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Τίτλος:
El año que dije sí a todo
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Περιγραφή:
Shonda Rhimes, el titan que está detrás de "La anatomía de Grey", "Escándalo" y "Cómo defender a un asesino" es responsable de cerca de 70 horas de televisión por temporada y le gusta trabajar. "Cuando trabajo arduamente, cuando estoy completamente inmersa en el trabajo, no hay lugar para otras emociones", admite. Y esta emoción tiene un nombre: el zumbido. El zumbido es una droga, es música, es Dios que le susurra al oído. ¿Pero qué sucede cuando para? ¿Queda algo más de uno más allá de eso? Únete en esta charla reconfortante a Rhimes y a su año en el que dijo sí a todo para averiguar cómo recobró su zumbido.
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Speaker:
Shonda Rhimes
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Hace tiempo hice un experimento.
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Decir sí, durante un año,
a todas las cosas que me asustaban.
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Cualquier cosa que me ponía nerviosa,
me sacaba de mi zona de confort,
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me obligué a decir que sí a todo esto.
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¿Quería hablar en público?
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No, pero sí.
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¿Quería salir en directo en la TV?
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No, pero sí.
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¿Quería probar la actuación?
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No, no, no, pero sí, sí, sí.
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Y sucedió algo asombroso:
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el simple hecho de hacer
lo que me asustaba
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me quitó el miedo,
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hizo que no tuviera miedo.
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Mi miedo a hablar en público,
mi ansiedad social, puf, se han ido.
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Es increíble el poder
que tiene una palabra.
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Un "sí" cambió mi vida.
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Ese "sí" me cambió.
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Pero había un sí en particular
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que cambió mi vida profundamente,
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como nunca imaginé,
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y todo empezó con
una pregunta de mi niña.
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Tengo tres hijas increíbles,
Harper, Beckett y Emerson,
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y Emerson es una niña
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que inexplicablemente
llama a todos "cariño"
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como si fuera una camarera sureña.
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"Cariño, necesitaré un poco
de leche para el biberón".
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Una noche, esta camarera sureña
me pidió que jugara con ella
¶
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y a pesar de que tenía
que irme, le dije que sí.
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Y eso fue el comienzo de una nueva
manera de vivir para mi familia.
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Hice una promesa de que
a partir de ahora,
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cada vez que una de mis hijas
me pidiera que jugara
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sin importar lo que hacía o dónde iba,
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diría que sí, siempre.
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Casi. No soy perfecta, pero me esfuerzo
mucho por ponerlo en práctica.
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Y tuvo un efecto mágico en mí,
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mis hijos y nuestra familia.
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Pero también tuvo un efecto
secundario sorprendente
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que comprendí completamente
solo hace poco,
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cuando entendí que decir sí
y jugar con mis hijas
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probablemente salvó mi carrera.
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Tengo lo que muchos llamarían
un trabajo ideal.
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Soy escritora. Invento historias.
Me pagan para inventar.
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El trabajo ideal.
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No.
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Soy un titán.
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Tengo un trabajo ideal.
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Creo TV. Soy productor ejecutivo
de series de TV.
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Hago TV, muchísima TV.
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De una manera u otra, esta temporada
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soy responsable de la producción
de unas 70 horas de programación.
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Cuatro programas,
70 horas de TV...
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Produzco 3 hasta 4 programas
simultáneamente.
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Cada serie crea cientos de
nuevos puestos de trabajo.
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El presupuesto para un episodio
de serie de TV
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puede variar entre USD 3 y 6 millones.
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Digamos cinco.
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Un nuevo episodio
cada 9 días, por 4 series,
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significa USD 20 millones
por cada 9 días en la TV,
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4 programas, 70 horas de TV,
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3 series producidas
al mismo tiempo, a veces 4,
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son unos 16 episodios simultáneamente:
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24 episodios de "Grey",
21 episodios de "Escándalo"
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15 episodios de
"Cómo defender a un asesino"
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10 episodios de "La trampa",
son unas 70 horas de TV,
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es decir USD 350 millones por temporada.
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En Estados Unidos, mis programas
se transmiten los jueves por la noche.
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En todo el mundo, se transmiten
en 256 lugares, en 67 idiomas,
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para un público de
30 millones de personas.
