Cómo destapar las empresas anónimas podría reducir el crimen - Global Witness

Verla lección completa en: http://ed.ted.com/lessons/how-exposing-anonymous-companies-could-cut-down-on-crime-global-witness

Las empresas son entidades artificiales creadas para permitir que la gente real haga negocios. Pero, por desgracia, hay algunos tipos de empresas que no desarrollan ningún tipo de trabajo. En vez de eso, existen estas compañías anónimas, principalmente para tapar las cosas que hacen que prefieren que la gente no sepa. Global Witness explica cómo se utilizan las compañías anónimas para encubrir el crimen y la corrupción.

Lección de Global Witness, animación de Kozmonot Animation Studio.

Para muchos,

un día típico implica interacciones
con cientos de empresas.

La compra de sus productos,
el uso de sus servicios,

incluso el uso de sus nombres.

Las corporaciones y empresas

se han convertido en una parte
tan familiar del paisaje moderno

que es fácil olvidar que
son entidades artificiales

creadas para permitir
que la gente real haga negocios.

Pero hay algunas empresas

que no se dedican
a negocio alguno.

En vez de eso, estas empresas anónimas

existen principalmente para tapar
qué cosas hacen a la gente.

Prefieren que el público no tenga
conocimiento de ellas.

Y estas personas hacen lo posible para
ocultar cualquier vínculo con sus nombres

y las empresas que poseen.

La vida de una sociedad anónima

en general empieza con algo conocido
como la regulación con secreto fiscal,

un lugar cuyas leyes permiten
registrar nuevas empresas

con poca información sobre quién es
el propietario o quién las controla.

Algunos simplemente no piden
esa información.

Otros puede que sí,

pero siempre casi inaccesible
a cualquier otra persona.

La falta de incentivos para verificar
a los verdaderos dueños de las empresas

hace que sea fácil para
esa gente encubrir sus trámites.

Por ejemplo, alguien puede registrar
una empresa en nombre de un pariente,

un asociado,

o incluso un candidato a director

que actúa como testaferro
del dueño real de la compañía,

manteniendo su nombre en secreto.

Una vez registrado, una empresa puede
hacer muchas de las cosas que un humano,

abrir cuentas bancarias,

comprar y poseer activos,

y transferir dinero.

Es más, uno puede ser catalogado
como dueño de otras empresas,

incluyendo la apertura en lugares
con normas de información más estrictas.

Esto permite que alguien cree una cadena
compleja mundial de propiedades

que puede tardar años en desentrañarse.

Una empresa con sede en EE.UU.

puede estar totalmente controlada
por otra en Liechtenstein,

que es propiedad, a su vez de una
en las Islas Vírgenes británicas.

Una empresa anónima puede transferirse
a otro propietario en cualquier momento

sin registro público del cambio.

Así que ¿por qué todo el anonimato?

Los defensores del secreto fiscal
argumentan que los ricos lo necesitan

para evitar la atención
intrusiva de los medios

y amenazas a la seguridad personal.

Pero, aunque esto a veces
puede estar justificado,

las empresas anónimas juegan un papel
en casi todos los delitos económicos,

incluyendo muchos casos
importantes de corrupción.

Las usan empresas
que evaden impuestos,

por gobiernos deshonestos
que se saltan sanciones,

terroristas que compran armas,

y dictadores que financian guerras.

El crimen organizado blanquea sus
ganancias a través de empresas anónimas.

Funcionarios corruptos de gobierno
otorgan contratos valiosos

a las empresas que poseen secretamente.

Oligarcas internacionales con conexiones
criminales o pasados cuestionables

han usado las empresas anónimas para
comprar discretamente apartamentos de lujo

en ciudades como Londres y Nueva York,

manteniéndolos como
almacenes seguros de la riqueza.

Y aun cuando los delincuentes
son condenados,

sus activos son mantenidos en el anonimato

lo que hace difícil a las autoridades
su localización o embrago,

haciendo más difícil que
se compense a las víctimas.

Los esfuerzos han empezado a socavar
estos mecanismos que propician el crimen.

Las autoridades internacionales y ONGs
han pedido al estado

que presione a las empresas; pues,
en última instancia, el estado

toma decisiones
y se beneficia de sus activos.

Pero si bien se está avanzando,

la cooperación internacional
ha sido difícil de lograr,

ya que los gobiernos beneficiarios
del registro de las empresas anónimas

se resisten a perder el negocio.

Y algunos de los lugares más populares
para estas prácticas

se encuentran no en refugios
fiscales tropicales remotos,

sino dentro de las mismas naciones
desarrolladas que dicen

ser líderes en la lucha para
la transparencia financiera mundial.

Pero aún así, es una lucha
que vale la pena dar.

El cierre de las lagunas legales
que permiten a las empresas anónimas

ayudaría a cortar la corrupción
y la actividad ilegal.

También nos permitiría,
como público en general,

comprender mejor el flujo
de enormes cantidades de dinero

que influye en la política, en nuestra
vida cotidiana y en la salud del mundo.