¿Cómo se ve una madre trabajadora? Si buscan en Internet, les dirán esto. Aunque, en realidad, sea esto lo que sale si trabajas en la computadora con un bebé encima. (Risas) Pero no, ésta es una madre trabajadora. Notarán una temática en las fotos. Verán muchas fotos así. La temática es esa asombrosa luminosidad natural que, como sabemos, es sello distintivo de todo trabajo en Estados Unidos. Hay miles de imágenes como éstas. Sólo escriban "madre trabajadora" en cualquier buscador de imágenes o sitio de fotos. Están por toda Internet, encabezan publicaciones de blog y noticias, y me obsesioné tanto con ellas y la mentira que nos dicen, y cómo nos reconfortan, que cuando se habla de la nueva maternidad laboral de EEUU, está todo bien. Pero no está bien. Como país, anualmente enviamos millones de mujeres de vuelta al trabajo De forma increíble y hasta horriblemente inmediata tras dar a luz. Es un problema moral, pero hoy también les diré por qué es un problema económico. Me enojé y obsesioné tanto con lo irreal de estas imágenes, que no se parecen en nada a mi vida, que hace poco empecé a tomar fotos y crear una serie de fotoparodias que espero el mundo empiece a usar, sólo para mostrar la realidad incómoda de volver al trabajo cuando la fuente de alimento de tu bebé está pegada a tu cuerpo. Les muestro sólo dos de ellas. (Risas) Nada mejor para conseguir un ascenso que una mancha de leche materna en el vestido durante una presentación. Notarán que no hay un bebé en esta foto, porque no funciona así, no para la mayoría de las madres trabajadoras. ¿Sabían que, y esto les amargará el día, cuando tiran la cadena del baño, el contenido se hace aerosol y permanece en el aire durante horas? Y sin embargo, para muchas nuevas madres trabajadoras, es el único lugar que encuentran en el día donde sacar alimento para sus recién nacidos. He mostrado estas cosas, muchas de ellas, al mundo. Quería establecer un punto. No sabía que lo que hacía, además, era abrir una puerta, porque ahora, desconocidas de todas las condiciones me escriben constantemente sólo para contarme su experiencia de volver al trabajo a días o semanas de tener un bebé. Hoy voy a compartir diez de sus historias con ustedes. Son totalmente reales, algunas muy crudas, y ni una de ellas se parece en nada a esto. Aquí va la primera. "Era miembro en servicio activo de una prisión federal. Volví al cumplirse las ocho semanas máximas permitidas tras la cesárea. Un compañero que estaba molesto porque me fui 'de vacaciones' me abrió a propósito la puerta cuando me sacaba leche y se quedó parado en el umbral con los reclusos en el pasillo". Muchas de las historias que envían estas desconocidas ni siquiera son sobre la lactancia. Una mujer me escribió para contar: "Di a luz a gemelos y volví al trabajo después de siete semanas no pagas. Emocionalmente, estaba destrozada. Físicamente, tuve una fuerte hemorragia durante el parto y grandes desgarros, por lo que apenas podía levantarme, sentarme o caminar. Mi empleador no me dejó usar mis días de vacaciones disponibles porque era temporada de presupuesto". Llegué a pensar que no podemos detenernos a analizar estas cosas porque estaríamos horrorizados, y si nos horrorizamos, tenemos que hacer algo al respecto. Entonces elegimos mirar y creer en esta imagen. En realidad, no sé qué tiene esta foto, porque me parece extraña y un poco escalofriante. (Risas) ¿Qué está haciendo? Pero sé lo que nos dice. Nos dice que todo está bien. Esta madre trabajadora, todas ellas y sus bebés, están bien. Aquí no hay nada que ver. Y a fin de cuentas, las mujeres eligieron, así que ni siquiera es problema nuestro. Quiero dividir esto de la elección en dos partes. La primera elección dice que las mujeres eligieron trabajar. Y no es cierto. Hoy en EEUU, las mujeres son el 47 por ciento de la fuerza laboral, y en 40 por ciento de los hogares, la mujer es el único o principal sostén. Nuestro trabajo es una gran parte del motor de la economía, y es esencial para nuestras familias. A escala nacional, nuestro empleo no es optativo. La elección dos dice que las mujeres eligen tener hijos, y deberían cargar solas con las consecuencias de su decisión. Es una de esas cosas que, cuando escuchas al paso, suenan razonables. Yo no te hice tener un bebé. Y, definitivamente, no estuve ahí cuando pasó. Pero esa postura ignora una verdad fundamental: que nuestra procreación a escala nacional no es optativa. Los bebés que tienen hoy las mujeres, muchas de ellas trabajadoras, un día serán nuestra fuerza de trabajo, protegerán nuestras costas, conformarán nuestra base tributaria. Nuestra procreación a escala nacional no es optativa. No son elecciones. Necesitamos mujeres que trabajen. Y necesitamos que tengan hijos. Y deberíamos lograr que hacer ambas cosas a la vez sea al menos agradable, ¿no? Bueno, ahora el examen sorpresa: ¿Qué porcentaje de las trabajadoras de Estados Unidos creen ustedes que no acceden a licencias de maternidad pagas? 