A lo mejor tienen la impresión,
como la mayoría de la gente,
de que nuestro país
está cada vez más polarizado;
de que la división
entre izquierda y derecha
es mucho más grande
de lo que hemos vivido nunca.
Quizá se pregunten si hay investigaciones
que respalden su intuición.
Y en pocas palabras,
la respuesta es tristemente que sí.
(Risas)
Estudio tras estudio observamos
que liberales y conservadores
se han alejado cada vez más.
Se han aislado cada vez más
en unos silos ideológicos,
leyendo diferentes noticias, hablando
con gente con las mismas ideas
y viviendo cada vez más
en partes diferentes del país.
Y creo que lo más alarmante
es la creciente hostilidad
de ambas partes.
Liberales y conservadores,
demócratas y republicanos,
se gustan cada vez menos.
Se puede observar en muchos actos.
No quieren ser amigos.
No quieren salir juntos.
Si lo hacen y se enteran,
se parecen menos atractivos
y cada vez están más en contra
de que sus hijos se casen
con alguien que apoya
al otro partido.
Una estadística muy chocante.
En mi laboratorio,
cuando hablo con mis estudiantes
sobre patrones sociales
soy un gran aficionado al cine,
a veces pregunto:
¿a qué película pertenece
este patrón?
¿En qué tipo de película estamos
con esta polarización política?
Podría ser una película de desastres.
Desde luego parece un desastre.
Podría ser una película de guerra.
También encaja.
Pero lo que yo creo es que estamos
en una película de apocalipsis zombi.
(Risas)
¿Verdad? Ya saben de qué hablo.
Hay gente vagando en grupos,
sin pensar por sí mismos
dominados por la mentalidad de la masa
e intentando extender su enfermedad
y destruir a la sociedad.
Y si son como yo,
liberales con estudios universitarios
(y estadísticamente supongo
que la mayoría de Uds...
(Risas)
lo son,
(Risas)
probablemente piensen, como yo,
que son los buenos en la película
del apocalipsis zombi
y que este odio y esta polarización
lo propagan los otros,
los conservadores.
Nosotros somos Brad Pitt, ¿no?
Librepensadores, honrados,
intentando aferrarnos
a lo que nos importa,
ya saben, no somos soldados
del ejército de los no muertos.
Eso no.
Eso nunca.
Pero aquí está la cosa:
¿En qué película piensan
que están ellos?
¿No?
Resulta que ellos están
convencidos de que son los buenos
en la película del apocalipsis zombi
y, créanselo, piensan
que ellos son Brad Pitt
y que nosotros somos los zombis.
¿Y quién dice que se equivocan?
Miren, ellos se meten en links
que dicen ese tipo de estupideces,
nosotros nos metemos en links que
dicen este tipo de estupideces.
(Risas)
Se quejan de vivir cerca de nosotros,
de trabajar con nosotros
incluso de cenar en
Acción de Gracias con nosotros.
Todos hacemos esas cosas.
¿No?
Miren, es cierto.
Los estudios sobre la polarización
muestran que los conservadores
son un poco peores.
Están un poco más enojados,
son un poco más reacios al compromiso.
Podríamos convencernos de que
entonces no es nuestro problema.
De que es su culpa.
Pero creo que estaríamos
tomando el camino fácil.
Creo que la verdad es que
todos somos parte de esto.
La parte buena es que
podemos ser parte de la solución.
Así que, ¿qué vamos a hacer?
¿Qué podemos hacer para socavar
la polarización en el día a día?
¿Podríamos conectar y comunicarnos
con nuestros homólogos políticos?
Esas eran exactamente las preguntas
que a mi colega Matt Feinberg y a mí
nos fascinaron hace unos años
y empezamos a investigar
sobre ese tema.
Una de las primeras cosas
que descubrimos,
que creo que es muy útil
para entender la polarización,
es entender
que la división política del país se basa
en una división moral más profunda.
Uno de los descubrimientos más importantes
en la historia de la psicología política
es este patrón identificado
por los psicólogos
Jon Haidt y Jesse Graham
de que los liberales y los conservadores
tienden a respaldar diferentes valores
a diferentes niveles.
