-
¿Sarah?
-
¿Estás enfermo?
-
¡Qué palido está!
-
No estoy pálido.
-
Sí, sí lo estás. Te lo aseguro.
-
Estás más blanco que la leche.
-
- ¡No!
- Sí, Alfred.
-
Deberías descansar.
-
Descansa y te sentirás mucho mejor.
-
No me gusta verte así.
-
¿Te sientes mejor ahora?
-
¿No hay un baile esta noche?
-
¡Qué largas son!
-
Parecen hilos dorados.
-
Tus pestañas.
-
¿Mis pestañas?
-
Doradas...
-
¿Quién te dijo
que hay un baile esta noche?
-
Nadie, simplemente lo supuse.
-
Con un gran castillo
como éste se puede hacer.
-
Solo lo supone, pero es cierto.
-
Tu bonita cabeza ha acertado.
-
Sí, Alfred,
habrá un baile y podrás bailar.
-
Lalalalalala. Lalalalalala.
-
Lalalalala.
-
¿Qué tienes ahí guardado
como un pequeño tesoro?
-
Enséñamelo.
-
Alfred, enséñamelo.
-
Así que éste es el gran secreto.
-
Alguien está enamorado.
-
El pequeño corazón de alguien
está latiendo en su pecho.
-
Po-pom, po-pom,
como una rata en una jaula.
-
"Táctica septuagésima:
-
Coloque el brazo izquierdo
sobre los hombros de la amada.
-
Coloque la mano izquierda
en su hombro izquierdo...
-
como un pequeño pájaro
posándose en una rama."
-
Bien, excelente.
-
"Luego, deje pasar un ángel."
-
¿Deberíamos dejar pasar un ángel?
-
"Una vez el ángel haya pasado...
-
incline su cara hacia los rizos
de la persona amada...
-
y rócelos con los labios".