El problema del plástico de un solo uso
ha aparecido en las noticias
de todo el mundo en 2018.
Todos hemos visto
las campañas e imágenes de WWF.
Todos hemos visto
esos vertederos de plástico al aire libre.
Los embalajes de plástico son un problema
medioambiental y sanitario
del que debemos hablar.
Las ONG del movimiento
"Libres del plástico"
han identificado a los culpables.
Y estas empresas pasan la culpa a otros.
Siempre han asegurado
ser defensoras del reciclaje
y que la falta de educación
era el problema.
Creo que todos somos culpables
de ser adictos al plástico de un solo uso.
Las marcas ofrecen al consumidor
lo que este quiere:
mayor comodidad y precios más bajos,
sin preocuparse
por las consecuencias futuras.
Debido a esta súbita atención,
la industria del plástico
ha aparecido con su propia alternativa.
Primero, reciclemos más.
¿Creen que el plástico que metemos
en el contenedor correcto
se reciclará?
Siento decirles que solo el 5 %
del plástico tiene una segunda vida,
a diferencia del vidrio,
el metal o el papel.
Solo eso se recicla para
fabricar un material útil
y un número aún más pequeño
acaba reconvirtiéndose
en otro envase.
¿Por qué?
El reciclaje de plástico no es sencillo,
ni económicamente viable
ya que el plástico es muy barato.
Los únicos envases con potencial
para ser botellas
son de tereftalato
de polietileno transparente.
Hoy en día, se asegura que están
hechas en un 50 % de material reciclado
y en 2025 aspiran a alcanzar el 100 %.
¿Sí?
Genial.
Pero, ¿por qué ha tardado tanto
la industria en empezar a moverse?
¿Y quién pagará el costo adicional
de las botellas?
La industria del plástico
ha propuesto otra gran idea:
"Fabriquemos plástico compostable
y de fuentes renovables".
Y nos ofrece este plato y este vaso.
Pero cuando uno lee
la letra impresa en el plato,
descubre que es un 94 % de celulosa
y un 6 % de plásticos misteriosos.
Este vaso está hecho de ácido poliláctico,
un plástico obtenido del almidón de maíz.
Y dirán: "Qué buena idea,
puedo tirar el envase con el resto
de mis desperdicios degradables".
Pero cuidado.
Solo es viable
si se desecha industrialmente.
No se descompondrá
en el jardín ni en el basural.
Y pensarán: "Bueno, si al menos
se tira al contenedor correcto,
será reciclado o compostado".
Cuidado otra vez.
El ácido poliláctico contamina
el resto del sistema de reciclaje,
y quienes reciclan no lo querrán
entre los otros plásticos.
Pues bien, al menos no procede
de combustibles fósiles.
Una vez más, cuidado.
Muchas organizaciones medioambientales
piensan que esto es peor.
Si necesitamos recursos
agrícolas para embalar,
contribuiremos a acelerar
la deforestación.
Así que ya lo ven,
no es una gran idea ni ahora
ni para los contenedores.
Quizás en un futuro
el plástico compostable sea una opción
viable para el plástico y el papel film.
Dentro de los límites actuales,
todas las nuevas ideas son bienvenidas.
En la gestión de residuos
se habla de las tres R:
reducir, reutilizar y reciclar.
Debido al poder
de la industria del plástico,
y a que el reciclaje
es una gran oportunidad de negocio,
se está invirtiendo mucho dinero
público y privado en ello.
Las otras dos R,
reducir y reutilizar,
no atraen tanta atención o dinero.
Empecemos por la reducción.
Hay grandes iniciativas de las que hablar,
y hoy he escogido tres.
La ciudad de Capannori, en la Toscana,
inició un programa de concienciación
de sus ciudadanos sobre la reducción
de residuos hace ya 20 años,
con resultados increíbles:
un 38 % menos de residuos
en tan solo diez años
y el reciclaje de más de un 80 %.
Motivadas por este éxito,
cientos de ciudades de todo
el mundo siguen sus pasos.
Otro buen ejemplo sobre la reducción:
Biocoop, la cadena más grande
de alimentos orgánicos en Francia,
decidió dejar de vender
agua embotellada en 2016,
porque era, y cito textualmente:
"una aberración ecológica".
Consideraron que el agua del grifo
en Francia es segura
o fácil de filtrar.
Y Biocoop ha dado un paso más
al anunciar recientemente
que abrirán el primer supermercado
"libre de residuos" en París.
Incluso hay activistas
dispuestos a luchar,
que inician "ataques plásticos"
en los que dejan los envases
innecesarios en los supermercados,
para concienciar a los compradores
y obligar a las tiendas
y a los distribuidores a reducir.
Reducir es casi siempre gratis, así que
hagan su propio ataquen a los plásticos.
Elijan los productos con menos envoltorio.
Compren envases de mayor capacidad
y no envases individuales
como los de yogur.
Elijan las cajas dañadas que
la mayoría de los compradores no eligen.
Nuestra obsesión por los envases
pequeños y sin defectos
tiene también un gran
impacto medioambiental.
Lo siguiente, la reutilización.
Es un verdadero paso
hacia una economía circular.
Cuando hablamos de envases reutilizables,
principalmente las botellas de vidrio,
todos recuerdan haberlos usado
y lo fantásticos que eran.
Desde los que rememoran al lechero,
a los viajeros que han visitado países
en los que aún se reutilizan
botellas de vidrio a gran escala.
También hay nuevas iniciativas en camino:
supermercados libres de plásticos.
Loop es el primer supermercado online
con envases únicamente reutilizables.
Y sí, es un comienzo,
solo en algunos sitios,
y debemos ser cuidadosos.
La reutilización de envases
solo tiene sentido
en una economía circular a nivel local.
Aunque tengan defectos al principio,
tenemos que apoyar estas iniciativas.
Recientemente en Berkeley,
California, otro campus fantástico,
se apoyó una ley
para prohibir todos los envases
desechables de bebidas y alimentos.
Claramente, este es el fin
del vaso desechable,
y uno de cristal lo reeemplazará
con una pajita de acero inoxidable.
El "Big Mac" se ofrecerá
en un envase reutilizable.
Y sí, incluso McDonald's
apoya la iniciativa de Berkeley.
Durante esta charla de ocho minutos,
se han utilizado más de ocho millones
de botellas de plástico en el mundo.
El 85 % no se recogerá y tardará
400 años en desaparecer.
Tenemos que encontrar
el equilibrio entre las tres R.
El reciclaje de plástico
tiene claras limitaciones.
Reutilizar y reusar son dos soluciones
mucho más prometedoras.
Los gobiernos deben regular
el uso del plástico.
El WWF publicó hace poco
una serie de recomendaciones.
Entre ellas, que en la etiqueta
de los plásticos debe aparecer
el verdadero costo que la sociedad
debe pagar por su eliminación.
Y ese costo es muy importante
si queremos que aparezcan otras opciones.
Como consumidores
tenemos que estar dispuestos
a sacrificar algo de comodidad y dinero
por nuestra salud y el medioambiente.
¿Están preparados?
(Aclamaciones)
Gracias.
(Aplausos)