Hay un estereotipo sobre los mercados
informales de África que los tilda
de caóticos y poco entusiastas.
Lo malo de escuchar la palabra "informal"
son las asociaciones creadas que tenemos,
muy negativas,
que han tenido consecuencias significativas
y pérdidas económicas,
que fácilmente agregan -o quitan-
40 a 60 % del margen de ganancia
de los mercados informales solamente.
Como parte de la tarea de trazar
el ecosistema informal de comercio
hemos hecho una revisión exhaustiva
de la literatura de los reportes
e investigaciones en el comercio
transfronterizo del este de África,
de los últimos 20 años.
Este fue un trabajo previo para entender
cuál era el problema,
que estaba deteniendo el comercio informal
en los sectores informales.
Lo que descubrimos
de estos últimos 20 años
es que nadie ha distinguido entre ilícito
-- que es una forma de contrabando
en el sector informal --
y legal, pero no registrado,
tales como tomates, naranjas, frutas.
Esta criminalización...
lo que en suajili se dice "biashara",
que es una forma de comercio,
versus el "magendo", que es contrabando,
esta criminalización del sector informal
en inglés, por no distinguir
entre estos tres aspectos,
puede costarle a cada economía africana
entre 60 a 80 % más
en la tasa de crecimiento anual
del Producto Interno Bruto
porque no reconocemos el motor
que mantiene la economía
en funcionamiento.
El sector informal está generando
cuatro veces más trabajos
que el sector formal tradicional
de la economía,
o economía "moderna",
como muchos la llaman.
Ofrece empleos y oportunidades
de generación de ingresos
a la mayoría de los "no tan hábiles"
en disciplinas convencionales.
Pero, ¿puedes hacer una máquina
de patatas con un auto viejo?
Por tanto, esto, señoras y señores,
es lo que debe reconocerse urgentemente.
En tanto sigamos suponiendo
que esto es un crimen,
que es oscuro,
que es ilegal,
no habrá intento alguno de integrar
el ecosistema de economía informal
al formal o al mundial.
Les voy a contar una historia de Teresia,
una comerciante que alteró
todo lo que nosotros suponíamos,
nos hizo cuestionar todos
los estereotipos que teníamos,
basados en 20 años de literatura revisada.
Teresia vende ropa debajo de un árbol
en una cuidad llamada Malaba,
en la frontera entre Uganda y Kenia
Pueden pensar que es muy simple, ¿verdad?
Colgaremos ropa nueva
en las ramas del árbol,
ponemos un piso, nos acomodamos,
esperamos a los clientes,
y ya lo tenemos.
Ella hizo todo lo que esperábamos
de acuerdo a la literatura,
a la investigación.
Ella era una madre soltera,
motivada a vender
y proveer para sus hijos.
Entonces ¿qué fue lo que alteró
nuestras suposiciones?
¿Qué nos sorprendió?
Primero, Teresia pagaba los cargos
de mercado del gobierno
de cada día de trabajo
por tener el privilegio de poner
su tienda debajo de su árbol.
Ella ha hecho esto durante siete años,
y ha recibido sus recibos.
Ella guarda sus registros.
Estamos viendo no un caso marginal,
de una mujer vulnerable sin privilegios
una comerciante africana
a un lado del camino; no.
Estamos viendo a alguien que mantiene
sus registros de ventas durante años;
alguien que tiene un completo ecosistema
de ventas que viene desde Uganda
a recoger su inventario;
alguien que tiene carros de mano
para traer su mercancía,
o el agente cobrador
que recolecta el dinero
al final de cada tarde.
¿Pueden imaginar cuánto paga Teresia,
en promedio,
cada mes por su inventario...
bolsas de ropa nueva
que consigue en Nairobi?
Mil quinientos dólares.
Eso son unos USD 20 000 invertidos
en comercio de bienes y servicios
cada año.
Ella es Teresia,
la invisible,
la escondida promedio.
Y ella es solo el primer eslabón
de pequeños empresarios,
micronegocios que pueden encontrarse
en estos pequeños mercados de pueblo.
Al menos en el extenso borde de Malaba,
ella es el primer eslabón.
La gente de más arriba
en la cadena de valor
está fácilmente moviendo
tres líneas de negocios,
invirtiendo USD 2500 a USD 3000
cada mes.
Entonces, el problema se torna
en que no es la criminalización;
no se puede criminalizar a alguien
a quien le estás dando recibos.
Es la falta de reconocimiento
de sus habilidades ocupacionales.
Los sistemas y estructuras de los bancos
no tienen medios para reconocerlos
como micronegocios
mucho menos el hecho de que, ya saben,
su árbol no tiene una dirección real.
Por tanto, ella está atrapada en el medio.
No cabe en nuestras casillas presupuestas.
¿Conocen estos micropréstamos para
mujeres comerciantes africanas?
Le prestan USD 50 o USD 100.
¿Qué puede hacer ella con eso?
Ella gasta 10 veces más
de esa cantidad cada mes
solo en inventario...
no estamos hablando de
los servicios adicionales
ni de soportar el ecosistema.
Esta gente no cabe
en los estereotipos normales
de los poco hábiles y los marginados,
ni en los de cuello blanco,
trabajadores asalariados de oficina
o en los servidores civiles
con una pensión
que son los que componen la clase media.
En cambio, lo que tenemos aquí
son las proto-pymes,
son las semillas fértiles
de los negocios y empresas
que mantienen a los motores
en funcionamiento.
Con eso llevan el pan a la mesa.
Aun aquí en este hotel, los invisibles
-- los meseros, los cocineros,
los fabricantes de velas --
hacen las máquinas que hacen sus patatas
y ellos tienden sus camas.
Estas son las invisibles mujeres de
negocios que comercian en las fronteras
al borde del camino,
y son invisibles a los
que recogen los datos.
Y son mezcladas con el gran sector informal
que no se molesta en distinguir entre
traficantes y evasores de impuestos
y aquellos que manejan negocios ilícitos
y las mujeres que comercian,
y llevan el pan a la mesa
y envían a sus hijos a la universidad.
Eso es lo que en verdad
estoy pidiendo aquí.
Es lo que debemos empezar a hacer.
¿Podemos empezar reconociendo
las habilidades, las ocupaciones?
Podemos transformar la economía informal
empezando por este reconocimiento
y, luego, diseñando las puertas
especiales para que ellos entren
o se integren al sistema formal,
al mundial,
al sistema entero.
Gracias, señoras y señores.
(Aplausos)