En las sabanas de Kenia, dos hembras de rinoceronte blanco del norte, Nájin y Fatu, comen hierba felizmente. En el momento de publicarse este video, estos son los dos últimos rinocerontes blancos del norte conocidos que quedan en el mundo. Su especie está funcionalmente extinta; sin un macho, Nájin y Fatu no pueden reproducirse. Y, sin embargo, aún hay esperanza para revivir el rinoceronte blanco del norte. ¿Cómo es posible? Todo comienza hace 50 años, cuando los cazadores furtivos empezaron a cazar de manera ilegal miles de rinocerontes por toda África para conseguir sus cuernos. Esto, unido a las guerras civiles que había en su territorio, diezmó a la población de rinocerontes blancos del norte. Los conservacionistas, preocupados, comenzaron a criarlos en cautividad en la década de los 70, reuniendo y guardando el semen de los machos. Finalmente, solo nacieron cuatro rinocerontes en este programa de cría. Nájin y su hija Fatu fueron los dos últimos. En 2014 los conservacionistas descubrieron que ninguna de ellas podía tener una cría. Aunque Nájin dio a luz a Fatu, ahora esta tiene las patas traseras debilitadas, y eso podría perjudicar su salud si se vuelve a quedar embarazada. Fatu, mientras tanto, tiene el revestimiento uterino degenerado. Además, el último macho de rinoceronte blanco del norte, Sudán, murió en 2018. Pero quedaba un rayo de esperanza: la reproducción artificial. Sin ningún macho vivo y sin hembras capaces de llevar un embarazo, este es un proceso complicado y arriesgado como poco. Aunque los científicos habían guardado semen, tendrían que reunir los óvulos; una operación compleja que requiere sedar a una hembra como máximo por dos horas. Después, los científicos crearían un embrión viable en el laboratorio; algo que nunca se había hecho antes, y que nadie sabía cómo hacer. Eso fue solo el principio. Una madre subrogada de otra especie de rinoceronte tendría que llevar el embrión a buen término. Las hembras de una especie muy vinculada, el rinoceronte blanco del sur, fueron la clave para desarrollar un embrión de rinoceronte en un laboratorio y se convirtieron en las principales candidatas para ser madres subrogadas. Los rinocerontes blancos del norte y del sur se separaron hace un millón de años en dos especies diferentes, aunque todavía estrechamente relacionadas entre sí. Viven en regiones distintas y tienen rasgos físicos ligeramente diferentes. En una afortunada casualidad, varias hembras de rinocerontes blancos del sur necesitaron un tratamiento por sus problemas reproductivos, y los investigadores podrían reunir óvulos como parte de ese tratamiento. En octubre de 2015, en el zoológico Dvůr Králové, expertos del IZW Berlín, empezaron a reunir óvulos de rinocerontes blancos del sur y los enviaban a Avantea, un laboratorio de reproducción animal en Italia. Allí, los científicos desarrollaron y mejoraron un método para crear un embrión viable. Una vez que dominaron este método, los científicos extrajeron óvulos de Nájin y Fatu el 22 de agosto de 2019 y los enviaron a Italia. Tres días después, fecundaron los óvulos con esperma de un macho de rinoceronte blanco del norte. Después de otra semana, dos de los óvulos llegaron a la fase de desarrollo en la cual el embrión se puede congelar y conservar para el futuro. En diciembre de 2019, otra recolección produjo un nuevo embrión. A principios de 2020, la idea es extraer óvulos de Nájin y Fatu tres veces al año siempre y cuando estén sanas. Mientras tanto, los investigadores están buscando potenciales madres subrogadas entre rinocerontes blancos del sur; preferiblemente, que hayan tenido ya un embarazo con buen final. El plan de subrogación es como un acto de fe; los rinocerontes blancos del norte y del sur se han cruzado durante el último periodo glacial y más recientemente en 1977, así que los investigadores confían en que un rinoceronte blanco del sur sea capaz de gestar en su vientre a un rinoceronte blanco del norte. Además, los embarazos de ambas especies tienen la misma duración. Incluso así, transferir un embrión a un rinoceronte es algo complicado debido a la forma del cuello uterino. El último objetivo, que llevará décadas conseguir, consiste en establecer una población reproductora de rinocerontes blancos del norte en su escala original. Las investigaciones indican que hay muestras de suficientes especímenes para resucitar a una población con la diversidad genética que tenía la especie hace un siglo. Aunque los detalles de este proyecto son únicos, a medida que más especies se enfrenten a un peligro extremo o a la extinción funcional, también surgirán preguntas importantes: ¿Tenemos la obligación de intentar recuperar a las especies en peligro, sobre todo, si han sido las acciones humanas las causantes de su situación? ¿Existen límites para los esfuerzos que deberíamos dedicar a salvar a los animales en peligro de extinción?