Querida abuelita, sé que no he estado en casa por un tiempo. Estás en nuestra hermosa casa en México, y yo estoy aquí en EE.UU. peleando por nuestro futuro. Probablemente está regando las rosas, cuidando los duraznos y asegurándote que tus tortugas están bien alimentadas. Esa es una de las cosas que más extraño de casa, pasar tiempo con las flores mientras me cuenta historias sobre su infancia. Como sabes, vivimos en Nueva York desde 2015. Pero la vida ha cambiado por completo durante el último año. Primero, Nueva York era sobre museos y parques y la escuela y amigos. Ahora sirve como una red que me conecta con todas las demás personas que se están organizando para salvar el planeta. ¿Sabes cómo empezó para mí? Fue papá y su sabiduría. Todo lo que le enseñaste, fue y se lo enseñó al mundo. Todas sus palabras sobre la responsabilidad que tenemos como seres humanos de vivir en equilibrio con la naturaleza me fueron transmitidas. Noté la desconexión universal de nuestro planeta y recordé lo que una vez me dijiste: "Deja todo mejor de lo que lo encontraste". Sé que hablabas de los platos, pero por supuesto, eso aplica para el planeta también. Al principio, no sabía que hacer. El mundo es tan grande, y tiene tantos malos hábitos. No sabía como se suponía alguien de 15 años podía cambiar algo, pero tenía que intentarlo. Para poner esta filosofía en práctica, me uní al club ambiental en mi escuela secundaria. Sin embargo, me di cuenta de que mis compañeros hablaban de reciclar y mirar películas sobre el océano. Era una visión del ambientalismo que estaba tan orientada hacia una forma ineficaz de activismo climático, una que culpa al consumidor por la crisis climática y predica que las temperaturas están subiendo porque nos olvidamos de traer una bolsa reutilizable para la tienda. Me enseñaste que cuidar de la madre Tierra se trata de cada decisión que tomamos como colectivo. Me alegra decirte, abuelita, que cambié la opinión de todos en ese club. En vez de hablar sobre reciclar, empezamos a escribir cartas a nuestros políticos para que prohíban por completo el plástico blando. Y entonces, lo inesperado pasó: empezamos a protestar en la escuela. Probablemente lo viste en las noticias, y quizás ya no es tan especial. Pero en ese momento, fue un gran logro, abuelita. Imagina que los niños no van a la escuela porque quieren que la gente salve el mundo. (Video) Otro mundo es posible. ¡Somos imparables! Xiye Bastida: Para la primera huelga mundial por el cambio climático, convocada por Greta Thunberg, conseguí que 600 de mis compañeros marcharan conmigo. Greta Thunberg es la primera adolescente que comenzó a protestar por el clima. Su atrevimiento me inspiró y me sorprendió darme cuenta de que los jóvenes pueden convertir la opinión pública en temas sociales. El movimiento estalló. (Video) Multitud: ¡Ciérrenlas! XB: Y me convertí en una de las principales organizadoras de Nueva York, EE.UU. y el mundo. (Video) XB: ¿Qué queremos? Multitud: ¡Justicia climática! XB: Empecé a hablar sobre justicia climática, derechos indígenas y la cooperación internacional. Aunque, ese solo fue el comienzo. La semana más ocupada de mi vida siempre será la semana del 20 de septiembre del 2019. Mis amigos y yo conseguimos que 300 000 protestaran por el clima en Nueva York. Ojalá hubieras estado allí. Caminamos por Wall Street, exigiendo justicia climática. (Video) Multitud: ¡No más carbón, no más petróleo! XB: Ese mismo mes, fui a la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas. Hablé en un panel con Al Gore. Conocí a Jay Inslee, Naomi Klein y a Bill McKibben y al presidente de Naciones Unidas. Fue la semana más asombrosa de mi vida, porque todos los que conocía se reunieron: todos mis maestros, todos mis compañeros de clase... Incluso algunas de mis tiendas favoritas cerraron por la huelga por el clima. Si me hubieras preguntado por qué hice todo eso, mi única respuesta fue: "¿Cómo no iba a hacerlo?" Ha pasado un año desde que todo empezó para mí, y es un poco agotador a veces. Pero si hay una cosa que me enseñaste, es resiliencia. Recuerdo que fuiste a Ciudad de México todos los días durante 30 años para conseguir dinero para la familia. Y se que el abuelito lleva saliendo ya 20 años para proteger la tierra sagrada de las grandes empresas que quieren tomarla. Un año no es nada comparado con las luchas que nuestra familia ha pasado. Y si nuestras batallas hacen el mundo un mejor lugar, nos harán mejores personas. Han habido algunas dificultades, abuelita. Allá afuera en el mundo, la gente espera que los niños lo sepamos todo, o al menos quieren que lo hagamos. Ellos hacen preguntas y yo respondo, como si realmente supiera cómo funciona el mundo. Quieren esperanza y se la damos. He organizado, escrito, hablado y leído sobre clima y políticas casi todos los días durante el año pasado. Y estoy un poco preocupada de no ser capaz de hacer suficiente, abuelita. Para mí, tener 18 años y tratar de salvar el mundo significa ser una activista climática. Quizás, antes significaba estudiar para ser médica o política o un investigadora. Pero no puedo esperar a crecer y convertirme en una de esas cosas. El planeta está sufriendo, y ya no tenemos el lujo del tiempo. Salvar el mundo en la adolescencia significa ser bueno con las palabras, entendiendo la ciencia detrás de las crisis climática, aportando una perspectiva única al tema para destacar y olvidarse de casi todo lo demás. Pero a veces, quiero preocuparme de otras cosas de nuevo. Quiero poder cantar y bailar y hacer gimnasia. Realmente siento que si todos cuidamos de la Tierra como una práctica, como una cultura, ninguno de nosotros tendría que ser activista climático a tiempo completo. Cuando las empresas se vuelven sostenibles, cuando la red eléctrica usa energía renovable, cuando el currículo escolar nos enseña que cuidar de la Tierra es parte de nuestra humanidad, quizás pueda hacer gimnasia una vez más. ¿No lo crees, abuelita? Podemos hacer esto. Todo lo que intento hacer con mi trabajo es dar esa mentalidad optimista a otras personas. Pero ha sido un poco difícil. Hay codicia, hay orgullo, hay dinero, y hay materialismo. La gente me facilita mucho hablar con ellos, pero me dificultan mucho enseñarles. Quiero que tengan la confianza para hacer siempre lo mejor que puedan. Quiero que tengan el corazón y el coraje para amar al mundo, tal como me enseñaste. Escribí esta carta para agradecerte. Gracias por invitarme a amar el mundo desde que nací. Gracias por reírte de todo. Gracias por enseñarme que la esperanza y el optimismo son las herramientas más poderosas que tenemos para abordar cualquier problema. Hago este trabajo porque me mostraste que la resiliencia, el amor y conocimiento son suficientes para hacer una diferencia. Quiero volver a México y visitarte. Quiero mostrarte las fotos de las cosas que he hecho. Quiero mostrarte la legislación climática que hemos podido aprobar. Quiero oler las flores y luchar por la justicia climática a tu lado. Te quiero mucho. Te amo. Xiye. [Te quiero mucho. Xiye.]