Cuando era pequeña, cada dos viernes me iba del hogar de mi madre y mi padrastro, un hogar indio y británico, ateo, budista, agnóstico, vegetariano, new age y, a veces, demócrata. Entonces me iba a la casa de mi padre y mi madrastra a unos 2 km y entraba en una familia blanca, evangélica cristiana, conservadora, republicana, que iba a la iglesia dos veces por semana, carnívora. No se necesita un psicólogo para explicar cómo acabé en la resolución de conflictos. (Risas) Tanto si facilitaba el diálogo en Charlottesville o Estambul o Ahmedabad, el desafío era siempre el mismo: a pesar de las adversidades, y con integridad, ¿cómo lograr que las personas conecten de forma significativa y se arriesguen a ser transformadas por sus experiencias? Y fui testigo de esa hermosa química en esos espacios. Y entonces me iba de esos lugares y asistía a otros de mis encuentros diarios como todos Uds., una boda o una conferencia o un picnic de antiguos estudiantes, y muchos eran un fracaso. Había un vacío de sentido entre estos grupos de conflicto de alta intensidad y mis encuentros diarios. Podrían decir: la fiesta de cumpleaños de alguien no va a estar a la altura de una conversación sobre razas, pero no es eso a lo que respondía. Como moderadora, te enseñan a desentrañar todo y centrarte en la interacción entre personas, mientras que los anfitriones cotidianos se centran en hacer bien las cosas la comida, flores, cuchillos para pescado, y dejan la interacción entre personas en gran medida al azar, comencé a preguntarme cómo podríamos cambiar nuestras reuniones cotidianas para centrarnos en dar sentido a la conexión humana, sin obsesionarnos con los canapés. Y me puse en marcha y entrevisté docenas de anfitriones inusuales. Un entrenador olímpico de hockey, un coreógrafo del Cirque du Soleil un rabino, un consejero de campamento, para entender mejor qué es lo que crea encuentros significativos y transformadores. Y hoy quiero compartir con Uds. parte de lo que aprendí sobre las nuevas reglas de las reuniones. Cuando la mayoría de la gente planea una reunión, empiezan por el formato típico. ¿Fiesta de cumpleaños? Tarta y velas. ¿Reunión de junta? Una mesa marrón, 12 hombres blancos. (Risas) Asumiendo que el propósito es obvio, pasamos muy rápido a la forma. Esto no solo nos lleva a encuentros aburridos y repetitivos, se pierde una oportunidad más profunda de abordar nuestras necesidades reales. El primer paso para crear reuniones diarias más significativas es abrazar un propósito discutible específico. Una futura madre que conozco está temiendo su fiesta del bebé. La idea de los juegos de "pon el pañal al bebé" y abrir regalos se sentía extraño e irrelevante. Así que se detuvo para preguntar: ¿cuál es el propósito de la fiesta del bebé? ¿Cuál es mi necesidad en este momento? Y se dio cuenta de que era para abordar sus miedos los de ella y los de su marido, ¿recuerdan a aquel chico?, la transición a la paternidad. Y entonces pidió a dos amigas que inventaran una reunión basada en eso. Y en una tarde soleada seis mujeres se reunieron. Primero, para abordar su miedo al parto, ella estaba aterrorizada, le contaron historias sobre su vida para recordarle las características que ya tenía: maravilla, asombro, fe, entrega, que creyeron que la sostendrían y ayudarían en el parto. Y mientras hablaban, ataban una cuenta por cada cualidad en un collar que podía llevar alrededor de su cuello en la sala de partos. Después, su marido llegó y escribieron nuevos votos, votos familiares y los leyeron en voz alta, primero comprometiéndose a mantener su matrimonio en su transición a la paternidad, pero también futuros votos para su futuro hijo de lo que querían llevar de cada una de sus líneas familiares y de lo que acabaría con esta generación. Luego vinieron más amigos, incluidos hombres, para una cena. Y en lugar de regalos, cada uno trajo un recuerdo de su infancia para compartir con la mesa. Pueden estar pensando que esto es mucho para una fiesta del bebé, o es un poco raro, o es un poco íntimo. Bien. Es específico. Es discutible. Es específico para ellos, así como sus reuniones deben ser específicas para Uds. El siguiente paso para crear reuniones diarias más significativas es causar una buena controversia. Puede haber aprendido, como