El arte de crear nuestros problemas | Andres Dal Lago | TEDxRosario

Andres nos invita a reflexionar cómo los problemas que tenemos en nuestra vida muchas veces son soluciones que creamos para seguir adelante. Andrés es un apasionado. Hace con intensidad todo: lo bueno y lo malo. Eso lo llevó a estar al limite de ser expulsado varias veces de escuela secundaria: a los líos ¡también los hace con pasión! Por suerte, descubrió más tarde la Psicología y su energía pasó a ser más productiva.

Hiperactivo desde siempre, de la Universidad salió en busca de nuevas teorías y áreas de aplicación. De Argentina a Salamanca, de la docencia a la investigación, de la clínica a la psicología orientada al desarrollo de las personas.

Donde haya una posible aplicación de la psicología, él por un tiempo estará metido. Tratando de aportar algo, acertando y equivocándose. Cambiando constantemente, por curioso… ¡y por ansioso!

¿Más pasiones? Su familia: Josefina y las 3 consecuencias: Felipe, Fran y Carmencita. La clínica y la docencia, en Post-grados en Rosario (IUNIR) y en Chile (USACH). Y la Psicología aplicada al Alto Rendimiento: en equipos deportivos y empresariales.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: https://www.ted.com/tedx

Vamos a comenzar con un ejercicio.

Voy a pedirles que repasen
los problemas que han tenido en su vida.

No busquen circunstancias externas,
lejanas a ustedes.

Busquen problemas
que hayan sido recurrentes.

Problemas que hayan estado pasando
en el último tiempo

en distintos ámbitos de su vida.

Piensen en el trabajo, en la familia,
en la pareja, en el deporte.

Piensen y elijan uno.

Elijan un problema en algún ámbito.

Algún problema que sea recurrente.

¿Lo tienen?

Bien.

¿Qué pasaría si yo les digo
que ese problema que Uds. están pensando,

ese problema que eligieron,

es creado por ustedes mismos.

Algunos me miran con asombro.

Es más, es creado por ustedes mismos
por alguna razón.

No es cualquier cosa.

Ni en cualquier momento.

Ni en cualquier contexto.

Hay una lógica detrás
de esos problemas que nos pasan.

Por algo empezaste a aumentar de peso

justo cuando estabas pensando
en la idea de separarte.

Sí, siempre fuiste ansioso,

pero los ataques de pánico ocurieron
en determinado momento de tu vida.

Te desgarras en el momento
en el que te vienen a ver de la selección.

Y antes del partido de la final.

Toda la vida decías
que querías conocer a alguien

con determinadas características.

Y ahora que tienes a esa persona ahí,
no puedes enamorarte.

Es más, voy a ser más radical aún
en el planteamiento.

Esos problemas, ese que cada uno eligió,
que es creado según la lógica,

ni siquiera es un problema.

Es una solución.

Una solución creada para no ir más allá
a enfrentarse con problemas peores aún.

Un loco planteamiento, ¿no?

Los psicólogos
somos raros por definición,

casi que decir "psicólogo raro"
es como decir

"subir para arriba", igual de redundante.

Lo acepto,

pero en este caso tengo fuertes argumentos
para decirles esto.

Lo primero que deberíamos considerar

es la gran dificultad que tenemos
las personas para cambiar.

Nos llenamos de explicaciones
para justificarnos, no para cambiar.

¿Por qué creen que siempre
está tan vigente el tema del horóscopo?

Podéis tratar a alguien fatal,

y decirle: "Bueno, soy capricornio
y los capricornios tenemos un...."

Si quieres justificar a alguien que dice
y se contradice, dice y se contradice,

"Bueno, lo que pasa es que es sagitario
y es que los sagitarios..."

Claro, tú eres culpable
de un montón de cosas,

menos del día en que naciste.

Es como ser agresivo
y justificarte por la sangre italiana.

Alguien aquí no tiene sangre italiana
por algún lado.

La verdad es que la mayoría
de las explicaciones que manejamos

nos sirven para no hacernos responsables.

Yo aquí, hoy,

quiero que pensemos
acerca de ese problema que Uds. eligieron.

Pero quiero que pensemos
con fines reales de cambio,

no para justificarnos.

Dos historias que nos van a ayudar
a ejemplificar esto.

Una: un muchacho
en el contexto del deporte.

La otra: un empresario
que consulta por ataques de pánico.

Al muchacho en el contexto del deporte,
lo conozco en uno de mis viajes.

Estoy en otro país
y me presentan a un joven

que estaba siendo estudiado
por un montón de médicos

porque tenía un problema físico
que no le podían dar solución.

Le habían hecho muchos estudios

y no sabían por qué sus músculos
habían empezado a perder fuerza.

En determinado momento
ya no era ese jugador explosivo

que lo había llevado a destacarse.

Estuve charlando un rato con él.

Al poco rato él me cuenta
que cuando vamos al momento

en el que empieza el problema,

su familia estaba en una tremenda crisis.

Habían quedado literalmente en la calle.

Habían perdido la casa en la que vivían.

Llorando, lo miran
y él recuerda claro que dicen:

"Tú eres nuestra única esperanza,

ojalá triunfes jugando al fútbol".

Creo que ya a la semana
no le respondían más los músculos.

El empresario consultó a un colega.

Estábamos supervisando el caso.

50 años, ataques de pánico,

como siempre ocurre
en determinado contexto, no en todos.

Generalmente cuando se sentía
en situación de encierro,

cuando estaba en el coche,
o en el ascensor.