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Mi cerebro es internacional
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y 45 horas de estas 70 horas de TV
son programas que yo misma he creado
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y no solo producido, por lo que,
por encima de todo lo demás,
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necesito encontrar tiempo, momentos
de tranquilidad y creatividad,
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para reunir mis fans alrededor de
una fogata y contarles mis historias.
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Cuatro programas de TV, 70 horas,
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3 series en producción
simultánea, a veces 4,
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salen a USD 350 millones por fogatas
encendidas en todo el mundo.
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¿Saben quién más está haciendo eso?
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Nadie, por lo que,
como he dicho, soy un titán.
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Un trabajo ideal.
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No digo esto para impresionarles.
¶
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Sino porque sé lo que piensan
cuando oyen la palabra "escritor".
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Lo digo para que todos Uds.
que trabajan arduamente,
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y gestionan una empresa
o un país o un aula,
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o una tienda o una casa,
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me tomen en serio
cuando hablo de trabajo,
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para que entiendan que no me quedo
todo el día delante del teclado soñando,
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para que me oigan cuando digo
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que entiendo que en un trabajo ideal
no se trata de soñar.
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Es todo trabajo, realidad,
sangre y sudor, nada de lágrimas.
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Yo trabajo mucho, arduamente,
y me encanta.
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Cuando estoy trabajando arduamente,
y completamente inmersa en ello
¶
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no hay lugar para otras emociones.
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Para mí, el trabajo siempre es
como construir una nación de la nada.
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Es como dirigir las tropas.
Pintar un lienzo.
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Es tocar cada nota alta.
Es como correr un maratón.
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Es ser Beyoncé.
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Y es todas esas cosas
al mismo tiempo.
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Me encanta trabajar.
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Es creativo, mecánico,
agotador y estimulante
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y divertido, inquietante,
terapéutico y maternal
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y cruel y sabio,
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y lo que lo hace tan bueno es el zumbido.
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Hay un cambio en mi cabeza cuando
el trabajo se vuelve interesante.
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Algo en el cerebro empieza a ronronear
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y crece y crece y se parece
a un camino despejado
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del cual puedo disfrutar para siempre.
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Y mucha gente, cuando trato
de explicarles el zumbido,
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cree que hablo de guiones,
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que la escritura me hace feliz.
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Y no me malinterpreten, es así.
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Pero el zumbido...
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No fue hasta que empecé a hacer TV,
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a trabajar, trabajar y crear,
-
construir, crear y colaborar
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que descubrí esto, este murmullo,
este frenesí, este zumbido.
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El zumbido es más que escribir.
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El zumbido es acción y actividad.
El zumbido es una droga.
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El zumbido es música.
El zumbido es la luz y el aire.
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El zumbido es Dios
que susurra en mi oído.
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Y cuando oyes un zumbido de este calibre
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no puedes más que aspirar
a grandes cosas.
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Es una sensación de aspirar
a grandes cosas a cualquier precio.
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Eso se llama el zumbido.
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O, tal vez se le llama
ser un adicto al trabajo.
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Tal vez se llama genio.
¶
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Tal vez se llama ego.
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Tal vez es solo miedo al fracaso.
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No lo sé.
-
Solo sé que no me crearon para fracasar
-
y que simplemente me encanta el zumbido.
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Solo sé que quiero decirles
que soy un titán,
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y que no quiero que haya duda sobre ello.
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Pero es así: cuanto más éxito tengo,
¶
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más series, más episodios,
y más obstáculos derribo,
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más trabajo tengo que hacer.
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Cuanto más malabares,
-
más ojos posados sobre mí,
más me persiguen las historias,
-
mayores las expectativas.
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Cuanto más trabajo para tener éxito,
-
más tengo que trabajar.
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¿Y qué fue lo que dije sobre el trabajo?
-
Que me encanta trabajar, ¿verdad?
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La nación que estoy construyendo,
la maratón que estoy corriendo,
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las tropas, el lienzo,
la nota alta, el zumbido,
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El zumbido, el zumbido.
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Me gusta el zumbido.
Me encanta el zumbido.
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Necesito ese zumbido. Soy ese zumbido.
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¿Soy algo más que este zumbido?
-
Y luego el zumbido se detuvo.
