Escribamos de amor... Redescubriendo un arte olvidado | Sonia Cancian | TEDxLausanne

En 1834, cerca de 5 cartas eran enviadas por persona, cada año, en Inglaterra. Hoy, recibimos más correos de los que podemos leer. Lo ames o lo odies enviamos miles de cosas y de vuelta somos bombardeados con más mensajes. ¿Es nuestra habilidad conectarnos, masiva e instantáneamente, haciéndonos sentir más cerca los unos de los otros? ¿O estamos cayendo en la trampa de la que George Bernard Shaw nos advirtió: "El gran problema de la comunicación es la ilusión que está allí?".

En la charla, Sonia nos comparte los descubrimientos de su investigación de cómo las parejas y familias, separadas por la migración, escribieron cartas acerca de sus gozos y dolor en el amor. Si tomamos una pluma y papel y le escribimos a nuestros amados, ¿qué les escribiríamos?

Historiadora canadiense, Sonia Cancian estudia cómo la migración ha dado forma al género, la familia y la dinámica emocional de los migrantes y sus parejas en Canadá e Italia durante el siglo XX. Ella es mejor conocida como una experta en cartas de migrantes y, especialmente, cartas de amor escritas en el contexto de la migración; con la publicación de numerosos artículos y su libro: "Families, Lovers, and their Letters: Italian Postwar Migration to Canada" (University of Manitoba Press, 2010). Actualmente, está completando el manuscrito de una colección de cartas de amor escritas por una pareja italiana que fue separada como resultado de la migración en 1948. Sonia es la líder del proyecto "Digitizing Immigrant Letters Project" en el "Immigration History Research Center" en la Universidad de Minnesota y da clases en la Universidad de Zayed en Dubái.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

¿Cuándo fue la última vez que recibieron
una carta de amor por correo?

Oh, en nuestros celulares,

recibimos muchos mensajes de amor,

n'est-ce pas? (En Francés).

Mensajes como este:

[¿stás x ahí?]

Y luego,

[¿Cómo va todo?]

Finalmente, para terminar,

la declaración de amor:

[iTe amo!]

¿Cuándo fue la última vez que recibieron
una carta de amor por correo?

Ah, deben estar pensando,
las cartas de amor son del dominio

de experimentados autores
literarios y poetas:

individuos como Víctor Hugo, escribiéndole
a su joven esposa, Adèle Foucher;

o John Keats,

redactando cartas de amor
a su vecina de a lado,

Fanny Brawne;

¿y qué tal de Simon de Beauvoir?

escribiendo su última carta
a su amor a distancia, para terminarlo,

Nelson Algren.

Estos autores describieron
con íntimo detalle

su soledad, sus anhelos,
su cariño y sus deseos.

Oh, ojalá pudiéramos escribir como ellos.

"Pasé todo el día pensando en ti.

¿Cuánto más puedo esperar
hasta poder tenerte aquí otra vez?”.

“Cuando los niños
estén dormidos y sea tarde,

voltea a un lado de la cama,
posa tu mejilla sobre la almohada.

Y después de un poco,
sentirás una tierna caricia

y el encantador respiro

del hombre que te ama
y te amará por siempre".

"Volví a leer tus últimas dos cartas.

Me dan todo lo que necesito
para seguir amando y creyendo".

Estas son las palabras escritas y enviadas
por correo aéreo, en un papel amarillento.

Escritas por migrantes,
separados de sus amados,

en el momento en el que la única forma
de comunicarse era por medio de cartas.

¿Quién más escribía cartas?

Bien, no solo los migrantes y sus amados,

los soldados en el campo de batalla
y sus seres queridos.

Y, qué hay de los novios
que, incluso, vivían en la misma ciudad

y que decidieron reunirse en secreto.

No hace mucho, como millones de personas,

mi abuelo dejó a su joven esposa
en casa, al norte de Italia,

para ir a trabajar a una fábrica
en Amiens, Francia.

