Tómense un momento e imaginen un virus. ¿Qué les viene a la mente? ¿Una enfermedad? ¿Un miedo? Probablemente algo muy negativo. Sin embargo, no todos los virus son iguales. Es verdad, algunos causan enfermedades devastadoras. Pero hay otros que pueden hacer justo lo opuesto: pueden curar enfermedades. Estos virus se llaman "fagos". La primera vez que escuché sobre los fagos fue en el 2013. Mi suegro, que es cirujano, me contaba sobre una de sus pacientes. La mujer tenía una lesión en la rodilla que requería múltiples cirugías, y en el transcurso desarrolló una infección bacteriana crónica en la pierna. Desafortunadamente, la bacteria que causaba la infección tampoco podía combatirse con ningún antibiótico disponible. En esa instancia, la única opción que queda suele ser amputar la pierna para evitar que la infección se extienda. Ahora bien, mi suegro estaba desesperado por encontrar otra solución, así que optó por un tratamiento experimental, como último recurso, en que se usaban fagos. ¿Y adivinen qué? Funcionó. A las tres semanas de haber aplicado los fagos, la infección se curó, aun cuando ningún antibiótico había sido efectivo. Yo quedé fascinado por esta inusual idea: virus que curan infecciones. Hoy día continúo fascinado por las posibilidades médicas de los fagos. De hecho, renuncié a mi trabajo el año pasado para crear una empresa que se dedique a esto. Ahora bien, ¿qué es un fago? Esta imagen que ven fue tomada con un microscopio electrónico. Esto significa que lo que vemos en pantalla es extremadamente diminuto. Ese organismo granular en el medio, con cabeza, cuerpo largo y varias fibras caudales es la imagen de un fago prototípico. Podría decirse que es lindo. (Risas) Ahora observen sus manos. Nuestro equipo ha estimado que tenemos más de 10 mil millones de fagos en cada mano. ¿Qué hacen ahí? (Risas) Pues bien, los virus se dedican a infectar células. Y los fagos son muy buenos para infectar bacterias. Y nuestras manos, como la mayor parte del cuerpo, son lugares ideales para la actividad bacteriana, y esto las vuelve un área de caza perfecta para los fagos. Porque después de todo los fagos cazan bacterias. También es importante saber que los fagos son cazadores extremadamente selectivos. Por lo general, un fago infecta únicamente a un tipo de bacteria. El fago que ven en esta representación caza una bacteria llamada "estafilococo dorado", y conocida como SARM en su forma resistente a la droga. Causa infecciones en la piel o en las heridas. Y el fago caza con sus fibras caudales. Estas fibras son, de hecho, receptores extremadamente sensibles, que buscan la superficie adecuada en las células bacterianas. Una vez que la encuentra, el fago se adhiere a la pared celular de la bacteria y le inyecta su ADN. El ADN se encuentra en la cabeza del fago y se transmite a la bacteria por medio del cuerpo largo. En esta instancia, el fago reprograma la bacteria para que produzca montones de fagos nuevos. La bacteria, de hecho, se convierte en una fábrica de fagos. Una vez que unos 50 a 100 fagos se hayan acumulado dentro de la célula bacteriana, los fagos pueden liberar una proteína que rompe la pared celular de la bacteria. Cuando la bacteria estalla, los fagos se liberan y salen de caza para infectar una nueva bacteria. Lo siento, probablemente lo hice parecer un virus espeluznante. Pero es exactamente esta habilidad de los fagos, la de multiplicarse dentro de las bacterias y luego eliminarlas, lo que los hace tan interesantes desde el punto de vista médico. El otro aspecto que me parece interesante es la escala a la que esto sucede. Hasta hace cinco años no tenía idea de los fagos. Aun así, hoy puedo afirmar que son parte de un principio natural. Los fagos y las bacterias se remontan a las primeras etapas de la evolución. Siempre han existido en tándem, controlándose el uno al otro. Esta es verdaderamente la historia del yin y el yang, del cazador y la presa, a nivel microscópico. Algunos científicos han estimado, incluso, que los fagos son los organismos más abundantes de nuestro planeta. Así que antes de continuar hablando sobre su potencial médico, creo que todos deberíamos conocer a los fagos y su función en la Tierra: cazan, infectan y eliminan bacterias. ¿Cómo puede ser que dispongamos de algo que funciona tan bien en la naturaleza, todo el tiempo, en cualquier lugar, y aun así, en la mayor parte del mundo, todavía no tengamos una droga en el mercado que use este principio para combatir las infecciones bacterianas? La respuesta sencilla es: nadie ha desarrollado aún este tipo de droga, al menos no una que cumpla con las regulaciones de Occidente, que es el que establece las normas para gran parte del mundo. Para entender el porqué, tenemos que repasar la historia. En esta foto vemos a Félix d'Herelle, uno de los dos científicos a quien se le atribuye el descubrimiento de los fagos. Excepto que cuando esto sucedió, en 1917, no tenía idea de qué había descubierto. Estaba interesado en una enfermedad conocida como "disentería bacilar", una infección bacteriana que causa diarrea aguda y, en ese entonces, mucha gente moría por este motivo, porque no se había inventado ninguna cura para las infecciones bacterianas. Estaba observando muestras de pacientes que habían sobrevivido a esta enfermedad. Y descubrió que algo extraño estaba pasando. Algo en la muestra estaba eliminando las bacterias que supuestamente causaban la enfermedad. Para averiguar qué sucedía, ideó un ingenioso experimento. Seleccionó una muestra, la filtró cuanto más pudo hasta quedar una mínima cantidad, tomó una gota diminuta y la insertó en cultivos frescos de bacterias. Y observó que en el transcurso