El llamado de Jesús Bienvenidos a esta lección 14: "No os paséis de casa en casa" Estoy muy emocionado de continuar avanzando en esta serie contigo, en donde vamos a ver a lo que Jesús nos ha llamado. Hoy queremos continuar y hemos llegado al capítulo 14 en mi libro "El llamado de Jesús": "No os paséis de casa en casa". Quiero empezar leyendo esto: "Somos todos llamados no solo a predicar el Evangelio y ver personas ser salvas, sino que también a ayudar personas a que crezcan para ser discípulos fuertes. No deberíamos de ver una sola persona ser salva aquí y allí, deberíamos de ver casas completas (familias) venir a Cristo". Y eso es tan verdad. Nosotros, tú y yo, somos llamados no solo a predicar el Evangelio y no solo a ver una persona ser salva aquí y allí, sino que somos llamados a hacer discípulos, y somos llamados como leemos una y otra vez, en el libro de los Hechos, para ver hogares completos venir a la fe. Y necesitamos, realmente, cambiar nuestra mentalidad. Necesitamos renovar nuestra mente. Necesitamos apartarnos de la oración del pecador. Necesitamos apartarnos de esa mentalidad que solo debemos guiar a una persona a Cristo aquí y a una persona allá, y luego seguimos adelante. No. Necesitamos hacer discípulos. Necesitamos predicar el Evangelio completo. Y necesitamos ver hogares venir a la fe. Y necesitamos hacerlos madurar. Y necesitamos verlos volverse fuertes en Cristo. La verdad es, muchas de las cosas que hacemos en las iglesias hoy... no las encontramos en la Biblia. Y muchas de las cosas que encontramos en la Biblia, no las hacemos hoy. Y necesitamos estar listos para cambiar. Necesitamos parar de hacerlo a nuestra manera, como he dicho muchas veces, y luego hacerlo de la manera en la que Jesús nos ha llamado a hacerlas. Y yo verdaderamente creo en el llamado que Jesús nos ha dado. ¿Por qué? Porque Él nos ha llamado a hacerlo, y porque ahora estamos empezando a ver asombroso fruto. Nosotros, los últimos años, hemos visto hogares venir a la fe. Y esto es solo el principio. Pero te necesitamos allá afuera. La cosecha está verdaderamente lista, pero los obreros son pocos. Te necesitamos a ti. Hasta ahora, hemos estado viendo diferentes cosas en Lucas capítulo 10. Hemos visto cómo la cosecha está lista y los obreros son pocos, y debemos de orar al Señor de la mies para que envíe obreros, y espero que estés orando eso. Dios, envía obreros. Pero, entonces, Él también nos envió como corderos en medio de lobos, para ir afuera a encontrar a esa persona de paz. Y cuando encontramos a esa persona de paz, que está lista para recibir, debemos comer y beber lo que ellos sirvan, como vimos la última vez. Y luego debemos quedarnos ahí. Porque esta es la siguiente cosa que Jesús está diciendo en Lucas 10:7. Cuando encuentres a la persona de paz, Él dice esto: "Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa". Así que, Jesús no solo nos ha llamado a ir afuera y encontrar una persona de paz, y a sentarnos y comer y beber lo que ellos sirvan, sino que Él nos ha llamado a quedarnos allí y a no ser tan rápidos para movernos de allí. ¿Por qué? Porque nuestro trabajo no es solo predicar el Evangelio. Nuestro trabajo no es solo decir: "¡Hey! ¡Felicitaciones! ¡Tú eres salvo! ¡Adiós!" No. Nuestro trabajo es obedecer a Jesús. Y es hacer discípulos. Formarlos, verlos volverse fuertes y... ver al hogar completo venir a la fe. Y esa es la cosa. Cuando tú vienes y encuentras a la persona de paz y tú ves a una persona entregar su vida a Dios, esa una persona, si tú trabajas con él/ella, tú puedes más, más fácil y bastante rápido no solo verlo a él/ella venir a la fe, sino que a todo su hogar venir a la fe. Pero necesitas ser consciente de eso. En el comienzo, cuando