Para seguir en contacto,
mis abuelos se escribían cartas.

Y recuerdo cuando leí estas cartas,

hace un tiempo, en el otoño de 1986.

Había regresado a Italia
para un curso de idiomas en Siena

y decidí ir a visitar a mi abuela
un fin de semana.

Y cuando estábamos sentadas en la cocina,

le pregunté,

"Cuéntame un poco de tu vida".

Y empezó a relatar vivencias
de su juventud.

Fue corriendo a la habitación
y volvió después de unos minutos.

Regresó con esta caja blanca de zapatos.

Y cuando abrió la caja,

las cartas que ella
y mi abuelo intercambiaron,

durante el primer año de matrimonio,

estaban cuidadosamente juntas.

Yo estaba fascinada.

Y, delicadamente,
mientras tomaba una a la vez,

recordé cómo me marcaron
dos palabras en particular,

estas simple dos palabras: "siempre tuya".

Estas dos palabras que cargaban
una promesa de amor

que no podía ni sería
apagada por la distancia.

Este es un episodio de mi vida
que me llevó a ser historiadora.

En mi investigación, estudio las cartas
de los inmigrantes y sus amados,

escritas en Italia, Canadá,
Estados Unidos y otros países.

Y me fijé en las cartas para entender

cómo la migración ha afectado relaciones
familiares, roles de género

y la expresión de las emociones.

¿Sobre qué escribía la gente?

¿Cómo eran esas cartas?

Bien, la gente escribía
sobre cualquier cosa.

Imaginen esto:

Gliada aquí le escribe
a su prometido en Venecia.

No ha sabido nada de él por una semana

y ha tenido algunas inquietudes.

Ellos se conocieron, poco después,
de la segunda guerra mundial.

Y esto fue cuando un grupo
de hombres jóvenes

llegó a su ciudad natal,
al norte de Italia,

para terminar la construcción

de una de las más grandes
centrales hidroeléctricas de Europa.

Gliada y Maurizio se conocieron,
se enamoraron

y en gran parte de su relación,
antes de casarse,

se escribieron cartas.

Ahora, en septiembre de 1948,

Gliada inmigró a Canadá con sus padres,

y esta joven pareja temía
que no se pudieran volver a ver, de nuevo.

A pesar de eso o, quizás, por eso

el cariño en sus cartas
creció más fuerte que nunca.

Y así,

cuando uno no recibía noticias del otro,

se preocupaban y escribían:

"Mi amor, no hay ningún lugar
en el que pueda encontrar paz.

Puedes imaginar el porqué, ¿no?

Ni siquiera hoy
he recibido una noticia tuya.

Estoy devastada y desanimada,
de tal manera, que no puedo describir.

¿Por qué? Dime. ¿Por qué haces esto?

¿Merezco este castigo?

Maurizio, dime algo,
para tener el corazón tranquilo.

Ve, esta noche, soy todo,
menos optimista.

Créeme.

Es como si todo estuviera en mi contra

y la única razón de esto es tu silencio”.

Y, si en vez de silencio,
¿escuchamos música?

Música que traiga de vuelta el anhelo.

Encendemos la radio

y escuchamos una canción que nos recuerda
los preciosos momentos

que pasamos con nuestro amado.

¿Qué hacemos?

En nuestras mentes, empezamos
a reproducir esos recuerdos

y buscamos revivirlos,

como lo hizo Gliada,

y estoy segura que este es un sentimiento
que muchos de nosotros hemos experimentado

en un punto de nuestras vidas.

(Música: "Un bel di vedremo,"
aria de Puccini “Madama Butterfly”)

"Recuerdo la conmovedora historia
de una joven mujer japonesa, Cio-Cio-san,

y la maravillosa música romántica,
'Un bel dì vedremo'.

Así es como ella esperó,
con constancia y fe.

Él precisaba volver a casa
donde la joven chica esperaba por él.

Pobre. ¡La engañaron!

