Brexit: ¿cómo podemos avanzar juntos? | James Craig | TEDxExeter

El resultado del referéndum de la UE podría haber sido diferente si más jóvenes británicos se hubieran animado a votar. ¿Por qué está la gente tan distanciada de la política y cómo revertir esta realidad? Precisamente en este asunto James Graig ha estado reflexionando desde la votación del Brexit.

James Graig es alumno de segundo año en su "A-level" en Exeter College. Aspiraba inicialmente a ser médico, pero la experiencia de trabajar en una firma de abogados le hizo cambiar de rumbo y ahora su ambición es estudiar derecho en la universidad. Está encantado por haber sido invitado a compartir sus ideas a TEDxExeter.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

El pasado junio el Reino Unido votó
a favor de abandonar la Unión Europea.

Como muchos jóvenes,

yo era un defensor entusiasta
de permanecer en la UE.

Desafortunadamente, tenía 17 años:
demasiado joven para votar.

Estaba interesado en la política

y esta fue una de mis primeras
grandes oportunidades

para participar en la política
a escala internacional.

Desafortunadamente,

el tono y el resultado del referéndum

me hace pensar si como jóvenes

tenemos la esperanza
de identificarnos alguna vez

con la política divisoria
que vemos hoy en día.

Me interesó el referéndum
de la UE desde el principio.

Como dije, fue una de la primeras
grandes oportunidades que tuve

para involucrarme en la política
real en el mundo real.

Porque para la gente joven

la política puede parecer
muy distante, incluso innecesaria,

al punto que todo
lo que sabemos de ella

podemos en realidad aprenderlo
del programa de historia.

Recuerdo un simulacro de elecciones
que tuvimos en mi colegio en 2015.

Como mucho, cuando intentábamos
implicar a los estudiantes,

solo veíamos bostezos.

En el peor de los casos,
nos abucheaban en el pasillo.

Recuerdo que pensé: "Seguro
que la política no funciona así;

seguro que hay un modo mejor
de comunicar lo que importa".

Así que cuando el referéndum se puso
en marcha, quería saber lo que pasaba,

debatir con gente que podía votar

aunque yo no pudiese.

Con el paso de esos duros
meses de campaña,

empecé a interesarme
cada vez más por el resultado.

Intenté convencer a amigos,
familiares, gente en la calle,

y sabía que todos votarían por quedarse.

Pueden imaginar, cuando desperté
el 24 de junio, cuánta fue mi sorpresa.

¿Que diablos había salido mal?

Me sentí realmente engañado.

En realidad, sentí un gran resentimiento
hacia quienes votaron por salir,

incluidos algunos de mi propia familia.

A medida que avanzaba el día
y los votantes empezaban a llegar,

comenzó a dibujarse una imagen
frustrante en el ambiente:

cuanto mayor era el votante,
más probable era que votara por salir.

La gente joven nos podría
haber mantenido en la UE,

pero no fueron suficientes
los que votaron.

Esto representó un dilema para mí:

¿con quién tenía que enfadarme?

¿Con los que votaron por salir
o con quienes ni siquiera votaron?

Unas semanas más tarde,
cuando pasó la sorpresa,

pasé mucho tiempo
firmando peticiones en línea,

escribiendo en Facebook

y sintiendo lástima por mí mismo.

Entendí que no debía obsesionarme
con el pasado para avanzar.

Tenía que mirar hacia adelante

y reconectar con la gente
que siguió con sus vidas,

ya que yo me aislé en esa crisálida
de superioridad moral y liberal.

(Risas)

Tenía que dejar la prensa
sensacionalista y las redes sociales,

y tenía que hablar con la gente.

Puede que me sorprendieran
los resultados de junio,

pero me sorprendió aún más
la respuesta que recibí de la gente

con la que intenté hablar sinceramente.

Y sucede que si escuchas
la opinión de los demás,

las posibilidades de que ellos escuchen
la tuya aumentan considerablemente.

(Murmullos)

Y así...

(Aplausos)

Y así, mientras pasaba por ese proceso,

creo que empecé a entender

por qué la gente está tan desconectada
con el proceso político:

sentimos que quienes detentan
el poder no nos escuchan.

La gente siente que sus opiniones
no son escuchadas;

y creo que es por eso
que tan poca gente fue a votar.

No sentimos que nuestras voces
contaran para nada, colectivamente.

Esto es un problema,

y tenemos que encontrar una solución.

Necesitamos encontrar el modo
de revivir ese interés,

ese deseo de la juventud,
por decirlo de algún modo,

de prenderle fuego el mundo.

Tal vez la solución esté
en la política misma.

Quizás si los políticos terminaran
con ese ciclo repetitivo

de mezquinos desacuerdos
y medidas populistas

y hablaran de asuntos importantes,

nosotros también podríamos hacerlo.

Quizás en las elecciones generales
anticipadas que habrá en unas semanas

podríamos ver los primeros pasos,

podemos tomar ese camino.

La clave es escuchar y hablar.

Hablar con gente con la que nunca
hablasmos normalmente.

Si escuchamos opiniones que nunca
habíamos escuchado,

si tenemos esas conversaciones,

tal vez la gente sienta
que la están escuchando,

y quizás puedan considerarse
parte de una solución.

Al fin y al cabo,

todas las voces tienen peso,

no solo aquellas con la opinión dominante,

no solo el 52 %.

Creo que es nuestra decisión
dividirnos o unirnos,

porque todos somos diferentes,

pero seguramente eso significa
que si trabajamos juntos

podemos ser mucho más fuertes
que cualquier grupo o persona.

Gracias

(Aplausos)