¿Y si hablamos de compromiso? | Sophie Vannier | TEDxUniversitéParisDauphine

Con diez años de experiencia como emprendedora social, Sophie Vannier está convencida de que lo social y los negocios no son antagónicos, sino que más bien están conectados.

Como cofundadora de La Ruche, una red francesa de incubadoras que se dedica a la innovación de la sociedad, en 2015 lanza el programa, "Los audaces", dedicado a las mujeres emprendedoras.

En un mundo donde los retos sociales y ambientales son cada vez mayores, la movilización del individuo como ciudadano del mundo es cada vez más crucial. Sophie nos comparte su reflexión a través de un detonante, de esa catapulta interior que lanza a una persona a que tome acción abandonando su falta de compromiso. ¿Es necesario tener un detonante para concentrarnos en el interés general del bien común? ¿Qué es lo que hace que, un día, tomemos conciencia?

Esta charla fue presentada como un evento local de TEDx utilizando el formato de conferencias de TED, pero organizada de manera independiente. Para más información, visite la página: http://ted.com/tedx

Hola a todos.

"Una amenaza existencial
para la Tierra y los hombres."

Es una alerta anunciada por la ONU,
hace algunos meses.

Una alerta catastrófica
que dice que tenemos dos años

para hacer algo
contra el calentamiento global.

De otra forma, sufriremos consecuencias
desastrosas e irreversibles.

Hacer algo.

Es decir, cuestionar
y cambiar nuestras acciones,

nuestro modo de vida, de consumismo,

de trabajar y de viajar.

¡Gracias a la ONU!

No los habíamos escuchado,
pero más vale tarde que nunca

para darnos cuenta de que vivimos
en una sociedad absurda.

¿Por qué absurda?

Ya perdimos el 60 %
de nuestra biodiversidad.

800 millones de personas
viven con solo USD 1,90 al día.

El 14 % de los franceses

viven en pobreza.

Para estos hechos,

ya existe una dinámica mundial.

Mujeres y hombres

que proponen soluciones concretas

para cambiar el paradigma
de la sociedad contemporánea.

En Francia es el 10 % del PIB.

El 10 % representa el valor

creado por activistas,
asalariados de asociaciones,

corporaciones, fundaciones,

o emprendedores sociales.

Es la clase obrera

a la que llamamos
economía social y solidaria.

Una economía responsable y virtuosa.

Yo tengo la suerte de conocer bien
a los emprendedores sociales,

pues estoy a cargo de la Ruche,

no de la marca de miel,
de la asociación social.

Somos una red de incubadoras

que acompaña, desde hace 10 años,

a emprendedores para conciliar
"Business, people and planet".

Las acciones,
el ser humano y los recursos.

Y lo hacemos con mucho gusto,

porque nos encontramos
en una comunidad de pensamiento,

profesional y benevolente.

Bueno, el 10 % se enfrenta
a la amenaza existencial,

no está mal,

pero no parece ser suficiente.

Con su alerta,
la ONU también nos llama,

a la sociedad civil,

a que rinda cuentas de muchas cosas:

"Presionar a los líderes."

¡Desafío!

De hecho, es evidente
que tenemos que cambiar la industria.

Hay que cambiar las multinacionales.

Y hoy, quisiera compartirles
algo que pude lograr

sobre estos grandes patrones.

Grandes patrones, grandes dirigentes.

Todos aquellos que ponen
en funcionamiento esta gran máquina

que se dice que acaba con el planeta,

fomenta las desigualdades,

y además, no nos hace muy felices.

Puedo asegurarles

que para que tenga efecto
esta amenaza existencial,

es decir, que provoque
un cambio en nuestras acciones,

es necesario que tenga un peso.

No sobre el planeta.

Eso no tiene mucho sentido.

Sino, sobre nosotros mismos,
sobre las personas.

Me explico.

¿Cuántas veces
podemos escuchar el discurso:

"Antes, tenía responsabilidades,
ganaba mucho dinero.

Antes, me la pasaba viajando."?

Y después, viene un cambio de vida,

un problema.

