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Title:
Para educar chicas valientes, hay que animarlas a la aventura
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Description:
Las chicas valientes andan en patineta, trepan por los árboles, se caen, se raspan las rodillas, se vuelven a levantar, y se convierten en mujeres valientes. Aprende cómo incitar a tomar riesgos para educar a chicas seguras de sí mismas, con historias y consejos de la bombero, parapentista y total aventurera Caroline Paul.
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Speaker:
Caroline Paul
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Cuando era niña, estaba obsesionada
con el Libro Guinness de los récords,
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y realmente yo misma quería
alcanzar un récord mundial.
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Pero había un pequeño problema:
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No tenía talento alguno.
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Así que decidí establecer
un récord mundial en algo
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que no exigiera ninguna habilidad.
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Decidí establecer un récord mundial
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en gatear.
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(Risas)
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El récord en ese momento era de 20 km,
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y por alguna razón, esto me parecía
totalmente posible.
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(Risas)
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Recluté a mi amiga Anne,
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y juntas decidimos que, ni siquiera,
necesitábamos entrenar.
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(Risas)
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Y en el día de nuestro intento de récord,
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pusimos cojines en el exterior
de nuestros jeans de la buena suerte
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y nos pusimos en marcha,
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y de inmediato,
nos metimos en problemas,
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debido a que la mezclilla
estaba pegada a nuestra piel
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esta comenzó a irritarse,
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y pronto nuestras rodillas
estaban abrasadas.
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En horas,
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empezó a llover.
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Entonces, Anne desertó.
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A continuación, se hizo de noche.
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Para entonces mis rodillas sangraban
a través de mis jeans,
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y yo estaba alucinando por el frío
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y el dolor y la monotonía.
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Y para darles una idea del sufrimiento
que estaba experimentando,
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la primera vuelta en pista
de la escuela secundaria tomó 10 minutos.
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La última vuelta tomó casi 30.
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Después de 12 horas de gatear,
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me detuve,
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y había recorrido ocho millas y media.
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Así que estaba por debajo del récord
de 14 km.
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Por muchos años pensé que esto era
una historia de fracaso absoluto,
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pero hoy lo veo de otra manera,
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porque al intentar
el récord mundial,
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estaba haciendo tres cosas.
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Estaba fuera de mi zona de confort,
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recurrí a mi poder de resistencia,
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buscaba confianza en mí misma
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y en mis propias decisiones.
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Yo no sabía entonces,
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pero esos no son atributos del fracaso.
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Esos son atributos de la valentía.
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Ahora, en 1989, a la edad de 26,
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me convertí en bombero
de San Francisco,
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yo fui la mujer número 15
en un departamento de 1500 hombres.
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(Aplausos)
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Y como se puede imaginar, cuando llegué
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había muchas dudas sobre
si podría hacer el trabajo.
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A pesar de ser una camiseta
de 5'10'' y 150 libras,
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y alguien que podía soportar 12 hrs
de dolor abrasador en la rodilla -
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(Risas)
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Yo sabía que todavía tenía
que demostrar mi fuerza y aptitud.
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Así que un día hubo una llamada
por un incendio,
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y, efectivamente, cuando
el propulsor se detuvo,
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un humo negro provenía
de un edificio en un callejón.
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Y yo estaba con un tipo grande
llamado Skip,
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y él estaba en la boquilla,
y yo estaba justo detrás,
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y era el típico fuego.
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Lleno de humo, caliente,
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y, de repente,
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hubo una explosión,
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que nos aventó a Skip y a mí
hacia atrás,
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mi máscara cayó a un lado,
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y hubo un momento de confusión.
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Y entonces me levanté,
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busqué la boquilla,
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e hice lo que se supone
que un bombero debe hacer.
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Me lancé hacia adelante,
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le abrí al agua
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y enfrenté el fuego yo misma.
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Un calentador de agua causó
la explosión,
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nadie resultó herido,
y no fue un gran problema,
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pero más tarde
Skip se acercó a mí y dijo:
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"Buen trabajo, Caroline,"
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con una voz de sorpresa.
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(Risas)
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Y yo estaba confundida, porque
el fuego no fue difícil físicamente,
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¿por qué me estaba mirando
como con asombro?
