Estoy aquí para hablarles de algo
importante que quizás no sepan.
Los gobernantes del mundo
están a punto de llevar
a cabo, sin saberlo,
un experimento en nuestro clima.
En 2020, habrá reglamentos para que los
barcos reduzcan las emisiones de sulfuro
limpiando sus chimeneas
o utilizando un combustible más limpio.
Esta es una gran noticia
para la salud humana,
pero las partículas
de sulfuro de los barcos
también influyen en las nubes.
Esta es una imagen por satélite de nubes
sobre la costa del Pacífico de EE. UU.
Estas marcas en las nubes
las crean las chimeneas de los barcos.
Los barcos emiten gases
de efecto invernadero,
que retienen el calor
durante largos períodos de tiempo,
y partículas como el sulfato,
que se mezclan con las nubes
y las hacen brillar más temporalmente.
Cuanto más brilla la nube,
más luz refleja hacia el espacio,
lo que enfría el clima.
Así que, de hecho,
los humanos están haciendo
dos experimentos accidentales
en nuestro clima.
En el primero, se está aumentando
la concentración de gases invernadero
y calentando la Tierra de forma gradual.
Funciona un poco como la fiebre
en el cuerpo humano.
Si hay poca, los efectos son leves;
pero si la fiebre aumenta,
el daño es más grave
hasta llegar a ser devastador.
Es algo que estamos comprobando ahora.
En el segundo experimento
planeamos eliminar unas partículas
que abrillantan las nubes
y nos protege del calentamiento.
El efecto es mayor en nubes como estas
y los científicos esperan que
la reducción de sulfuro de los barcos
provoque un aumento apreciable
del calentamiento global.
Vaya sorpresa, ¿eh?
De hecho, la mayoría de emisiones tienen
sulfitos que abrillantan las nubes:
el carbón, el diesel,
los incendios forestales...
Los científicos estiman que
el efecto refrescante total de estas,
a las que llaman aerosoles cuando
están en el ambiente,
puede ser el mismo que todo
el calentamiento vivido hasta ahora.
Hay mucha incertidumbre
sobre este efecto
y es una de las razones principales
por las que es difícil predecir el clima,
pero iremos perdiendo este enfriamiento
conforme desciendan las emisiones.
Para que quede claro, el ser humano
está enfriando el planeta
con la dispersión a escala masiva
de partículas a la atmósfera.
No sabemos cuánto,
pero es de forma accidental.
Es preocupante,
pero significa que hay
una forma de reducir la temperatura,
una medicina urgente
para nuestra fiebre climática,
una medicina que
se origina en la naturaleza.
Esta es una simulación de la NASA
de la atmósfera terrestre,
con nubes y partículas
moviéndose por el planeta.
El brillo es el reflejo
del sol en las nubes
y este escudo reflector
es una de las formas
en que la naturaleza el enfría
el planeta para los humanos
y toda la vida que conocemos.
En 2015, los científicos valoraron
formas de enfriar el clima rápidamente.
Descartaron cosas como
espejos en el espacio,
pelotas de pimpón en el océano,
láminas de plástico en el Ártico,
y descubrieron que lo más valioso
era aumentar un poco
esta reflectividad atmosférica.
De hecho, es posible que reflejar
solo un 1 o 2 % más de la luz solar
de la atmósfera
pueda combatir dos grados Celsius
o más de calentamiento.
Aunque yo soy ejecutiva
tecnológica, no científica.
Hace una década, preocupada por el clima,
hablé con científicos sobre
medidas posibles contra el calentamiento.
Estas conversaciones
se convirtieron en colaboraciones
como el proyecto Marine Cloud Brightening,
del cual hablaré en un segundo,
y la organización sin ánimo de lucro
SilverLining, donde estoy ahora.
Trabajo con políticos, investigadores,
miembros de la industria técnica y demás
para hablar sobre estas ideas.
Al comienzo conocí a un científico
atmosférico, John Latham,
que propuso enfriar el clima
como lo hacen los barcos,
pero con una fuente natural de partículas:
niebla de sal marina
nebulizada por barcos
en océanos susceptibles de formar nubes.
La idea se conoció
con el nombre que le diera entonces:
«Abrillantado de nubes».
Estudios anteriores mostraron
que al aplicar esta técnica
en solo el 10 al 20 %
de las nubes oceánicas,
podría compensarse hasta
dos grados Celsius el calentamiento.
Podría incluso abrillantar
nubes de regiones locales
para reducir el impacto por el aumento
en la superficie del océano.
