalmente
que el cataclismo fue ocasionado

por una roca espacial de 10 km de ancho

al colisionar con la Tierra
a unos 100 000 km por hora.

Algunos científicos afirman
que fue un asteroide; otros, un cometa.

Pero sea uno u otro,

dejó una huella inconfundible
en la Tierra:

una capa de ceniza y hollín
que marca el límite KT,

el límite cretácico-terciario,

que contiene iridio,
microesferas de carbono,

nanodiamantes, vidrio fundido,
similar a la trinitita,

y otros minerales sometidos
a temperaturas superiores a 2200 °C,

el punto de ebullición del cuarzo,

y vastamente extendidos por la Tierra.

Estas son las características químicas
típicas de un impacto cósmico colosal.

No tiene otra explicación. Se las conoce
como "indicadores de impacto".

Luis Álvarez y su hijo Walter
trabajaron juntos

para revelar la verdadera
naturaleza del evento KT.

Durante más de diez años,

fueron blanco de feroces ataques
de otros científicos

que se negaban a aceptar la evidencia
de los indicadores de impacto.

Solo cuando se encontró sepultado

el cráter que dejó el impacto
bajo el golfo de México,

cesaron las críticas.

La teoría del impacto cósmico de Álvarez

y la consecutiva extinción
hace 65 millones de años,

ahora se considera válida.

Tengan esto en cuenta
mientras les muestro el trabajo

de otro grupo de científicos
altamente acreditados,

conformado por más de 30 personas.

En la diapositiva se muestran
sus principales figuras: Jim Kennett,

Allen West, Richard Firestone,
James Wittke y Albert Goodyear.

Originalmente unieron sus fuerzas
para investigar el misterio

de los milenios finales
de la última glaciación.

Si miran el gráfico,
el último máximo glacial

ocurrió hace 21 000 años.

Después de ello, las temperaturas
comenzaron a subir.

Pero de pronto, y a pesar de las capas
de hielo de 2 km de espesor

que cubrían Norteamérica
y el norte de Europa,

se produjo un marcado descenso
de temperatura,

una breve y marcada fase de congelamiento

que ocurrió entre 12 800
y 11 600 años atrás.

Este período de frío extremo y anormal

es conocido entre los geólogos
como el "Joven Dryas".

Ahora, la pregunta es: ¿qué lo causó?

Resulta que justo en el límite
del Joven Dryas,

existe en el suelo
una capa de ceniza y hollín,

lo que llamamos "estera negra"

distribuida en una gran parte
de la superficie de la Tierra,

que contiene en abundancia
los mismos indicadores de impacto

y por tanto dan prueba del fenómeno KT.

Sin embargo, a diferencia del KT,
el cataclismo del Joven Dryas

es sorprendentemente reciente:
tan solo 12 800 años atrás.

En un principio, el equipo
situó el evento 12 900 años atrás,

pero con más investigación,

la fecha se ha acotado a 12 800 años.

Este es el primer artículo publicado
por el equipo sobre el Joven Dryas

apareció en la PNAS, o "Proceedings
of the National Academy of Sciences",

en octubre del 2007.

El título lo dice todo:

"Evidencia de un impacto extraterrestre
hace 12 900 años que contribuyó

a la extinción de la megafauna
y al enfriamiento Joven Dryas.

Aquí les muestro más documentación
del equipo que corrobora

que está avalada por expertos
de la comunidad científica

y no es un ataque de locura.

PNAS 2009: "Diamantes hexagonales
sintetizados por un impacto,

presentes en sedimentos
del límite del Joven Dryas".

"Restos de fusión a muy alta temperatura

evidencian una explosión de aire cósmica
y su impacto hace 12 900 años".

Evidencia en México. Evidencia
en los núcleos de hielo de Groenlandia.

Evidencia de depósitos
de diez millones de toneladas,

enterrados en cuatro
continentes hace 12 800 años".

Este es el "Journal of Geology"
del 5 de septiembre del 2014:

"Capa rica en nanodiamantes
en tres continentes

son evidencia de un tremendo
impacto cósmico hace 12 800 años".

La revista científica PNAS
de julio de 2015.

La evidencia presentada en este documento
excluye cualquier posibilidad

de que los indicadores de impacto
en la capa del Joven Dryas

se asentaron gradualmente
en períodos de cientos de años.

El análisis cronológico bayesiano muestra

que el cataclismo se desató de manera
sincronizada en un instante geológico,

efectivamente, en un día
y una noche terribles.

Además, la evidencia muestra
la huella del cataclismo

en más de 50 millones de km cuadrados
de la superficie de la Tierra.

Múltiples esferas de luz,

consideradas fragmentos
de un cometa gigante en desintegración,

entraron por una trayectoria
desde el noroeste al sureste.