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Y entonces se volvió claro:
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Skip, que por cierto era un tipo
muy agradable
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y un excelente bombero,
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no sólo creía que las mujeres
no eran fuertes,
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pensó que no eran valientes tampoco.
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Y no era el único.
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Amigos, conocidos y desconocidos,
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hombres y mujeres a lo largo de mi carrera
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me preguntan una y otra vez,
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"Caroline, todo ese fuego,
todo el peligro,
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¿No te da miedo? "
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Honestamente, nunca escuché que
a un bombero varón se lo preguntaran.
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Y me dio curiosidad.
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¿Por qué no se esperaba valentía
por parte de las mujeres?
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La respuesta vino
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cuando un amigo mío lamentaba
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que su hija menor
era muy miedosa,
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y así empecé a notar,
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y sí, la hija estaba ansiosa,
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pero más que eso,
los padres estaban ansiosos.
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La mayor parte de lo que le decían
cuando iba a salir era,
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"Ten cuidado", "Cuidado," o "No"
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Mis amigos no eran malos padres.
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Ellos sólo hacían lo que la mayoría
de los padres hace,
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advertir a sus hijas mucho más
de lo que advierten a sus hijos varones.
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Hubo un estudio en un patio de recreo
con un tubo de bomberos,
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en el que los investigadores vieron
que las niñas eran advertidas
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tanto por sus madres y padres
sobre el riesgo de los postes de bomberos,
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y si las niñas todavía querían jugar
en el tubo de bomberos,
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era muy probable que
uno de los padres la acompañara.
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Pero, ¿y los niños?
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Se les animaba a jugar
en el tubo de bomberos
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a pesar de la inquietud
que ellos pudieran tener,
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a menudo los padres ofrecían
orientación sobre cómo usarlo.
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Así que ¿cuál es el mensaje que
envía se da a los niños y a las niñas?
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Bueno, que las niñas son más frágiles
y necesitan más ayuda,
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y que los niños pueden y deben dominar
las tareas difíciles por sí mismos.
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Nos dice que las niñas
deben tener miedo
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y los niños deben ser valientes.
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La ironía es que a esta temprana edad,
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las niñas y los niños
son muy parecidos físicamente.
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De hecho, las niñas son a menudo
más fuertes hasta la pubertad,
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y más maduras.
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Sin embargo, los adultos actuamos
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como si las niñas fueran más frágiles
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y necesitaran más ayuda,
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y no pudieran arreglárselas tanto.
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Este es el mensaje
que absorbemos de pequeños,
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y este es el mensaje que se extiende
conforme crecemos.
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Las mujeres lo creemos,
los hombres lo creen.
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¿y adivinen qué?
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Cuando nos volvemos padres,
se lo pasamos a nuestros hijos,
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y así continúa.
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Bueno, ya tenía mi respuesta.
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Por esto de las mujeres,
incluso las mujeres bomberos,
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se espera de que estemos asustadas.
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Por esta razón, las mujeres a menudo
tienen miedo.
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Sé que algunos de Uds. no me creerán
cuando les digo esto,
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pero no estoy en contra del miedo.
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Sé que es una emoción importante,
y existe para mantenernos a salvo.
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Pero es problema cuando el miedo
es la reacción primaria
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que enseñamos
y promovemos en las niñas
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cada vez que se enfrentan a algo
fuera de su zona de confort.
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Fui piloto de parapente
durante muchos años --
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(Aplausos)
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y un parapente
es como un ala de paracaídas,
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y vuela muy bien,
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pero para muchas personas luce
como una una sábana
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con cuerdas.
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(Risas)
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Pasé mucho tiempo en las cumbres
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inflando esas sábanas,
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corriendo y volando.
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Sé lo que están pensando.
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Piensan, Caroline, un poco de miedo
sí que da.
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Tienen razón, da miedo.
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Se lo aseguro, sentí miedo.
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Pero en la cima de la montaña,
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esperando a que llegase
bien el viento,
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sentía muchas otras cosas, también:
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euforia, confianza.
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Yo sabía que era una buena piloto.