Por ejemplo, regiones
como el Golfo Atlántico
podría enfriarse antes de
la temporada de huracanes
para reducir la fuerza de las tormentas.
O podría enfriarse el agua
de arrecifes de coral
afectados por el estrés térmico,
como ocurre en la Gran Barrera de Coral.
Pero todo esto es solo teórico
y abrillantar las nubes marinas
no es la única forma
de aumentar la capacidad atmosférica
de reflejar la luz del sol.
Otras suceden cuando grandes volcanes
liberan compuestos con tanta fuerza
que alcanzan la estratosfera,
la capa superior de la atmósfera.
Cuando el Pinatubo
entró en erupción en 1991,
liberó a la estratosfera compuestos
como el sulfato, que se mezcla
con la atmósfera y refleja la luz.
Este se quedó y circuló
por todo el planeta.
Bastó para enfriar el clima
más de medio grado Celsius
durante dos años.
Este enfriamiento provocó un notable
aumento de hielo en el Ártico en 1992,
que descendió con los años
según las partículas volvían a la Tierra.
Pero el fenómeno volcánico
condujo al premio nobel Paul Crutzen
a proponer la idea de que
dispersar partículas a la estratosfera
de forma controlada, podría
contrarrestar el calentamiento global.
Ahora bien, esto tiene riesgos
que no comprendemos,
como que calentemos la estratosfera
o dañemos la capa de ozono.
Los científicos opinan que
habría formas seguras de afrontarlo,
¿pero las tenemos ya?
¿Merece la pena considerarlo?
Esto es una simulación
del Centro Nacional para la
Investigación Atmosférica
del clima global que muestra
la temperatura de la Tierra hasta 2100.
El de la izquierda muestra
nuestra trayectoria actual,
el de la derecha, un mundo donde
se lanzan partículas a la estratosfera
gradualmente en 2020
y se mantienen hasta el 2100.
Esto mantiene la temperatura
terrestre parecida a la de ahora,
y si no lo hacemos, la temperatura
aumenta más de tres grados.
Esto podría ser la diferencia
entre un mundo seguro o no.
Así que, si hay una posibilidad
de que esto pudiera hacerse realidad,
¿es algo que deberíamos
considerar de verdad?
Hoy en día no tenemos la capacidad
y el conocimiento científico es limitado.
No sabemos ni si esto es factible,
ni cómo cuantificar los riesgos.
Los investigadores esperan
explorar algunas preguntas
que nos ayudarían a averiguar
si estas opciones son factibles
o es mejor descartarlas.
Requiere estudiar el clima
de múltiples formas:
modelos computacionales
para predecir los cambios,
técnicas analíticas como
el aprendizaje automático
y muchos tipos de observación.
Y, aunque es controvertido,
es esencial que los investigadores
desarrollen tecnologías de base
para realizar experimentos
reales a pequeña escala.
Hay dos programas de investigación
que propone experimentos así.
En Harvard, el experimento SCoPEx
liberaría una cantidad ínfima
de sulfato, carbonato cálcico
y agua a la estratosfera con un globo
para estudiar
los efectos químicos y físicos.
¿Cuánto material se liberaría?
Menos de lo que se libera
en un minuto de vuelo
de un avión comercial.
Así que no es peligroso en absoluto,
puede que ni alarmante.
En la Universidad de Washintgon,
los científicos esperan rociar
una fina niebla de agua salada a las nubes
en una serie de pruebas
en tierra y en océano.
Si tienen éxito, acabará en experimentos
para abrillantar una zona
de nubes sobre el océano.
El programa de abrillantado de nubes
es el primero en crear tecnología
que genera aerosoles para
reflejar el sol en la atmósfera.
Hay que producir partículas diminutas
--piensen en el vapor que sale
de un inhalador para el asma--
a escala masiva, piensen
que tiene que dar para una nube.
Es un problema de ingeniería complicado.
La boquilla que desarrollaron
genera tres billones
de partículas por segundo
del tamaño de 80 nanómetros
hecha de agua salada muy corrosiva.
La desarrolló un equipo
de ingenieros retirados en Silicon Valley
--aquí los tienen--
que trabajaron día y noche durante
6 años y sin cobrar; por sus nietos.
Harán falta unos cuantos
millones de dólares y otro año o dos
para desarrollar todo el sistema
que necesitan para los experimentos.