El impacto primario ocurrió
en el casquete polar de Norteamérica

cuando todavía tenía
más de 2 km de espesor.

Le siguieron otros impactos
en el casquete polar del norte de Europa.

Y la evidencia más oriental
encontrada hasta el momento es en Siria.

Como los primeros impactos fueron
en el casquete polar de Norteamérica

fue difícil encontrar cráteres,
pues estos fueron transitorios,

excavados en una capa de hielo
de 2 km de espesor que luego se derritió.

Aun con la abundante evidencia
de indicadores de impacto,

la ausencia de cráteres expuso
al equipo al mismo tipo de críticas

que las sufridas
por Luis y Walter Álvarez.

Sin embargo, en los últimos años,
se han identificado cráteres

en puntos más lejanos
del casquete polar inicial

o donde la capa de hielo era delgada.

Esos cráteres son la pieza clave del puzle
que deberían cerrar el debate.

Hace 12 800 años, los fragmentos
de un cometa gigante en desintegración

colisionaron con la Tierra,

con el epicentro del cataclismo
en el casquete polar de Norteamérica.

¿Por qué estos impactos
ocurridos hace 12 800 años

provocaron el brusco descenso
de temperaturas

que se registró al principio
del Joven Dryas?

La mejor explicación es que
las inundaciones por el hielo derretido

a causa del calor y la energía
cinética de los impactos,

fluyó desde el casquete polar
de Norteamérica hasta el océano Atlántico

donde interrumpieron
la corriente del Golfo,

eje de nuestro sistema
de calentamiento central

y por tanto provocó el enfriamiento
tan drástico y repentino.

¿Por qué el Joven Dryas se extinguió
también de repente hace 11 600 años

con un aumento drástico en temperatura?

En la década de 1980,

el astrofísico inglés,
Sir Fred Hoyle, quedó intrigado

por el marcado ascenso de temperatura
al final del Joven Dryas.

Propuso que el impacto
del cometa sobre el océano

fue el causante del fenómeno,
y generó no solo maremotos,

sino también una gran nube
de vapor de agua a la atmósfera superior

que envolvió a la Tierra
y creó así un efecto invernadero,

lo suficientemente grande como
para causar el calentamiento tan brusco.

Es posible que otros fragmentos
del mismo cometa

que colisionó con la Tierra
hace 12 800 años al desintegrarse

estuvieran relacionados con los eventos
ocurridos hace 11 600 años.

Los astrónomos calcularon que este cometa

inicialmente entró en el sistema solar
interno hace unos 20 000 años

y allí comenzó a descomponerse
en múltiples fragmentos,

los cuales se esparcieron
por toda su órbita,

formaron un cuerpo de escombros letales
que cruza la órbita de la Tierra

y causaron catástrofes
en la historia de la humanidad

en más de una ocasión
durante los últimos 13 000 años.

La ciencia que explica la extinción
del Joven Dryas hace 11 600 años

no es tan completa como la que estudia
el origen del Joven Dryas.

Cualquiera que fuera la causa,

las evidencias sobre este tema
no se pueden cuestionar.

El Joven Dryas se extinguió
abruptamente hace 11 600 años.

La temperatura global aumentó

y los restos de los casquetes polares
colapsaron rápidamente en el mar,

lo cual causó un extremo
aumento en su nivel,

que los geólogos llaman
"pulso de agua del deshielo 1B".

¿Es coincidencia que hace 11 600 años
la fecha del pulso del deshielo 1B

sea la fecha mencionada por Platón

para señalar la destrucción
y el hundimiento de la Atlántida?

Revisemos la fecha de Platón.

La historia que nos cuenta
viene de su familia,

de su famoso antepasado,
el legislador griego Solón,

quien visitó Egipto hacia 600 a. C.

y afirmó que la historia de la Atlántida

fue el relato de los sacerdotes
del templo de Neith en Sais, en el Delta.

Solón preguntó a los sacerdotes
cuándo ocurrió el desastre

y ellos contestaron sin dudar:
9000 años atrás.

Recuerden que esto fue en el 600 a. C.

Y 9000 años atrás en el 600 a. C.
es el 9600 a. C. en nuestro calendario,

o lo que es lo mismo, 11 600 años atrás:

la fecha exacta en que la geología moderna
sitúa la fecha del pulso del deshielo 1B

y del repentino aumento del nivel del mar.

Si Platón lo hubiera fabulado,
como cuentan los historiadores,

dio increíblemente en el clavo,
ligando la ciencia del siglo XXI

con el cataclismo global de inundaciones
ocurrido 11 600 atrás.

Y algo más:

esa fecha exacta es ahora
la utilizada por arqueólogos

como una fecha muy significativa,

con la invención de la arquitectura
megalítica y la agricultura

que ocurrieron, aparentemente,
por primera vez en el mundo.