de unas horas las bacterias habían sido eliminadas. Entonces repitió el experimento: hizo el filtrado, tomó una gota diminuta, y la agregó al siguiente cultivo fresco de bacterias. Repitió esto 50 veces y observó siempre el mismo resultado. A partir de esto, llegó a dos conclusiones: la primera, la más obvia, era que algo estaba eliminando a las bacterias, y ese algo se encontraba en el líquido. La segunda: debía ser algo de naturaleza biológica, puesto que una gota diminuta era suficiente para causar un gran impacto. Denominó "microbio invisible" al agente que había descubierto y le dio el nombre "bacteriófago", que significa literalmente "que se alimenta de bacterias". Y, por cierto, este es uno de los descubrimientos más importantes de la microbiología moderna. Muchas técnicas modernas se basan en nuestro entendimiento de los fagos, en la edición genómica y otros campos. Y justamente hoy se otorgó el Premio Nobel de Química a dos científicos que trabajaron con fagos y desarrollaron drogas basadas en fagos. En las décadas de 1920 y 1930, la gente ya notaba el potencial médico de los fagos. Ya que, después de todo, a pesar de ser invisibles, estaban efectivamente eliminando bacterias. Empresas que existen a la fecha, como Abbott, Squibb o Lilly vendían preparaciones de fagos. Pero la verdad es que, si partimos de un microbio invisible, es muy difícil lograr una droga confiable. Imaginen cómo sería hoy día ir a la FDA y explicarles todo sobre este virus invisible que quieren aplicar a los pacientes. Cuando los antibióticos químicos aparecieron en la década de 1940, cambiaron completamente el panorama. Y este individuo cumplió un papel fundamental. Se trata de Alexander Fleming, quien ganó el Premio Nobel de Medicina por contribuir al desarrollo del primer antibiótico: la penicilina. Y los antibióticos en verdad funcionan de forma muy distinta a los fagos. Principalmente, inhiben el crecimiento de bacterias, y no les es muy relevante el tipo de bacteria presente. Los que denominamos de amplio espectro actúan contra una amplia gama de bacterias. Si los comparamos con los fagos, que actúan específicamente contra un tipo de bacterias, la ventaja es evidente. En ese entonces, debió sentirse como un sueño hecho realidad. Tenías un paciente con una posible infección bacteriana, le dabas el antibiótico y, sin tener que entender del todo cómo funcionan las bacterias que causan la enfermedad, la mayoría de los pacientes se curaba. En consecuencia, desarrollamos más y más antibióticos y, con toda razón, se volvieron la principal terapia para las infecciones bacterianas. Y, además, han contribuido enormemente a aumentar la esperanza de vida. La única razón por la que hoy es posible realizar intervenciones y cirugías médicas es porque contamos con los antibióticos, así no nos arriesgamos a que el paciente muera al día siguiente de una infección que pudo contraer durante la operación. Así que comenzamos a olvidarnos de los fagos, especialmente en Occidente. Y, hasta cierto punto, incluso durante mi juventud, la conclusión era: "Hemos resuelto el problema de las infecciones bacterianas con los antibióticos". Por supuesto que hoy sabemos que no es así. Hoy la mayoría de Uds. debe haber escuchado sobre las superbacterias, bacterias que se han vuelto resistentes a la mayoría de los antibióticos que existen para tratar infecciones. ¿Cómo pasó esto? Pues bien, no fuimos tan listos como pensábamos. Empezamos a utilizar antibióticos en todas partes, en los hospitales como tratamiento y prevención, en el hogar por un simple resfrío, en las granjas para mantener saludables a los animales... Las bacterias evolucionaron. Ante la arremetida de los antibióticos, las bacterias que mejor se adaptaron, sobrevivieron. Hoy las llamamos "bacterias multirresistentes". Permítanme compartirles unas predicciones que asustan. En un estudio reciente del gobierno del Reino Unido, se estimó que para el 2050, diez millones de personas podrían morir por año a causa de infecciones resistentes a los antibióticos. Si comparan esto con las ocho millones de defunciones por cáncer actualmente, verán que esta estimación asusta. Pero la buena noticia es que aún contamos con los fagos. Y ellos no están impresionados por la resistencia a múltiples drogas. (Risas) Simplemente continúan cazando y eliminando bacterias a nuestro alrededor. Y además siguen siendo selectivos, lo que es algo bueno hoy día. Hoy podemos identificar con seguridad un patógeno bacteriano que esté causando una infección, en distintos contextos. Y su selectividad nos ayudará a evitar algunos de los efectos secundarios comúnmente asociados con los antibióticos de amplio espectro. Pero quizá la mejor noticia sea que ya no son microbios invisibles. Podemos observarlos. Lo hicimos hace un momento. Podemos secuenciar su ADN, entender cómo se reproducen y conocer sus limitaciones. Este es un excelente momento para desarrollar drogas potentes y confiables basadas en fagos. Y eso es lo que está sucediendo en el mundo. Más de diez empresas de biotecnología, incluso la nuestra, están desarrollando fagoterapias para tratar infecciones bacterianas. Se están realizando ensayos clínicos en Europa y en los EE. UU. Por eso, estoy convencido de que nos encontramos a las puertas de un Renacimiento de la fagoterapia. Y, para mí, la forma apropiada de representar los fagos es algo así: (Risas) Para mí, los fagos son los superhéroes que hemos estado esperando para combatir las infecciones resistentes a los antibióticos. Así que la próxima vez que se imaginen un virus, recuerden esta imagen. Después de todo, puede que algún día un fago les salve la vida. Gracias. (Aplausos)