Dos veces a la semana,
conduzco desde mi casa
cerca de Tijuana, México,
atravesando la frontera de EE. UU.,
hasta mi oficina en San Diego.
El marcado contraste entre la pobreza y
desesperación en un lado de la frontera.
y la riqueza conspicua del otro
siempre se siente perversa.
Pero lo qué hace que
este contraste se sienta aún más es
al pasar por el edificio al que los
que trabajamos en la frontera
no referimos sin cariño
como el agujero negro.
El agujero negro es
la Aduana y Protección Fronteriza,
o instalación de CBP,
en el puerto de entrada de San Ysidro,
justo al lado de
un centro comercial de lujo.
También es donde, en cualquier momento,
probablemente haya 800 inmigrantes
encerrados en celdas de hormigón,
congeladas, sucias, debajo del edificio.
Arriba: bolsas de compras y frappuccinos.
Abajo: la realidad del sistema
de inmigración de EE. UU.
Y es donde,
un día de septiembre de 2018,
me encontré tratando de contactar a Anna,
una mujer que CBP se había separado
recientemente de su hijo de siete años.
Soy abogada de inmigración
y el director de políticas
y litigios de 'Al Otro Lado',
Una organización binacional
sin fines de lucro
que ayuda a inmigrantes
en ambos lados de la frontera
Conocimos a Anna varias semanas antes
en nuestra oficina de Tijuana,
donde explicó que temía que ella
y su hijo fueran asesinados en México.
Entonces la preparamos
para el proceso de entregarse a CBP
para pedir asilo.
Unos días después de que ella había ido
al puerto de entrada para pedir ayuda,
recibimos una llamada frenética
de los miembros de su familia en EE. UU.
diciéndonos que los funcionarios de CBP
le habían quitado el hijo a Anna.
No es que esto deba importar,
pero sabía que el hijo de Anna
tenía necesidades especiales.
Una vez mas,
esta noticia me llenó de pánico y amenaza
que desafortunadamente se ha convertido
en un sello distintivo
de mi trabajo diario.
Tenía una autorización firmada
para actuar como abogado de Anna,
así que corrí al puerto de entrada
para ver si podía hablar con mi cliente.
Los funcionarios de CBP no solo
no me dejaron hablar con Anna,
sino que ni siquiera me dijeron,
si ella estaba allí.
Fui de supervisor en supervisor,
rogando presentar evidencia de las
necesidades especiales del hijo de Anna,
pero nadie me habló sobre el caso.
Se sentía surrealista ver
a los compradores pasear sin hacer nada
lo que se sentía
como una situación de vida o muerte.
Después de varias horas
de estar bloqueada por la CBP,
me marché.
Varios días después,
encontré al hijo de Anna
en el sistema de acogida.
Pero no supe lo que le había pasado a Anna
hasta más de una semana después
cuando apareció en un campo de detención
a pocas millas al este.
Anna no tenía antecedentes penales,
y siguió la ley cuando solicitó asilo.
Aún así, los funcionarios de inmigración
la retuvieron por tres meses más,
hasta que pudimos lograr su liberación
y ayudarla a reunirse con su hijo.
La historia de Anna no es
la única historia que podría contarles.
Está Mateo, un niño de 18 meses.
que fue arrancado
de los brazos de su padre
y enviado a un refugio del gobierno
a miles de km de distancia,
donde no pudieron bañarlo
adecuadamente durante meses.
Ahí está Amadou
un niño africano no acompañado,
que estuvo recluido con adultos 28 días
en las horribles instalaciones de CBP.
La más inquietante es María,
una refugiada embarazada que pidió
atención médica durante ocho horas.
antes de que abortara
bajo la custodia de CBP.
Los funcionarios de CBP
la retuvieron tres semanas más.
antes de enviarla de regreso a México,
donde la obligaron a esperar meses
para una audiencia de asilo en EE. UU.
Ver estos horrores día tras día
me ha cambiado.
Solía ser divertida en las fiestas,
pero ahora, inevitablemente,
me encuentro diciéndole a la gente
sobre cómo nuestro gobierno tortura
a los refugiados en la frontera
y en los campos de detención.
La gente trata de cambiar de tema.
y felicitarme por el gran trabajo que hago
para ayudar a personas como Anna.
Pero no sé cómo hacer que entiendan
que a menos que comiencen a pelear,
más duro de lo que nunca creyeron posible,
no sabemos cuál de nosotros será
el próximo en sufrir el destino de Anna.
Las separaciones masivas de Trump
de familias de refugiados
en la frontera sur
sorprendió la conciencia del mundo
y despertó a muchos a las crueldades
del sistema de inmigración de EE. UU.
Parece que hoy más involucrados que nunca
en la lucha de los
derechos de los inmigrantes.
Pero desafortunadamente,
la situación no está mejorando.
Miles protestaron para terminar
con las separaciones familiares,
pero el gobierno
todavía está separando familias.
Se han tomado más de
900 niños de sus padres.
desde junio de 2018.
Miles de niños refugiados más
han sido tomados de sus abuelos,
hermanos y otros miembros
de la familia en la frontera.
