Normalmente consideramos al ballet
como algo armonioso, elegante y refinado,
características que difícilmente
instigarían una revuelta.
Pero en la primera función de
"La consagración de la primavera"
de Stravinsky,
miembros del público se escandalizaron
tanto que acallaron la orquesta.
Se cuenta que la gente
lanzaba objetos al escenario,
se peleaban entre sí
y algunos fueron arrestados.
Todo esto había empezado
como una sofisticada noche de ballet.
Representada por primera vez
en mayo de 1913 en el Teatro
de los Campos Elíseos de París,
"La consagración de la primavera"
se basa en tiempos prehistóricos.
La narrativa se centra
en una antigua comunidad pagana
que venera la Tierra y prepara
el sacrificio de una mujer
para provocar el cambio de las estaciones.
Pero el ballet se centra más
en la violenta relación
entre humanos, naturaleza y cultura
que en los personajes o la trama.
Estos temas se manifiestan en
una verdaderamente perturbadora producción
que combina música discordante,
bailes torpes y una extraña
puesta en escena.
Inicia con bailarines que
se despiertan con un solo de fagot
que suena en un inquietante
registro agudo.
Esto da paso a unas cuerdas disonantes,
punzadas por pausas inesperadas
mientras los bailarines
se contraen con la música.
Estas escalofriantes figuras
representan la brutal premisa del ballet,
lo que llevó a la audiencia al límite
y destrozó las convenciones
de la música clásica.
De esta y otras muchas formas,
"La consagración de la primavera"
desafió las tradiciones
orquestales del siglo XIX.
Compuesta en la cúspide
de la Primera Guerra Mundial
y la Revolución Rusa,
"La consagración de la primavera"
suena a urgencia.
Esta tensión se refleja
en varios experimentos formales,
como el innovador uso
de la síncopa, o el ritmo irregular;
la atonalidad o la ausencia
de un solo tono;
y la presencia de varios compases.
Junto a estas características,
sorprendentes y modernas,
Stravinsky añadió aspectos
de la música folclórica rusa:
una combinación que
deliberadamente trastocaba
las expectaciones de
su sofisticada audiencia urbana.
No era la primera vez que Stravinsky
usaba música folclórica.
Nacido en un pequeño pueblo
a las afueras de San Petersburgo en 1882,
la reputación de Stravinsky se consolidó
con el exuberante ballet
"El pájaro de fuego".
Basada en un cuento de hadas ruso,
esta producción estaba impregnada
de la fascinación de Stravinsky
con la cultura folclórica.
Pero planeó algo más descabellado
con "La consagración de la primavera",
en la que forzó los límites
musicales y populares
para extraer la crudeza del ritual pagano.
Stravinsky le dio vida a este ensueño
en colaboración con
el artista Nikolái Roerich.
Roerich estaba obsesionado
con la época prehistórica.
Había publicado ensayos
sobre sacrificios humanos
y había trabajado en excavaciones
de tumbas eslavas,
además de diseñar
escenografía y vestuario.
Para "La consagración de la primavera"
partió del arte medieval ruso
y ropa de campesinos para crear trajes
que colgaran de forma extraña
del cuerpo de los bailarines.
Roerich los colocó contra fondos
vívidos de naturaleza primitiva,
llenos de piedras escarpadas,
árboles amenazadores y colores dantescos.
Junto con sus deslumbrantes decorados
y ardiente composición,
la coreografía original para
"La consagración de la primavera"
era sumamente provocativa.
Esto fue obra del legendario
bailarín Vaslav Nijinsky,
quien desarrolló bailes para reconsiderar
"las raíces del propio movimiento".
Aunque Stravinsky
después expresó frustración
con los exigentes ensayos de Nijinsky
y su interpretación obstinada
de la música,
su coreografía demostró ser tan pionera
como la composición de Stravinsky.
Contorsionó el ballet tradicional,
para horror y asombro de su audiencia,
muchos de los cuales esperaban
el refinamiento y romance del género.
El baile en "La consagración
de la primavera" es agitado y desigual,
con intérpretes que se esconden,
se retuercen y brincan como poseídos.
A menudo, los bailarines
no son uno con la música,
sino que parecen forcejear con ella.
Nijinsky les indicó torcer
los dedos de los pies hacia dentro
y aterrizar con fuerza tras los saltos,
a menudo fuera de ritmo.
Para la frenética escena final,
una mujer baila hasta morir al son
de cuerdas chirriantes y fuertes golpes.
El ballet acaba repentinamente
en un acorde abrupto e inquietante.
Hoy "La consagración de la primavera"
sigue siendo tan estremecedora
como en su controvertido estreno,
pero la onda expansiva de la obra original
sigue resonando e inspirando a otros.
Se puede oír la influencia de Stravinsky
en los ritmos de duelo del jazz actual,
en la música clásica "folky",
e incluso en bandas sonoras
de películas de terror
que aún provocan una desenfrenada
reacción del público.