¶
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Demasiado trabajo, agotada,
-
exhausta, quemada.
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El zumbido se detuvo.
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Ahora, mis tres hijas
son muy conscientes
¶
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de que su madre es un titán
soltero y trabajador.
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Harper dice a la gente:
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"Mi madre no estará allí, pero puedes
enviar un mensaje de texto a la niñera".
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Y Emerson dice: "Cariño,
quiero ir Shondalandia".
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Son hijas de un titán.
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Son cachorros de titán.
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Tenían 12, 3 y un año
cuando el zumbido se detuvo.
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El zumbido del motor se apagó.
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Dejé de disfrutar trabajando.
No podía arrancar el motor.
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El zumbido no iba a oírse,
-
no volvía.
-
Estaba haciendo lo mismo de siempre
el mismo trabajo de titán,
-
15 horas al día,
incluso los fines de semana,
-
sin remordimientos, sin rendirme,
-
un titán nunca duerme
y nunca se da por vencido.
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Con todo el corazón, visión clara,
bla, bla, bla; lo que sea.
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Pero no había zumbido.
-
Dentro de mí había silencio.
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Cuatro programas de TV, 70 horas,
-
tres series en producción
simultánea, a veces cuatro.
-
Cuatro programas de TV, 70 horas,
-
tres series en producción
simultánea, a veces cuatro.
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Era el titán perfecto.
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El titán que te gustaría
presentar a tu madre.
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Todo era igual, solo
que yo ya no lo disfrutaba.
-
Y era mi vida.
-
Era todo para mí.
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Yo era el zumbido y el zumbido era yo.
-
Por lo tanto, ¿qué haces
cuando la cosa que haces,
-
el trabajo que te gusta
empieza a tener mal sabor?
-
Ya sé que habrá alguno por ahí pensando:
¶
-
"¡Qué lástima, estúpida
señora-escritora titán".
-
-
Pero ya saben, si uno trabaja,
¶
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si crea, si trabaja,
si ama lo que hace...
-
sea maestro, banquero, madre,
pintor, o Bill Gates,
-
si te gusta otra persona
que te hace oír el zumbido,
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si conoces el zumbido,
-
si sabes cómo se siente un zumbido,
si has llegado hasta el zumbido,
-
cuando se detiene, ¿qué queda de ti?
-
¿Qué eres?
-
¿Qué soy yo?
-
¿Todavía soy un titán?
-
¿Si la canción de mi corazón deja de
tocar, puedo sobrevivir en el silencio?
-
Y es entonces cuando mi hija
camarera sureña me hizo la pregunta.
¶
-
Estoy a punto de salir,
llego tarde, y ella me dice:
-
"Mami, ¿quieres jugar?"
-
Estoy a punto de decir que no,
y me doy cuenta de dos cosas.
¶
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Uno, que se supone que
tengo que decir sí a todo,
-
y dos, que mi camarera sureña
no me llamó "cariño".
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Y no se dirige así a nadie.
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¿Cuándo pasó eso?
-
Al ser un titán y estar de luto
por mi zumbido, me lo acabo de perder
-
mientras que ella está cambiando
delante de mis ojos.
-
¿Así que dice: "Mami, ¿quieres jugar?"
-
Y digo, "Sí".
-
No hay nada de especial en esto.
-
Jugamos, y sus hermanas también
-
y nos reímos mucho,
-
y leo con voz dramática el libro
"Todos hacen caca".
-
No hay nada fuera de lo normal.
-
-
Y, sin embargo, es fuera de serie,
¶
-
porque en mi dolor y en mi pánico,
-
en la ausencia de mi zumbido
-
no tengo nada más que hacer
que prestar atención.
-
Me centro.
-
Quedo quieta.
-
La nación que estoy construyendo,
la maratón que estoy corriendo,
-
el lienzo, la nota alta ya no existen.
-
No hay más que dedos pegajosos
y besos pegajosos
-
y voces diminutas y lápices de colores
-
y esta canción que dice que hay de dejar
-
lo que sea que esa chica de Frozen
dice que hay que dejar.
-
-
Es todo paz y tranquilidad.
¶
-
En este lugar hay tan poco aire
que apenas puedo respirar.
-
Apenas puedo creer que esté respirando.
