Así que la otra mañana fui a la tienda
y un empleado me saludó
con un "Buenos días, señor,
¿puedo ayudarle en algo?"
Yo dije: "No, gracias."
La persona sonrió y nos fuimos
por caminos separados.
Agarré a Cheerios y
salí de la tienda de comestibles.
Y pasé por el drive-in
de una cafetería local.
Después de hacer mi pedido,
la voz en el otro extremo dijo:
"Gracias, señora. Vaya a la derecha".
En el lapso de menos de una hora,
me atendieron tanto
como "señor" y como "señora".
Pero para mí, ninguna de
estas personas está equivocada,
pero tampoco están
del todo en lo correcto.
Este pequeño y lindo humano es
mi Elliot de casi dos años.
Sí, bien.
Y en los últimos dos años,
esta niña me ha obligado
a repensar el mundo
y cómo participo en él.
Me identifico como transgénero y
como padre, eso me hace transparente.
(Risas)
(Aplausos)
(Aplausos)
(Aplausos)
Como pueden ver, tomé el tema
súper literal de este año,
(Risas)
como debería hacerlo
cualquier buen padre.
Más específicamente,
me identifico como de género no binario.
Y hay muchas maneras de
experimentar ser de género no binario,
pero para mí eso significa que realmente
no me identifico como hombre o mujer.
Me siento en el medio y, a veces
fuera de este género binario.
Y estar fuera de este género binario
significa que a veces me llaman
"Sra." y otras "Sr."
en el lapso de menos de una hora
cuando hago cosas cotidianas
como comprar.
Pero esto entre la frontera
es donde me siento más cómodo.
Este espacio donde puedo ser
tanto un señor como una señora
se siente más correcto y más auténtico.
Pero eso no significa que
estas interacciones no sean incómodas.
Créanme, la incomodidad puede
ir desde una pequeña molestia
sentirse físicamente inseguro
como en un bar en la universidad
cuando un gorila me sacó por el cuello
y me echó del baño de mujeres.
Pero para mí, la autenticidad
no significa "cómodo".
Significa administrar y negociar
la incomodidad de la vida cotidiana,
incluso en momentos en que no es seguro.
Y no fue hasta que mi experiencia
como persona trans
colisionó con mi nueva identidad
como padre
que entendí la profundidad
de mis vulnerabilidades
y cómo me impidían
ser mi ser más auténtico.
Para la mayoría de las personas,
lo que su hijo los llamará
no es algo a lo que
le dan mucha importancia
fuera de palabras
culturalmente específicas
o variaciones sobre un tema de género
como "mamá", "mami" o "papá", "papi".
Pero para mí,
lo que esta niña,
quién crecerá, será adolescente
y luego adulta en la vida real,
me llamara el resto de la vida,
era extremadamente
aterrador y emocionante.
Y pasé nueve meses luchando con
la realidad de que si me llamaba "mamá"
o algo así no se me haría
sentir bien en absoluto.
Y no importa cuántas veces
o versiones de "mamá" intenté,
siempre lo sentía forzado
y profundamente incómodo.
Sabía que ser llamado "mamá" o "mami"
sería más fácil de digerir
para la mayoría de las personas.
La idea de tener
dos madres no es súper nuevo,
especialmente donde vivimos
Así que probé otras palabras.
Y cuando elucubré con la palabra
"papá", me sentí mejor.
Mejor, pero no perfecto.
Se sentía como con zapatos
que me gustaban
pero debía ponérmelos y aconstumbrarme.
Y sabía que la idea de ser una persona
nacida mujer que la llamaban "papá"
iba a ser un camino más difícil
con momentos mucho más incómodos.
Pero, antes de darme cuenta,
había llegado el momento
y Elliot llegó gritando al mundo,
como la mayoría de los bebés,
y mi nueva identidad como padre comenzó.
Decidí convertirme en papá y nuestra
nueva familia se enfrentó al mundo.
Una de las cosas más comunes
cuando la gente se encuentra con nosotros
es que la gente se refiera
a mí como "mamá".