empecé a evangelizar, estaba a menudo afuera, y conocía a una persona allí, que se salvaba... y "adiós" y yo seguía adelante. Y yo no pasé el tiempo con él y no usé sus relaciones, de alguna forma, para alcanzar a toda su casa. Pero ahora lo hago y veo mucho más fruto. Y yo era muy rápido para seguir adelante, así que no los formaba para que se volviesen fuertes. Y otra cosa. No reconocía los cinco ministerios. Tal vez tú has oído un montón de enseñanzas, desde ya, acerca de los cinco ministerios, los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros. Pero, casi te garantizo, mucho de lo que has oído: no está correcto. Oí un montón de enseñanzas acerca de esos dones/ministerios, años atrás, pero estaban solo equivocadas. Estaban puestas en una caja. Era como... el evangelista decía: "No, no. No necesito hacer un seguimiento (espiritual) de las personas. No soy un pastor". Y el pastor decía: "No necesito evangelizar porque no soy un evangelista. Y el maestro decía: "No necesito cuidar de las personas, porque ese no es mi don/ministerio". No era así como debía de ser. No. Somos todos llamados a obedecer a Jesús. Así de simple. Somos todos llamados, como discípulos, a obedecerle a Él. Y si hay una necesidad, hacemos algo acerca de esa necesidad. Así que, no digas: "¡Hey! Soy un pastor. No necesito encontrar a la persona de paz". No. Si tú eres un discípulo, necesitas obedecer a Jesús. No importa cuál sea tu llamado. Una vez dicho eso... Dios ha dado diferentes llamados para ayudar a equiparnos mutuamente, de modo que juntos nos volvamos fuertes, de modo que juntos veamos más fruto en lo que Jesús nos ha llamado. Efesios 4:11-16: "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo..." Así que, aquí leemos que Cristo mismo ha dado apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros. Personas que tienen diferentes ministerios. Su don/ministerio es equipar a los santos, de modo que todos podamos hacer ministerio, de modo que todos podamos ser edificados y volvernos maduros en Cristo. Si esos dones no están funcionando de la manera en que se suponía que funcionaran, y trabajando juntos... no vamos, de la misma manera, a hacer nosotros nuestro ministerio. No vamos, de la misma manera, a crecer y a volvernos maduros, porque esos dones/ministerios no están funcionando. Si vemos a las iglesias hoy, en muchas iglesias hoy no vemos esos cinco ministerios funcionar, y trabajar juntos. Y, por lo tanto, vemos una iglesia hoy que es muy inmadura, vemos a una iglesia hoy en donde muchas personas nunca vienen al ministerio. ¿Por qué? Porque no usamos el don/ministerio de la manera que Jesús nos lo ha dado, y no lo usamos de la manera correcta. Así que, somos todos llamados a seguir a Cristo. Somos todos llamados a obedecer el llamado que Él nos ha dado. Pero, somos diferentes. Y para algunas personas, encontrar a una persona de paz, es mucho más fácil que para otros. Para algunas personas realizar el seguimiento en una persona de paz les es más fácil que para otros. Para algunas personas entregar doctrina y enseñanzas se les hace más fácil de lo que se les hace a otros. Y si nosotros juntos, como personas con diferentes dones/ministerios, equipamos a los santos, y juntos hacemos lo que Jesús nos ha llamado a hacer, va a ser tan poderoso. Va a ser tan poderoso y vamos a ver muchísimo más fruto. En nuestra escuela de entrenamiento de Lucas 10 que tenemos, siempre hablamos de los cinco ministerios. Y lo que frecuentemente hacemos ahí, para ilustrar cómo pensamos diferente, y cómo este ADN es diferente en nosotros, es que le pedimos a las personas que se sienten en donde ellos piensan que ellos pertenecen. Así que, aquellos que son profetas se sientan