El apoyo mutuo es un elemento conductor de la práctica anarquista y un marco esencial para entender las visiones anarquistas de la organización social más ampliamente Pero... ¿qué es exactamente? Pues, en su sentido más simple, el apoyo mutuo es la motivación en juego siempre que dos o más personas trabajan juntas para resolver un problema por un beneficio que comparten todos los involucrados En otras palabras, significa cooperación por el bien común Entendido así, es obvio que el apoyo mutuo no es una idea nueva ni exclusivamente anarquista De hecho, las sociedades humanas más tempranas practicaban el apoyo mutuo como una cuestión de supervivencia y también hoy encontramos incontables ejemplos de esta lógica en los reinos vegetal y animal Para entender la forma específica en que el anarquismo abraza el apoyo mutuo, debemos regresar 100 años, a los escritos del famoso anarquista ruso Pyotr Kropotkin, quien aparte de tener una de las barbas más prolíficas de todos los tiempos, también resultó ser un virtuoso zoólogo y biólogo evolucionista. En los tiempos de Kropotkin, el campo de la biología evolucionista estaba dominado por las ideas del Darwinismo social como las de Thomas H. Huxley Al aplicar inexorablemente el famoso dictum de Charles Darwin: "la supervivencia del mejor adaptado" a la sociedad humana, Huxley y sus pares concluyeron que las jerarquías sociales existentes eran el resultado de la selección natural o la competencia entre individuos libres y soberanos y eran por tanto, un factor importante e inevitable en la evolución humana No es de sorprenderse que estas ideas fueron particularmente populares entre ricos y políticamente poderosos hombres blancos, ya que ofrecían una justificación pseudo-científica para su posición privilegiada en la sociedad. Además, ofrecían una racionalización racial a la colonización europea de Asia, África y las Américas. Kropotkin atacó estas ideas convencionales cuando, en 1902, publicó un libro llamado Apoyo Mutuo: un Factor en la Evolución, en el que demuestra que hay algo más allá de la ciega competición individual operando en la evolución Kropotkin demostró que las especies que eran capaces de trabajar juntas, o formar relaciones simbióticas con otras especies basadas en el beneficio mutuo, podían adaptarse mejor a su medio ambiente y tenían una ventaja competitiva sobre las especies que no lo hacían o no podían hacerlo En las sociedades metropolitanas de hoy, la gente es socializada para verse a sí como individuos independientes y autosuficientes, equipados con nuestros propios condominios, cuentas bancarias, smartphones y perfiles de facebook De cualquier modo, esta noción de independencia es un mito, promovido por las corporaciones y los Estados buscando modelarnos en consumidores atomizados y fáciles de controlar, preocupados primeramente por nuestro propio bienestar a corto plazo. La verdad es que los seres humanos somos increíblemente interdependientes De hecho, esa es la clave de nuestro triunfo como especie. ¿Alguna vez te detienes a pensar de dónde viene la comida que comes o la ropa que usas? ¿Qué tal el trabajo o los materiales usados para construir tu casa o tu auto? Si tuviéramos que vérnoslas por nosotros mismos sin las comodidades de la civilización, pocos sobrevivían una semana, mucho menos podríamos producir una fracción de la miríada de comodidades que consumimos todos los días. Desde las grandes pirámides encargadas por los faraones del antiguo Egipto a la producción y cadenas de suministros globales de hoy, la principal función de las clases dominantes ha sido siempre organizar la actividad humana. Y donde sea que lo han hecho, se han apoyado en la coerción. En el capitalismo, la actividad es organizada o a través de la violencia directa o por la amenaza internalizada amenaza internalizada de morir de hambre creada por un sistema basado en la propiedad privada de los recursos y la propiedad El capitalismo puede inspirar a la gente a hacer cosas sorprendentes, siempre que haya alguna ganancia. Pero, a falta de la motivación de ganancias, hay muchas tareas importantes que nunca se cumplirán, desde erradicar la pobreza global y las enfermedades previsibles hasta remover el plástico tóxico de los oceanos. Para realizar estas tareas monumentales, necesitamos un cambio en el ethos que nos conecta unos a otros y al mundo que nos sostiene. Un cambio de rumbo del capitalismo... hacia el apoyo mutuo. Atisbos del ideal anarquista del apoyo mutuo pueden verse hoy en comunidades de desarrollo de software libre y en programadores inventando nuevas formas de encriptación para entorpecer la vigilancia de la NSA. También pueden verse en vecinos uniéndose para organizar guarderías colectivas y también después de desastres como los huracanes Katrina y Sandy cuando, ante la ausencia de instituciones estatales, completos extraños se apresuraron a ayudarse entre sí. Puede verse en el valor de los cascos blancos de Aleppo que arriesgan sus vidas para sacar niños de las ruinas de edificios colapsados golpeados por las bombas de barril de Assad. Imagina un mundo en que la actividad humana no estuviera organizada con base en la incesante competencia por recursos artificialmente escasos, si no por la búsqueda de la satisfacción de las necesidades humanas... y entenderás la visión del mundo que los anarquistas buscamos crear.