Algunos de mis amigos ya tienen casa de tres o cuatro habitaciones por un precio razonable. Nada caro pero lo suficiente como para atarlos a una hipoteca a 30 años. Trabajan nueve horas al día y tardan dos horas en llegar a casa. Y cuando por fin llegan: a relajarse y a dormir. Al día siguiente se levantan y vuelta a empezar. A veces me cuentan que se sienten atrapados. En realidad, la mitad de las habitaciones de esa casa no se usan. Y están deseando que lleguen las vacaciones para alejarse de todo incluida la casa. Comúnmente, esto es lo normal. Mi compañero Andrew y yo nos encontramos en este punto ahora. Pero no compensa la idea de esforzarse por este estilo de vida. Es como si la salud, la naturaleza y el tiempo se intercambiasen por una casa, dinero y cosas materiales. La mayoría seguimos el mismo camino: comprar tanto como se pueda en la mejor zona que podamos y adaptar nuestra vida a este modelo, es decir, comprar una casa enorme a las afueras de la ciudad y tener que desplazarnos. El problema que veo es que creo que nuestro alrededor nos hace tener hábitos tanto buenos como malos. Construimos las casas más grandes y las llenamos de cosas empeorando la huella ecológica que dejamos detrás. Muchos de nuestros hogares están aislados, vuelven la espalda a los vecinos y a la vida en las calles. Nos hacemos con hipotecas que nos arruinan con tal de perseguir el sueño australiano y sacrificamos nuestro bienestar, nuestras relaciones y aficiones. Todo esto suponía un inconveniente para nosotros. Realmente queríamos algo más pequeño y flexible de lo que el mercado nos ofrecía. Queríamos comprar algo que estuviese a nuestro alcance y que la casa se adaptase a nuestro estilo de vida y no al revés. Nuestros hogares podrían aportarnos más en vez de quitarnos. Podrían ofrecernos maneras de ser más ecológicos y de reciclar agua. Podrían ofrecernos modos de acumular y gestionar el uso de la energía y fomentar la unión entre comunidades. Al igual que otros problemas, esto no es solo a nivel personal sino que engloba mucho más, a nivel nacional y mundial. Nuestras casas exigen grandes cantidades de energía para construirse y funcionar. Además de que producen enormes cantidades de desperdicio. Y los terrenos que se quedan vacíos por la nueva población de baja densidad continúa siendo un problema. Aun así, nos empecinamos en seguir construyendo cada vez casas más grandes. La media del tamaño de los planos o del tamaño del terreno donde construir ha crecido de forma constante durante los últimos 15 años. Y al mismo tiempo, el número de personas que viven en estas casas ha decaído. Y para rematar, muchos de nosotros no podemos permitirnos comprar una casa. El precio medio de las casas en las ciudades principales de Australia es siete veces mayor que la media anual de nuestros salarios. Algo abismal. Así que, el año pasado mi compañero y yo, junto con otros amigos nos juntamos para diseñar y construir una alternativa que se basara en nuestros deseos y no en las expectativas del mercado. Es posible que hayáis oído hablar del término "micro casas". En nuestro caso, es básicamente una casa que funciona a la perfección concentrada en 18 metros cuadrados lo que equivale a dos plazas de aparcamiento para coches. El resultado es una casa transportable más asequible que las demás casas y además respeta el medioambiente. Echemos un vistazo. La casa se construye sobre un remolque de manera que uno tiene una casa móvil y que puede aparcar donde sea. La entrada es de suelo de madera y se compone de paneles que al estar en la entrada lateral de la casa si uno está de pie sobre ese suelo parece más ancho. Las puertas y las ventanas están hechas de vigas recicladas de antiguas casas y estas vigas recicladas también se usan para las encimeras, las estanterías y las mesas. Como el espacio es un problema era importante mantener las buenas vistas. Así, las ventanas y las puertas de la entrada frontal se alinean con las ventanas que están frente a la cocina. Una vez dentro, uno puede disfrutar de las vistas por toda la