Mi historia es muy diferente.

Mi historia contigo
es sobre esperanza y felicidad.

(La música termina)

¡Oh cariño, cuanto te extraño!".

Finalmente,

¿qué hay de la frustración
de los amores separados?

¿Qué tan lejos nos puede llevar?

Aquí, tengo una carta de Giordano,
un hombre joven al principio de sus 20,

viviendo y trabajando en Roma,

la ciudad donde conoció
y se enamoró de Aster.

Esto, unos meses antes

que Aster embarcara
en un trasatlántico hacia Canadá,

para reunirse con sus hermanos.

Y así, Giordano escribió:

"Amada mía, si tan solo supieras
lo mucho que te extraño.

Paso los días enteros pensándote.

¿Todavía me amas?

¿Cuánto tiempo tengo que esperar
antes de que pueda tenerte otra vez?”.

¿Cómo puedo asegurarme de que aún me ama?

"Querida, ¿qué hiciste hoy?

¿Trabajaste?

¿O saliste con un guapo
y joven canadiense?".

(Risas)

Tal vez, no le parecería muy amable
esa acusación.

"No, estoy bromeando.

Sé muy bien que no me harías eso a mí".

(Risas)

¿O debo intentar ser divertido
y hacerla sentir culpable a la vez?

"¿Sabes qué hice hoy?

Bien, señorita,

no, no fui a bailar.

No, no fui al cine.

No salí con ninguna rubia.

Lo siento, señorita, se acabó su tiempo.

La respuesta es... un asqueroso 'nada'.

Mi preciosa,

¿no crees que estoy un poco loco
por escribir estas cosas?

Por favor, ignóralas.

Cuando estemos juntos
dejaré de comportarme como un tonto.

Bien, los autores de estas cartas
son personas comunes.

Estas cartas son todo menos comunes.

Imaginen el vacío, la brecha
entre estos amantes

si nunca hubieran escrito estas cartas.

Escribir cartas era mucho más
que seguir en contacto.

Escribir cartas le ponía palabras
al cariño, la imaginación y al deseo.

Como el historiador, Jack Goody,
una vez señaló:

"Escribir cartas es como escribir poesía,

tiene una repercusión importante
en las emociones de las personas".

Escribir no solo expresa
los sentimientos existentes,

pero hace valer la reflexión
que expande esos sentimientos.

El proceso continúa.

Llega el momento de la anticipación
e, incluso, la ansiedad.

Mientras, cuidadosamente, abrimos
el sobre cerrado.

Lo sentimos, lo tocamos, lo desdoblamos,
e incluso olemos el papel.

Pasamos nuestros dedos
por la caligrafía del que escribió

e imaginamos a nuestro amado o amada
escribiendo sus pensamientos a nosotros,

con esa mano,

la misma mano que nos ha tocado
cuando estábamos juntos.

La carta capta todos nuestros sentidos.

Y así, como la comida se volvió rápida,

volvimos a descubrir que necesitamos
ir lento para disfrutar lo que comemos.

Así como la ropa se volvió desechable
y tenemos colecciones cada dos meses,

volvimos a descubrir la moda vintage
con piezas hechas a mano.

Como nuestros teléfonos sugieren palabras,
incluso antes de que las pensemos,

nosotros volvimos a descubrir el tiempo,

para tomarnos el tiempo

de pensar, de reflexionar,
qué y cómo escribir.

Volvimos a descubrir
nuestra habilidad innata

para escribir, de manera creativa,
a nuestros amados y a los que queremos,

o como dijo Wordsworth:

"Para llenar el papel
con los respiros del corazón".

Y al hacerlo, enriquecemos la experiencia
a través del crecimiento personal.

Empecé preguntando:

"¿Cuándo fue la última vez
que recibieron una carta de amor?".

Terminaré preguntando:

"¿Cuándo escribirán
su próxima carta de amor?".

Gracias.

(Aplausos)