.
- ¡Maestro!
¡Maestro!
Tengo... Son...
Son muy malas noticias.
- Ay Shifu...
Sólo hay noticias, no son buenas o malas.
- Maestro, su visión. Su visión fue correcta.
Tai Lung ha escapado de prisión, ¡viene en camino!
- Esas son malas noticias...
Si no crees que el Guerrero Dragón puede vencerlo.
- ¿El panda?
Maestro, ese panda no es el Guerrero Dragón, ¡no debería estar aquí!
¡Fue un accidente!
- Los accidentes no existen.
- Sí, ya lo sé. Ya me lo había dicho.
Dos veces.
- Bueno, eso tampoco fue un accidente.
- Tres.
- Mi viejo amigo, el panda jamás cumplirá con su destino ni tú con el tuyo...
Hasta que olvides la ilusión del control.
- ¿Ilusión?
- Sí...
Mira este árbol Shifu. No puedo hacer que florezca cuando me place,
ni hacer que dé frutos antes de temporada.
- ¡Pero hay cosas que podemos controlar!
Controlo cuando caerá la fruta.
¡Y controlo...!
¡Donde plantar la semilla!
¡Esa no es una ilusión, maestro!
- Sí... Pero no importa lo que hagas,
esa semilla se convertirá en un durazno.
Podrás desear un manzano o un naranjo pero tendrás un durazno.
- ¡Pero un durazno no puede vencer a Tai Lung!
- Tal vez sí puede, si tú estás dispuesto a guiarlo, a nutrirlo, a creer en él.
- ¿Pero cómo? ¡¿Cómo?!
Necesito su ayuda maestro.
- No... Sólo necesitas creer.
Prométemelo Shifu...
Prométeme que vas a creer.
- Lo... Lo... Intentaré.
- Bien...
Mi momento ha llegado.
Debes continuar tu viaje sin mí.
- (Tartamudeo indescriptible)
- ¡Maestro!
No puede dejarme.
- Debes creer...
- ¡Maestro!