Un domingo por la tarde,
en abril de este año,
sonó mi teléfono
y lo atendí.
Una voz dijo: "Soy Rebecca.
solo te llamo para invitarte
a mi funeral".
Le dije: "¿De qué hablas, Rebecca?".
Me respondió: "Joy, eres mi amiga,
y debes dejarme ir.
Es mi hora".
Murió al otro día.
Rebecca tenía 31 años cuando falleció.
Había luchado durante ocho años
contra un cáncer de mama.
Le había vuelto tres veces.
Y yo le fallé.
La comunidad científica le falló.
Y también le falló la comunidad médica.
Pero no es la única.
Cada cinco segundos
alguien muere de cáncer.
Los médicos investigadores
nos hemos comprometido
a que Rebecca y gente como ella
sean los últimos pacientes
a los que les fallamos.
Desde los años 70, el gobierno de EE. UU.
ha gastado más de 100 mil millones
en la investigación del cáncer,
pero la supevivencia de los pacientes
ha tenido un progreso limitado,
especialmente en ciertos tipos
de cánceres muy agresivos.
Necesitamos un cambio,
pues, claramente, lo que hemos hecho
hasta ahora no ha funcionado.
En medicina, lo que hacemos
es enviar a los bomberos,
porque el cáncer es como un gran incendio.
Estos bomberos son
los medicamentos contra el cáncer.
Pero los enviamos sin su camión,
es decir, sin medio
de transporte, sin escaleras
y sin equipo de emergencia.
Más del 99 % de estos bomberos
nunca llega al incendio.
Más del 99 % de los medicamentos
contra el cáncer nunca llegan al tumor
porque carecen de los medios
de transporte y de las herramientas
que los lleven al lugar
al que deben dirigirse.
Es verdad, entonces, que el lugar
es lo más importante.
(Risas)
Así que necesitamos un camión de bomberos
para que lleguen al lugar correcto.
Y estoy aquí para decirles
que las nanopartículas
son el camión de los bomberos.
Podemos introducir los medicamentos contra
el cáncer dentro de las nanopartículas,
y ellas pueden actuar como las portadoras
del equipo necesario
para llevar los medicamentos
hasta el centro del tumor.
¿Qué son las nanopartículas
y qué significa realmente
tener un tamaño nano?
Hay muchos tipos diferentes
de nanopartículas
hechas de diversos materiales,
como las nanopartículas de metal
o las nanopartículas de grasas.
Pero para ilustrar realmente
lo que es el tamaño nano,
tomé uno de mis cabellos
y lo coloqué bajo el microscopio.
Tengo un cabello fino,
de aproximadamente
40 000 nanómetros de diámetro.
Esto quiere decir que si tomamos
400 nanopartículas
y las apilamos una sobre otra,
obtenemos el grosor de un cabello.
Dirijo un laboratorio de nanopartículas
para luchar contra el cáncer
y otras enfermedades
en la Clínica Mayo, aquí en Jacksonville.
En la clínica
tenemos las herramientas para hacer
una diferencia en los pacientes,
gracias a las generosas
donaciones y subvenciones
para financiar nuestra investigación.
¿Cómo logran estas nanopartículas
transportar los medicamentos
hasta el tumor?
Pues bien, tienen una gran caja
de herramientas.
Los medicamentos contra el cáncer
se eliminan rápidamente del cuerpo
a través de los riñones,
porque son muy pequeños.
Es como el agua al atravesar un filtro.
Por eso, no tienen tiempo
de llegar al tumor.
Aquí vemos una ilustración.
Tenemos a los bomberos, los medicamentos.
Circulan en la sangre,
pero pronto son eliminados del cuerpo
y no llegan al interior del tumor.
Pero si colocamos estos medicamentos
dentro de nanopartículas
no serán eliminados del cuerpo,
porque las nanopartículas son muy grandes.
Continuarán circulando en la sangre,
y así tendrán más tiempo
para encontrar el tumor.
Aquí vemos a los medicamentos,
es decir, los bomberos,
dentro de su camión, las nanopartículas.
Circulan en la sangre,
no son eliminadas
y terminan llegando al tumor.
¿Qué otras herramientas
tienen las nanopartículas?
Pueden proteger a los medicamentos
para que el cuerpo no los destruya.
Hay ciertos fármacos
muy importantes, pero sensibles,
que son fácilmente degradados
por las enzimas de la sangre.
Así que, a menos que tengan
la protección de las nanopartículas,
no podrán actuar.
