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¿En qué piensas al oír las palabras
cambo climático?
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Puede que pienses en una naturaleza
triste, en un lugar lejano.
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pero el cambio climático también afecta
a los humanos en cada rincón del mundo,
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incluso en el rincón donde vives tú
y donde vivo yo.
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Causa impacto en la gente
y los lugares que vemos todos los días,
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y va a impactar en algunos de nosotros
más que en otros.
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La temporada de huracanes
del Atlántico de 2017
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fue una de las más activas de la historia,
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con 17 tormentas con nombre
y 10 huracanes.
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Seis de estos huracanes tuvieron
ráfagas de más de 110 millas por hora,
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y aunque que es difícil saber
si un evento climático en concreto
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se debe al cambio climático,
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sí sabemos que causará
condiciones más extremas.
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Estamos viendo cómo podría ser ese futuro
en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
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Los embalses locales
están al límite por la sequía
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y se ha llegado a racionar el agua,
conforme la ciudad se prepara
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para cuando ya no salga agua del grifo.
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Y si a una comunidad que ya
lidia con esta desigualdad
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le agregamos climas extremos
causados por el cambio climático,
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la recuperación aún puede ser
más difícil para esas comunidades.
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Todas las comunidades
no experimentan estos cambios climáticos
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del mismo modo.
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Algunas tienen más recursos,
mejores infraestructuras
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o más fondos políticos
que otras comunidades.
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Existe un concepto
para lidiar con estas desigualdades.
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Se llama justicia medioambiental.
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Y la idea es muy simple.
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Una comunidad no debería tener que sufrir
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efectos ambientales desproporcionados
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o enfrentarse
a más contaminación que otras
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porque pertenecen a cierta raza,
origen nacional o rango de ingresos.
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La gente de comunidades adineradas
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suele creer
que estos problemas están lejos.
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Pero hasta en un lugar como EE. UU.,
donde tendemos a creer
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que estamos más avanzados
en la protección de todos,
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se ha aplicado de forma irregular.
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Aún podemos encontrar
mucha desigualdad medioambiental
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sin ir muy lejos.
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Mientras Miami hacía limpieza
tras el huracán María,
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las autoridades tiraron escombros
al lado de una comunidad
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con muchos residentes de pocos recursos
y gente de color.
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Lo suficientemente cerca
como para ver y olerlo.
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En Houston, los que no podían permitirse
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o que físicamente no podían irse
antes del huracán Harvey,
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no tuvieron más opción que quedarse atrás
mientras la ciudad se inundaba.
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Puerto Rico ha sufrido
falta de presupuesto
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y de infraestructuras durante décadas.
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Y tras una serie de huracanes,
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a los residentes les costó
encontrar agua potable
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y grandes zonas de la isla
estuvieron meses sin elecricidad.
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Es algo más
que eventos extremos singulares.
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En muchos lugares, los ya calurosos días
calientan aún más
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y son más numerosos.
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Este calor puede ser
particularmente peligroso
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en hogares sin aire acondicionado.
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Por ejemplo, el índice de calor
en las viviendas públicas en Harlem
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se mantiene peligrosamente elevado
durante la noche,
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incluso cuando afuera refresca.
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Y conforme el cambio climático
sube las temperaturas medias,
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las desigualdades sistémicas como estas
se volverán más evidentes.
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El caso no es que Estados Unidos
no haya intentado
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arreglar estos problemas antes.
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La lucha por la justicia medioambiental
en EE. UU.
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se remonta a 1982
en Warren County, Carolina del Norte,
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cuando los habitantes
se manifestaron en masa
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contra el plan de depositar
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tierra contaminada
en un vertedero cercano.
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La Agencia de Protección Ambiental
de EE. UU. o EPA
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averiguó que había vertederos similares
en estados del sur,
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todos en barrios afroamericanos
o de bajos ingresos.
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Varios años después, un informe afirmó
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que este patrón
se repetía por todo el país.
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Las plantas de residuos peligrosos
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solían ubicarse
en comunidades con minorías.
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Las pruebas eran innegables,
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así que en 1992,
el presidente George H. W. Bush
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estableció la Oficina
de Justicia Ambiental dentro de la EPA.
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Dos años más tarde,
Bill Clinton firmó una orden ejecutiva
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para que agencias federales
tuvieran en cuenta
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la justicia medioambiental
en todas las políticas
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y de hecho incluía
la protección medioambiental
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en las leyes de derechos civiles.
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Suena a que las cosas
iban bastante bien, ¿no?
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Bueno, las políticas
de justicia medioambiental
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se estancaron cuando George W. Bush
cambió el énfasis
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de la Oficina de Justicia Ambiental.
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De proteger a las comunidades
pobres y de minorías,
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pasó a proteger a todas las personas.
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Suena bien, pero en la práctica,
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significaba que esos esfuerzos
ya no se centraban
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en proteger a la gente
que más los necesitaba.
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A la vez, muchas reclamaciones
medioambientales de derechos civiles
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se aplazaban durante años
o simplemente se rechazaban.
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Tras la victoria de Barack Obama,
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su administración se comprometió
de nuevo con la justicia medioambiental.
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Los demócratas controlaron el Congreso,
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el Senado y la Casa Blanca
durante dos años,
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¿pero adivina cuántos proyectos
presentaron para reforzar
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la justicia medioambiental?
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Cero.
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Hasta los fondos de la EPA
están hoy en peligro,
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así que estas comunidades vulnerables
siguen en peligro.
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Es fácil presumir que el cambio climático
nos afectará a todos igual,
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pero la verdad es que
las comunidades que nos rodean,
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incluso la tuya,
podrían verse forzadas a enfrentarse
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a las peores desigualdades
de un mundo cambiante.
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Si queremos cambiar esto,
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hemos de reconocer estas desigualdades
y trabajar con esas comunidades.
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Así, mientras encontramos soluciones,
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todo el mundo tiene un lugar en la mesa.
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