yo, a nunca hablar sobre sexo, política o religión en la mesa. Es una buena regla ya que preserva la armonía, o esa es su intención. Pero elimina el ingrediente principal del significado, que es el calor, la importancia del ardor. Las mejores reuniones aprenden a cultivar buena controversia creando condiciones para ello, porque la conexión humana está tan amenazada por la paz malsana como por el conflicto malsano. Una vez trabajé con una empresa de arquitectura y estaban en una encrucijada. Tenían que averiguar si querían seguir siendo una empresa de arquitectura y centrarse en la construcción de edificios o cambiar y convertirse en algo polémico, una empresa de diseño, centrándose más allá de la construcción de espacios. Y hubo un verdadero desacuerdo, pero no lo supieron, porque nadie lo hablaba públicamente. Y por eso tuvimos una buena controversia. Tras la pausa de la comida, todos los arquitectos volvieron, y organizamos un juego de jaula. Caminaban dentro, a un arquitecto, lo pusimos en un rincón representando arquitectura, otro representaba diseño. Tiramos toallas blancas en sus cuellos, robadas del baño, con perdón, pusimos la música de Rocky en un iPad, conseguimos a cada uno un gerente como Don King para revitalizarlos y prepararlos con contrargumentos, y entonces alegaron cada uno el mejor argumento posible de cada visión de futuro. La norma de cortesía estaba bloqueando el progreso. Y obligamos a todos elegir físicamente un lado ante sus colegas. Y como fueron capaces de mostrar dónde estaban situados rompieron un punto muerto. La arquitectura ganó. Eso es trabajo. ¿Qué tal sobre una hipotética cena tensa de Acción de Gracias? ¿Alguien? (Risas) Primero, pregúntense el propósito. ¿Qué necesita esta familia este año? Si cultivar un buen corazón es parte de esto, intenten pasar una noche prohibiendo opiniones y pidiendo en vez de eso, historias. Elijan un tema relacionado con el conflicto subyacente. Pero en vez de opiniones pidan a todos compartir una historia de sus vidas y experiencia que nadie en la mesa haya oído, para diferenciar o pertenecer o la vez que cambiaron de opinión, dando a las personas una conexión sin quemar la casa. Y, por último, crear reuniones diarias más significativas, crear un mundo alternativo fugaz mediante el uso de reglas emergentes. Hace un par años, empecé a notar invitaciones que venían con normas. Un poco aburrido y controlador, ¿no? Incorrecto. En esta sociedad multicultural e interseccional, donde la mayoría nos reunimos y somos educados por personas y con una etiqueta diferente a la nuestra, donde no compartimos la etiqueta, las normas tácitas son un problema, donde las normas emergentes nos permiten conectar significativamente. Son constituciones de un solo uso para un propósito específico. Así que una cena de equipo, donde se reúnen diferentes generaciones y no comparten las mismas presunciones sobre cómo usar el teléfono: quien mire primero su teléfono se hace cargo de la cuenta (Risas) Inténtenlo. (Aplausos) Para un círculo de asesoramiento empresarial de extraños en el que los anfitriones no quieren que solo escuchen al capitalista de riesgo... (Risas) saben reír... (Risas) no puede poner de manifiesto a qué se dedican. Para una cena con mamá, donde quieren poner las normas de lo que hablan las mujeres que también son madres cuando se reúnen, si hablan de sus hijos, tienen que tomar un trago. (Risas) Esa es una auténtica cena. Las normas son poderosas, porque nos permiten cambiar temporalmente y armonizar nuestro comportamiento. Y en sociedades diversas, las normas emergentes llevan una fuerza especial. Nos permiten reunirnos a través de la diferencia conectar, crear significados juntos sin tener que ser lo mismo. Cuando era una niña, navegué entre dos mundos convirtiéndome en un camaleón. Si alguien estornudaba en casa de mi madre, yo decía: "Salud", en la de mi padre: "Dios te bendiga". Para protegerme, me escondí, como muchos hacemos. Y no fue hasta que crecí y a través del conflicto que empecé a dejar de esconderme. Y me di cuenta de que las reuniones para mí, en su mejor momento, nos permiten estar con otros, ser vistos por quienes somos. y ver. La forma en que nos reunimos importa porque la forma en que nos reunimos es cómo vivimos. Gracias. (Aplausos)