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Sabía que las condiciones
eran buenas, si no, no estaría allí.
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Yo sabía lo fantástico que sería
estar a mil pies en el aire.
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Así que sí, el miedo estaba allí,
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pero lo miraba de frente,
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evaluaba cuán relevante era
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y luego lo ponía en donde pertenecía,
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que a menudo era
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detrás de mi alegría, mi anticipación
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y mi confianza.
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Así que no estoy en contra del miedo.
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Estoy a favor de la valentía.
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No estoy diciendo que sus niñas
deberían ser bomberos
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o que deberían de ser parapentistas,
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sino que estamos enseñándoles
a ser tímidas, incluso impotentes,
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y esto comienza cuando
les advertimos del riesgo físico.
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El miedo que nos enseñan
y las experiencias que no tenemos
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se quedan con nosotras
mientras crecemos
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y nos transforman en esas cosas
que enfrentamos y repelemos:
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nuestra vacilación al hablar,
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nuestra deferencia
a fin de gustarle a los demás
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y nuestra falta de confianza
en nuestras decisiones.
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Entonces,
¿cómo nos volvemos valientes?
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Bueno, aquí está la buena noticia.
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La valentía se aprende,
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y como todo lo aprendido,
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sólo se necesita practicarla.
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Así que, primero,
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tenemos que respirar profundo
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y animar a nuestras chicas
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a montar en monopatín, trepar árboles
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y trepar ese poste de bombero
en el patio.
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Esto es lo que hizo mi madre.
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Ella no lo sabía entonces,
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pero los investigadores
tienen un nombre para esto.
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Lo llaman el juego arriesgado,
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y los estudios muestran
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que el juego arriesgado
es muy importante para todos los niños,
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porque enseña a evaluar el peligro,
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enseña la gratificación retrasada,
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enseña la resiliencia,
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enseña a confiar en sí.
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En otras palabras,
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cuando los niños salen
a practicar la valentía,
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aprenden valiosas lecciones de vida.
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En segundo lugar, tenemos que dejar
de alertar a las niñas sólo porque sí.
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Así que atentos a la próxima vez
que digan,
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"Cuidado, te vas a lastimar",
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o, "No hagas eso, es peligroso."
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Y recuerden que a menudo
lo que realmente le están diciendo
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es que ella no debería esforzarse,
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que; en realidad,
no es lo suficientemente buena,
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que ella debe tener miedo.
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Tercero,
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Las mujeres tenemos que
empezar a practicar la valentía, también.
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No podemos enseñarle a nuestras niñas
si no lo aprendemos nosotras mismas.
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Así que aquí hay otra cosa:
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el miedo y la emoción
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se sienten de forma parecida.
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Manos temblorosas,
ritmo cardíaco elevado,
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tensión nerviosa,
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seguro que para muchos de Uds.
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la última vez que pensaron
que estaban asustadísimos
-
en su mayoría sintieron euforia,
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y se perdieron una oportunidad.
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Es necesario practicar.
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Mientras que las niñas deben salir
para aprender a ser valientes,
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entiendo que los adultos no quieran
subirse a patinetas o trepar árboles,
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por eso todos deberíamos
estar practicando
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en casa, en la oficina
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e incluso aquí mostrando agallas
-
para hablar con alguien
que realmente admiren.
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Por último, cuando su niña esté,
digamos,
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en su bicicleta en una colina empinada
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e insista en que tiene mucho miedo
para bajarla,
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guíenla para usar su valentía.
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Tal vez esa colina
realmente está demasiado empinada,
-
pero ella llegará a esa conclusión
a través del coraje, no del miedo.
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Porque no se trata
de la colina empinada delante de ella.
-
Se trata de su vida delante de ella
-
y de contar con las herramientas
-
para manejar y evaluar
-
todos los peligros
de los que no la podemos proteger,
-
todos los retos
a través de los que no podremos guiarla,
-
todo lo que nuestras chicas aquí
-
y en todo el mundo
-
enfrenten en su futuro.
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Así que, por cierto,
-
el récord mundial de gateo hoy -
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(Risas)
-
es de 57 km,
-
y realmente me gustaría ver
que una chica lo rompiera.
-
(Aplausos)