Y cuando lo hacen, hay varias formas
de interacción
y las dibujé este mapa
para ayudar a ilustrar mis opciones.
(Risas)
La opción 1 es ignorar la suposición
y permitir que la gente
siga refiriéndose a mí como "mamá"
que no es incómodo para la otra parte,
pero por lo general es
realmente incómodo para nosotros.
Y generalmente hace que restrinja
mi interacción con esas personas.
Opción 1.
La opción 2 es detenerlos y corregirlos
y decir algo como,
"En realidad, soy el padre de Elliot"
o "Elliot me llama 'papi'".
Y cuando hago esto, ocurren
una o dos de las siguientes cosas.
La gente lo toma con calma
y dice algo como "Oh, bien".
Y se sigue como si tal cosa.
O responden disculpándose profusamente
porque se sienten mal,
incómodos o culpables o extraños.
Pero más a menudo, lo que sucede
es que la gente se confunde mucho
y miran hacia arriba
con una mirada intensa como diciendo:
"¿Esto significa
que quieres hacer la transición?
¿Quieres ser un hombre?
O dicen cosas como,
"¿Cómo puede ser ella un padre?
Solo los hombres pueden ser padres".
La opción 1 es a menudo la ruta más fácil.
La opción 2 es siempre la más auténtica.
Y todos estos escenarios implican
un nivel de incomodidad,
incluso en el mejor de los casos
Y con el tiempo, mi capacidad
para navegar este complicado mapa
es más fácil.
Pero la incomodidad todavía está allí.
No me quedaré aquí y simularé
que domino esto,
pero nada más alejado de la realidad.
Y hay días en los que aún permito
que la opción 1 suceda
porque la opción 2 es
demasiado difícil o arriesgada.
No hay forma de estar seguro
de la reacción de nadie,
y quiero estar seguro de que
la gente tenga buenas intenciones,
que las personas son buenas.
Pero vivimos en un mundo donde
la opinión de alguien sobre mi existencia
se puede enfrentar
con serias amenazas para mí
o incluso la seguridad
emocional o física de mi familia.
Así que pondero los costos y los riesgos
y a veces la seguridad de mi familia
está primero que mi propia autenticidad.
Pero a pesar de este riesgo,
sé que a medida que Elliot crece también
en sus habilidades de conciencia y lengua,
si no corrijo a las personas,
ella lo hará.
No quiero proyectar mis miedos e
inseguridades sobre ella,
para amortiguar su espíritu o
hacerle cuestionar su propia voz.
Necesito modelar agencia,
autenticidad y vulnerabilidad,
y eso significa apoyarse
en esos momentos incómodos de ser "mamá"
y levantarse y decir: "No, soy un papá".
E incluso el padre bromeó
para demostrarlo".
(Risas)
Ya ha habido muchos momentos incómodos
e incluso algunos dolorosos.
Pero también ha habido,
en solo dos cortos años,
buenos y en ocasiones momentos
transformadores en mi viaje como papá
y mi camino hacia la autenticidad.
Cuando tuvimos la primera ecografía.
decidimos que queríamos
saber el sexo del bebé.
El técnico vio una vulva y
espetó las palabras "Es una niña"
nos dio una copia y nos envió a casa.
Compartimos la foto con nuestras familias
como todos lo hacen
y poco después, mi madre apareció
en nuestra casa con una bolsa llena,
no estoy exagerando,
así de alta, llena, rebosante
de ropas rosadas y juguetes.
Estaba un poco molesta de tener que
enfrentarme a muchas cosas rosadas,
y habiendo cursado Estudios de Género
y pasado innumerables horas
enseñando eso en talleres y aulas,
Pensé que estaba bastante versado
en la construcción social del género
y cómo el sexismo es
una devaluación de lo femenino
y cómo se manifiesta
explícita e implícitamente.
Pero esta situación, esta aversión
a una bolsa llena de cosas rosadas,
me obligó a explorar mi rechazo
de las cosas altamente feminizadas
en el mundo de mi retoño.
Me di cuenta de que
estaba reforzando el sexismo
y las normas culturales
que enseño como problemáticas.