Desde 2017
al menos dos docenas de personas
han muerto bajo custodia de inmigración.
Y morirán más, incluidos niños.
Los abogados podemos y seguiremos
presentando demandas
para evitar que el gobierno
brutalice a nuestros clientes,
pero no podemos seguir jugando
en los límites de la ley
si queremos que los migrantes
reciban un trato humano.
Esta administración les haría creer
que tenemos que separar familias
y tenemos que detener a niños,
porque evitará que más refugiados
lleguen a nuestras fronteras.
Pero sabemos que esto no es cierto.
De hecho, en 2019,
la cantidad de detenciones
en nuestra frontera sur
en realidad ha subido
Les decimos todos los días en la frontera,
"Si buscan asilo en EE. UU.
corren el riesgo de separación familiar,
y corren el riesgo
de ser detenidos indefinidamente".
Pero para muchos de ellos,
la alternativa es aún peor.
Las personas buscan refugio en EE. UU.
por muchas razones diferentes.
En Tijuana, nos hemos encontrado
con refugiados de más de 50 países,
que hablan 14 idiomas diferentes.
Nos encontramos con migrantes
LGBT de todo el mundo
que nunca han estado
en un país en el que se sienten seguros.
Nos encontramos
con mujeres de todo el mundo.
cuyos propios gobiernos
se niegan a protegerlas
de violencia doméstica brutal
o normas sociales represivas.
Por supuesto,
con familias centroamericanas
que huyen de la violencia de pandillas.
Pero también con disidentes rusos,
activistas venezolanos,
cristianos de China, musulmanes de China,
y miles y miles de otros refugiados
que huyen de todo tipo
de persecución y tortura.
Muchas de estas personas
calificarían como refugiados
bajo la definición legal internacional.
La Convención de Refugiados fue creada
después de la Segunda Guerra Mundial.
para proteger a las personas
que huyen de la persecución
basado en su raza, religión,
nacionalidad, opinión política
o membresía en un grupo social particular.
Pero incluso los que serían refugiados
bajo la definición internacional
no van a ganar asilo en EE. UU.
Y eso es porque desde 2017,
los Procuradores Generales de EE. UU.
han hecho cambios radicales
en la ley de asilo,
para asegurarse de que menos personas
califiquen para protección en EE. UU..
Estas leyes están dirigidas
principalmente a centroamericanos
y mantenerlos fuera del país,
pero también afectan
a otros tipos de refugiados.
El resultado es que EE. UU.
frecuentemente deporta a refugiados.
a su persecución y muerte.
EE. UU. también está usando la detención
para tratar de disuadir a los refugiados.
y dificultarles ganar sus casos.
Hoy, hay más de
55 000 inmigrantes detenidos en EE. UU.
muchos en centros de detención remota,
lejos de cualquier tipo de ayuda legal.
Y esto es muy importante,
porque es una detención civil
y no criminal,
no hay un sistema de defensa pública,
así que la mayoría de los inmigrantes
detenidos no van a tener un abogado
que lo ayude con sus casos.
Un inmigrante que tiene un abogado.
tiene hasta 10 veces más
probabilidades de ganar su caso
que uno que no lo tiene.
Y como han visto,
odio ser portadora de malas noticias,
pero la situación es aún peor
para las familias de refugiados hoy
de lo que fue
durante la separación familiar.
Desde enero de 2019
EE. UU. ha implementado una política
que obligó a más de 40 000 refugiados
a esperar en México
para audiencias de asilo en EE. UU.
Estos refugiados,
muchos de los cuales son familias,
están atrapados en algunas de las
ciudades más peligrosas del mundo,
donde están siendo violados, secuestrados
y extorsionados por grupos criminales.
Y si sobreviven el tiempo suficiente
para llegar a su audiencia de asilo,
menos del 1 % de ellos
puede encontrar un abogado
para ayudarlos con sus casos.
El gobierno de EE. UU. señalará
las tasas de aprobación de asilo más bajas
argumentando que estas personas
no son realmente refugiados,
cuando, de hecho, la ley de asilo
de EE. UU. es una carrera de obstáculos
diseñada para hacerlos fallar.
No todos los migrantes
en la frontera son refugiados.
Me encuentro con muchos
inmigrantes económicos.
Por ejemplo, las personas que
quieren ir a trabajar a EE. UU.,
para pagar facturas médicas de un padre
o cuotas escolares para un niño en casa.
Cada vez más, también me encuentro
con refugiados climáticos.
En particular, me encuentro con
muchos centroamericanos indígenas
que ya no pueden sostenerse cultivando,
debido a la sequía catastrófica
en la región.
Sabemos que hoy
la gente está migrando
debido al cambio climático,
y que más lo hará en el futuro,
pero simplemente no tenemos
un sistema legal
para lidiar con este tipo de migración.
Entonces, tendría sentido, para empezar,
ampliar la definición de refugiado
incluir a los refugiados climáticos,
por ejemplo.
Pero los que estamos en condiciones
de abogar por esto
estamos muy ocupados
demandando al gobierno
para mantener
las escasas protecciones legales
que disfrutan los refugiados
bajo la ley actual.