Por ejemplo, descubrimos que los liberales
tienden a apoyar valores como la igualdad,
la justicia, el cuidado,
y la protección contra el peligro
más que los conservadores,
y los conservadores tienden a apoyar
valores como la lealtad, el patriotismo,
el respeto a la autoridad
y la pureza moral
más que los liberales.
Matt y yo pensamos que es posible
que esta división moral
sea útil para entender por qué
los liberales y los
conservadores hablan
y la mayor parte del tiempo
no se escuchan
cuando lo hacen.
Así que elaboramos un estudio
donde buscamos liberales
para un estudio
en el que tenían que escribir
un ensayo persuasivo
que fuera convincente para un conservador
en apoyo al matrimonio homosexual.
Nos dimos cuenta de que los liberales
tendían a argumentar
en términos de valores morales liberales
de igualdad y de justicia.
Decían cosas como
"todo el mundo debería tener el derecho
de amar a quien elija",
y que ellos -- "ellos" los
estadounidenses gays --
"merecen los mismos derechos
que el resto de estadounidenses".
En suma, descubrimos
que el 69 % de los liberales
recurrieron a uno de los valores morales
más liberales al escribir su ensayo,
y que solo el 9 % recurrió
a uno de los valores conservadores,
incluso cuando se supone que tenían
que convencer a conservadores.
Cuando estudiamos a los conservadores
al escribir argumentos convincentes
para apoyar el hacer del inglés
la lengua oficial de EE.UU.,
una posición política
clásica conservadora,
descubrimos que no lo hicieron
mejor que los liberales.
El 59 % argumentó
en términos de valores
morales conservadores
y tan solo un 8 % recurrió
un valor moral liberal,
incluso aunque se supone que estaban
dirigiéndose a los liberales.
Ven dónde está el problema, ¿verdad?
Los valores morales de la gente
son sus más profundas creencias.
La gente está dispuesta
a luchar y a morir por sus valores.
¿Por qué renunciar a ellos
solo por coincidir con usted
en algo sobre lo que de todas formas
no quiero estar de acuerdo?
Si ese convincente argumento
que le hacen a su tío republicano
significa que no solo tiene
que cambiar su visión,
tiene que cambiar
sus valores subyacentes,
no van a llegar muy lejos.
¿Qué funcionaría mejor?
Creemos que una técnica que
se llama reformulación moral
y que hemos estudiado
en una serie de experimentos.
En uno de estos experimentos
buscamos a liberales y conservadores
para un estudio
en el que leen tres ensayos
antes de responder a una encuesta
sobre su postura medioambiental.
El primero de los ensayos
era un ensayo proambiental
relativamente convencional
que recurría a los valores liberales
de cuidado y protección ante el daño.
Decía cosas como
"estamos causando daños reales
muy graves de muchas maneras
a los lugares en los que vivimos"
y "es imprescindible
que empecemos a actuar
para prevenir una mayor destrucción
del planeta Tierra".
A otro grupo de participantes
se les asignó un ensayo muy diferente
diseñado para apelar al valor
conservador de pureza moral.
También era un ensayo proambiental
y decía cosas como
"proteger nuestros bosques, agua
y cielos puros es de vital importancia".
"Deberíamos considerar la contaminación
de los lugares en los que vivimos
algo repugnante".
Y "reducir la contaminación
puede ayudarnos a preservar
lo pureza y la belleza de los lugares
en los que vivimos".
Al tercer grupo
se le asignó un ensayo no político.
Era simplemente un grupo de
comparación para tener una referencia.
Descubrimos que
cuando encuestamos a la gente
sobre sus posturas medioambientales,
descubrimos que no importaba qué ensayo
hubiesen leído los liberales.
En cualquier caso tendían
a tener posturas proambientales.
Los liberales apoyan
la protección del medioambiente.
Los conservadores, por el contrario,
apoyaban mucho más las políticas
medioambientales progresistas
y la protección medioambiental
si habían leído el ensayo
de la pureza moral
que si habían leído
los otros dos ensayos.
