Quiero contarles una historia.
Quiero contarles una historia
sobre cómo nació
el producto de consumo más letal:
el cigarrillo.
El cigarrillo es el único
producto de consumo
que, cuando se usa como fue previsto,
acaba de forma prematura con la vida
de la mitad de sus consumidores asiduos.
Pero la historia es también
sobre nuestro trabajo en la FDA,
la Administración
de Alimentos y Medicamentos,
y, en particular, el trabajo que hacemos
para crear el cigarrillo del futuro,
que ya no sea capaz de
producir ni mantener la adicción.
Mucha gente cree que el problema
del tabaco o del consumo del tabaco
ya fue resuelto en los EE. UU.,
dado el gran progreso
de los últimos 40 o 50 años
en lo que concierne
a consumo y prevalencia.
Y es verdad:
los índices del consumo de tabaco
son más bajos que nunca.
Es así tanto en adultos como en jóvenes.
Y es verdad que
quienes continúan fumando
fuman muchos menos cigarrillos por día
que nunca antes en la historia.
Pero ¿y si les dijera
que el consumo de tabaco,
principalmente por la exposición
directa e indirecta al humo de tabaco,
sigue siendo la causa número uno
de enfermedades enteramente prevenibles
y de mortalidad en este país?
Pues es verdad.
¿Y si les dijera que está acabando
con la vida de más personas
de las que pensábamos?
También es verdad.
El tabaco mata más gente
cada año que el alcohol, el sida,
los accidentes de tránsito,
las drogas ilegales, los homicidios
y los suicidios en conjunto,
año tras año.
En 2014,
el predecesor del Dr. Adams
publicó el informe del Cirujano General
sobre el cigarrillo y la salud
para el 50º aniversario.
Según el informe, el índice de mortalidad
anual por tabaquismo se incrementó
porque la lista de enfermedades
relacionadas al tabaco se expandió.
Se estima hoy que, aproximadamente,
el tabaco mata 480 000
estadounidenses al año.
Se trata de muertes
totalmente prevenibles.
¿Cómo interpretamos
este tipo de datos estadísticos?
Mucho de lo que escuchamos
en esta conferencia
es sobre experiencias
individuales y personales.
¿Cómo nos enfrentamos
a esto a nivel poblacional,
cuando hay 480 000 mamás, papás,
hermanas, hermanos, tías y tíos
que mueren innecesariamente
cada año debido al tabaco?
¿Y qué sucede cuando pensamos
en el futuro de esta tendencia?
Hagan este cálculo sencillo:
desde el informe del Cirujano General
para el 50º aniversario, hace cinco años,
cuando se señalaron estos datos terribles,
hasta más o menos la mitad de este siglo,
serían más de 17 millones
de muertes evitables en los EE. UU.,
producidas por el tabaco,
principalmente por los cigarrillos.
El Cirujano General concluyó
que 5,6 millones de los jóvenes
que vivían en EE. UU. en 2014
morirían de forma prematura
debido a los cigarrillos.
Repito: 5,6 millones de jóvenes.
Esto representa un enorme problema
de salud pública para todos,
pero especialmente
para quienes trabajamos en la FDA,
en el Centro de Productos de Tabaco.
¿Qué podemos hacer al respecto?
¿Qué podemos hacer para revertir
esta trayectoria de enfermedad y muerte?
Tenemos una guía interesante
para ayudarnos a develar esto:
preguntarnos ¿cómo se crearon
los cigarrillos que conocemos?,
¿cuál es la verdadera naturaleza de
la industria del tabaco y del cigarrillo?,
¿cómo se comportó la industria
en el mercado históricamente desregulado?
Y nuestra guía
son los documentos internos, que antes
eran secretos, de la industria del tabaco.
Acompáñenme
en un viaje en el tiempo a través
de documentos de la industria del tabaco.
En el año 1963,
aún faltaban [35] años para que
el Cirujano General concluyera finalmente
que la nicotina y los cigarrillos
causan adicción.
Eso sucedió recién en el informe
del Cirujano General de 1998.
