Me mudé de Chicago a Boston hace 10 años,
interesado en el cáncer y en la química.
Quizás sabrán que la química es la ciencia de hacer moléculas
o en mi opinión, nuevas medicinas contra el cáncer.
Y quizás, también sabrán, que para la ciencia y la medicina,
Boston es como un paraíso.
No puedes saltarte un stop en Cambridge
sin atropellar a un universitario.
El bar se llama "El Milagro de la Ciencia"
Hay carteles que rezan:"Espacio disponible para laboratorio."
Y no es exagerado decir que en estos 10 años,
hemos presenciado el inicio
de una revolución científica: la medicina genómica.
Ahora sabemos más que nunca sobre los pacientes
que entran en nuestra clínica.
Y somos capaces, finalmente, de responder la pregunta
tan acuciante durante tantos años:
¿por qué tengo cáncer?
Esta información es también asombrosa.
Quizás sepan que
hasta ahora y en los albores de esta revolución,
sabemos que hay quizás 40.000 mutaciones específicas
que afectan a más de 10.000 genes
y que 500 de estos genes
son causantes involuntarios
del cáncer.
Aunque solamente tenemos
una docena de medicamentos específicos.
Esta deficiencia de la medicina contra el cáncer
me tocó de cerca cuando a mi padre le diagnosticaron
cáncer de páncreas.
No le trajimos en avión a Boston.
No secuenciamos su genoma.
Se sabe desde hace décadas
que la causa de su carácter maligno,
son tres proteínas:
Ras, Myc y P53.
Es información antigua conocida desde cerca de los 80,
pero aún no hay medicina que pueda recetarse
a un paciente con éste
u otro de los numerosos tumores sólidos
causados por estos tres jinetes
de ese Apocalípsis que es el cáncer.
No hay medicación para RAS, MIC o P53.
Y se podrían preguntar con razón ¿y por qué?
Y la respuesta muy insatisfactoria, pero científica,
es que es muy complicado.
que por cualquier razón,
esas tres proteínas están en un terreno que en nuestra especialidad
se denomina el genoma no medicable
que es como decir, la computadora sin acceso a internet
o la Luna sin astronautas.
Es un término horrible de la jerga médica.
Pero lo que significa
es que no hemos conseguido identificar un espacio en esas proteínas,
donde encajar, cuál cerrajeros moleculares,
una pequeña e imaginaria molécula orgánica activa
que será el fármaco.
Cuando estudiaba medicina clínica
y hematología y oncología
y transplante de células madre,
de lo que realmente disponíamos,
tras superar la autorización de la Agencia de Fármacos y Alimentos (FDA)
eran de estas sustancias:
arsénico, talomida
y de este derivado químico
del gas mostaza nitrogenado.
Y esto en el siglo XXI.
Supongo que por no estar satisfecho
con la acción y la calidad de estas medicinas,
volví a la facultad de química
con la intención de
que quizás aprendiendo de la investigación en química
y empleándola en el territorio por explorar
del código abierto,
de la inteligencia colaborativa (crowd-source)
la red colaborativa a la que tenemos acceso en la academia,
podríamos más rápidamente
conseguir potentes terapias específicas.
para nuestros pacientes.
Por favor, consideren esto como un trabajo en curso,
pero hoy me gustaría contarles una historia
sobre una rara variedad de cáncer
llamada carcinoma de la línea media,
sobre la proteína objetivo,
la proteína no medicable que causa este cáncer,
llamada BRD4,
y sobre una molécula
desarrollada en mi laboratorio, el Instituto Dana Farber,
llamada JQ1 en muestra de afecto por Jun Qi,
el químico que sintetizó esta molécula.
La BR4 es una proteína interesante.
Se podrían preguntar, con todo lo que hace el cáncer para matar a nuestro paciente,
¿cómo se acuerda que es cáncer?
Cuando despliega su genoma,
y lo repliega de nuevo tras dividirse en dos células,
¿por qué no se convierte en un ojo, un hígado,
teniendo todos los genes necesarios para hacerlo?
Se acuerda de que es un cáncer.
Y la razón reside en que el cáncer, como todas las células del cuerpo,
emplea pequeños marcadores moleculares
similares a las etiquetas Post-it
que recuerdan a la célula "Soy un cáncer; seguiré creciendo"
Y esas etiquetas Post-it
emplean esta y otras proteínas de su tipo
denominadas bromodominios.
