¿Se sienten atrapados
en un modelo económico roto?
¿Un modelo que destroza
el mundo de los seres vivos
y amenaza la vida
de nuestros descendientes?
¿Un modelo que excluye
a miles de millones de personas
mientras solo unos pocos
se vuelven inimaginablemente ricos?
Eso nos separa entre
ganadores y perdedores,
para luego culpar a los perdedores
por su mala suerte.
¡Bienvenidos al neoliberalismo!
La doctrina zombie que nunca parece morir,
por muy desacreditada que esté.
Quizás Uds. se hayan imaginado
que la crisis financiera de 2008
hubiera podido desembocar
en el colapso del neoliberalismo.
Después de todo, hizo evidentes
sus características centrales:
la desregulación de los negocios
y las finanzas,
derribando la protección pública,
empujándonos a una rivalidad
extrema entre nosotros,
todo un poco defectuoso.
E intelectualmente, sí colapsó.
Y sin embargo, aún domina nuestras vidas.
¿Por qué?
Creo que la respuesta es
que todavía no hemos creado
una nueva historia para reemplazarla.
Las historias son los medios
con los que navegamos por el mundo.
Nos permiten interpretar
sus complejas y contradictorias señales.
Cuando queremos entender
el significado de algo,
no buscamos un significado científico,
sino fidelidad narrativa.
¿Lo que oímos refleja cómo esperamos
que se comporten los humanos y el mundo?
¿Cuadra?
¿Progresa como debe
progresar una historia?
Somos criaturas de la narrativa,
y una serie de hechos y cifras,
por importantes que sean -
como saben, soy empirista,
creo en hechos y cifras,
pero esos hechos y cifras no pueden
desplazar una historia persuasiva.
Lo único que puede reemplazar una historia
es una historia.
No se le puede quitar
la historia a una persona
sin darle una nueva.
Y no son solo historias en general
con las que estamos sintonizados,
sino con las estructuras
narrativas particulares.
Hay una serie de tramas básicas
que usamos una y otra vez,
y en política hay una trama básica
que resulta ser tremendamente poderosa:
la llamo "la historia de la restauración".
Y es así:
El desorden aflige al mundo,
causado por fuerzas poderosas y nefastas,
que actúan en contra
de los intereses de la humanidad.
Pero el héroe se rebelará
contra este desorden,
luchará contra esas poderosas fuerzas,
contra todo pronóstico las derrocará
y restaurará la armonía al mundo.
Ya conocen esta historia.
Es la historia bíblica.
Es la historia de "Harry Potter".
Es la historia
de "El señor de los anillos".
Es la historia de "Narnia".
Pero también es la historia
que ha acompañado a casi todas las
transformaciones políticas y religiosas
por milenios.
De hecho, hasta podríamos decir
que sin una nueva y poderosa
historia de restauración,
una transformación política y religiosa
quizás no pueda suceder.
Es así de importante.
Después de que la economía del "laissez
faire" desencadenara la Gran Depresión,
John Maynard Keynes se puso a escribir
una nueva economía,
y la historia de restauración que relató
fue algo así:
El desorden aflige al mundo,
(Risas)
Causado por las poderosas y nefastas
fuerzas de la élite económica,
que han capturado la riqueza del mundo.
Pero el héroe de la historia,
el estado habilitador, apoyado
por la clase trabajadora y la clase media,
combatirá ese desorden,
luchará contra esas poderosas fuerzas
y redistribuirá la riqueza,
y gastando el dinero público
en bienes públicos,
generará ingresos y empleo,
restaurando la armonía en el mundo.
Como todas las buenas historias
de restauración,
esta resonó por todo el espectro político.
Los demócratas y los republicanos,
los laboristas y los conservadores,
la izquierda y derecha,
todos se volvieron,
en términos generales, keynesianos.
Y cuando el keynesianismo tuvo problemas
en los años 70,
los neoliberales, gente como
Friedrich Hayek y Milton Friedman,
presentaron su nueva historia
de restauración,
y fue algo así:
Nunca adivinarán lo que sigue.
(Risas)
El desorden aflige al mundo,
causado por las poderosas
y nefastas fuerzas
del poderoso estado,
cuyas tendencias colectivizantes
aplastan la libertad, el individualismo
y la oportunidad.
Pero el héroe de la historia,
el emprendedor,
luchará contra esas poderosas fuerzas,
hará retroceder al estado,
creará riqueza y oportunidades,
y restaurará la armonía en el mundo.
Esta historia también resonó
en todo el espectro político.
Los republicanos y los demócratas,
los conservadores y los laboristas,
todos se volvieron,
en general, neoliberales.
Historias opuestas
con una estructura narrativa idéntica.
Luego, en 2008,
la historia neoliberal se derrumbó
y sus oponentes se presentaron con...
(Risas)
¡nada!
¡Sin una nueva historia de restauración!
Lo mejor que podían ofrecer
era un neoliberalismo diluido.
o un keynesianismo de microondas.
Y por eso estamos atrapados.
Sin esa nueva historia,
estamos atrapados
con la vieja historia fallida
que sigue fallando.
La desesperación es el estado
en el que caemos
cuando nuestra imaginación fracasa.
Cuando no tenemos una historia
que explique el presente
y describa el futuro,
la esperanza se evapora.
El fracaso político es, escencialmente,
un fracaso de la imaginación.
Sin una historia de restauración
que nos pueda decir
a dónde tenemos que ir,
no va a cambiar nada,
pero con esa historia de restauración,
casi todo puede cambiar.
La historia que necesitamos contar
es una historia que atraiga
a la mayor cantidad de personas posible,
cruzando fallas políticas.
Debe resonar con profundos
deseos y necesidades.