No importa cuánto creía en
la neutralidad de género en teoría,
en la práctica, la ausencia de feminidad
no es neutralidad, es masculinidad.
Si solo visto a mi bebé
en verdes, azules y grises,
el mundo exterior no piensa:
"Oh, ese es un bebé lindo y neutral".
Ellos piensan:
"Oh, qué lindo muchacho".
Mi comprensión teórica sobre el género
y mi mundo de crianza colisionó.
Sí, quiero una diversidad de colores y
juguetes para que mi hija los experimente.
Quiero un entorno equilibrado
para que ella explore
y dar sentido a su propia manera de ser.
Incluso escogimos un nombre neutral
de género para nuestra hija.
Pero la neutralidad de género es
mucho más fácil como planteamiento teórico
que como práctica.
Y en mis intentos de
crear neutralidad de género,
estaba inadvertidamente privilegiando
la masculinidad sobre la feminidad.
Ahora, en lugar de atenuar o eliminar
la feminidad en nuestras vidas,
hacemos un esfuerzo concertado
para celebrarlo.
Tenemos rosas
entre la variedad de colores,
equilibramos los "lindos" y "bellos"
con los "valientes" e "inteligentes"
y hacemos un arduo trabajo para
no asociar ninguna palabra con el género.
Valoramos la feminidad y la masculinidad
además de ser muy críticos con eso.
Y nos esforzaremos más para no hacerla
sentir limitada por los roles de género.
Y hacemos todo esto con la esperanza
de modelar una relación sana y fuerte
con el género para nuestro hijo.
Este esfuerzo de desarrollar una relación
saludable con el género para Elliot
me hizo repensar y evaluar cómo permití
que el sexismo se manifestara
en mi propia identidad de género.
Empecé a reevaluar
cómo rechazaba la feminidad
para vivir a la altura de
una masculinidad no saludable
o algo que quería transmitir.
Hacer este autotrabajo significaba
que tenía que rechazar la opción 1.
No podía ignorar y seguir.
Tuve que elegir la opción 2.
Tuve que afrontar algunas
de mis partes más incómodas
para avanzar hacia mi ser más auténtico.
Y eso significaba que
tenía que ser auténtica
sobre la incomodidad
que tengo con mi cuerpo.
Es bastante común que las personas trans
se sientan incómodas en su cuerpo,
y esta incomodidad puede ser
desde algo tenue a molesto
pasando por todos los niveles en el medio.
Y entender mi cuerpo y a cómo
estar cómodo en él como persona trans
ha sido un viaje de toda la vida.
Siempre he luchado
con las partes de mi cuerpo
que pueden definirse como más femeninas:
mi pecho, mis caderas, mi voz.
Y he tomado la decisión
a veces difícil, a veces fácil
de no tomar hormonas o someterse
a cirugías para cambiarlo
para hacerme más masculino
según los estándares de la sociedad.
Y aunque no he superado
todos los sentimientos de insatisfacción,
me he dado cuenta de que
al no comprometerme con esa incomodidad
y llegar a un lugar positivo
y afirmativo con mi cuerpo,
reforzaba el sexismo, la transfobia y
modelando la vergüenza corporal.
Si odio mi cuerpo,
en particular, aquellas que la sociedad
considera femeninas,
puedo dañar potencialmente cómo
mi hija ve las posibilidades de su cuerpo
y sus partes femeninas.
Si odio o me siento
incómodo con mi cuerpo,
¿cómo puedo esperar
que mi hija ame el suyo?
Ahora sería más fácil para mí
elegir la opción 1:
para ignorar a mi hija cuando me pregunta
por mi cuerpo o para esconderlo de ella.
Pero tengo que elegir
la opción 2 todos los días.
Enfrentar mis propias suposiciones sobre
lo que debe ser el cuerpo de un padre.
Así que trabajo todos los días para
intentar estar más cómodo en este cuerpo
y en la forma como expreso la feminidad.
Así que hablo de eso más,
exploro las profundidades
de esta incomodidad
para encontrar un lenguaje
con el que me sienta cómodo.
