En las pedregosas costas
del noroeste del Pacífico,
grupos de ballenas orcas
habitan en las gélidas aguas.
Cada grupo familiar es capaz de sobrevivir
debido principalmente a un miembro:
su cazadora más experta, la abuela.
Estas matriarcas pueden
vivir hasta los 80 años o más,
mientras que la mayoría de los machos
viven aproximadamente hasta los 30.
Si bien las orcas habitan
en todos los océanos,
hasta no hace mucho tiempo
sabíamos muy poco sobre ellas.
Los científicos desconocían
los detalles de su estilo de vida,
hasta que la organización
'Center for Whale Research'
comenzó a estudiar a un grupo específico,
cerca del estado de Washington
y Columbia Británica, en 1976.
Gracias a su trabajo constante, hemos
aprendido mucho sobre estas ballenas,
conocidas como 'residentes del sur'.
Y, cuánto más aprendemos,
más importante parece ser
el papel de las ballenas ancianas.
Toda abuela comienza
su vida como una ballenata
que nace dentro del grupo familiar
de su madre, conocido como matrilinaje.
La familia hace todo en equipo:
caza, juega e incluso se comunica
mediante un sistema único de llamados.
Tanto las hembras como los machos pasan
toda su vida con la familia de sus madres.
Esto no significa que una ballena joven
interactúe únicamente con sus familiares.
Además de sus llamados especiales,
su matrilinaje comparte
un dialecto con parientes cercanos,
y socializan con frecuencia.
Cuando una hembra alcanza los 15 años,
estos encuentros se vuelven oportunidades
para aparearse con machos de otros grupos.
Las relaciones no se extienden más de eso.
La hembra y sus crías
se quedarán con su familia,
y el macho regresará al grupo de su madre.
Hasta aproximadamente los 40 años,
dará a luz cada seis años, en promedio.
Luego, experimentará la menopausia,
que es muy inusual en el reino animal.
De hecho, los seres humanos,
las orcas y algunos otros pocos animales
son las únicas especies
cuyas hembras continúan viviendo
muchos años después
de dejar de reproducirse.
Tras la menopausia, las abuelas toman
el mando de las cacerías de salmón,
principal fuente de alimento
de las residentes del sur.
Durante la mayor parte del invierno,
cazan cerca de las costas,
complementando salmón con otros peces.
Pero cuando los cardúmenes de salmón
se dirigen a las costas para reproducirse,
las orcas los siguen.
La matriarca enseña a las ballenas jóvenes
dónde encontrar
las mejores zonas de pesca.
Además, comparte hasta
el 90 % del salmón que atrapa.
A medida que pasa el tiempo,
sus contribuciones se
vuelven más importantes.
La pesca excesiva y
la destrucción de los hábitats
han diezmado los cardúmenes de salmón,
por lo que las ballenas están
frecuentemente en peligro de inanición.
La pericia de las abuelas
puede ser la diferencia entre
la vida y la muerte de sus familias.
Pero ¿por qué dejan de reproducirse?
Casi siempre es ventajoso para
una hembra seguir reproduciéndose,
incluso si continúa
cuidando a sus hijos y nietos.
Algunas circunstancias únicas
alteran esta situación para las orcas.
El hecho de que ni las crías
macho ni las crías hembra
abandonen su familia original
es extremadamente inusual.
En casi todas las especies animales,
uno o ambos sexos se separan del grupo.
Esto significa que, a medida
que la orca hembra envejece,
un porcentaje cada vez mayor de su familia
estará constituido por sus hijos y nietos,
mientras que los parientes
más lejanos mueren.
Debido a que las hembras adultas
se vinculan más estrechamente
al grupo que las hembras jóvenes,
dedican más tiempo
a la familia en conjunto;
mientras que las hembras jóvenes
dedican más tiempo a la reproducción.
En el entorno de las orcas, cada cría
nueva es una boca más que alimentar
con los limitados recursos
que se comparten.
Una hembra adulta
puede promover sus genes,
sin que esto sea
una carga para su familia,
al sustentar a sus hijos adultos,
quienes tendrán ballenatos que
otros grupos familiares criarán.
Esta puede ser la razón por la
que las hembras han evolucionado
para no reproducirse
a partir de la mediana edad.
A pesar de las contribuciones
de las abuelas,
las orcas residentes del sur
se encuentran en peligro extremo
principalmente por
la disminución del salmón.
Es necesario invertir
urgentemente en la recuperación
de los cardúmenes de salmón
para evitar la extinción de las orcas.
Y, a largo plazo,
se necesitan más estudios
como los realizados por
el 'Center for Whale Research'.
Lo que conocemos
sobre las residentes del sur
podría no ser igual
para otras subespecies.
Si estudiamos otras
especies con detenimiento,
podríamos descubrir
otros tipos de adaptaciones,
y prevenir su vulnerabilidad
a la interferencia humana
antes de que su supervivencia
esté en peligro.