Se nos ocurrió una idea, una hipótesis
que si, quizás, hiciéramos una molécula
que impidiera pegarse a las etiquetas
metiéndose en este pequeño bolsillo
de la base de esta proteína rotatoria,
entonces quizás podríamos convencer a las células cancerígenas,
al menos a las adictas a la proteína BRD4,
de que no son cáncer.
Así que empezamos a trabajar en el problema.
Desarrollamos bibliotecas de compuestos
y entonces llegamos a esta sustancia
llamada JQ1.
Al no ser una farmacéutica,
podíamos hacer cosas con cierta flexibilidad,
que la industria farmacéutica no tiene.
Enviamos la sustancia por correo electrónico a nuestros amigos.
Tengo un laboratorio pequeño.
Pensamos en enviar la molécula a diferentes personas para que vieran cómo se comportaba.
Y la enviamos a Oxford, Inglaterra
donde un grupo de destacados cristalógrafos generaron esta imagen,
que nos ayudó a entender exactamente
porqué esta molécula es tan efectiva con la proteína objetivo.
Es lo que llamamos una pareja perfecta
tienen formas complementarias, como una mano y un guante.
Este cáncer es muy raro,
cáncer adicto a la BRD4.
Así que trabajamos con muestras
que recogieron jóvenes patólogos en el Hospital Brigham para mujeres.
Y al tratar estas células con esta molécula,
observamos algo realmente asombroso.
Estas células cancerosas,
pequeñas, redondas y en rápida división
desarrollaron estos brazos y extensiones.
Cambiaban su forma.
En efecto, la célula cancerosa
se olvidaba que era un cáncer
y se transformaba en una célula normal.
Todo esto nos entusiasmó muchísimo.
El siguiente paso sería inocular esta moléculas en ratones.
El único problema era que no hay modelización en ratones de este raro cáncer.
Y en la época cuando hacíamos esta investigación,
yo trataba a un bombero de 29 años de Connecticut
que se hallaba casi al final de su vida
debido a este cáncer incurable.
Este cáncer adicto a la BRD4
estaba extendiéndose por todo su pulmón izquierdo,
y se le había implantado un tubo que le drenaba residuos.
Y en cada turno de enfermeras
procedíamos a eliminar estos residuos.
Así que nos dirigimos a este paciente
y le preguntamos si colaboraría con nosotros.
¿Podríamos extraer este raro y preciado material canceroso
del tubo en su pecho,
y atravesar la ciudad e introducirselo a ratones
e intentar hacer una prueba clínica
y combatir con un medicamento experimental?
Bien, eso sería imposible e ilegal en seres humanos.
Pero él nos obligó a que lo hiciéramos.
En centro de imagen animal Lurie Family
mi colega, Andrew Kung, pudo desarrollar con éxito este cáncer en ratones
sin llegar a tocar nunca material de laboratorio.
Pueden ver esta tomografía de positrones (PET) de un ratón.
El cáncer se extiende
como esta enorme masa rojiza en el miembro trasero de ese animal.
Y conforme la tratábamos con nuestro compuesto,
esta adicción al azúcar,
este rápido crecimiento, se desvaneció.
Y en el animal de la derecha,
se ve que el cáncer respondía al tratamiento.
Hemos completado las pruebas clínicas
en cuatro modelizaciones de la enfermedad en ratones.
Y cada vez, vemos lo mismo.
Los ratones con este cáncer que reciben la medicina viven,
y los que no fallecen rápidamente.
Así que nos comenzamos a preguntar,
¿que haría una compañía farmacéutica al llegar a este punto?
Bien, probablemente lo mantendrían en secreto
hasta que consiguieran transformar un prototipo de tratamiento
en un principio activo para farmacia.
E hicimos justamente lo contrario.
Publicamos un artículo científico
describiendo este descubrimiento
en el estadio más temprano del prototipo.
Difundimos públicamente la fórmula química de esta molécula,
típicamente un secreto en nuestra disciplina.
Dijimos exactamente cómo producirla.
Les dimos nuestra dirección de correo.
sugiriendo que, si nos escribían,
les enviaríamos una muestra gratuita de la molécula.
Básicamente intentamos crear
un entorno hipercompetitivo entorno a nuestro laboratorio.
Y, desafortunadamente, tuvimos mucho éxito.
(Risas)
Porque al haber compartido esta molécula,
desde diciembre del año pasado,
con 40 laboratorios en EEUU
y 30 más en Europa,
muchos de ellos farmacéuticas
buscando posicionarse en esta investigación,
para combatir este raro cáncer
y, afortunadamente, ahora
es un objeto de estudio deseable para la industria.