En otras partes del mundo
emergen otros grupos de investigadores,
como pequeños programas de modelado
en Beijing Normal University, China;
el Instituto Indio de la Ciencia,
un centro de reparación del clima en
la Universidad de Cambridge, Reino Unido,
y la Fundación DECIMALS,
que financia investigadores
en países del hemisferio sur
para estudiar el impacto
de estas intervenciones solares
en esa zona del mundo.
Pero, a todos estos programas,
incluidos los experimentales,
les faltan muchos fondos.
Comprender estas intervenciones
es muy problemático.
La Tierra es un sistema vasto y complejo
y necesitamos invertir más
en modelos climáticos, observación
y ciencia básica
para predecir el clima
mucho mejor de lo que podemos hoy
y manejar las acciones
tanto accidentales como intencionadas.
Y podría ser urgente.
Informes científicos recientes
predicen que en las siguientes décadas
la fiebre terrestre va
camino a la devastación:
calor extremo e incendios,
grandes pérdidas de la vida oceánica,
la pérdida del hielo del Ártico,
exilio y sufrimiento de
cientos de millones de personas.
La fiebre llegaría a un punto
en el que el calentamiento toma el poder
y los esfuerzos humanos
ya no son suficientes
para contrarrestar
los cambios en la naturaleza.
Para evitarlo,
el Panel de la ONU
sobre el cambio climático predice
que debemos parar y revertir
las emisiones para el 2050.
¿Cómo? Debemos cambiar de forma
rápida y radical los sectores económicos,
como la energía, la construcción,
la agricultura, el transporte y otros.
Y es imperativo hacerlo
tan rápido como podamos.
Aún así, la fiebre es tan alta
que los expertos dicen que
debemos eliminar también
cantidades masivas de CO2 de la atmósfera.
Seguramente unas diez veces
las emisiones anuales mundiales,
en formas que aún no se han probado.
Ahora mismo, tenemos soluciones lentas
para problemas que van a toda velocidad.
Aún con los supuestos más optimistas,
la exposición a los riesgos
en los próximos 10 a 30 años
es, en mi opinión, demasiado alta.
¿Pueden estas actividades ofrecer
la medicina rápida que necesitamos
para reducir la fiebre terrestre
a la vez que tratamos las causas?
Hay preocupación real sobre esta idea.
A algunos les preocupa
que incluso investigar todo esto
sirva de excusa para retrasar
los esfuerzos para reducir las emisiones.
A esto se le conoce como riesgo moral.
Pero, como la mayoría de medicinas,
cuanto más intervienes,
más peligroso se vuelve.
Así que los investigadores
tratan de indicar que
no podemos seguir llenando la atmósfera
continuamente de gases
de efecto invernadero.
Que estas alternativas son arriesgadas
y, si tuviéramos que usarlas,
habría que hacerlo lo mejor posible.
Aun así,
¿aprenderemos lo necesario
para lidiar con el riesgo?
¿Quién decidiría sobre
cuándo y cómo intervenir?
¿Y si algunos lo empeoran
o creen que lo hacen?
Esto es un problema difícil.
Pero lo que más me preocupa
es que, conforme el impacto empeore,
los líderes tendrán que responder
de todas las formas posibles.
Yo no quiero que actúen
sin información fidedigna
ni las mejores opciones.
Los científicos creen que
harán faltan 10 años
solo para valorar estas acciones
antes de que podamos
desarrollarlas o usarlas.
Y aun hoy en día, la inversión
global para estas intervenciones
es prácticamente cero.
Así pues, debemos ser rápidos
si queremos que los legisladores
tengan información auténtica
de este tipo de medicina urgente.
¡Aún hay esperanza!
Ya hemos resuelto
este tipo de problemas antes.
En los setenta, identificamos una amenaza
para nuestra capa de ozono.
En los ochenta, los científicos,
los políticos y la industria
trabajaron para reemplazar
los químicos problemáticos.
Lo consiguieron solo con
un acuerdo medioambiental vinculante
firmado por todos los países:
el Protocolo de Montreal.
Aún vigente,
ha conseguido que
se recupere la capa de ozono
y es la obra de protección
medioambiental de mayor éxito
en la historia humana.
Ahora tenemos un peligro mayor,
pero tenemos la capacidad
de acordar y elaborar soluciones
para proteger a la gente
y restaurar la salud del clima.
Esto significaría que,
para mantenernos a salvo,
reflejaremos la luz solar
durante décadas,
mientras la industria se vuelve
ecológica y eliminamos el CO2.
Quiere decir que debemos trabajar ya
para conocer las opciones
de este tipo de medicina urgente.
Gracias.
(Aplausos)