allí. Aquellos que se ven a si mismos como evangelistas se sientan allá. Pastores y maestros, se sientan en diferentes lugares. Y luego les hago una pregunta. Si les pregunto a los profetas: "¿Qué es la cosa más importante que necesitamos hoy en la iglesia?" Ellos, a menudo, dirán: "Oh. Escuchar la voz de Dios. Necesitamos ser guiados por el Espíritu Santo. Escuchar la voz de Dios". Y eso está correcto. Si le pregunto a los evangelistas lo mismo: "¿Qué es lo más importante en la iglesia hoy?" "Oh. Necesitamos alcanzar a los perdidos. Necesitamos alcanzar a los perdidos. Las personas allá afuera están perdiéndose. Necesitamos salir de la iglesia y alcanzar a los perdidos". Y eso está correcto. Si le pregunto a los maestros: "¿Qué es lo más importante en la iglesia hoy?" "Oh. Necesitamos sana doctrina. Necesitamos sana doctrina. Necesitamos formar a la gente, darles sana doctrina, de modo que estén construyendo sobre la Palabra de Dios. Y necesitamos ser cuidadosos con las enseñanzas erradas. Sana doctrina. Sana doctrina". Si le pregunto lo mismo a los pastores: "¿Qué es lo más importante en la iglesia hoy? ¿Qué es lo que más necesitamos?" "Nos necesitamos el uno al otro. Necesitamos cuidarnos el uno al otro y cuidar de aquellos que están luchando. Necesitamos unirnos y ayudarnos el uno al otro y ser fuertes juntos". Si vemos a esos cuatro allí: los necesitamos todos. Los necesitamos todos. Intenta imaginar si esos dones/ministerios pudieran todos trabajar juntos. Juntos con el apóstol, quien puede hacer un poco de todo, e intenta unirlos. Si podemos trabajar juntos, seremos fuertes. Intenta imaginar que tienes un equipo con el que caminas, y uno de ellos, en ese equipo, él era muy, muy evangelístico, él puede fácil y rápidamente ir y encontrar a esa persona de paz e ir a esa casa. ¡Aleluya! Pero... Si él es muy fuerte evangelísticamente, él necesita a alguien a su lado que le ayude a poner un fundamento, que le ayude a quedarse y nutrir a esas personas y a formarlos y se quede allí por un tiempo más largo, de modo que ellos puedan formarse y volverse fuertes. Vemos esa relación en la Biblia, en Hechos 8, vemos que Felipe, el evangelista Felipe, fue a Samaria. Él estaba predicando el Evangelio, él estaba echando fuera demonios, él estaba sanando a los cojos, y muchas personas fueron sanadas. Y personas vinieron y lo oyeron y muchas personas se arrepintieron y fueron bautizadas. Y era hermoso. Pero, cuando los apóstoles, cuando los otros ministerios escucharon acerca de eso, ellos fueron allí a ayudar a Felipe. Ayudar a Felipe en donde él faltaba. Y eso le dio a Felipe la libertad para seguir adelante, de modo que Felipe pudiera ir al eunuco y hacer lo que él necesitaba hacer allí. Y esa es la cosa. Si nosotros, como creyentes, podemos reconocer los diferentes ministerios/dones y podemos trabajar juntos, nosotros nos liberaríamos el uno al otro. Aquellas personas que son muy fuertes evangelísticamente, ellos pueden ir y encontrar a esa persona de paz. Pero ellos no necesitan hacer su seguimiento (espiritual) y tomarse mucho tiempo para nutrirlos, para echar fundamentos, para enseñarles a todos. ¿Por qué? Porque hay otras personas que pueden hacer eso. Así que, eso hace al evangelista libre para continuar adelante. Y eso hace que aquellas personas que fueron alcanzadas por el Evangelio, ahora serán formadas y se volverán maduras en Cristo, como leemos acerca de ello en Efesios 4. Y yo verdaderamente, verdaderamente creo eso. Y esto ha estado en mi corazón por años. Pero ahora estoy empezando a verlo suceder. El 18 de octubre de 1999, ahora es eso más de 20 años atrás, 20 años atrás recibí una muy, muy fuerte profecía y quiero compartir esto contigo, porque esta