casa. La armonía arquitectónica de la estructura de base ayuda a organizar el espacio y a reducir la sensación de desorden. En uno de los extremos de la casa hay un salón en forma de L y detrás hay un armario que ocupa toda la pared. Durante el día, es una sala de estar y por la noche, una cama baja desde el techo. En la zona central de la casa, a un lado se encuentra la cocina y al otro lado, un banco estrecho que se convierte en un pequeño lavabo y el cuarto de la lavandería. Al final del todo se encuentra el baño que se separa de la zona principal con una puerta corredera. El baño se compone de una ducha y de un inodoro seco porque este, en concreto, fue diseñado para ser portátil. Encima del baño hay un desván que se puede usar como habitación de invitados y poner dos camas o una de matrimonio o usarla como trastero. Era muy importante para nosotros hacer que el espacio pareciese más grande de lo que realmente es. Y alguna de las estrategias que usamos para conseguirlo fueron los techos altos con lumbreras, paredes blancas, cuidamos las vistas que se aprecian desde cualquier punto de la casa y colocamos estratégicamente algunos espejos. Dejando a un lado la cuestión estética, era importante que la casa funcionase a la perfección. Por eso, en una casa tan pequeña el almacenamiento era muy importante. Tuvimos que aprovechar cada rincón: debajo del suelo, en las paredes, en los umbrales, en los muebles. Por supuesto, tuvimos que realizar diferentes pruebas en la casa para saber cómo usaríamos el espacio. ¿Y qué haríamos si tuviésemos invitados en casa? ¿Cómo podría organizarse el espacio para las diferentes actividades del día? Hasta ahora, la capacidad de la casa ha sido de 30 personas. (Risas) En cuanto al diseño de la casa tuvimos que meter muchas cosas en un espacio diminuto. Pero para nosotros la mejor muestra de éxito fue que fuimos capaces de mantener la esencia de nuestro hogar. No a todo el mundo le gusta pero va con nosotros. Una casa construida sobre un remolque da muchas posibilidades de cómo usar el espacio. Personas que posean tierras pueden ampliar su espacio añadiendo unas habitaciones extras. Para aquellos que no posean tierras puede ofrecerles otras opciones que es el caso de mi compañero y yo. Se pueden hacer cambios y si uno lleva la casa consigo comprobará la cantidad de sitios en los que se puede vivir. Hay posibilidades para los empleados que viven en las casas donde trabajan o para los familiares dependientes. o también como casa de vacaciones. Está claro que hay otras cosas que hay que tener en cuenta con las casas transportables como la asistencia de la vivienda en caso de catástrofes, o comunidades ecológicas u otro tipo de propiedades. Y una microcasa que puede funcionar de forma autónoma funciona bien en esos casos. Otro asunto que merece la pena tratar es el envejecimiento de la población y las maneras en las que nuestras casas pueden no adaptarse lo suficiente para ello; y cómo las pequeñas casas podrían usarse ya sean propiedad de los hijos o de los padres. E incluso en el caso de tener otras propiedades podrían alquilar o vender las casas más grandes y quedarse en su propia comunidad. Con un poco de creatividad y la colaboración de expertos, desarrolladores, vecinos, amigos, familia, creo que podemos superar muchos problemas de la vivienda. Nos guste o no, nuestra casa es un reflejo de lo que somos y de nuestro valor en la sociedad. La situación actual de la vivienda en Australia debería preocuparnos. Construimos casas cada vez más grandes y ni las necesitamos ni debemos hacerlo. No pretendo convencerlos de que tienen que vivir en microcasas. Pero sí me gustaría desafiarlos a desechar sus ideas preconcebidas, a apartar esas ideas sobre sus casas y pensar realmente qué queremos que nuestra casa ofrezca. Pienso que solo cuando llegamos a ese punto podemos reflexionar sobre qué es lo realmente importante en nuestros hogares. Es muy difícil ponerle un precio a un estilo de vida. Pero para mí, vale más que una casa de cuatro habitaciones, sin duda. (Aplausos)