El verano pasado recibí una llamada de una mujer llamada Ellie. Había oído hablar de las separaciones familiares en la frontera sur y quería saber qué podía hacer para ayudar. Me contó la historia de su abuelo y su padre. Cuando eran niños en Polonia, su padre, temiendo por la seguridad de su hijo, les dio un poco de dinero y les dijo que caminaran hacia el oeste; que siguieran hacia el oeste atravesado Europa. Y así lo hicieron. Caminaron hacia el oeste atravesando Europa, se subieron a un barco y llegaron a EE. UU. Ellie dijo que cuando escuchó las historias de los adolescentes que atravesaron México caminando, todo en lo que podía pensar era en su abuelo y su hermano. Dijo que, para ella, las historias eran exactamente las mismas. Esos hermanos eran los hermanos Hassenfeld, los "Has Bros" de la compañía de juguetes Hasbro, los que nos trajeron al Sr. Cara de Papa. Pero esa no es la razón para contarles esta historia. Les cuento esta historia porque me hizo pensar sobre si tendría la fe y el coraje de enviar a mis tres hijos adolescentes a un viaje así. Sabiendo que no estarían a salvo donde estábamos, ¿sería capaz de verlos partir?. Comencé mi carrera décadas atrás en la frontera sur de EE. UU. trabajando con solicitantes de asilo centroamericanos. En los últimos 16 años he estado en HIAS, la organización judía que lucha por los derechos de los refugiados en el mundo, como abogada y defensora. Una cosa que he aprendido es que, a veces, lo que nos dicen que nos harán más seguros y fuertes, en realidad no es cierto. De hecho, algunas de esas políticas producen un efecto contrario y, mientras tanto, causan un sufrimiento tremendo e innecesario. ¿Por qué la gente llega a nuestra frontera sur? La mayoría de los inmigrantes y refugiados que llegan a nuestra frontera sur, huyen de tres países: Guatemala, Honduras y El Salvador. Estos países están constantemente clasificados entre los países más violentos del mundo. Es muy difícil estar seguro en estos países, y mucho menos construir un futuro para Uds. y su familia. Y la violencia contra las mujeres y las niñas es generalizada. La gente lleva huyendo de Centroamérica desde generaciones. Generaciones de refugiados han venido a nuestras costas, huyendo de las guerras civiles de los años 80, en las que EE. UU. estuvo muy implicado. Esto no es nada nuevo. Lo nuevo es que recientemente hay un aumento de familias, niños y familias que llegan a los puestos de control en busca de asilo. Esto ha salido últimamente en las noticias, así que quiero que recuerden algunas cosas cuando vean esas imágenes. Uno, este no es un nivel históricamente alto de intercepciones en la frontera sur y, de hecho, las personas se presentan en los puestos de control. Dos, la gente se está apareciendo con solo la ropa que llevan a la espalda; algunos de ellos están literalmente en chanclas. Y tres, somos el país más poderoso del mundo. No es el momento de entrar en pánico. Es fácil desde la seguridad del país de destino pensar en términos de absolutos: ¿Es legal, o es ilegal? Pero para las personas que luchan con estas preguntas y toman estas decisiones por sus familias, las preguntas muy diferentes: ¿Cómo mantengo a mi hija segura? ¿Cómo protejo a mi hijo? Y si quieren términos absolutos, es absolutamente legal buscar asilo. Es un derecho fundamental en nuestras leyes y en el derecho internacional. De hecho... (Aplausos) se deriva de la Convención de Refugiados de 1951, que fue la respuesta del mundo al Holocausto y una manera para que los países digan nunca más devolveremos a las personas a los países donde les infrinjan daño o los maten. Hay varias formas como los refugiados vienen a este país. Una es a través del Programa de Admisiones de Refugiados de EE. UU. Mediante ese programa, EE. UU. identifica y selecciona a los refugiados en el extranjero y los trae a EE. UU. El año pasado, EE. UU. reasentó la cifra más pequeña de refugiados desde que comenzó el programa en 1980. Este año, probablemente la cifra sea aún menor. Esto es en un momento en que hay más refugiados en el mundo que en cualquier otro momento en la historia registrada, incluso desde la Segunda Guerra Mundial. Otra forma como los refugiados llegan a este país es buscando asilo. Los solicitantes de asilo son personas que se presentan en una frontera y dicen que serán perseguidos si son reenviados de regreso a casa. Un solicitante de asilo es simplemente alguien que está pasando por el proceso en EE. UU. con el fin de probar que cumplen con la definición de refugiado. Y nunca había sido más difícil solicitar asilo. Los guardias fronterizos le dicen a la gente que