El año 1963 fue un año antes
de que se publicara el primer informe
del Cirujano General en 1964.
Recuerdo 1964.
No recuerdo el informe del
Cirujano General, pero sí el año 1964.
Yo era niño y vivía
en Brooklyn, Nueva York.
Era una época en que casi uno de
dos adultos en los EE. UU. era fumador.
Mis padres eran fumadores
empedernidos en esa época.
El consumo de tabaco
estaba tan normalizado
–y esto no era Carolina del Norte,
Virgina o Kentucky, sino Brooklyn–
que hacíamos ceniceros para
nuestros padres en la clase de arte.
(Risas)
Los que yo hacía eran horrendos,
pero eran ceniceros.
(Risas)
Era tan habitual
que recuerdo ver un tazón
con cigarrillos sueltos
en la sala de estar
de nuestra casa y otras casas,
como gesto amistoso para las visitas.
Entonces, estamos en 1963.
El abogado de Brown & Williamson,
la entonces tercera empresa más grande
de cigarrillos en los EE. UU., escribió:
"La nicotina es adictiva.
Pertenecemos a la industria de la venta
de nicotina: una droga adictiva".
Es una afirmación llamativa,
por lo que dice y por lo que no.
No dijo que pertenecían
a la industria del cigarrillo
ni a la industria del tabaco.
Dijo que pertenecían a la industria
de la venta de nicotina.
Philip Morris en 1972:
"El cigarrillo no es
un único producto, sino varios.
El producto principal es la nicotina.
El paquete es un contenedor
de nicotina para un día.
El cigarrillo es una dosis de nicotina."
Retomaremos esta noción
de "dosis de nicotina" luego.
Y R. J. Reynolds dijo en 1972:
"En cierto modo, la industria
del tabaco puede considerarse
como una rama especializada,
ritualística y estilizada
de la industria farmacéutica.
Los productos de tabaco
contienen y proporcionan nicotina,
una droga potente con
varios efectos fisiológicos".
En ese tiempo, y por varias décadas,
la industria negó de
forma pública el efecto adictivo
y negó rotundamente la causalidad.
Pero conocían la verdadera
naturaleza de sus negocios.
Y de vez en cuando
había noticias negativas sobre
el efecto de los cigarrillos en la salud,
y me refiero a varias décadas atrás.
¿Cómo respondió la industria?
¿Cómo respondieron dentro de
este mercado históricamente desregulado?
Si nos remontamos a la década de 1930,
se hizo por medio de publicidades
con imágenes de médicos
y otros profesionales de la salud,
pues esto transmitía tranquilidad.
Este anuncio es de Lucky Strikes,
la marca más popular de los años 30:
"Son 20 679 los médicos que afirman:
'Los Luckies son menos irritantes'.
Tu protección contra la tos
y la irritación de garganta".
(Risas)
Nos reímos, pero así era la publicidad
que existía para transmitir
un mensaje de tranquilidad.
Avancemos a las décadas
de los 50, 60 y 70.
Todavía sin regulaciones,
lo que vemos es una modificación
del producto y de su diseño
para responder a las preocupaciones
sobre la salud de entonces.
Aquí ven el filtro Micronite de Kent.
La innovación, por decirlo así,
era el filtro en el cigarrillo.
"El placer total de fumar...
con la mejor protección para su salud".
Lo que el fumador
de este producto no sabía,
lo que su médico no sabía,
lo que el gobierno no sabía,
es que este filtro
estaba recubierto de asbesto.
Cuando las personas fumaban
este cigarrillo con filtro
e inhalaban las sustancias
químicas y el humo
que sabemos se asocian con el cáncer,
las enfermedades pulmonares y cardíacas,
estaban también inhalando
fibras de asbesto.
En las décadas de los 60 y 70,
la supuesta innovación
fue el cigarrillo light.
Una marca conocida de esa época era True.
Esto fue posterior a los informes
del Cirujano General.
Observen la preocupación
en el rostro de la modelo.
