Puede resultar extraño
traer a colación el trabajo,
pero cuando nos enamoramos,
muchas veces consideramos cómo
ese amor impactará nuestras vidas,
y nuestros trabajos y carreras
son una gran parte de ello.
[Cómo trabajamos]
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Todas las parejas trabajadoras
se enfrentan a decisiones duras
y eso les hace sentir
como un juego de suma cero.
A uno de los dos le ofrecen
un trabajo en otra ciudad,
así que el otro tiene que dejar
su trabajo y empezar de cero.
Uno se dedica más a cuidar
a los niños y pone su carrera en pausa,
para que el otro pueda procurar
un ascenso emocionante.
Uno gana y el otro pierde.
Y mientras algunas de las parejas que
toman estas decisiones están conformes,
otras se arrepienten con amargura.
¿Qué es lo que hace la diferencia?
He pasado los últimos 7 años
estudiando a parejas trabajadoras,
y he descubierto que
no se trata de lo que escogen,
sino de cómo lo escogen.
Está claro que no podemos
controlar nuestras circunstancias
y tampoco tenemos opciones ilimitadas.
Pero con las que sí tenemos,
¿cómo pueden las parejas elegir bien?
Primero: Empiecen pronto. Mucho
antes de que tengan algo que decidir.
Cuando se enfrentan
a una decisión difícil,
por ejemplo, si alguno
debería volver a estudiar
o aceptar un trabajo arriesgado,
ya es demasiado tarde.
Las buenas decisiones comienzan con
entender pronto las aspiraciones del otro.
Ambiciones como querer
empezar un negocio pequeño,
vivir cerca de la familia extendida,
ahorrar lo suficiente
para comprarse una casa
o tener otro hijo.
Muchos medimos nuestras vidas
comparando lo que estamos
haciendo con nuestras aspiraciones.
Cuando la brecha es pequeña,
nos sentimos contentos.
Cuando es grande,
nos sentimos infelices.
Y si somos parte de una pareja,
le atribuimos una parte
de esa culpa a nuestra pareja.
Aparten tiempo, al menos dos veces al año,
para hablar sobre sus aspiraciones.
Soy una gran fan de dejar constancia
escrita de estas conversaciones.
Escribirlo a mano con nuestra pareja
nos ayuda a recordar
las aspiraciones de cada uno
y que estamos escribiendo
la historia de nuestras vidas juntos.
Siguiente: Eliminen las opciones
que no promuevan la vida
que quieren tener juntos.
Pueden hacerlo al acordar límites que
faciliten la toma de decisiones difíciles.
Límites como la geografía:
¿Dónde les gustaría vivir y trabajar?
Tiempo: ¿Cuántas horas de trabajo a la
semana permitirán una buena vida famiiar?
Los viajes: ¿Cuántos viajes de trabajo
pueden realmente soportar?
Una vez que han decidido los límites,
la decisión se vuelve fácil
cuando se enfrentan a una
oportunidad que está fuera de ellos.
"No voy ir a la entrevista
para ese trabajo,
porque acordamos que no nos
mudaríamos al otro lado del país".
O: "Voy a reducir mis horas extras
porque hemos decidido que es esencial
que pasemos más tiempo en familia juntos".
Las parejas que entienden
las aspiraciones del otro
y se comprometen a
respetar límites fuertes,
pueden rechazar oportunidades
aparentemente atractivas sin arrepentirse.
Si se les presenta una oportunidad
que está dentro de sus límites,
entonces, lo que importa
es que las decisiones que tomen
mantengan el equilibrio
de la pareja con el tiempo,
aunque no se ajuste perfectamente
a las aspiraciones
de los dos al mismo tiempo.
Si las decisiones las toma
generalmente uno de los dos,
o apoyan más las ambiciones
de uno que las del otro,
se desarrollará un desequilibrio de poder.
He descubierto que ese desequilibrio
es la razón por la que la mayoría
de parejas trabajadoras fracasan.
Con el tiempo, uno se cansa
de ser un accesorio en vez de una pareja.
Para evitar esto,
revisen sus decisiones con el tiempo.
A diferencia de
sus aspiraciones y límites,
no hace falta mantener una lista
detallada de cada decisión que tomen.
Sólo mantengan una conversación abierta,
sobre cuán capaz se siente cada uno
de dar forma a las decisiones
que los afectan a ambos.
¿Cómo sabrán si han elegido bien?
Un error común es pensar
que sólo se puede saber
qué elección era la correcta
en retrospectiva.
Y quizás es cierto que
juzgamos la vida en retrospectiva,
pero debemos vivirla hacia adelante.
He descubierto que las parejas que
recuerdan una decisión como buena,
no lo hacían sólo por el resultado final,
sino porque esa decisión los reforzó,
tanto como pareja como individualmente,
mientras la tomaban.
No fue lo que decidieron,
fue porque estaban
decidiendo deliberadamente,
y eso los hizo sentirse más unidos
y más libres estando juntos.