Y estamos agotados
y es casi demasiado tarde para ayudar.
Y sabemos ahora
que este no es el problema de EE. UU.
Desde los brutales campos
de detención en alta mar de Australia
a la criminalización de la ayuda de Italia
a los inmigrantes que se
ahogan en el Mediterráneo
los países del primer mundo
han llegado a extremos mortales
para evitar que los refugiados
lleguen a nuestras costas.
Pero han hecho más que restringir
la definición de refugiado.
Han creado sistemas legales
paralelos de estilo fascista
en el que los migrantes no tienen ninguno
de los derechos que forman
la base de una democracia,
la supuesta fundación de los países
en los que buscan refugio.
La historia nos muestra
que el primer grupo
ser vilipendiado y despojado de
sus derechos rara vez es el último,
y muchos estadounidenses y europeos
parece aceptar un sistema legal opaco
e injusto para los no ciudadanos,
porque piensan que son inmunes.
Pero finalmente,
estos ideales autoritarios se desangran
y afectan a los ciudadanos también.
Aprendí esto de primera mano
cuando el gobierno de EE. UU.
me puso en una lista de vigilancia ilegal
por mi trabajo ayudando
a inmigrantes en la frontera.
Un día, en enero de 2019,
estaba saliendo de
mi oficina en San Diego
y cruzando la frontera
para volver a mi casa en México.
Los funcionarios mexicanos,
aunque me habían dado una visa válida,
me detuvieron y me dijeron
que no podía entrar al país porque
un gobierno extranjero había puesto
una alerta de viaje en mi pasaporte,
designándome como
un riesgo de seguridad nacional.
Fui detenida e interrogada
en una habitación sucia durante horas.
Rogué a los funcionarios mexicanos
que me dejaran volver a México
y recoger a mi hijo,
que solo tenía 10 meses en ese momento.
Pero se negaron
y en cambio,
me entregaron a los funcionarios de CBP,
donde me obligaron a regresar a EE. UU.
Me tomó semanas obtener otra visa
para poder regresar a México,
y fui a la frontera
con la visa en la mano.
Pero nuevamente,
fui detenida e interrogada
porque todavía había una alerta
de viaje en mi pasaporte.
Poco después,
documentos internos de CBP filtrados
confirmaron que mi propio gobierno
había sido cómplice al emitir
esta alerta de viaje en mi contra.
Desde entonces,
no he viajado a ningún otro país,
porque me temo que voy a ser detenida
y deportada de esos países también.
Estas restricciones de viaje, detenciones
y separación de mi hijo pequeño
son cosas que nunca pensé
que experimentaría
como ciudadana estadounidense,
pero estoy lejos de ser
la única persona criminalizada
por ayudar a los inmigrantes.
EE. UU. y otros países han convertido
en delito salvar vidas,
y aquellos que simplemente
estamos tratando de hacer nuestro trabajo
nos vemos obligados a elegir entre
nuestra humanidad y nuestra libertad.
Y lo que me desespera tanto
es que todos Uds.
enfrentan la misma opción,
pero aún no lo entienden
Sé que hay buenas personas por ahí.
Las vi a miles en las calles
protestando por la separación familiar.
Y eso ayudó en gran medida
a poner fin a la política oficial.
Pero sabemos que el gobierno
todavía está separando a los niños.
Y las cosas realmente están empeorando.
Hoy, el gobierno de EE. UU.
está luchando por el derecho
de detener indefinidamente a niños
refugiados en campos de prisioneros.
Esto no ha terminado.
No podemos permitirnos adormecernos
ni mirar hacia otro lado.
Quienes somos ciudadanos de países.
cuyas políticas causan detención,
separación y muerte,
necesitamos decidir muy rápidamente
de qué lado estamos.
Necesitamos exigir que
nuestras leyes respeten
la dignidad inherente
de todos los seres humanos,
especialmente los refugiados que
buscan ayuda en nuestras fronteras,
pero incluyendo migrantes económicos
y refugiados climáticos.
Necesitamos exigir que los refugiados
reciban una oportunidad justa
en busca de protección en nuestros países
asegurando que tengan acceso a asesoría
y creando tribunales independientes
que no están sujetos
a los caprichos políticos del presidente.
Sé que es abrumador
y sé que esto suena a cliché, pero...
necesitamos llamar
a nuestros representantes elegidos
y exigir estos cambios.
Sé que has escuchado esto antes,
pero ¿han hecho la llamada?
Sabemos que estas llamadas
marcan la diferencia.
Los sistemas de inmigración distópicos
que se están construyendo
en los países del primer mundo
son una prueba a los ciudadanos
para ver hasta dónde están dispuestos
a dejar ir al gobierno
en quitar los derechos de otras personas
cuando creen que
no les va a pasar a ellos.
Pero cuando dejas que el gobierno
se lleve a los niños de la gente
sin el debido proceso
y detener a personas indefinidamente
sin acceso al consejo,
Están reprobando la prueba.
Lo qué les está pasando
a los inmigrantes ahora
es una vista previa de hacia dónde
nos dirigimos todos si no actuamos.
Gracias.
(Aplausos)