profecía impactó mi vida, pero esta profecía no es solo para mí. Es para todos nosotros allá afuera. Esta es la palabra que recibí: "Tú vas a echar afuera demonios. Tú eres un evangelista. Tú vas a derribar fortalezas en las mentes de las personas y a enseñar mi Palabra. Yo voy a enseñarte a enseñar mi Palabra, dice el Señor. Tú vas a aprender y desarrollar planes sobre cómo liberar a las personas. Te voy a entrenar. Tú vas a ir afuera de Mi cuerpo y volverás a Mi cuerpo. Muchos evangelistas se han hecho independientes, pero tú caminarás con un equipo apostólico. ¿Recuerdas a Felipe y a su relación con los apóstoles y cómo las personas se salvaban diariamente? Experimentarás milagros, y te moverás hacia adelante como una gran hacha oscilante. Tú vas a ganar hogares y ciudades enteras para el Evangelio, y experimentarás el poder del mundo por venir". Esta es una muy, muy fuerte palabra que recibí en aquel tiempo, 20 años atrás. Y en aquel tiempo, cuando la recibí, nunca había sanado a los enfermos, nunca había echado afuera un demonio, nunca había guiado una persona a Cristo. Nunca habíamos guiado a un hogar a Cristo. Nunca habíamos hecho lo que estamos viendo hoy. Hoy, hemos visto un montón de milagros. Hemos echado fuera a un montón de demonios. Hemos sanado a un montón de enfermos. Hemos bautizado miles de personas. Hemos visto hogares venir a la fe. Estamos empezando a ver... de lo que realmente se trataba esa palabra. Pero quiero admitir algo. Cuando yo escuché esa palabra... Pensé para mi mismo: <¡Wow! ¡Asombroso! ¡Seré un super evangelista! Voy a ser un super evangelista que se para en una plataforma y le predicaré a miles y miles de personas>. Eso fue lo que pensé en aquel tiempo. Porque yo no vi el cuadro completo. Pero ahora, 20 años después, veo el cuadro completo. Y veo que todo se junta. De hecho, hace unos pocos años atrás, recibí esta palabra profética: "Tú vas a asentar un ADN en una nueva generación, un ADN que va a ir de generación en generación. Tú vas a levantar personas de la nada a gigantes espirituales, y ellos van a ganar hogares y ciudades enteras para el Evangelio". ¡Aleluya! ¿Lo puedes ver? Ahí las cosas comienzan a juntarse. No. No soy yo. No es acerca de un super evangelista quien lo va a hacer, porque un hombre no puede hacerlo solo. No. Yo iba a ser usado, entre otros, para asentar este ADN en una nueva generación, levantar a personas desde la nada a gigantes espirituales, y ellos van a ganar hogares y ciudades enteras para Dios. No yo. No una persona. Sino que este ADN. Esta enseñanza que te estoy dando: el llamado de Jesús, lo que estamos compartiendo aquí, este ADN, cuando elijes obedecerlo, no cambiará solamente tu vida, sino que a las personas alrededor de ti. Y juntos podemos ver hogares venir a Cristo. Y muchos hogares hacen a una ciudad, y vamos a ver ciudades venir a Dios. Así que, ahora lo veo. Ahora vemos el fruto de ello. Y una cosa que es muy, muy importante es que necesitamos aprender a trabajar juntos. Necesitamos a aquellos diferentes ministerios/dones trabajar juntos. De otro modo no lo vamos a ver. Recuerdo que muchos años atrás, en Dinamarca, conocí a una joven chica que tenía problemas en su rodilla. Ella no podía jugar fútbol. Oré por ella y ella fue sanada. Me la encontré después. Su madre vino y el resto de la familia. Y esa chica fue bautizada y recibió el Espíritu Santo y su vida cambió. Su madre seguía en la iglesia luterana, ella no había nacido de nuevo todavía en aquel tiempo, pero ahora ella estaba abierta, porque ella vio a su hija sana y su vida cambiada. Así que le pregunté a la mamá: Hey... ¿podemos ir a tu casa? Reúne amigos y familia, iré a tu casa, y nos sentaremos y vamos a compartir cómo tu