Es 1878.
Sir Francis Galton ofrece
una charla extraordinaria.
Se dirige al Instituto Antropológico
de Gran Bretaña e Irlanda.
Conocido por su trabajo vanguardista
sobre la inteligencia humana,
Galton es un erudito brillante.
Es explorador,
antropólogo,
sociólogo,
psicólogo
y estadístico.
También eugenista.
En esta charla,
presenta una nueva técnica mediante
la cual puede combinar fotografías
y producir retratos compuestos.
Esta técnica puede utilizarse para
caracterizar diferentes tipos de persona.
Galton piensa que si combina
fotografías de criminales violentos,
descubrirá el rostro de la criminalidad.
Pero para su sorpresa,
el retrato compuesto que produce
es hermoso.
Los sorprendentes hallazgos de Galton
plantean grandes interrogantes:
¿Qué es la belleza?
¿Por qué ciertos patrones lineales y
de color y forma nos emocionan tanto?
Durante la mayoría de
la historia de la humanidad,
estas preguntas han sido tratadas
utilizando la lógica y la especulación.
Pero en las últimas décadas,
los científicos han abordado
la interrogante de la belleza
aplicando ideas de la psicología evolutiva
y herramientas de la neurociencia.
Estamos comenzando a vislumbrar
el porqué y el cómo de la belleza,
al menos en cuanto a lo que significa
para el rostro y forma humana.
Y en el proceso,
nos estamos topando con algunas sorpresas.
Cuando se trata de ver la
belleza en cada uno,
a pesar de que esta decisión es
claramente subjetiva para el individuo,
está esculpida por factores que
ayudan a la supervivencia del grupo.
Muchos experimentos han arrojado
que sólo un par de parámetros básicos
contribuyen a hacer atractivo un rostro.
Los cuales incluyen la media,
la simetría y efectos hormonales.
Vamos de uno en uno.
El hallazgo de Galton que muestra que
la composición del promedio
de las caras es típicamente más atractiva
que cada cara en particular
que contribuye a la media,
ha sido replicado muchas veces.
Este hallazgo de laboratorio se ajusta a
muchas intuiciones de las personas.
Los rostros comunes representan las
tendencias centrales de un grupo.
Aquellos con características mezcladas
representan distintas poblaciones,
y presumiblemente poseen
mayor diversidad genética
y adaptabilidad al ambiente.
Muchas personas creen que los
individuos mestizos son atractivos
y las familias endogámicas menos.
El segundo factor que contribuye
a la belleza es la simetría.
La gente cree que los rostros simétricos
son más bellos que los asimétricos.
Las anomalías del desarrollo son
comúnmente asociadas con asimetrías.
Y en plantas, animales y humanos,
las asimetrías surgen a partir
de infecciones parasitarias.
Resulta que la simetría,
también es un indicador de buena salud.
En los años 30
un hombre llamado Maksymilian Faktorowics
reconoció la importancia
de la simetría para la belleza
cuando diseñó un
micrómetro que medía la belleza.
Con este aparato,
podía medir defectos
menores de asimetría
que podía compensar en ese entonces
con productos que vendía su compañía,
llamada brillantemente
en honor a él, Max Factor,
que, como sabrán, es una de las
marcas más famosas en el mundo
del "maquillaje".
El tercer factor que contribuye
al atractivo facial
es el efecto de las hormonas.
Y aquí, debo disculparme
por limitar mis comentarios
a las normas heterosexuales.
Pero el estrógeno y la testosterona
juegan roles importantes
en la formación de características
que encontramos atractivas.
El estrógeno produce características
que son señal de fertilidad.
Típicamente los hombres
encuentran atractivas a mujeres
que poseen elementos tanto
de juventud como de madurez.
Un rostro parecido a un bebé podría
indicar que la chica aún no es fértil,
pues los hombres encuentran
atractivas a mujeres
con ojos grandes, labios
carnosos y mentones angostos
como indicadores de juventud,
y pómulos angulosos como
un indicador de madurez.
La testosterona produce características
consideradas típicamente masculinas.
Estas incluyen cejas más pobladas,
mejillas más delgadas
y mandíbulas más grandes y cuadradas.
Pero nos encontramos
con una ironía fascinante.
En muchas especies,
en todo caso,
la testosterona reprime al sistema inmune.
La idea que las características influidas
por ella indican un buen estado físico
no tiene mucho sentido.
Aquí la lógica se contradice.
En lugar de indicar un buen estado físico,
los científicos invocan
un principio de desventaja.
El ejemplo de desventaja
más comúnmente citado
es la cola del pavo real.
Esta cola hermosa pero incómoda
no ayuda exactamente al pavo real
a evitar predadores
y abordar a las hembras.
¿Por qué una extremidad tan
extravagante debería evolucionar?
Incluso Charles Darwin,
en 1860 le escribió
en una carta a Asa Gray
que la vista de la cola del
pavo real lo hacía sentir enfermo.
No podría explicarlo con
su teoría de la selección natural,
y de su frustración,
desarrolló la teoría de selección sexual.
En este informe,
la exposición de la cola del pavo real
se trata de atracción sexual,
y esta atracción significa que es más
probable que el pavo real se cruce
y tenga crías.
Ahora, la vuelta moderna en esta
discusión sobre la exposición
es que el pavo real también
promueve su salud ante la hembra.
Solo los organismos en forma pueden
recurrir a recursos de desviación
para mantener una extremidad
así de extravagante.
Solo los hombre en forma pueden
resistir las bajas de testosterona
en su sistema inmune.
Y por analogía, piensen en el hecho
que solo los hombres ricos pueden pagar
más de USD 10 000 por un reloj
como una muestra de
su buen estado financiero.