Y esta incomodidad diaria me ayuda
a construir la agencia y la autenticidad
en cómo aparezco
en mi cuerpo y en mi género.
Trabajando para no limitarme a mí mismo.
Quiero mostrarle que
un papá puede tener caderas,
un papá no tiene que tener
un pecho perfectamente plano
o incluso puede tener vello facial.
Y cuando ella esté más desarrollada,
quiero hablar con ella
sobre mi viaje con mi cuerpo.
Quiero que vea
mi viaje hacia la autenticidad
incluso cuando eso significa mostrarle
las partes más desordenadas.
Tenemos un maravilloso pediatra
y tenemos una buena relación
con el doctor de nuestra hija.
Y, mientras el paciente mantiene
el mismo médico,
las enfermeras y enfermeros
cambian con frecuencia.
Y cuando Elliot nació,
la llevamos al pediatra
y conocimos a nuestra primera enfermera,
la llamaremos Sarah.
Muy al comienzo con Sarah,
le dijimos qué yo me iba a llamar "papá"
y mi compañera "mamá".
Sarah fue una de esas personas
que lo tomó con calma,
y nuestras visitas posteriores
fueron bastante relajadas.
Y un año después,
Sarah cambió de turno
y nos empezó a atender una nueva,
la llamaremos Becky.
No abordamos con ella
las conversaciones de papá
y en realidad no surgió hasta
que Sarah, nuestra primera enfermera,
entrara a saludarnos.
Sarah es cálida y burbujeante y nos
saluda a Elliot, a mi esposa y a mí
y al hablar con Elliot dijo algo así como,
"¿Tu papá tiene tu juguete?"
Por el rabillo del ojo,
pude ver a Becky balancearse en su silla
apuñalando a Sarah con la mirada.
Y cuando la conversación
pasó a nuestro pediatra,
vi que la interacción entre Sarah y Becky
continuaba más o menos así:
Becky, sacudiendo la cabeza "no"
y pronunciando la palabra "mamá".
Sarah, sacudiendo la cabeza "no"
y pronunciando la palabra "no, papá".
(Risas)
Torpe, ¿verdad?
Así esto iba y venía en silencio total
unas cuantas veces más
hasta que nos fuimos.
Esta interacción me ha marcado.
Sarah podría haber elegido la opción 1,
ignorar a Becky y dejar que ella
se refiriera a mí como mamá.
Habría sido más fácil para Sarah.
Podría haberme dado la opción
de decir no decir nada en absoluto.
Pero en ese momento,
ella eligió la opción 2.
Ella eligió enfrentar ciertas asunciones
y afirmar mi existencia.
Ella insistió en que una persona
que se ve y suena como yo
de hecho puede ser un padre
Y de una manera pequeña
pero significativa,
abogó por mí,
mi autenticidad y mi familia.
Desafortunadamente, vivimos
en un mundo que se niega a reconocer
a las personas trans y la diversidad
de las personas trans en general.
Y mi esperanza es que cuando
nos enfrentemos con la oportunidad
de defender a alguien,
todos hagamos como Sarah,
incluso cuando haya riesgo de implicarse.
Algunos días, el riesgo de ser un padre
género no binario, pesa mucho.
Y decidir ser padre ha sido
realmente difícil.
Y estoy seguro de que
continuará siendo difícil,
sin embargo, la experiencia
más gratificante de mi vida.
Pero a pesar de este desafío,
todos los días los siento 100 % valiosos.
Así que cada día afirmo
mi promesa a Elliot
y esa misma promesa para mí.
Amarla a ella y a mí mismo arduamente
con perdón y compasión,
con amor tenaz y con generosidad.
Para dar lugar al crecimiento,
para ir más allá de la comodidad
con la esperanza de alcanzar
y vivir una vida más significativa.
Lo sé en mi cabeza y en mi corazón
que hay días difíciles, dolorosos
e incómodos por delante.
Mi cabeza y mi corazón también saben
que todo esto nos conducirá
a una vida más rica y auténtica
a la que puedo mirar
en retrospectiva sin remordimientos.
Gracias.
(Aplausos)