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Jugar es lo contrario de trabajar.
-
Y estoy feliz.
-
Algo en mí se relaja.
-
Una puerta se abre en mi cerebro
-
y se forma una ráfaga de energía.
-
Y no es instantánea,
pero sucede, ocurre de verdad.
-
La siento.
-
Un zumbido se asoma.
-
No se oye a todo volumen,
es apenas perceptible;
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es discreto y tengo que permanecer
muy quieta para oírlo, pero está ahí.
-
No es "el" zumbido, pero es un zumbido.
-
Y ahora me siento como si
supiera un secreto mágico.
¶
-
Bueno, no hay que dejarse llevar.
-
Es solo amor. Eso es todo lo que es.
-
No es magia. No hay un secreto.
Es amor.
-
Solo algo que hemos olvidado.
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El zumbido, el zumbido del trabajo,
el zumbido de un titán,
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es solo un sustituto.
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Si tengo que preguntarles quién soy,
-
si tengo que decirles quién soy,
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si me defino en términos
de series y horas de TV
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y cómo mi cerebro es
fantástico a nivel mundial
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es que he olvidado lo que es
un zumbido de verdad.
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El zumbido no es el poder
y no depende del trabajo.
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El zumbido depende de la alegría.
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El verdadero zumbido depende del amor.
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El zumbido es la energía que
nace del entusiasmo por la vida.
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El zumbido real es confianza y paz.
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El zumbido verdadero ignora
la mirada de la historia,
-
los malabares cotidianos,
las expectativas, la presión.
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El verdadero zumbido es
muy particular y original.
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El zumbido real es Dios
que te susurra al oído,
-
pero quizá Dios susurraba
las palabras equivocadas,
-
porque ¿qué tipo de Dios
me dijo que yo era un titán?
-
-
A todos nos vendría bien
un poco más amor,
-
mucho más amor.
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Cada vez que mis hijos
me pidan que juegue,
-
diré que sí.
-
Es una regla seria por una razón,
-
para darme el permiso,
-
para librarme de toda culpa
de ser adicta al trabajo.
-
Es una ley, por lo que
no tengo otra opción,
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y no tengo opción
-
si quiero oír el zumbido.
-
Me gustaría que fuera fácil,
¶
-
pero no se me da bien jugar.
-
No me gusta.
-
No me interesa hacerlo
tanto como quiero hacer un trabajo.
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Es muy humillante enfrentar la verdad:
-
No me gusta jugar.
-
Trabajo todo el tiempo
porque me gusta trabajar.
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Me gusta trabajar más
de lo que me gusta estar en casa.
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Aceptar ese hecho
es increíblemente difícil
-
ya que ¿a qué clase de persona
le gusta más trabajar que estar en casa?
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Es decir, seamos honestos,
me llamo a mí misma un titán.
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Tengo problemas, está claro.
-
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Y uno de ellos es que no sé relajarme.
¶
-
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Corremos por el jardín de aquí
para allá, de arriba abajo.
¶
-
Tenemos fiestas de baile de 30 segundos.
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Cantamos canciones de series.
Jugamos con la pelota.
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Hago pompas de jabón y ellas las rompen.
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Y me siento rígida y rara y confusa
la mayor parte del tiempo.
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Siempre anhelo mi teléfono.
-
Pero está bien.
-
Mis pequeños humanos
me muestran cómo vivir
-
y el zumbido del universo me llena.
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Juego y juego hasta que
empiezo a preguntarme
-
por qué dejamos de jugar
en primer lugar.
-
Uds. pueden hacerlo también,
¶
-
decir que sí cada vez que
sus hijos les piden jugar.
-
¿Tal vez están pensando
que soy una tonta?
-
Tienen razón, pero aun así,
pueden hacer esto.
-
Tienen tiempo.
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¿Saben por qué? Porque no son
ni Rihanna ni un Muppet.
-
Sus hijos no piensan
que son tan interesantes.
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-
Solo hacen falta 15 minutos.
¶
-
Mis hijas de 2 y 4 años
solo quieren jugar conmigo
-
unos 15 minutos más o menos
-
antes de decidirse
por cualquier otra cosa.
-
Son unos 15 minutos fantásticos,
pero son 15 minutos.