A menudo una enfermedad, estrés laboral,

la pérdida de un ser querido,

un cambio de fortuna,

algo que no da gracia.

A partir de ese momento trágico,

se cuestionan y cambian las cosas.

Sus actividades,

que las buscaron de manera diferente,

que se sintieron diferentes.

A partir de esa etapa de la vida,

pasaron de no estar comprometidos

a comprometerse.

Seguro que también pensarán

que es una lástima

tener que esperar a que pase algo
para comprometernos y hacer algo.

Las palabras: "sentido común",

"interés general",

"humanidad"

¿no tienen ya demasiado sentido?

Las cifras, ¿no son ya alarmantes?

O tal vez el problema del vecino,

su experiencia,

¿no está tan clara como para hacer algo?

Lo que en verdad es una lástima,

es que estoy segura
de que a esas personas,

llamémosles "los renacidos",

antes,

como Uds. , seguramente,

ya tenían ese sentimiento
de que las cosas no estaban bien.

Al ver fotos del continente de basura,
de la deforestación,

o simplemente al toparse
con tanta gente pobre en las calles.

Ese sentimiento de que algo no está bien.

Bueno, ellos se ocuparán del problema

para que convertirlo en una revuelta.

El día de hoy, también quisiera
hacer un llamado.

Un llamado a Uds.,

a la juventud.

Porque son Uds. los que mañana
darán un giro a la economía.

Les propongo que de repente,
tengan un detonante.

Que se comprometan desde ahorita.

Que dejen que esa revuelta crezca.

Si el detonante

se relaciona con el miedo a la muerte,

con lo efímero de la vida,

solo plantéenselo esta noche.

Sí, todos vamos a morir en algún momento.

Pasemos a la segunda etapa, el compromiso.

Sean una generación comprometida,
sean profesionales militantes.

Con esto,

no les estoy pidiendo que se sacrifiquen,

ni que elijan una carrera que ponga
los pelos de punta a sus padres.

Lo que les propongo,
es construir una economía

de soluciones responsables.

Una economía en la que
hagamos carrera, tengamos un sentido.

De donde sea que vengamos,

podemos explotar
nuestros talentos y potenciales,

respetando el medio ambiente.

¡Magnífico!

Es posible.

Podemos trabajar en una empresa
que combine lo social con el negocio,

que atienda su cadena de abastecimiento,

su cadena de producción

y, sobre todo, que también pague
lo que le corresponde de impuestos.

Y si lo que quieres es ser emprendedor,
también es posible.

Existen empresas de impacto,
existen los start-up,

que recaudan fondos,

que son virtuosos y exitosos.

Con este compromiso,

les propongo que tratemos de hacer
lo que nos corresponde.

Somos como colibríes.

La leyenda del colibrí,

dice que en un incendio forestal,

todos cuentan.

Y que el pequeño colibrí,
que solo puede ir de gota en gota,

puede inspirar y movilizar

a los demás miembros del bosque

y apagar el incendio.

Es muy bello.

Pero si solo el 10 % de nosotros
pone de su parte,

no estoy segura de que podamos
detener la amenaza existencial.

Hay que ver más allá.

Empezando por el hecho de que
no somos colibríes, somos Canadair.

¡Seamos ambiciosos!

Sí, tomen decisiones profesionales,

pero también incluyan
en sus vidas este compromiso.

Comenzando, por ejemplo,

con nuestros monederos.

Ya es Navidad.

Si decimos que debajo del árbol
solamente hay regalos

ecológicos, ecoresponsables
y de comercio justo.

Regalos que respetan el planeta

y a quienes los hicieron.

Les aseguro que es muy bello.

Ético y agradable.

Hagamos nuestra parte,
pero también la del vecino.

Porque, si en otros tiempos,
algunos solo hubieran hecho su parte,

no creo que, por ejemplo,
la resistencia se habría organizado.

Tenemos dos años.

Dos años para hacer algo.

Dos años para pasar del 10 %

al 100 % de personas comprometidas.

Yo confío.

¿Uds.?

(Aplausos)