hija fue sanada, y vamos a compartir el Evangelio y oraremos por ellos. Pero esa mujer, que había sido un miembro de la iglesia luterana por muchos años dijo: "No, no. Nadie quiere venir a mi casa. ¿Por qué? Porque por años he invitado a mis amigos a la iglesia y nadie ha querido ir. Y yo dije: "Entiendo el porqué nadie ha querido ir. Si tú me invitaras a mi a una iglesia luterana, yo tampoco querría ir. Pero ahora no hemos invitado personas a la iglesia. Invitamos personas a tu hogar. Un hogar en donde ellos han estado muchas, muchas veces antes. Así que, para ellos ir a ese hogar una vez más no hará una gran diferencia. Así que ellos vendrán. Y ella le dio una chance. Ella escribió un correo electrónico a 17 de sus amigos. Les invitó una tarde, en donde yo estaría allí, y les contaríamos acerca de cómo su hija había sido sanada, y entonces oraríamos por ellos. De esos 17 amigos, 16 vinieron y ella estaba tan sorprendida. Ella estaba como: "¿Cómo pudo eso pasar?" Y ahora fuimos a su hogar. Persona de paz. Lo vemos. Nos sentamos ahí, comiendo y bebiendo. En la sala de estar empezamos a predicar el Evangelio. Vimos a Dios venir. En un tiempo oré por una chica que fue llenada con el Espíritu Santo, cayó y un demonio la dejó. Y yo estaba sentado en el piso echando afuera al demonio: "¡Sal fuera! ¡Sal fuera en el nombre de Jesús!" Todos estaban sentados así y mirando. Fue tan poderoso. Y todos vieron a Dios esa noche. Dios vino. Muchas, muchas, muchas cosas sucedieron. Y fue una asombrosa tarde que nunca voy a olvidar. Y de esto es lo que he estado hablando acerca, en el libro. Encuentra a una persona y, de pronto, estás en un hogar con un montón de gente. Pero, después de esa tarde, fui demasiado rápido. Seguí adelante. Habían otras cosas que necesitaba hacer. Así que, seguí adelante y nunca se volvió lo que Dios quería que se volviese. Estaba muy ocupado. Estaba trabajando solo. Si hubiese sabido en aquel tiempo lo que sé hoy, hubiésemos visto muchísimo más fruto de ese hogar. Lo que debí haber hecho, en vez de hacerlo solo, debí de haber traído otras personas con ministerios/dones, otras personas conmigo, que pudiera ayudarme a hacer el seguimiento (espiritual). Y, ya estando allí, programar una junta para unos pocos días después, y una junta unos pocos días más tarde, de modo que pudiéramos empezar a seguir a aquellas personas. Pero yo estaba como: "¡Adiós! ¡Chao, chao!" Y ya me había movido a otro hogar. No sabiendo que Jesús dijo que debía de quedarme allí. Si hubiese sabido en aquel tiempo lo que sé hoy, hubiésemos visto muchísimo más fruto. Y eso es por qué hablamos acerca de los cinco ministerios, porque necesitamos esto. Tú lo necesitas. Necesitamos a todos allá afuera. En mi libro aquí: "El llamado de Jesús", hablo mucho más acerca de los cinco ministerios, y quiero hablar más acerca de eso después, en donde voy, en el final de esta serie de vídeos, a juntarlo todo y hablar acerca de cómo funciona. Pero si nosotros podemos trabajar juntos, si tú no solo obedeces al llamado de Jesús, sino que encuentras a alguien a tu alrededor, encuentras personas a tu alrededor, quienes sean fuertes en esas áreas en donde tú no eres fuerte, y, entonces, háganlo juntos, tú que eres muy, muy fuerte evangelísticamente, tú que sabes cómo ir afuera y encontrar a esa persona de paz, necesitas llevar a personas contigo, que tengan alguno de los otros ministerios/dones, que puedan ayudarte a hacer el seguimiento, que puedan ayudarte a asentar un fundamento. Nos necesitamos el uno al otro, y si podemos juntarnos y trabajar juntos, obedecer a Jesús juntos, no solo guiaremos a una persona a Cristo aquí y allí, sino que guiaremos a una persona a Cristo, luego iremos a la casa