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Title:
¿Qué rol juega la suerte en tu vida?
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Description:
El azar juega un papel mucho más importante en la vida de lo que estamos dispuestos a admitir, dice el psicólogo Barry Schwartz. Por supuesto, trabajar arduamente y seguir las reglas puede mejorar la situación, pero el resto podría reducirse a una simple buena suerte. Schwartz examina el vínculo pasado por alto entre la suerte, el mérito y el éxito, ofreciendo una solución intrigante para igualar las oportunidades, comenzando por las admisiones a la universidad.
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Speaker:
Barry Schwartz
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Hola a todos.
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Me siento honrado de estar
aquí para hablar con Uds.,
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y hoy voy a hablar de la suerte
y de la justicia,
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y de la relación entre ambas.
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me llamó un exalumno
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para hablar de su hija.
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Su hija era estudiante
de último año de secundaria,
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estaba seriamente interesada
en postularse a Swarthmore,
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donde yo enseñaba,
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y quería conocer mi opinión
sobre su posibilidad de ingreso.
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Swarthmore es una escuela a la cual
es extremadamente difícil entrar.
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Entonces le dije:
"Bien, hablame de ella".
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Y me contó de su hija,
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de sus calificaciones, sus puntuaciones,
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sus actividades extracurriculares.
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Parecía una súper estrella,
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hermosa niña, hermosa.
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Entonces dijo: "Parece fabulosa.
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El tipo de estudiante que
Swarthmore desearía tener".
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Dijo: "¿Eso significa que entrará?
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Y le dije: "No.
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No hay suficientes lugares
en las clases de Swarthmore
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para todos los buenos alumnos.
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No hay lugares suficientes en Harvard,
ni en Yale, Princeton o Stanford.
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No hay lugares suficientes
en Google, Amazon o Apple.
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No hay lugares suficientes
en las conferencias de TED.
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Hay una cantidad tremenda
de personas buenas,
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y algunas no lo van a lograr".
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Entonces él dijo: "Bien,
¿qué se supone que vamos a hacer?"
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Le respondí: "Es una muy buena pregunta".
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¿Qué se supone que vamos a hacer?"
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Sé que todos los institutos superiores
y universidades lo han experimentado.
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En un afan de justicia,
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han seguido elevando los estándares
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porque parece que no es justo
admitir personas menos preparadas
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y rechazar a personas mejor preparadas,
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por eso sube cada vez más
el nivel de los estándares
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hasta que es tan alto que pueden admitir
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solo la cantidad de estudiantes
que pueden ingresar.
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Y esto viola el sentido de justicia
para muchas personas.
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En la sociedad estadounidense
hay distintas opiniones
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sobre qué significa decir
que cierto proceso es justo,
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pero pienso que hay algo en lo que
en su mayoría todos coinciden
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y es que en un sistema justo
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las personas obtienen lo que merecen.
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Y lo que contaba de mi exalumno
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muestra que en materia
de admisiones a la universidad,
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no es verdad que las personas
obtienen lo que merecen.
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Algunas personas obtienen
lo que merecen y otras no,
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y eso, sencillamente, es así.
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Cuando se elevan los estándares,
como pasó con las universidades,
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se produce una competición desenfrenada
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entre los estudiantes de secundaria,
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porque no alcanza con ser bueno,
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no alcanza con ser suficientemente bueno,
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hay que ser mejor
que los demás postulantes.
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Y esto ha llevado,
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o ha contribuido,
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a una especie de epidemia
de ansiedad y depresión
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que termina siendo abrumadora
para nuestros adolescentes.
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Estamos arruinando una generación
con este tipo de competición.
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Conforme pensaba en esto
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se me ocurrió una forma de solucionarlo.
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Podríamos hacer lo siguiente:
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Distinguir en las postulaciones
para la universidad
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a quienen son suficientemente buenos
como para tener éxito
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de los que no lo son,
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y rechazar a los que no son
suficientemente buenos para tener éxito.
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Luego tomamos a los demás,
colocamos sus nombres en un sombrero
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y los elegimos por sorteo al azar
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para admitirlos.
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En otras palabras, una lotería
de admisión a la universidad,
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y quizá una lotería de oportunidades
laborales en compañías tecnológicas,
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y, Dios nos libre,
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quizás una lotería
para decidir a quién invitar
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a hablar en TED.
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Ahora, no me malinterpreten,
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una lotería como esta
no eliminará la injusticia.
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Hay muchísimas personas
que no obtienen lo que merecen.
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Pero, al menos, es honesto.
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Revela la injusticia que existe
en lugar de fingir lo contrario,
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y esto relaja la situación
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que están viviendo ahora
nuestros estudiantes de secundaria.