-
Y si no soy una mariquita o un caramelo,
después de 15 minutos soy invisible.
-
-
En cuanto a mi hija de 13 años,
¶
-
si pudiera hacerle hablar conmigo
15 minutos, sería la Mamá del Año.
-
-
15 minutos es todo lo que hace falta.
¶
-
Puedo sacar 15 minutos sin interrupciones
incluso en mi peor día.
-
Sin interrupciones es la clave.
-
No hay teléfono móvil, no hay
ropa para lavar, no hay nada más.
-
Están muy ocupados.
Hay que preparar la cena.
-
Hay que obligarlos a bañarse.
Pero se puede sacar 15 minutos.
-
Mis hijas me hacen feliz,
son mi mundo.
-
Pero no tiene por qué ser sus hijos,
-
lo que alimenta su zumbido,
-
o el lugar donde la vida parece mejor.
-
No se trata de jugar con sus hijos,
-
Se trata de la alegría.
-
Se trata de jugar en general.
-
Tómense 15 minutos.
-
Descubran lo que les hace sentirse bien.
-
Averígüenlo y jueguen con ello.
-
-
De hecho, fracaso y triunfo por igual,
-
sea que se trate de ver a los amigos,
leer libros, mirar al vacío.
-
"¿Quieres jugar?" Se está convirtiendo
en sinónimo de tomar un descanso,
-
de una manera que dejé de hacerlo
-
cuando empecé con mi primer
programa de TV,
-
en el momento en que me convertí
en aprendiz de titán,
-
justo en el momento que empecé
a competir conmigo misma.
-
¿15 minutos?
-
¿Por qué sería malo concederme
15 minutos a mi misma?
-
No lo sería en absoluto.
-
El mismo hecho de no trabajar
hizo posible el regreso del zumbido
-
como si el motor del zumbido solo pudiera
repostar mientras yo descansara.
-
Trabar sin jugar no funciona.
-
Me costó un poco,
pero al cabo de unos meses,
¶
-
un día las compuertas se abrieron
-
y hubo una recarga
y me encuentro de pie en mi oficina
-
llena de una melodía desconocida,
llena de ritmo por dentro y alrededor
-
y de un torbellino de ideas,
-
y el camino hacía el zumbido
está de nuevo despejado
-
y puedo disfrutarlo de nuevo,
puedo disfrutar trabajando de nuevo.
-
Ahora me gusta el zumbido,
-
pero no lo amo y tampoco lo necesito.
-
No soy ese zumbido.
-
Ese zumbido no soy yo, ya no.
-
Soy las pompas de jabón, los dedos
pegajosos y las cenas con amigos.
-
Soy ese zumbido.
-
El zumbido de la vida.
-
El zumbido del amor.
-
El zumbido del trabajo sigue siendo
parte de mí, solo que ya no lo es todo
-
y estoy muy agradecida.
-
Y no me importa una mierda ser un titán,
-
porque nunca he visto una vez un titán
jugar a "Capturar la bandera".
-
Dije que sí a menos trabajo y más juego,
¶
-
y de alguna manera,
todavía tengo el control.
-
Mi cerebro sigue siendo global.
Mis fogatas están todavía ardiendo.
-
Cuanto más juego, más feliz soy,
y más felices son mis hijas.
-
Cuanto más juego, más me siento
una buena madre.
-
Cuanto más juego, más libre
se vuelve mi mente.
-
Cuanto más juego, mejor trabajo.
-
Cuanto más juego,
más siento el zumbido,
-
la nación que estoy construyendo,
la maratón que estoy corriendo,
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las tropas, el lienzo, la nota alta,
el zumbido, el zumbido,
-
el otro zumbido, el verdadero,
-
el zumbido de la vida.
-
Cuanto más siento el zumbido,
-
más extraña, titubeante, torpe, renacida,
-
viva, nada de titán
y más cerca de mí me siento.
-
Cuanto más siento el zumbido,
más sé quién soy.
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Soy escritora, invento cosas, imagino.
-
Es parte del trabajo, es vivir el sueño.
-
Es lo bonito del trabajo,
-
porque un trabajo de ensueño
debe tener un poco de fantasía.
-
Dije que sí a menos trabajo
y a más juego.
¶
-
Absténgase los titanes.
-
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