Mi colega indaga también
acerca de su vida,

lo que le pasaba
y el momento en el que estaba.

Y resulta que este hombre,

que siempre había tenido
relaciones paralelas,

en este caso hay una diferencia.

Se estaba enamorando
de una de esas relaciones.

¿Dónde estaba la mujer?

En el trabajo.

¿Qué ocurría con sus ataques de pánico?

Él tenía que ser acompañado.

Principalmente la que lo acompañaba
era su mujer,

en situaciones de encierro.

Todos los días en coche al trabajo.

Todos los días en el ascensor.

Lo esperaba en la salida,
volvía en el ascensor.

Luego regresaban en coche.

Cuando él imaginaba,
junto con el terapeuta,

lo que podría pasar si progresaba
esta relación en que se estaba enamorando,

imaginaba un caos familiar, ¿no?

Dijo: "Chiquito, si tu mujer tiene
que acompañarte al trabajo cada día,

el riesgo disminuye bastante".

Así he visto innumerables situaciones
en el trabajo,

en el contexto de la empresa,
en la clínica y en el deporte,

personas creándose
sus propias limitaciones.

Igual que aquel que sufrió
una fuerte decepción amorosa

y viene al consultorio porque,

a pesar de que la persona
parece ser la ideal,

no puede enamorarse.

Es en paralelo la misma situación
en que un deportista

que tiene una rotura de ligamentos
ya no vuelve a jugar

con la misma vehemencia.

Nuestra cabeza creando limitaciones
para no avanzar

hacia lo que podría volver a ser
un gran sufrimiento

o empezar a ser un sufrimiento mayor aún.

Creamos limitaciones.

Sí.

Lamento decirles que a pesar de que
siempre hemos creído

que las personas
vamos en búsqueda de la verdad,

las personas no vamos
en búsqueda de la verdad.

La ciencia demostró en los últimos años
muy fuertemente

que las personas,
como todos los seres vivos,

lo que buscamos es hacer la vida viable.

No es lo mismo verdadero que viable.

No vamos en búsqueda del objetivo,

vamos en búsqueda de aquello
que haga más posible nuestra vida.

Aquello que nos permita ser felices
o, en su defecto, sufrir lo menos posible.

Nuestra mente siempre se activa.

Lo que demostró
la psicología cognitiva actual

es que nuestros sentidos
jamás copian la realidad.

Siempre están construyendo.

Siempre, en todos nosotros,
en todo momento.

Cuando una madre ve a su hijo
lo más hermoso del mundo,

¿está siendo objetiva? ¡No!

Está viendo las cosas de manera viable.

Todas las madres ven a su hijo
el más hermoso del mundo.

Y aunque en este estadio nadie lo crea,

a mi madre le pasaba conmigo.

Espero.

(Risas)

La enamorada ve al novio perfecto,

y el que se está separando
ve al otro lleno de defectos.

¿Alguno está yendo
hacia el lado del objetivo?, no.

Es lo que necesitan ver
en cada una de las etapas de su vida.

Si tomamos este concepto,

volvamos entonces
y pensemos que paralizar los músculos

cuando tienes 15 años
con semejante presión familiar,

tener ataques de pánico
que te frenen de algo

que podría ser
la destrucción de tu familia,

son las formas creadas
de hacer viable nuestra vida.

Hace unos años recuerdo que estaba
en la casa quinta de mi esposa,

mirando unos arbolitos.

Estos arbolitos estaban inclinados
de una manera muy pintoresca.

Antes había habido otros
que le habían dado sombra.

Esos que le habían dado sombra
ya no estaban, los talaron,

entonces se veía estos inclinaditos
con las ramas hacia arriba

porque habían estado en su momento
buscando la luz.

Habíamos terminado de comer
un asado familiar

y yo miraba los arbolitos,
todos estamos hablando de los arbolitos.

Yo decía: "Eso lo que nos pasa
a las personas,

nos torcemos como esos arbolitos".

Entre paréntesis, imagínense mis suegros,
preocupados con el psicólogo

cuando hice este comentario
después de comer.

Pero es así, nos torcemos,
igual que los árboles,

no porque nos guste torcernos,
porque muchas veces

torcerse es la única forma
de hacer viable la vida.

Si los árboles pudiesen ir derechos
también lo harían.

Pero están buscando seguir viviendo.

Considerando esto,
les pido que cada uno vuelva

al problema que pensó al principio.

Vuelva, búsquelo.

¿Y si nosotros hicimos lo mismo?,

yo pensé un problema mío,
también recurrente.

¿Y si nosotros hicimos lo mismo
y si nosotros, igual que los arbolitos,

encontramos nuestra forma de torcernos?,

¿y si nosotros aprendimos
el arte de crear nuestros problemas?,

De ser así, necesitamos
un cambio de perspectiva.

"No podemos solucionar nuestros problemas
pensando de la misma manera

que cuando los creamos",
decía Albert Einstein.

Necesitamos un cambio de perspectiva.

Necesitamos volver atrás,
pero ahora no vernos como víctimas,

vernos como protagonistas.

Vernos como protagonistas
y además tener compasión,

porque lo que hicimos
fue lo que pudimos en ese momento.

Pero no solo miremos para atrás.

También miremos para adelante.

Miremos para adelante.

Y pensemos que esa fue la mejor solución
que tuvimos hasta ahora.

Eso sí. Solamente hasta ahora.

Gracias.

(Aplausos)