"Después de todo lo que he escuchado,
he decidido dejar de fumar,
o bien fumar True.
Ahora fumo True".
(Risas)
"El cigarrillo con
menos alquitrán y nicotina".
Y entonces dice: "Piénsenlo".
E incluso debajo de esto,
en letra pequeña,
aparece la cantidad
de alquitrán y nicotina.
¿Cómo era el cigarrillo light?
¿Cómo funcionaba?
Aquí ven una ilustración
de la modificación del producto
conocida como "filtro con ventilación".
No es un filtro real.
Es solamente una imagen
para que puedan ver
las hileras de orificios de ventilación
perforados con láser en el filtro.
Cuando miran un cigarrillo de verdad,
es difícil de detectar.
En cada patente de
este producto se muestra
que los orificios de ventilación
tenían que ser de 12 mm
a partir del extremo del filtro.
¿Cómo funcionaba?
El cigarrillo se colocaba en una máquina.
La máquina comenzaba
a aspirar el cigarrillo
y se registraban los niveles
de alquitrán y nicotina.
Mientras la máquina fumaba,
el aire escapaba por
esos orificios de ventilación
y diluía la cantidad de humo
que salía del cigarrillo.
Así que mientras la máquina fumaba,
sí se consumía menos alquitrán y nicotina
que con un cigarrillo regular.
Lo que la industria del tabaco sabía
es que las personas
no fuman como las máquinas.
¿Cómo fuman esto las personas?
¿Dónde colocan los dedos?
¿Dónde colocan los labios?
Les conté que según la patente
los orificios están a 12 mm del extremo.
El fumador ni siquiera
sabía que estaban ahí,
pero entre los dedos y los labios,
los orificios se bloqueaban.
Y cuando los orificios se bloquean,
ya no es un cigarrillo light.
Resulta que, de hecho,
hay casi tanta nicotina dentro de
un cigarrillo light como en uno regular.
La diferencia era el aspecto externo.
Pero una vez que el filtro se bloquea,
tenemos un cigarrillo regular.
El Congreso dispuso que la FDA
regulase los productos de tabaco
hará 10 años en junio.
¿Recuerdan los datos
estadísticos del inicio
sobre la enorme
contribución del cigarrillo
a las enfermedades y la mortalidad?
También hemos prestado mucha atención
a la propiedad de los cigarrillos
de proporcionar la droga,
y la eficiencia notable con
la que proporcionan la nicotina.
Veamos más de cerca.
Cuando el fumador
inhala a través del cigarrillo,
la nicotina de esa bocanada llega
al cerebro en menos de 10 segundos.
Menos de 10 segundos.
Allí en el cerebro
hay unos receptores llamados
"receptores de nicotina".
Están ahí... esperando.
Están esperando, en palabras
de ese documento de Philip Morris,
la siguiente "dosis de nicotina".
El fumador que ven afuera,
junto a otros fumadores,
en el frío, en medio
del viento, bajo la lluvia,
tiene deseos de fumar
y puede estar experimentando
los síntomas de la abstinencia.
Esos síntomas representan
un mensaje químico
que los receptores envían al organismo:
"Aliméntame".
Un producto que proporciona
la droga en menos de 10 segundos
es extremadamente eficiente
e increíblemente adictivo.
Hemos consultado a muchos expertos
en tratamientos de la adicción
en los últimos años.
La historia que nos cuentan
es siempre la misma:
"Después de conseguir que
un paciente abandone la heroína,
la cocaína o el crack,
no consigo que abandone el cigarrillo".
Y esto se debe principalmente
al tema de los 10 segundos.
La FDA tiene la potestad
de recurrir a regulaciones
para hacer que los cigarrillos sean
muy poco adictivos o no adictivos.
En ello estamos trabajando.
Esta política podría tener
un gran impacto a nivel poblacional.
Realizamos unos modelos dinámicos
a nivel poblacional hace un año,
y publicamos los resultados
en "The New England Journal".
