Mientras los deleita con osadas anécdotas de su juventud, puede ser difícil de creer que su abuela fue en su día trapecista. La espalda maltrecha, el dolor de codo y de rodillas que crujen en los ancianos son algo más que simplemente "la vejez". De hecho, la causa de esta rigidez afecta también a muchos jóvenes. La culpa es de la artritis: enfermedad que causa inflamación y dolor en las articulaciones a unas 90 millones de personas solo en EE. UU. Pero ¿las articulaciones rígidas y ruidosas son algo inevitable? ¿Qué hace que la artritis sea tan común y por qué no hemos encontrado una cura para esta enfermedad tan extendida? El primer obstáculo es que la artritis es en realidad un abanico de más de 100 enfermedades articulares distintas. Todas ellas comparten los síntomas de dolor e inflamación articular, pero su origen y gravedad varían considerablemente. Incluso el tipo más común, la osteoartritis es más difícil de prevenir de lo que parece. Existe la creencia errónea de que la artritis es solo cosa de la vejez. Los orígenes de la osteartritis pueden vincularse con la juventud de paciente, con cualquier lesión articular aparentemente normal. Tras el impacto, las células inmunitarias acuden a limpiar y reparar la zona dañada y empiezan a secretar enzimas, incluyendo metaloproteinasas de matriz y agrecanos. Estas enzimas limpian el tejido dañado y contribuyen a la inflamación. Aunque la rápida inflamación protege la articulación durante la recuperación, un tejido mal sanado puede provocar que esas células prolonguen su estancia. El flujo continuo de enzimas empieza a erosionar el cartílago debilitando la articulación, lo que puede causar artritis más adelante. No todas las formas de artritis se deben a una vieja lesión deportiva. Por ejemplo, la artritis reumatoide, que afecta a 1.3 millones de adultos en EE. UU. Esta enfermedad es en realidad una enfermedad autoinmune en la que los anticuerpos atacan proteínas generadas localmente, algunas de ellas secretadas por células cartilaginosas. Todavía no sabemos qué causa esta conducta, pero como resultado el cuerpo trata el tejido articular como invasión externa. Las células inmunitarias se filtran en la articulación aunque no haya daños. Esta respuesta produce inflamación crónica que destruye hueso y cartílago. Otra enfermedad, la espondiloartritis, muestra similitudes con las dos que ya hemos comentado. Los pacientes sufren una inflamación continua de las articulaciones y en lugares donde ligamentos y tendones se unen a los huesos, incluso sin una lesión previa. Esto produce el flujo de enzimas y la erosión vista en la osteoartritis, pero es causada por otras proteínas inflamatorias llamadas citocinas. Dado que las enzimas se comen el cartílago, el cuerpo intenta estabilizar las articulaciones menores fusionándolas. Este proceso provoca un sobrecrecimiento conocido como osteofito que causa rigidez extrema y dolor articular. Con tantos factores causantes de la artritis, los tratamientos actuales se diseñan para tratar los síntomas específicos mas no la causa subyacente. Van desde tratamientos con la prometedora técnica MACI, que cultiva células de pequeños fragmentos de cartílago para generar nuevos tejidos, hasta una técnica llamada microfractura, en la que los cirujanos crean pequeños agujeros óseos que permiten a las células madre de médula ósea salir y crear nuevos cartílagos. Como último recurso, los pacientes con cartílago dañado pueden recibir un reemplazo articular completo. Además de estas medidas drásticas, los desencadenantes subyacientes de la artritis autoinmune todavía suponen un reto singular para su tratamiento. Los científicos desarrollan terapias que bloquean el factor de necrosis tumoral alfa, una de las proteínas causantes de la inflamación en la artritis reumatoide. Pero esta estrategia solo trata los síntomas de la enfermedad, no la causa. Mientras tanto, la mejor defensa contra la artritis es nuestro estilo de vida: mantener un peso saludable para aliviar la presión en las articulaciones, hacer ejercicios de bajo impacto como el yoga o el ciclismo y evitar fumar. Estas conductas antiartritis pueden ayudarnos a vivir más, mientras seguimos investigando curas y tratamientos para el amplio abanico de enfermedades reumáticas.