88 por ciento. 88 por ciento de las empleadas no tienen un minuto de licencia paga cuando tienen un bebé. Ahora piensen en licencias no pagas. Existen en Estados Unidos. Les dicen FMLA. No funciona. Por cómo está estructurada, y con todas las excepciones, la mitad de las nuevas madres no son elegibles. Y esto se ve así: "Nuestro hijo es adoptado. Cuando me llamaron, el día que nació, tuve que salir del trabajo. No tenía tanta antigüedad para calificar para FMLA, así que no era elegible para la licencia no paga. Por haber tomado tiempo para conocer a mi hijo recién nacido, me quedé sin trabajo". Estas fotos de archivo corporativas ocultan otra realidad, otra faceta. De las que tienen acceso sólo a esa licencia no paga, la mayoría no puede darse el lujo de aprovecharla. Una enfermera contó: "No califiqué para incapacidad a corto plazo porque mi embarazo se consideraba una condición preexistente. Agotamos nuestro crédito fiscal y la mitad de los ahorros en mis seis semanas de licencia no paga. No pudimos costear más tiempo. Físicamente, fue difícil; emocionalmente, fue peor. Durante meses sufrí por estar lejos de mi hijo". Y es que la decisión de volver tan pronto al trabajo es una decisión racional económica en base a las finanzas familiares, pero casi siempre es físicamente terrible pues traer a un ser humano al mundo es complicado. Una camarera me contó: "Con mi primer bebé, volví al trabajo cinco semanas después del parto. Con el segundo, tuve una cirugía mayor después de dar a luz, así que esperé seis semanas para volver. Tuve desgarros de tercer grado". 23 por ciento de las nuevas madres trabajadoras de Estados Unidos vuelven al trabajo a dos semanas de dar a luz. "Trabajé de camarera y cocinera 75 horas semanales estando embarazada. Tuve que volver al trabajo Antes del mes de mi bebé y trabajaba 60 horas semanales. Una de mis compañeras sólo pudo tomarse diez días con su bebé". Desde luego, no es sólo una situación con consecuencias económicas y físicas. Un nacimiento es, y siempre será, un acontecimiento psicológico enorme. Una maestra me contó: "Volví al trabajo a ocho semanas de nacer mi hijo. Ya sufría de ansiedad, pero los ataques de pánico que tuve antes de volver eran insoportables". Estadísticamente hablando, cuanto más corta es la licencia después del parto, mayor es la probabilidad de sufrir trastornos anímicos posparto como depresión y ansiedad, y entre las muchas consecuencias posibles de estos trastornos, el suicidio es la segunda causa más común de muerte de las mujeres en el primer año posparto. Presten atención a esta historia. Nunca conocí a esta mujer, pero me resulta muy dura. "Siento demasiado dolor y rabia por haber perdido un momento esencial, irremplazable y formativo con mi hijo. El trabajo de parto y el parto me destrozaron totalmente. Durante meses, sólo recordaba los gritos: ‘Cólicos’, decían. Por dentro, me ahogaba. Todas las mañanas me preguntaba cuánto más podría seguir. Me permitieron traer a mi hijo al trabajo. Cerraba la puerta de la oficina mientras lo mecía y calmaba, y rogaba que dejara de chillar para no tener problemas. Me escondí tras la puerta de la oficina todos los días y lloraba mientras él gritaba. Lloraba en el baño mientras lavaba la bomba de leche. Todos los días lloraba a la ida y vuelta del trabajo. Le prometí a mi jefe que el trabajo no terminado en el día lo haría en casa a la noche. Y pensé: algo debo tener mal si no puedo manejar esto". Así que ésas son las madres. ¿Y los bebés? Como país, ¿nos preocupamos por los millones de bebés nacidos cada año de las madres trabajadoras? Yo digo que no. No hasta la edad de trabajar, pagar impuestos y dar servicio militar. Les decimos 'nos vemos en 18 años', y llegar allí es cosa suya. Una razón por las que sé esto es que los bebés cuyas madres están 12 o más semanas con ellos tienen más probabilidad de vacunarse y tener controles en el primer año, por eso están más protegidos ante enfermedades fatales o incapacitantes. Pero esas cosas se esconden detrás de imágenes como ésta. Estados Unidos da este mensaje a las madres que trabajan y a sus hijos. Cualquier tiempo que tengan