Era un día frío y soleado de marzo. Yo caminaba por la calle en Riga. Recuerdo que el invierno estaba llegando lentamente a su fin. Todavía había un poco de nieve por aquí y allá, pero el suelo ya estaba limpio y seco. Si han vivido en Riga, sabrán el alivio que traen los primeros signos de la primavera, y ya no tener que hacerse paso a través de la mezcla fangosa de nieve y barro en las calles. Así que ahí estaba disfrutando mi paseo, cuando de repente noté un estarcido en el suelo frente a mí, un graffiti: letras blancas pintadas en los ladrillos grises y oscuros. Decía: "¿Dónde está tu responsabilidad?" La pregunta me hizo parar en seco. Mientras estoy parada ahí considerando su significado, Me doy cuenta que estoy fuera del Dpto. Municipal de Bienestar Social. Así que parece que el autor de este graffiti, quien sea que fuera, está preguntando esto a la gente que viene a solicitar asistencia social. Ese invierno estuve investigando las secuelas de la crisis financiera en Letonia. Cuando la crisis financiera global estalló en 2008, afecto a Letonia demasiado. ya que era una economía pequeña y abierta. Para equilibrar las cuentas, el gobierno de Letonia eligió una estrategia de devaluación interna. Eso significó reducir el gasto público de forma drástica, recortando los salarios de los trabajadores del sector público, disminuyendo la función pública, recortando préstamos por desempleo y otras asistencias sociales, aumentando los impuestos. Mi madre había trabajado de profesora de historia toda la vida. Para ella, la austeridad significó que su salario se recortara en un 30 % repentinamente. Y había muchos en una situación como la de ella o peor. Los costos de la crisis recayeron sobre los hombros del ciudadano letón común. Como resultado de la crisis y la austeridad, le economía de Letonia mermó un 25 % en un periodo de dos años. Solo Grecia sufrió una recesión económica de una escala comparable. Pero, mientras los griegos estaban en las calles durante meses, organizando protestas continuas y a menudo violentas en Atenas, todo estaba tranquilo en Riga. Los economistas destacados peleaban en las columnas del "New York Times" sobre este extremo y curioso experimento de Letonia de este régimen de austeridad, y miraban con incredulidad como la sociedad Letona lo estaba tolerando. Yo estudiaba en Londres en ese momento, y recuerdo el movimiento Ocuppy allí y como se estaba propagando de ciudad en ciudad, de Madrid a Nueva York a Londres, el 99 % contra el 1%. Ya conocen la historia. Pero cuando llegué a Riga, no habían ecos del Ocuppy ahí. Los letones simplemente lo toleraban. Se "tragaban el sapo", como dice el dicho local. Para mi investigación doctoral, quería estudiar cómo la relación entre Estado y ciudadano cambió en Letonia en la época postsoviética, y elegí la oficina de desempleo como mi sitio de investigación. Cuando llegué en ese otoño de 2011, me di cuenta: "Estoy presenciando de cerca cómo se desarrollan los efectos de las crisis, y cómo aquellos afectados de peor manera, las personas que perdieron su trabajo, reaccionan ante esto". Así que empecé a entrevistar a gente que conocí en la oficina de desempleo. Todos eran solicitantes de trabajo y esperaban un poco de ayuda del Estado. Pero, como pronto descubriría, esta ayuda era de un tipo particular. Había un poco de beneficio en efectivo, pero mayormente la asistencia estatal venía en forma de programas sociales, y uno de los programas más relevantes se llamaba: "Actividades para aumentar la competitividad". Era, en esencia, una serie de seminarios que a todos los desempleados se les recomendaba asistir. Así que empecé a ir junto a ellos a estos seminarios. Y varias paradojas me sorprendieron. Así que, imagínense: la crisis todavía está en curso, la economía de Letonia se está contrayendo casi nadie contrata, y aquí estamos, en esa pequeña aula iluminada, un grupo de 15 personas, haciendo listas de nuestras fortalezas y debilidades, nuestros demonios internos que según nos dicen están impidiendo