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Entonces, ¿por qué esta propuesta
perfectamente razonable,
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si me permiten decirlo,
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no conduce a una discusión seria?
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Pienso saber por qué.
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Pienso que detestamos la idea
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de que las cosas importantes de la vida
puedan ocurrir por suerte o casualidad,
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que las cosas realmente importantes
en la vida no estén bajo nuestro control.
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Detesto esa idea.
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No es de sorprender
que la gente deteste esa idea,
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pero, sencillamente, así son las cosas.
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Primero, la admisión a la universidad
ya es una lotería.
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Solo que quienes deben decidir
las admisiones fingen que no lo es.
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Seamos honestos al respecto.
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pienso que si tomáramos consciencia
de que fue una lotería,
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reconoceríamos la importancia de la suerte
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en cada una de nuestras vidas.
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Casi todos los acontecimientos
más significativos de mi vida
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son producto, en gran medida,
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de la suerte.
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Cuando estaba en séptimo grado,
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mi familia se mudó de Nueva York
a Westchester County.
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Al empezar la escuela
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conocí a una hermosa jovencita
con la que entablamos una amistad,
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luego fue mi mejor amiga,
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después mi novia
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y más tarde mi esposa.
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Felizmente, lo sigue siendo
desde hace 52 años.
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Tuve muy poca participación en esto.
Fue un accidente afortunado.
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y, en el primer semestre,
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me inscribí en una clase
de introducción a la psicología.
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No sabía ni qué era la psicología,
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pero encajaba en mi horario
y cumplía con los requisitos,
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así que me apunté.
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Y, por suerte,
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la clase estaba a cargo de
un eminente profesor de psicología,
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una leyenda.
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Gracias a eso
me especialicé en psicología.
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Fui a la escuela de postgrado.
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Estaba finalizando.
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Un amigo que enseñaba en Swarthmore
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ya no quería seguir trabajando
como profesor
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y renunció para ir a
una facultad de medicina.
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Quedó vacante el puesto que él ocupaba,
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me postulé y lo conseguí,
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el único trabajo al que me postulé
en mi vida.
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Pasé 45 años enseñando en Swarthmore,
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una institución que tuvo un enorme
impacto positivo en mi carrera.
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Y, como último ejemplo,
yo estaba en Nueva York
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dando una charla sobre
algunos de mis trabajos,
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y alguien del público se me acercó
después de la charla.
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Se presentó.
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Dijo: "Mi nombre es Chris.
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¿Le gustaría dar una charla en TED?"
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Y mi respuesta fue: "¿Qué es TED?"
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Bien, me lo explicó,
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TED no era lo que es ahora.
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Pero, en los años subsiguientes,
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más de 20 millones de personas
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han visto las charlas que he dado en TED.
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Como conclusión,
soy una persona de suerte.
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Tuve suerte en mi matrimonio.
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Tuve suerte en mi educación.
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Tuve suerte en mi carrera.
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Tuve suerte de tener una plataforma
y de participar en algo como TED.
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¿Merecía el éxito que he tenido?
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Seguro que merezco el éxito.
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Como tú mereces tu éxito.
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Pero muchas personas también
merecen tener éxito como nosotros
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y no la han tenido.
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¿Las personas obtienen lo que merecen?
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¿La sociedad es justa?
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Por supuesto que no.
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Trabajar arduamente y respetar las reglas
no es garantía de nada.
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Si somos conscientes de lo inevitable
que es este tipo de injusticia
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y del papel central de la suerte,
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podríamos preguntarnos
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¿que responsabilidad tenemos
hacia esas personas
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que ahora en momentos de pandemia
reconocemos como héroes,
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cuyas familias están expuestas
a una grave enfermedad,
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para asegurar su integridad
y no arruinar sus vidas
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debido al costo de lidiar
con la enfermedad?
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¿Qué le debemos a las personas
que luchan y trabajan arduamente
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y tienen menos suerte que nosotros?
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Hace cerca de medio siglo,
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el filósofo John Rawls escribió
el libro "Teoría de la justicia"
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y, en ese libro, introdujo un concepto
que denominó "velo de ignorancia".
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Allí planteó la pregunta:
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De no conocer qué posición
ocuparás en la sociedad,
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¿qué clase de sociedad desearías crear?
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Y sugirió que cuando no sabemos
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si ocuparemos en la sociedad
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una posición más alta o más baja,
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deseamos una sociedad bastante igualitaria
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para que incluso con mala suerte
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podamos vivir vidas decentes,
significativas y satisfactorias.
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Así que, como personas afortunadas
y exitosas que somos,
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volvamos a nuestras comunidades
y hagamos lo posible
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por asegurarnos de que rendimos honor
y nos ocupamos
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de las personas que merecen
el éxito tanto como nosotros,
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pero no tuvieron tanta suerte.
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