WATCH: Adolescente explica por qué desafió las ideas antivacunas de su madre

Un estudiante de Ohio que dijo que pasó toda su vida sin muchas vacunas testificó ante el Congreso sobre los peligros de la desinformación y las ideas que estimulan el movimiento antivacunas y ponen en peligro a muchos jóvenes.

De forma señalada, Ethan Lindenberger se vacunó sin el permiso de sus padres una vez fue lo suficientemente mayor, actuando en contra de la creencia equivocada de su madre de que las vacunas provocan autismo, daños cerebrales y otras afecciones.

El martes, Lindenberger le dijo a un comité del Senado: "Mi madre es antivacunas. Cree que las vacunas ... no benefician la salud
y seguridad de la sociedad, a pesar de que tales opiniones han sido desmentidas repetidas veces por la comunidad científica".

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Gracias, secretario Alexander,
senador Murray

y distinguidos miembros del comité
por la oportunidad de hablar hoy.

Buenos días a todos.

Como dije, me llamo Ethan Lindenberger,

soy alumno de último curso
en el instituto Norwalk

y mi madre es antivacunas.

Cree que las vacunas
provocan autismo, daños cerebrales

y que no benefician la salud
y seguridad de la sociedad,

a pesar de que tales opiniones
han sido desmentidas

repetidas veces
por la comunidad científica.

Yo pasé toda mi vida sin muchas vacunas

contra enfermedades como
sarampión, varicela e incluso polio.

Sin embargo, en diciembre de 2018,

empecé a ponerme al día con mi inmunidad,

a pesar
de la desaprobación de mi madre

Esto condujo a este relato
y a poder hablar aquí hoy,

lo que me hace muy feliz
y les doy las gracias.

Para entender porque vine aquí
y de qué quiero hablar realmente,

tengo que compartir detalles
sobre mi vida personal, mi crianza.

Crecí con las creencias de mi madre,
que las vacunas eran peligrosas,

y ella compartía abiertamente
este punto de vista.

Manifestaba sus preocupaciones
en internet y en persona,

y esas creencias
fueron objeto de duras críticas.

A lo largo de mi vida,
me surgieron dudas y preguntas

por las reacciones negativas
que recibía mi madre.

Pero con el tiempo, eso no condujo a nada.

Ahora, es importante entender
que conforme me acerqué a secundaria

y empecé a pensar
de manera crítica por mí mismo,

vi que la información
en defensa de las vacunas

sobrepasaba con mucho a la inquietud.

Comencé a liderar clubes de debate
y a buscar la verdad por encima de todo

y me di cuenta
de un aspecto de los debates

y de mis conversaciones en general

cuando tenían que ver
con temas controvertidos,

y era que generalmente
siempre hay dos versiones.

Siempre parece haber
una réplica o refutación

y siempre hay algo con lo que rebatir
en cuanto a un debate.

Aunque esto parezca cierto siempre,
no lo es cuando debatimos la vacunación.

Le comuniqué a mi madre esta preocupación,

la de que estaba equivocada.

Hablé con ella muchas veces,
intentando explicarle

que las vacunas eran seguras
y que debíamos vacunarnos.

Incluso le mostré artículos del CDC

que aseguraban
que las ideas de que las vacunas

provocan autismo
y acarrean consecuencias muy peligrosas

no eran correctas.

Una de las veces
en que le mostré a mi madre

información del CDC que aseguraba
que las vacunas no provocan autismo,

ella respondió:
"Eso es lo que quieren que pienses".

El escepticismo y la ansiedad
se anteponían a la información.

Ahora, conversaciones como estas

reafirmaban que la evidencia
a favor de las vacunas era, por lo menos

a un nivel anecdótico, mucho mayor

que la arraigada desinformación
con la que interactuaba mi madre.

En eso quiero centrarme hoy.

Para combatir brotes evitables,

para mí, la información es lo primero.

Mi madre acudía a grupos antivacunas
en internet y en redes sociales

para buscar sus pruebas y su defensa,

en lugar de acudir a fuentes fiables
y a las autoridades sanitarias.

Esto puede parecer malicioso

por el riesgo que acarrea no vacunarse,
pero no es asi.

Para mi madre,
esto surgió porque amaba a sus hijos

y se preocupaba.

La desinformación se propaga,

y eso no es necesariamente justificable,

pero llevo conmigo la certeza

de que discrepaba con mi madre
con respeto y amor.

Y con la información que me proporcionó,

yo sigo intentando explicarle
que no es correcta.

Repito, que las vacunas
provocan autismo, daños cerebrales

y también que el brote de sarampión

no es preocupante
para la sociedad ni para Estados Unidos,

eran ideas promovidas
por las funtes a las que ella acudía.

Y para ciertos individuos y organizaciones

que difunden esta desinformación,

egoístamente siembran el miedo
entre la población en beneficio propio,

sabiendo que la información
no es correcta.

En caso de mi madre, su amor,
afecto y cariño como madre

se utilizó para promover la intención
de crear un falso desasosiego.

Y estas fuentes
que difunden desinformación

deberían ser la principal preocupación
del pueblo americano.

Aunque están cambiando las cosas,
se puede hacer más.

Según el Centro de Investigaciones Pew,
el 80 %

de las personas
resuelven sus dudas de salud en internet.

Expliqué más estadísticas
y evidencia en mi testimonio escrito.

Ahora, respecto a lo que me gustaría
cumplir hoy,

y para finalizar,

aunque mi madre acudía a fuentes
y a información totalmente falsas

que no habían sido revisadas por expertos,

yo mismo vi que la evidencia
y afirmaciones eran inexactas.

Y por eso,

y también por los profesionales
de la salud con los que hablé

y por la información que me dieron

pude tomar una decisión clara,
concisa y científica.

Acercarse a este tema
con la preocupación de la educación

y haciendo frente
a la desinformación correctamente,

puede lconducir al cambio,
como en mi caso.

Aunque el debate
sobre la vacunación no se centra

necesariamente en la información
y preocupación por la salud y seguridad,

la educación es importante
y la desinformación es muy peligrosa.