que seamos más exitosos en el mercado laboral. Mientras que el banco local más grande está siendo rescatado y los costos de este rescate recaen en los hombros de la población, estamos sentados en un círculo aprendiendo a respirar profundamente cuando nos sentimos estresados. (Respira profundamente) Mientras que los préstamos hipotecarios son embargados y miles de personas están emigrando, nos dicen que soñemos en grande y que sigamos nuestros sueños. Como socióloga, sé que las política sociales son una forma importante de comunicación entre el Estado y el ciudadano. El mensaje de este programa era, en palabras de uno de los instructores: "Simplemente hazlo". Ella citaba, obviamente, a Nike. Simbólicamente, el Estado enviaba un mensaje a los desempleados: tienen que ser más activos, tienen que trabajar más duro, tienen que trabajar en sí mismos, tienen que superar sus demonios internos, tienen que estar más seguros de sí mismos pues, de alguna forma, no tener trabajo era su propio fracaso personal. El sufrimiento de la crisis se trataba como una experiencia individual de estrés que debe controlarse en el propio cuerpo mediante la respiración profunda y consciente. Este tipo de programas sociales que enfatizan la responsabilidad individual se han vuelto cada vez más comunes en todo el mundo. Son parte del auge de lo que el sociólogo Loic Wacquant denomina el "Estado centauro neoliberal". El centauro, como podrán recordar, es una criatura mítica de la cultura griega antigua, mitad humano, mitad bestia. Tiene la parte superior de un humano y la parte inferior de un caballo. Así que el Estado centauro es un Estado que le muestra su cara humana a esos en la cima de la escalera social mientras que aquellos en el fondo son aplastados, pisoteados. Así la gente con mayores ingresos y los grandes negocios pueden disfrutar de los recortes fiscales, y otras políticas de apoyo, mientras que los desempleados, los pobres tienen que probar que son merecedores de la ayuda del Estado, son disciplinados moralmente, son estigmatizados como irresponsables, pasivos o perezosos o a menudo criminalizados. En Letonia, hemos tenido un modelo de Estado centauro tan firme desde los años 90. Tomen, por ej., el impuesto a la renta fija que tuvimos hasta este año que ha beneficiado a los más altos ingresos, mientras que un cuarto de la población sigue viviendo en la pobreza. Y la crisis y la austeridad han empeorado este tipo de desigualdades sociales. Así que mientras el capital de los bancos y los ricos ha sido protegido, los que perdieron más aprendieron lecciones de responsabilidad individual. Mientras hablaba con las personas que conocí en los seminarios, esperaba que estuvieran enojados. Esperaba que ellos se resistan a estas lecciones de responsabilidad individual. Ya que, la crisis no era su culpa, pero aún así soportaban la carga. Pero cuando la gente compartía sus historias conmigo, me sorprendía una y otra vez por el poder de la idea de la responsabilidad. Una de las personas que conocí se llamaba Žanete. Había trabajado durante 23 años, enseñando costura y otras artesanías, en la escuela vocacional de Riga. Y ahora la crisis llega, y la escuela se cierra como parte de las medidas de austeridad. La reestructuración del sistema educativo era una forma de ahorrar dinero público. Y 10 000 profesores en el país pierden su trabajo, Y Žanete es una de ellos. Y sé por lo que me ha contado, que perder su trabajo la dejó en una situación desesperada; está divorciada, es la única proveedora para sus dos hijos adolescentes. Y aún así, mientras hablamos, me dice que la crisis es en realidad una oportunidad. Me dice: "Voy a cumplir 50 este año. Supongo que la vida me dio la oportunidad de mirar a mi alrededor, de detenerme, porque todos estos años, he trabajado sin parar, no tuve tiempo para descansar. Y ahora me detuve, y me dieron la oportunidad de mirar todo y decidir qué es lo que quiero y qué es lo que no quiero. Todo este tiempo, coser, coser, algún tipo de cansancio". Así