de él o a la casa de ella, luego reuniremos amigos y familia, como yo lo hice, luego compartiremos el Evangelio, sanaremos a los enfermos, echaremos afuera demonios, veremos a personas arrepentirse, y ser bautizados en agua y en el Espíritu Santo. Pero eso no lo es todo. Luego tendremos personas que allí, en sus casas, serán capaces de continuar reuniéndose con ellos, quienes continuarán dando leche a aquellos quienes ahora han nacido de nuevo, de modo que ellos puedan crecer y volverse fuertes. Quienes puedan ayudarles a escuchar de Dios, quienes puedan ayudarles a leer la Palabra, quienes puedan ayudarles a alcanzar a otras personas. Y si lo hacemos así, no solo veremos a una persona ser salva. Veremos hogares ser salvos. Y aquellos hogares, aquellas personas seguirán adelante y alcanzarán nuevos hogares, y ellos continuarán adelante y alcanzarán nuevos hogares. Y en el final no solo tendremos muchos hogares que han venido a Cristo, veremos ciudades completas venir a Cristo, exactamente como Dios habló acerca, como lo vemos en la profecía. Así que, quiero incentivarte... sí, somos todos diferentes. Sí, tenemos diferentes ministerios/dones y sí, nos necesitamos el uno al otro. No solo necesitamos a un super evangelista. Necesitamos a todos que quieran obedecer a Jesús. Te necesitamos a ti que estás más en la Palabra y amas enseñar. Te necesitamos a ti, que eres más del tipo pastor/a, que amas sentarte y cuidar de la gente, y ayudar a la personas. Te necesitamos a ti, que puedes oír de Dios. Necesitamos a todos los ministerios/dones, sin importar cuán viejo o joven tú eres: necesitamos a todos ustedes allá afuera. Y cuando tú y yo hagamos esto... ¡Aleluya! Vamos a ver un fruto asombroso. Como dije antes, más tarde hablaré más acerca de los cinco ministerios, voy a ponerlo todo junto. Y te incentivo, también, con esto: lee mi libro, si tú puedes. Si tú no tienes el dinero, manda un correo electrónico y te enviaremos un código y podrás leer el libro gratis, porque en el libro, cuando hablamos acerca de los cinco ministerios, comparto muchísimo más, tengo muchos más ejemplos de cómo se ven, y así en más. Así que, este ADN, como hemos estado hablando acerca, este ADN que leemos en el llamado de Jesús, creo yo que es de Dios. Y creo que vamos a ver hogares completos venir a la fe. Así que, te incentivo, empieza donde estás. Empieza a orar a Dios para que envié más obreros. Empieza a ir afuera tú mismo, como corderos en medio de lobos. Empieza a encontrar a una persona de paz, pero también, intenta llevar a personas contigo, que son diferentes a ti. Lleva a personas contigo. Si tú no eres fuerte evangelísticamente, encuentra a alguien que es fuerte evangelísticamente. Si tú eres muy fuerte evangelísticamente, entonces encuentra a otras personas que no son tan fuertes en esa área, pero fuertes en otras áreas. Porque ninguno de ustedes está llamado a solo salir y "ver a personas salvadas", ver personas pedir a Jesús en sus corazones, e incluso arrepentirse, ser bautizados y recibir el Espíritu Santo, y luego seguir adelante. Ese no es el llamado que Jesús nos dio. El llamado que Jesús nos dio es hacer discípulos, verlos crecer y volverse fuertes en Dios. Así que, realmente te incentivo, a ti que estás viendo esto, que eres, tal vez, muy rápido para seguir adelante: deja de hacerlo. Toma personas contigo. Toma a personas contigo que tienen esos ministerios/dones que tú no tienes. Y, luego, no solo continúes adelante, sino que ve a una comunidad empezar, ve una nueva congregación en los hogares empezar, ve cómo ellos crecen y se vuelven fuertes, y cómo esto irá de generación en generación. ¡Dios te bendiga! ¡Nos vemos la próxima vez! ¡Chao, chao! El llamado de Jesús