juntos deberían agradecerlo; Y son una molestia para la economía y sus empleadores. Ese discurso de la gratitud se nota en muchas historias que oigo. Una mujer me dijo: "Volví a las ocho semanas de la cesárea porque mi esposo estaba sin trabajo. Sin mí, mi hija tuvo retraso en el desarrollo. No tomaba el biberón, empezó a perder peso. Gracias a Dios, mi gerente fue muy comprensivo. Dejó que mi mamá trajera a la bebé, que estaba con oxígeno y monitor, cuatro veces en la jornada para poder amamantarla". Existe un pequeño grupo de países en todo el mundo que no tienen régimen nacional de licencia paga para las nuevas madres. ¿Quieren adivinar cuáles son? Los primeros ocho suman una población total de ocho millones. Son Papúa Nueva Guinea, Surinam, y las pequeñas naciones isleñas de Micronesia, Islas Marshall, Nauru, Niue, Palau y Tonga. El noveno es Estados Unidos de América, con 320 millones de habitantes. Ah, eso es todo. Ahí termina la lista. Todas las otras economías del mundo lograron hacer funcionar algún régimen nacional de licencia paga para la gente que trabaja por el futuro de esos países, y aquí decimos: "Es imposible hacer eso". Decimos que el mercado solucionará el problema, y luego festejamos que las empresas den aún más licencia paga a las mujeres que ya tienen mayor educación y salario. ¿Recuerdan a ese 88 por ciento? Esas mujeres de ingresos bajos y medianos no se verán beneficiadas. Sabemos que existe un abrumador costo económico, financiero, físico y emocional de este enfoque. Hemos decidido... Decidimos, no es un error, trasladar directamente ese costo a la madres trabajadoras y sus bebés. Sabemos que el precio es más alto para mujeres de bajos ingresos, y desproporcionadamente mayor para las de color. Igual se lo trasladamos. Es una vergüenza para los Estados Unidos. Pero también es un riesgo para los Estados Unidos. Porque, ¿qué pasaría si todas las supuestas decisiones personales de tener hijos se convirtieran en decisiones personales de no tener hijos? Una mujer me dijo: "La nueva maternidad es difícil. No debería ser traumática. Ahora, cuando hablamos de agrandar la familia, pensamos en el tiempo que tendría para cuidarme a mí y al recién nacido. Si tuviéramos que hacerlo igual que con el primero, nos quedaríamos con un solo hijo". La tasa de natalidad para mantener estable la población de EEUU es de 2,1 nacimientos vivos por mujer. Hoy estamos en 1,86. Necesitamos que las mujeres tengan hijos, y estamos desincentivando activamente a las mujeres trabajadoras. ¿Qué pasaría con la fuerza laboral, la innovación, el PIB, si una a una, las madres trabajadoras del país decidieran que no pueden hacerlo más de una vez? Hoy estoy aquí con una sola idea que vale la pena difundir, y ya se imaginan cuál es. Hace mucho que es hora de que el país más poderoso ofrezca un régimen nacional de licencia remunerada para la gente que se ocupa del futuro del país y para los bebés que representan ese futuro. Los nacimientos son un bien público. Las licencias deben tener subsidio estatal. Sin hacer excepciones con las pequeñas empresas, por antigüedad del empleo ni con los autónomos. Debería ser compartida por la pareja. Hoy he hablado mucho sobre las madres, pero la pareja es importante en muchos aspectos. Ni una mujer más debería volver al trabajo cuando todavía renguea o sangra. Ni una familia más debería agotar sus ahorros para comprar unos días de descanso, recuperación y unión. Ni un solo frágil recién nacido debería pasar directo de la incubadora a la guardería porque los padres agotaron su escaso tiempo en la UCIN. A ninguna familia más se le debería decir que el choque entre su trabajo, su necesario trabajo, y su necesaria paternidad, es sólo un problema de ellos. El punto es que cuando pasa esto en una nueva familia, la consume, y una familia con bebé nuevo está financieramente más vulnerable que nunca, por lo que una nueva madre no puede hablar por sí misma. Pero todos nosotros tenemos voz. Yo terminé, no tendré más hijos, y ustedes pueden ser pre-bebé, pueden ser pos-bebé, pueden no querer bebés. No debería importar. No debemos encasillarlo más como un asunto de madres, ni siquiera de mujeres. Es un asunto de estado. Debemos dejar de comprar la mentira de estas imágenes. Debemos dejar de reconfortarnos en ellas. Debemos preguntar por qué dicen que algo no funciona cuando vemos que funciona en el resto del mundo. Debemos reconocer que esta realidad nacional es para nuestra deshonra y perjuicio. Porque no es así, ni así, ni así, como se ve una madre trabajadora. (Aplausos)