A los 21 años, Simone de Beauvoir
se convirtió en la persona más joven
en presentarse a los exámenes
de filosofía
de la universidad
más prestigiosa de Francia.
Pasó brillantemente.
Pero tan pronto como aprendió
las reglas de la filosofía,
quiso romperlas.
Le habían enseñado
la Teoría de las formas, de Platón,
que desestimaba al mundo físico
como un reflejo defectuoso
de verdades más elevadas
e ideales inalterables.
Pero para de Beauvoir la vida terrenal
era cautivadora, sensual,
y para nada estática.
Su deseo de explorar el mundo físico
en su totalidad daría forma a su vida
y, finalmente, inspiraría
una nueva filosofía radical.
Debatiendo interminablemente
con su compañero en el amor
y lo intelectual, Jean Paul Sartre,
de Beauvoir exploró el libre albedrío,
el deseo, derechos y responsabilidades,
y el valor de la experiencia personal.
En los años posteriores
a la Segunda Guerra Mundial,
esas ideas convergerían
en la escuela de pensamiento
que más se asocia a su trabajo:
el existencialismo.
Mientras que las tradiciones
judeocristianas enseñaban
que los humanos nacemos
con un propósito predeterminado,
de Beauvoir y Sartre proponían
una alternativa revolucionaria.
Proponían que los humanos nacemos libres
y se nos arroja a la existencia
sin ningún plan divino.
De Beauvoir reconoció que esta libertad
es tanto una bendición como una carga.
En "Ética de la ambigüedad", argumentó
que nuestro mayor imperativo ético
es crear el sentido de nuestra propia vida
mientras se protege la libertad
de los demás para que hagan lo mismo.
Como escribió de Beauvoir:
"Una libertad que solo se interesa
en negar la libertad debe ser rechazada".
Esta filosofía desafió a sus estudiantes
a navegar las ambigüedades y conflictos
que producen nuestros deseos,
tanto interna como externamente.
Y conforme de Beauvoir
buscaba su propósito,
empezó a cuestionar:
si todos son libres para perseguir
el sentido de la vida,
¿por qué a ella la restringían los ideales
de la sociedad acerca de la feminidad?
A pesar de su prolífica escritura,
sus enseñanzas y su activismo,
a de Beauvoir le costaba que sus
pares masculinos la tomaran en serio.
Había rechazado su crianza católica
y sus expectativas maritales
para estudiar en la universidad y escribir
sus memorias, ficción y filosofía.
Pero muchos de sus colegas hombres,
que daban por sentadas sus libertades,
no comprendían el riesgo
que ella asumía al adoptar
este estilo de vida.
El trabajo de de Beauvoir, que exploraba
la vida interior de las mujeres
además de su relación abierta
y bisexualidad,
no les interesaba intelectualmente.
Para transmitir la importancia
de su perspectiva,
de Beauvoir se embarcó
en su libro más desafiante hasta entonces.
Así como había creado
los fundamentos del existencialismo,
ahora se propuso redefinir
los límites del género.
"El segundo sexo", publicado en 1949,
argumenta que,
así como el significado de nuestra vida,
el género no está predestinado.
Hay una frase célebre de de Beauvoir:
"una no nace, sino que
se convierte, en mujer".
Y "convertirse" en mujer, razona,
es convertirse en el Otro.
De Beauvoir definió la Otredad
o Alteridad como el proceso
de etiquetar a la mujer como inferior
al hombre, que se ha definido,
y ha sido definido como
sujeto humano ideal.
Al ser lo Otro, argumentó que la mujer
era considerada inferior al hombre,
y por lo tanto se le restringía
sistemáticamente su búsqueda de libertad.
"El segundo sexo" se convirtió
en un tratado feminista esencial
al ofrecer una historia detallada
de la opresión a las mujeres
y una abundancia
de testimonios y anécdotas.
"El segundo sexo"
combina experiencia personal
con intervención filosófica,
proporcionando un nuevo lenguaje
para discutir la teoría feminista.
Hoy, esas conversaciones siguen afectadas
por la insistencia de de Beauvoir
de que en la búsqueda de igualdad
"no hay divorcio
entre la filosofía y la vida".
Por supuesto, como cualquier
trabajo fundacional,
las ideas de "El segundo sexo"
han sido expandidas desde su publicación.
Muchos pensadores modernos han explorado
otras maneras de discriminación
que Beauvoir no menciona.
Entre estas se incluyen
identidades raciales y económicas,
así como el espectro más amplio
de género e identidades sexuales
que hoy se reconocen.
El legado de de Beauvoir se complica más
por las acusaciones de conducta sexual
inapropiada de dos de sus estudiantes.
Ante estas acusaciones,
su licencia de enseñanza fue revocada
por abusar de su posición.
En este y otros aspectos,
su vida sigue siendo controvertida,
y su trabajo encarna un momento polémico
en el surgimiento del feminismo temprano
Participó en esas conversaciones
durante el resto de su vida:
escribió ficción, filosofía y memorias
hasta su muerte en 1986.
Hoy, su trabajo nos ofrece
un lenguaje filosófico
para que lo imaginemos, repasemos
y nos rebelemos contra él...
una respuesta que esta pensadora
revolucionaria hubiera aprobado.