se presentan en las fronteras que nuestro país está lleno y que no pueden solicitarlo. Esto no tiene precedentes y es ilegal. Bajo un nuevo programa, con el título orwelliano de "Protocolos de protección al migrante", a los refugiados se les dice que tienen que esperar en México mientras sus casos se abren camino a través de los tribunales en EE. UU. y esto puede llevar meses o años. Mientras tanto, no están a salvo y no tienen acceso a abogados. Nuestro país, nuestro gobierno, ha detenido a más de 3000 niños y los ha separado de sus padres como un elemento disuasivo para los solicitantes de asilo. Muchos eran niños pequeños, y había al menos una niña ciega de seis años. Y esto todavía está sucediendo. Gastamos miles de millones en lo que en realidad son cárceles, para detener a personas que no han cometido ningún delito. Y la separación familiar se ha convertido en el sello distintivo de nuestro sistema de inmigración. Eso está muy lejos de la ciudad brillante en una colina, o del faro de esperanza, o todas las otras formas en las que nos gusta hablar de nosotros y de nuestros valores. La migración siempre ha estado con nosotros, y siempre lo estará. Las razones por las que las personas huyen: persecución, guerra, violencia, cambio climático... y la posibilidad de ver en tu teléfono cómo es la vida en otros lugares hace que la presión siga creciendo. Pero hay formas en que podemos tener políticas que reflejen nuestros valores. Y en realidad tiene sentido, dada la realidad en el mundo. Lo primero que tenemos que hacer es contener la retórica tóxica que ha sido la base del debate nacional sobre el tema durante demasiado tiempo. (Aplausos) Yo no soy inmigrante o refugiada, pero tomo estos ataques de forma personal porque mis abuelos sí lo fueron. Mi bisabuela Rose no vio a sus hijos durante siete años, mientras intentaba traerlos de Polonia a Nueva York. Dejó a mi abuelo cuando él tenía siete años, y no volvió a verlo hasta los 14. Al otro lado de mi familia, mi abuela Aliza salió de Polonia en la década de 1930 y se fue a lo que entonces era el mandato británico de Palestina, y nunca volvió a ver a su familia y amigos. La cooperación global como respuesta a la migración mundial y al desplazamiento podría hacer más para que la migración no sea una crisis sino algo que simplemente existe y tenemos que resolver como comunidad global. La ayuda humanitaria también es crítica. La cantidad de apoyo que brindamos a los países de América Central de donde llegan refugiados y migrantes, es una porción muy pequeña con respecto a la cantidad que gastamos en seguridad y detención, y con eso podríamos tener un sistema de asilo que funcione. Con una porción muy pequeña del costo de un muro podríamos contratar más jueces, asegurarnos de que los solicitantes de asilo tengan abogados y comprometernos con un sistema de asilo humano. (Aplausos) Y podríamos reasentar a más refugiados. Para darles una idea de la disminución en el programa de refugiados: hace tres años EE. UU. reasentó a 15 000 refugiados sirios, en respuesta a la mayor crisis de refugiados de la historia. Un año después, ese número era de 3000. Y el año pasado, ese número fue de 62 personas. 62 personas. A pesar de la dura retórica y los esfuerzos para bloquear la inmigración y mantener a los refugiados fuera del país, el apoyo a los refugiados e inmigrantes en este país, según las encuestas, nunca ha sido más alto. Organizaciones como HIAS, donde trabajo, y otras organizaciones humanitarias y religiosas, hacen que sea fácil para Uds. tomar una posición cuando hay una ley contra la que merece la pena oponerse, una ley que vale la pena apoyar o una política que necesita supervisión. Si tienen un teléfono, pueden hacer algo. Y si quieren hacer más, pueden hacerlo. Les diré que si ven uno de estos centros de detención a lo largo de la frontera --que son cárceles-- con niños en ellos, nunca volverán a ser los mismos. Lo que me encantó de mi charla con Ellie era que ella sabía muy bien que las historias de sus abuelos no eran diferentes a las historias de hoy, y ella quería hacer algo al respecto. Si quiero que se lleven algo hoy, más allá de la historia del Sr. Cara de Papa, que es, por supuesto, una buena historia, es que un país muestra que es fuerte a través de la compasión y el pragmatismo, no a través del uso de la fuerza y el miedo. (Aplausos) Las historias de los Hassenfelds, la de mis parientes y la de sus parientes todavía suceden hoy; todas son iguales. Un país es fuerte, no cuando le dice al refugiado, "Vete", sino,"Está bien, ya estás aquí, estás a salvo". Gracias. (Aplausos) Gracias. (Aplausos)