Debido al efecto generacional
de esta política,
que explicaré en un momento,
esto es lo que se proyecta
hasta fin de siglo:
más de 33 millones de personas
que sin esta política se habrían
vuelto fumadores, no lo harán
porque los cigarrillos que consumirán
no crean ni mantienen la adicción.
Esto bajará la tasa de consumo
en los adultos a menos de 1,4 %.
Estas dos medidas
lograrán evitar más de 8 millones
de muertes relacionadas al cigarrillo
que hubiesen sucedido
si no fuera por el impacto
generacional de esto.
Ahora bien, ¿por qué digo "generacional"?
Me refiero a los jóvenes.
El 90 % de los fumadores adultos
comenzaron a fumar de jóvenes.
La mitad de ellos se volvieron
fumadores regulares
antes de tener la edad legal
para poder comprar cigarrillos.
La mitad se volvió fumador regular
antes de los 18 años.
Experimentación.
Fumar regularmente.
Adicción.
Fumar durante décadas.
Y luego vienen las enfermedades;
por eso afirmamos que este producto
acabará con la vida de la mitad
de sus consumidores asiduos.
El impacto generacional de
esta política para reducir la nicotina
es profundo.
Esos antiguos documentos referían
a los jóvenes de una forma peculiar.
Se los describía como
"fumadores de reemplazo".
Serían el reemplazo de los fumadores
adultos que morían o dejaban de fumar.
Las generaciones futuras,
especialmente los adolescentes,
van a participar en conductas riesgosas.
No podemos evitarlo.
Pero ¿y si el único cigarrillo
que puedan conseguir
ya no crea ni mantiene la adicción?
Esto es el resultado de
la inversión en salud pública
a nivel poblacional a través del tiempo.
Todavía no hemos mencionado
los cigarrillos electrónicos,
pero tengo algo que aclarar al respecto.
Estamos ante una epidemia de jóvenes
que usan cigarrillos electrónicos.
Y lo que más nos preocupa,
en conjunto con el aumento
de la prevalencia,
es la frecuencia.
No son simplemente más los jóvenes
que usan cigarrillos electrónicos,
sino que son más los que
los usan 20 veces o más al mes
desde que están en el mercado.
En la FDA hacemos lo posible
mediante programas y políticas
para informar a los jóvenes
que este producto no es inofensivo
y para asegurarnos de
que no están experimentando
con ningún producto de tabaco,
haya combustión de por medio o no.
Pero imaginen los cigarrillos electrónicos
en un mercado bien regulado
como algo que podría beneficiar
a los adultos adictos al cigarrillo
que están intentando dejarlo.
Les dejo el siguiente mensaje:
imaginen un mundo
donde el único cigarrillo con
el que las generaciones futuras
puedan experimentar
no sea capaz de crear
ni mantener la adicción
gracias a una única política.
Imaginen un mundo
donde los fumadores
preocupados por su salud
–especialmente si se aplica una política
que disminuya los niveles de nicotina
a un mínimo que no produzca adicción–
puedan consumir formas alternativas
de nicotina, menos perjudiciales.
Podrían comenzar con medicamentos
de nicotina aprobados por la FDA:
goma de mascar, parches o pastillas.
Y finalmente, imaginen un mundo
y un mercado bien regulado
donde no sean los creadores del producto
ni los comerciantes
del cigarrillo electrónico
o el dispositivo tecnológico del momento
quienes decidan qué productos
comercializar y qué se dice sobre ellos,
sino que sean los científicos de la FDA
quienes revisen las propuestas
y decidan, según los estándares
que el Congreso nos autoriza a crear,
si lo implementan,
si un producto específico
debería entrar al mercado
porque la comercialización de
dicho producto y las disposiciones legales
serían suficientes
para proteger la salud pública.
Contamos con estas poderosas
herramientas de regulación
para tratar la que sigue siendo
la causa número uno de enfermedades
prevenibles y de mortalidad en el país.
Si lo hacemos bien,
aquella trayectoria de los 5,6 millones
de jóvenes puede cambiarse.
Gracias.
(Aplausos)