Pero el retorno científico de todos estos laboratorios
relacionado con el uso de esta molécula
nos ha proporcionado ideas
que no podríamos haber tenido solos.
Las células de leucemia tratadas con este compuesto
se transforman en glóbulos blancos normales.
Ratones con mieloma múltiple,
un transtorno incurable de la médula ósea,
responden de una manera asombrosa
al tratamiento con este medicamento.
Quizás saben que la grasa tiene memoria.
Es fantástico podérselo demostrar.
De hecho nuestra molécula
impide que el adipocito, la célula madre de la grasa
recuerde como volver a acumular grasa
así que ratones con una dieta alta en grasas.
como estos en mi ciudad natal de Chicago,
no consiguen desarrollar hígado graso
que un problema médico de gran relevancia.
Lo que nos enseñó esta investigación
no solo a mi laboratorio, sino a nuestro instituto,
y a la Escuela Médica de Harvard en general
es que en la academia tenemos unos recursos únicos
para el descubrimiento de fármacos
y que nuestro centro
ha testeado científicamente quizá más moléculas contra el cáncer
que ningún otro centro,
ha conseguido por sí solo.
Por todas las razones que ven listadas,
creemos que existe una gran oportunidad para centros académicos
para participar en esta incipiente, y conceptualmente dificultosa
y creativa disciplina
de descubrir prototipos de medicamentos.
Y ¿qué hacemos ahora?
Tenemos esta molécula, pero no es todavía una pastilla.
No está disponible de forma oral.
Debemos solucionarlo para poderla facilitar a nuestros pacientes.
Y todo el mundo en el laboratorio,
especialmente tras interaccionar con estos pacientes.
se siente más que motivado
para conseguir una medicina basada en esta molécula.
Es aquí donde tengo que decir
que podríamos usar su ayuda y su ideas,
su participación colaborativa.
De forma diferente a una farmacéutica,
no tenemos unos procesos de producción que aplicar a estas moléculas.
No tenemos equipos de ventas ni de marketing
que nos digan como posicionar esta sustancia frente a otras.
Lo que sí tenemos es la flexibilidad de un centro académico
para trabajar con competentes, motivados,
entusiastas y, espero, equipos de investigación bien financiados,
para impulsar estas moléculas hacia el ámbito clínico
mientras preservamos nuestra habilidad
para compartir la sustancia prototipo internacionalmente.
Esta molécula dejará pronto nuestros laboratorios
y estará a cargo de una pequeña compañía
llamada Tensha Therapeutics.
Y en verdad esta es la cuarta de estas moléculas
que ha superado nuestro proceso de descubrimiento de fármacos,
dos de las cuales: un medicamento tópico
para el linfoma cutáneo,
una sustancia oral para el tratamiento del mieloma múltiple
que estará disponible
para el primer test clínico en julio de este año.
Para nosotros, un hito emocionante y de relevancia.
Quiero dejarles sólo con estas dos ideas.
La primera es
lo novedoso de es esta investigación
no es la ciencia sino la estrategia
para nosotros fue un experimento social,
un experimento de sucesos posibles
si fuéramos tan abiertos y honestos
en las fases iniciales de un descubrimiento en investigación química
como fuese posible.
Esta cadena de letras y números
y de símbolos y paréntesis
supongo que se puede enviar por SMS
o por Twitter por todo el mundo,
es la identidad química de nuestro pre-compuesto
Es la información más necesaria
de las compañías farmacéuticas,
la información
sobre cómo fármacos prototipo podrían funcionar.
Pero esta información es normalmente secreta.
Y lo que buscamos realmente
es aprender del increíble éxito
de la industría de la informática dos principios:
el de código abierto y de trabajo colaborativo (crowdsourcing)
para de una manera rápida y responsable
acelerar la producción de terapéuticas específicas
a pacientes con cáncer.
Ahora el modelo de negocio nos incluye a todos.
Esta investigación se financia públicamente.
Está financiada por fundaciones.
Y una de las cosas que he aprendido en Boston
y que Uds.harán cualquier cosa contra el cáncer y eso me encanta.
Cruzan el estado en bicicleta. Caminan arriba y abajo siguiendo el cauce del río.
(Risas)
Y no he visto en ningún lugar
este apoyo único
a la investigación del cáncer.
Y por eso les quiero dar las gracias
por su participación, su colaboración
y principalmente por la confianza en nuestras ideas.
(Aplausos)