El lugar donde todo esto ocurrió
se llama Göbekli Tepe, en Turquía.

Allí estuve yo, en Göbekli Tepe,

con su descubridor, el ya fallecido
profesor Klaus Schimdt.

Comenzamos a excavar
para el Instituto Arqueológico Alemán,

desde la mitad de los 90 en adelante.

Y estando allí, me contó tres cosas.

La primera es que los megalitos
hallados en las excavaciones

no estaban cubiertos de sedimentos
naturales causado con los años.

En realidad, después de ser usados
durante unos 1000 años,

fueron enterrados
bajo un monte artificial,

metódica y deliberadamente
entre tierra y escombros.

De hecho, "Göbekli Tepe" significa
"colina en forma de barriga" en turco.

Segundo: la parte superior del sitio
no fue alterada por culturas posteriores,

lo cual permite a los arqueólogos
datar con certeza su fundación

en 11 600 años atrás, es decir
7000 años antes de Stonehenge

y más de 6000 años más antigua
que cualquier descubrimiento megalítico

realizado hasta ahora en el planera.

Y en tercer lugar, 50 veces más
de lo que se ha excavado

está aún en espera de su descubrimiento.

Los georadares han desvelado

que cientos y cientos de pilares
megalíticos gigantes siguen enterrados,

por eso es el sitio megalítico
más antiguo y más grande en la Tierra.

Aun así, parece que surgió de la nada:
sin historia ni pruebas de la evolución

de las habilidades
arquitectónicas necesarias.

Lo más extraño es que el Instituto
Arqueológico Alemán

también sospecha que Göbekli Tepe
era el centro de innovación

desde donde se difundió
el conocimiento sobre agricultura

a la población, hasta entonces
cazadores y recolectores nómadas.

Más que una invención
repentina, precoz y misteriosa

ocurrida 7000 años antes de su época,

Göbekli Tepe, en mi opinión,
más bien ha transferido tecnología

a través de los sobrevivientes
de una civilización perdida,

que ya sabían construir
megalitos a gran escala

y manejar la agricultura
la agricultura a la perfección.

Antes de la excavación del Göbekli Tepe,
no existía manera de concebir

las recién descubiertas áreas de megalitos
que se muestran en la diapositiva.

Está sumergido a 40 metros
de profundidad en el Mediterráneo,

y estuvo por encima del mar
hace más de 9000 años.

No sabemos cuánto tiempo
permaneció en ese lugar

antes de que lo cubriera el mar.

Desde principios de los 90,
se han planteado interrogantes

sobre la edad de la Gran Esfinge
de Guiza en Egipto.

Los egiptólogos creen
que tiene unos 4500 años,

aunque no existe el menor indicio
que corrobore la fecha.

John Anthony West,
investigador independiente,

y Robert Schoch, profesor de geología
en la Universidad de Boston,

propusieron que la esfinge
debe ser muy anterior a esa fecha.

Basándose en su distintivo
patrón de erosión,

Schoch argumenta
que la esfinge fue sometida

a un período muy largo de fuertes lluvias

y que ese tipo de lluvia no aconteció
en Egipto en los últimos 5000 años.

De hecho, para encontrar
en Egipto ese tipo de lluvia,

capaz de provocar
esas profundas grietas verticales,

típicas de la erosión
causada por precipitaciones,

tendríamos que situarnos
en la dura climatología del Joven Dryas

entre 12 800 y 11 600 años atrás.

Cuando Schoch y West presentaron el caso,
fue rechazado por los egiptólogos

que alegaron la inexistencia de megalitos
que se remonte a ese periodo.

Pero eso fue en 1992, cuando aún
era posible decir ese tipo de cosas.

Como consecuencia,
en la segunda mitad de los 90,

empezaron las excavaciones en Göbekli Tepe
y se demostró que tenían 11 600 años.

Evidentemente, si es posible
construir Göbekli Tepe,

también se puede construir la esfinge.

Ni siquiera están lejos uno del otro.

En resumen, mi sugerencia

es que, aunque el último caso expuesto
es de gran importancia,

la construcción de nuestro pasado
por parte de historiadores y arqueólogos

se basa en fundamentos
que bien pueden ser equivocados

y peligrosamente cuestionables.

Una extinción cataclísmica
ocurrió en nuestro planeta

entre 12 800 y 11 600 años atrás.

Dicho evento acarreó
consecuencias globales

que afectaron profundamente
a la humanidad.

Debido a que la evidencia científica
que verifica lo ocurrido

surgió recién a partir del 2007

y dado que las implicaciones

aún no han sido tenidas en cuenta
por los historiadores y arqueólogos,

nos vemos en la necesidad
de considerar la posibilidad

de que todo lo que nos han enseñado
sobre los orígenes de la civilización

podría ser incorrecto.

Gracias.

(Aplausos)