Otra herramienta de las nanopartículas
son unas extensiones,
especies de manos diminutas
con dedos que se aferran al tumor
y se fijan firmemente,
de modo que cuando
las nanopartículas circulan
se pueden adherir
a las células cancerígenas,
y así dan más tiempo a los medicamentos
para que realicen su trabajo.
Estas son algunas de las muchas
herramientas de las nanopartículas.
Actualmente
tenemos más de 10 nanopartículas
contra el cáncer aprobadas clínicamente
que se suministran a pacientes
en todo el mundo.
Sin embargo, tenemos pacientes,
como Rebecca, que mueren.
Entonces, ¿cuáles son los mayores
retos y las principales limitaciones
de las actuales nanopartículas
que ya están aprobadas?
El mayor desafío es el hígado,
porque es el sistema
de filtrado del cuerpo.
El hígado reconoce y destruye
los agentes extraños,
como los virus, las bacterias
y también las nanopartículas.
Las células inmunitarias del hígado
"comen" las nanopartículas,
y les impiden llegar al tumor.
Esta ilustración muestra
que el riñón ya no es un problema,
pero los camiones de bomberos,
o las nanopartículas,
quedan atascados en el hígado
y, en consecuencia,
muy pocos llegan al tumor.
Así que una estrategia futura
para mejorar las nanopartículas
es desarmar temporariamente
las células inmunitarias del hígado.
¿Cómo las desarmamos?
Investigamos los medicamentos
que ya han sido aprobados clínicamente
para otras indicaciones
para ver si alguno podía evitar
que las células inmunitarias
comieran las nanopartículas.
Inesperadamente, en uno
de nuestros estudios preclínicos,
encontramos que un medicamento contra
la malaria, que existe desde hace 70 años,
pudo evitar que las células inmunitarias
internalizaran las nanopartículas
de modo que pudieran escapar del hígado
y continuar el viaje
hasta su objetivo, el tumor.
Aquí vemos la ilustración
de cómo bloquean el hígado.
Las nanopartículas no entran
sino que terminan llegando al tumor.
A veces, en la ciencia, se hacen
conexiones inesperadas
que conducen a soluciones nuevas.
Otra estrategia para evitar
que las nanopartículas
queden atascadas en el hígado
es utilizar las propias
nanopartículas del cuerpo.
Sí...¡sorpresa!
Tú, y tú, y tú, todos nosotros
tenemos muchas nanopartículas
que circulan en nuestro cuerpo.
Como son parte de él,
es menos probable que el hígado
las reconozca como algo extraño.
Estas nanopartículas biológicas
se encuentran en la saliva,
en la sangre, en la orina,
en el jugo pancreático.
Las podemos recolectar del cuerpo
y usarlas como camiones de bomberos
para los medicamentos contra el cáncer.
En este caso,
es menos probable
que las células del hígado
coman las nanopartículas biológicas.
Estaríamos usando el concepto
del caballo de Toya
para engañar al hígado.
Aquí vemos las nanopartículas biológicas
mientras circulan en la sangre.
El hígado no las reconoce,
y logran llegar al tumor.
En el futuro,
debemos aprovechar las nanopartículas
propias de la naturaleza
para administrar los medicamentos
contra el cáncer,
para reducir los efectos
secundarios y salvar vidas
evitando que los medicamentos contra
el cáncer lleguen al lugar equivocado.
Sin embargo, un problema importante
ha sido aislar estas nanopartículas
biológicas en grandes cantidades
sin dañarlas.
Mi laboratorio ha desarrollado
un método eficiente para lograrlo.
Podemos procesar grandes cantidades
de líquidos del cuerpo
para producir una fórmula
altamente concentrada, de gran calidad
de partículas nanobiológicas.
Estas nanopartículas todavía
no se usan clínicamente,
pues se necesita un promedio de 12 años
para que algo del laboratorio
llegue hasta el botiquín de la gente.
Este tipo de retos
requiere trabajo de equipo
de los científicos y médicos
que dedican su vida a esta batalla.
Y seguimos gracias a la inspiración
que los pacientes nos dan.
Creo que si continuamos trabajando
en estos nanofármacos,
podremos reducir el daño
a los órganos sanos,
mejorar la calidad de vida
y salvar a futuros pacientes.
Me gusta imaginar
que si Rebecca hubiera podido
acceder a estos tratamientos,
aquel llamado suyo
podría haber sido una invitación
no a su funeral,
sino a su boda.
Gracias.
(Aplausos)