que Žanete es despedida luego de 23 años. Pero no piensa en protestar. No habla del 99 % contra el 1 %. Se analiza a sí misma. Y pensaba pragmáticamente en iniciar un pequeño negocio desde su dormitorio haciendo pequeñas muñecas de recuerdo para vender a turistas. También conocí a Aivars en la oficina de desempleo. Aivars tenía unos 40 años, perdió un trabajo en la agencia gubernamental que supervisaba la construcción vial. A una de nuestras reuniones, Aivar trae un libro que estaba leyendo. El título, "Vacunación contra el estrés, o Aikido psicoenergético". Algunos deben saber que el aikido es un tipo de arte marcial, así que, aikido psicoenergético. Y Aivars me dice que después de varios meses de leer y pensar y reflexionar mientras no tenía trabajo, ha entendido que sus dificultades actuales son realmente culpa suya. Me dice: "Las creé yo mismo. Estaba en un estado psicológico que no era bueno para mí. Si una persona tiene miedo de perder su dinero, su trabajo, empiezan a estar más estresados, más agitados, más asustados. Eso es lo que consiguen". Cuando le pido que me explique, compara sus pensamientos a caballos salvajes y dice: "Tienes que ser el pastor de tus pensamientos. Para ordenar las cosas en el mundo material, tienes que ser el pastor de tus pensamientos, porque es mediante tus pensamientos que todo lo demás se ordena". Últimamente, he comprendido claramente que el mundo a mi alrededor, lo que me sucede, la gente que entra en mi vida... todo depende directamente de mí". Así que mientras Latonia pasa por este extremo experimento económico, Aivars dice que es su forma de pensar lo que debe cambiar. Se culpa a sí mismo por lo que le pasa en ese momento. Así que asumir la responsabilidad es algo bueno, ¿no? Es especialmente significativo y moralmente cargado en una sociedad postsoviética, donde la dependencia en el Estado es vista como una herencia desafortunada del pasado soviético. Pero cuando escucho a Žanete y Aivars y a otros, también pensé en lo cruel que es esta pregunta: "¿Dónde está tu responsabilidad?" y que castigadora. Porque funcionaba como una forma de culpar y pacificar a las personas a quienes más afectó la crisis. Mientras los griegos estaban en las calles, los letones se tragaban el sapo, y decenas de miles emigraban, lo cual es otra forma de asumir la responsabilidad. Así que el lenguaje de la responsabilidad individual se ha convertido en una forma de negación colectiva. Mientras que tengamos políticas sociales que traten el desempleo como un fracaso individual pero no tenemos fondos para programas que den habilidades reales a la gente o creen lugares de trabajo, estamos ciegos ante la responsabilidad de los responsables políticos. Mientras que estigmaticemos a los pobres como pasivos o perezosos pero no les demos medios reales para salir de la pobreza además que emigrar, estamos negando las verdaderas causas de la pobreza, Y mientras tanto, todos sufrimos, porque los científicos sociales han demostrado con datos estadísticos que hay más personas con problemas de salud mental y física en sociedades con niveles más altos de desigualdad económica. Así que la desigualdad social es mala no sólo para aquellos con menos recursos sino para todos, porque vivir en una sociedad con grandes desigualdades significa vivir en una sociedad con baja confianza social y alta ansiedad. Así que aquí estamos. Todos estamos leyendo libros de autoayuda, intentamos "hackear" nuestros hábitos, intentamos reconfigurar nuestros cerebros, meditamos. Y por supuesto, esto ayuda, en cierto modo. Los libros de autoayuda nos ayudan a sentirnos más alegres. La meditación nos puede ayudar a sentirnos más conectados a otros espiritualmente. Lo que creo que necesitamos es la misma cantidad de consciencia de lo que nos conecta socialmente, porque la desigualdad social nos lastima a todos. Así que necesitamos políticas sociales más compasivas que estén menos dirigidas a la educación moral y más a la promoción de justicia social y la igualdad. Gracias. (Aplausos)