Incluso descubrimos que los conservadores
que leyeron el ensayo de la pureza moral
tenían mucha más tendencia a decir
que creían en el calentamiento global
y que les preocupaba
incluso cuando el ensayo ni siquiera
mencionaba el calentamiento global.
Es simplemente un problema
medioambiental relacionado.
Pero así de fuerte era el efecto
de la reformulación moral.
Y lo hemos estudiado en un montón
de problemas políticos.
Si quieren convencer a conservadores
de cuestiones como el matrimonio
homosexual o el seguro de salud nacional
es útil relacionar estas cuestiones
liberales con valores conservadores
como el patriotismo y la pureza moral.
También lo hemos estudiado al revés.
Si quieren el apoyo de los liberales
en cuestiones políticas conservadores
como el gasto militar y hacer del inglés
la lengua oficial de EE.UU.,
serán más convincentes
si relacionan esas cuestiones
conservadoras a valores liberales
como la igualdad y la justicia.
Todos estos estudios
tienen un mensaje claro:
si quieren persuadir a alguien
de alguna política
es útil conectar esa política
con sus valores morales subyacentes.
Cuando se dice así parece muy obvio, ¿no?
Como ¿por qué hemos venido
aquí esta noche?
¿Por qué?
(Risas)
Es increíblemente intuitivo.
Pues aunque lo es,
es algo que cuesta mucho hacer.
Parece ser que cuando vamos a persuadir
a alguien de una cuestión política
hablamos como si lo hiciéramos
frente a un espejo.
No persuadimos tanto sino que
explicamos nuestras razones
sobre por qué creemos
un tipo de posición política.
Pero, hablando como liberal,
creo que vamos a necesitar
todo un nuevo conjunto de argumentos
si queremos a convencer a la gente
de cuestiones cruciales como el cambio
climático, la inmigración y la igualdad.
Y para encontrar esos argumentos
vamos a tener que
escuchar de verdad
a nuestros homólogos políticos
para entender qué es lo que valoran
y luego pensar creativamente sobre
cómo podrían coincidir con nosotros
de manera que no tengan que sacrificar
los valores que les importan.
No paramos de repetir, al diseñar
estos argumentos reformulados moralmente
"empatía y respeto, empatía y respeto".
Si pueden apelar a eso,
pueden conectar
y pueden ser capaces de persuadir
a alguien en el país.
Así que pensando, otra vez,
sobre en qué película estamos,
quizá antes me haya dejado llevar.
Puede que no estemos
en un apocalipsis zombi.
Puede que estemos en una
de dos compañeros policía.
(Risas)
Tan solo déjense llevar, por favor.
(Risas)
Ya saben, hay un policía blanco
y un policía negro
o un policía desastre
y un policía organizado.
Da igual, no encajan
por esta diferencia.
Pero al final, cuando tienen
que aunar esfuerzos y cooperar
la solidaridad que sienten
es mayor por ese puente que
tuvieron que cruzar, ¿verdad?
Y recuerden que en estas películas
normalmente el peor
es el segundo acto
cuando ambas direcciones
están más separadas que nunca.
A lo mejor es ahí donde estamos
en este país;
al final del segundo acto
en una película de policías
(Risas)
divididos pero a punto
de ponernos de acuerdo.
Suena bien,
pero si queremos que pase,
creo que la responsabilidad
es nuestra.
Así que este es mi llamamiento:
unamos otra vez a este país.
Hagámoslo a pesar de los políticos,
los medios, Facebook, Twitter,
la división distrital del Congreso
y todo eso, todo lo que nos divide.
Hagámoslo porque es lo correcto.
Y hagámoslo porque este odio
y este desprecio
que fluye a través de nosotros cada día
nos afea y nos corrompe
y amenaza el mismísimo tejido
de nuestra sociedad.
Nos debemos los unos
a los otros y a nuestro país
tender la mano e intentar conectar.
No podemos permitirnos odiarlos más,
y no podemos permitirnos
dejarles odiarnos tampoco.
Empatía y respeto.
Empatía y respeto.
Si lo piensan, es lo mínimo que
les debemos a nuestros conciudadanos.
Gracias.
(Aplausos)