Debe ser simple e inteligible,
y debe estar basada en la realidad.
Admito que todo esto
suena bastante difícil.
Pero creo que
en las naciones occidentales,
en realidad hay una historia como esta
a la espera de ser contada.
En los últimos años,
hemos tenido una fascinante
convergencia de hallazgos
en varias ciencias diferentes,
en psicología, antropología,
neurociencia y biología evolutiva,
y todos nos dicen algo bastante asombroso:
que los seres humanos tenemos
una capacidad inmensa de altruismo.
Sí, todos tenemos un poco de egoísmo
y de codicia dentro de nosotros,
pero en la mayoría de las personas,
estos no son nuestros valores dominantes.
Y también resultamos ser
cooperadores supremos.
Sobrevivimos en las sabanas africanas,
pese a ser más débiles
y más lentos que nuestros depredadores
y que la mayoría de nuestras presas,
por una asombrosa capacidad
para ayudarnos mutuamente,
y ese impulso de cooperar
se ha programado en nuestras mentes
a través de la selección natural.
Estos son los hechos centrales
y cruciales sobre la humanidad:
nuestro increíble altruismo y cooperación.
Pero algo salió terriblemente mal.
El desorden aflige al mundo,
(Risas)
Nuestra buena naturaleza fue frustrada
por varias fuerzas,
pero creo que la más poderosa
es la narrativa política
que domina estos tiempos,
que nos dice que deberíamos vivir
en un individualismo extremo
compitiendo entre nosotros.
Nos obliga a luchar entre nosotros,
a temer y desconfiar el uno del otro.
Atomiza la sociedad.
Debilita los lazos sociales
que hacen que valga la pena vivir.
Y en ese vacío
crecen estas fuerzas
violentas e intolerantes.
Somos una sociedad de altruistas,
pero estamos gobernados por psicópatas.
(Aplausos)
Pero no tiene por que ser así.
No es necesario,
porque tenemos esta increíble capacidad
de unión y de pertenencia,
e invocando esta capacidad,
podemos recuperar esos componentes
asombrosos de nuestra humanidad:
nuestro altruismo y cooperación.
Donde haya atomización,
construyamos una vida cívica próspera
con una rica cultura participativa.
Donde nos encontremos aplastados
entre el mercado y el estado,
podemos construir una economía que
respete a las personas y al planeta.
Y podemos crear esta economía
en torno a esa gran esfera descuidada:
el bien común.
El bien común no es ni mercado ni estado,
ni capitalismo ni comunismo,
consta de tres elementos principales:
un recurso particular;
una comunidad particular
que maneja ese recurso;
y las reglas y negociaciones que la
comunidad desarrolla para administrarlo.
Piensen en una banda ancha comunitaria
o en cooperativas de energía comunitaria
o en los terrenos comunitarios
para cultivar frutas y verduras
que en Gran Bretaña son las huertas
o parcelas comunes.
Un bien común no se puede vender,
no se puede regalar,
y sus beneficios se comparten por igual
entre los miembros de la comunidad.
Donde hemos sido ignorados y explotados,
podemos revivir nuestra política.
Podemos recuperar la democracia
de quienes nos la quitaron.
Podemos usar nuevas reglas
y métodos electorales
para garantizar que el poder financiero
no vuelva a triunfar sobre el democrático.
(Aplausos)
La democracia representativa debe ser
moderada por la democracia participativa
para que podamos refinar
nuestras elecciones políticas,
y esa elección debe ejercerse tanto
como sea posible a nivel local.
Si algo puede decidirse localmente,
no debe determinarse a nivel nacional.
Y llamo a todo esto
una política de pertenencia.
Creo que esto tiene el potencial de atraer
a una amplia gama de personas,
ya que unos de los muy pocos valores
que comparten la izquierda y la derecha
son la pertenencia y la comunidad.
Y podríamos referirnos
cosas un poco diferentes,
pero al menos comenzamos
con un lenguaje en común.
De hecho, mucha política puede
considerarse una búsqueda de pertenencia.
Incluso los fascistas buscan comunidad,
aunque una comunidad
espantosamente homogénea
donde todos se ven iguales
y usan el mismo uniforme
y cantan los mismos eslóganes.
Lo que necesitamos crear es una comunidad
basada en redes de conexión,
no redes de unión.
Una red de unión une a personas
de un grupo homogéneo,
mientras que una red de conexión
une a personas de diferentes grupos.
Y pienso que si creamos
comunidades de conexión
lo suficientemente ricas y vibrantes,
podemos frustrar la necesidad
de que la gente se sumerja en la seguridad
de una comunidad de vinculación homogénea
defendiéndose contra el otro.
En resumen,
nuestra nueva historia
podría ser algo así:
El desorden aflige al mundo,
(Risas)
causado por las poderosas
y nefastas fuerzas de las personas
que dicen que no existe la sociedad,
quienes nos dicen
que nuestro mayor propósito en la vida
es pelear como perros callejeros
por un cubo de basura.
Pero los héroes de la historia, nosotros,
nos rebelaremos contra este desorden.
Lucharemos contra esas fuerzas nefastas
construyendo comunidades ricas,
atrayentes, inclusivas y generosas,
y de esta forma
restauraremos la armonía al mundo.
(Aplausos)
Y si creen o no que esta
es la historia correcta,
espero que estén de acuerdo
en que necesitamos una.
Necesitamos una nueva historia
de restauración,
que nos guiará fuera
del embrollo en el que estamos,
que nos cuenta por qué estamos aquí
y nos dice cómo salir.
Y esta historia, si la contamos bien,
infectará las mentes de las personas
en todo el espectro político.
Nuestra tarea es contar la historia
que ilumina el paso hacia un mundo mejor.
Gracias.
(Aplausos)