Muchos escuchan sobre estas
afirmaciones evolutivas
y creen que significa que
inconscientemente buscamos parejas
que son saludables.
Y pienso que esta idea
probablemente no sea correcta.
Los adolescentes y adultos jóvenes
no son conocidos por tomar decisiones
basadas en asuntos de salud.
Pero no tienen que hacerlo,
y déjenme explicar por qué.
Imaginen una población
donde las personas tienen tres
tipos de preferencias diferentes:
por el verde,
por el amarillo y por el rojo.
Desde su punto de vista,
estas preferencias no
tienen nada que ver con la salud;
simplemente les gusta lo que les gusta.
Pero si tambien fuera el caso que
estas preferencias están asociadas
a la diferente probabilidad
de producir crías,
digamos en una proporción de 3:2:1,
en la primera generación,
habría 3 verdes a 2 naranjos a 1 rojo,
y en cada generación posterior,
la proporción de verdes aumenta,
y así en 10 generaciones,
El 98 % de esta población tiene
una preferencia por el verde.
Ahora, un científico que va y
toma muestras de la población
descubre que la preferencia
por el verde es universal.
El punto de este pequeño ejemplo abstracto
es que a pesar de preferencias
por ciertas características físicas
pueden ser arbitrarias para el individuo,
si aquellas características
son hereditarias
y están asociadas con
una ventaja reproductiva,
con el tiempo,
se vuelven universales para el grupo.
¿Qué sucede en el cerebro
cuando vemos gente hermosa?
Los rostros atractivos activan
partes de la corteza visual
en la parte posterior del cerebro,
un área llamada giro fusiforme,
que está especialmente
programada para procesar rostros,
y un área adyacente llamada
complejo lateral occipital,
que está especialmente programada
para procesar objetos.
Además,
los rostros atractivos activan partes de
los centros de recompensa y placer
en la parte frontal y
profunda del cerebro,
y estas incluyen áreas cuyos
nombres son complicados,
como el estriado ventral,
la corteza orbitofrontal
y la corteza prefrontal ventromedial.
Nuestro cerebro visual,
programado para procesar rostros,
interactúa con nuestros centros de placer
para respaldar la experiencia de belleza.
Sorprendentemente, mientras todos
nos empeñamos en la belleza,
sin nuestro conocimiento,
la belleza nos envuelve a nosotros.
Nuestros cerebros responden
a rostros atractivos
incluso cuando no pensamos en la belleza.
Llevamos a cabo un experimento
donde las personas observaban rostros
bajo una condición,
tenían que decidir si un par de rostros
correspondía a la misma persona o no.
Incluso bajo esta condición,
los rostros atractivos impulsaban gran
actividad neuronal en su corteza visual,
independientemente de que estuvieran
pensando en la identidad de la persona
y no en su belleza.
Otro grupo encontró de forma similar
respuestas automáticas a la belleza
dentro de nuestros centros de placer.
Juntos, estos estudios sugieren
que nuestro cerebro
automáticamente responde a la belleza
por medio de la unión de visión y placer.
Parece que estos detectores de belleza,
resuenan cada vez que vemos algo bello,
sin importar lo que
sea que estemos pensando.
Tenemos el estereotipo "la belleza es
buena" incrustado en el cerebro.
Dentro de la corteza orbitofrontal,
hay actividad neuronal coincidente
en respuesta a la belleza y el bien,
y esto ocurre incluso
cuando no se piensa explícitamente
en la belleza o en el bien.
Nuestros cerebros parecen asociar
de forma reflexiva la belleza y el bien.
Y esta asociación reflexiva podría
ser el detonante biológico
de los muchos efectos
sociales de la belleza.
Las personas atractivas reciben
todo tipo de ventajas en la vida.
Se les considera más inteligentes,
más confiables,
se les paga más y castiga menos,
aun cuando esos juicios no se justifican.
Este tipo de observaciones
revelan el lado feo de la belleza.
En mi laboratorio hallamos recientemente
que las personas con anomalías y
desfiguraciones faciales menores
son consideradas menos
buenas, menos amables,
menos inteligentes, menos
competentes y menos trabajadores.
Desafortunadamente, también tenemos
el estereotipo "la desfiguración es mala".
Este estereotipo probablemente
es explotado y magnificado
por las imágenes en los medios populares,
donde la desfiguración facial es
con frecuencia utilizada como recurso
para representar
el carácter malvado de alguien.
Debemos comprender este tipo
de inclinaciones implícitas
si queremos superarlas
y apuntar a una sociedad en la que
tratamos a las personas con equidad,
en base a su comportamiento y
no en la casualidad de su apariencia.
Permítanme dejarles una reflexión final.
La belleza es un trabajo en progreso.
Los llamados atributos
universales de belleza
fueron seleccionados por los casi
dos millones de años del Pleistoceno.
La vida era dura, brutal y
data de hace mucho tiempo.
Los criterios de selección para el éxito
reproductivo de aquellos tiempos
no aplican en la actualidad.
Por ejemplo,
la muerte causada por un parásito no es
una de las principales formas de morir,
al menos no en el mundo
tecnológicamente desarrollado.
De los antibióticos a la cirugía,
de la anticoncepción
a la fertilización in vitro,
los filtros para el éxito reproductivo
son más laxos.
Y bajo estas condiciones relajadas,
las preferencias y combinaciones de
características son libres de cambiar
y tornarse más variables.
Aun cuando estamos influyendo
profundamente en nuestro medioambiente,
la medicina moderna y
la innovación tecnológica
influyen profundamente
la esencia misma de lo
que significa verse hermoso.
La naturaleza universal de
la belleza está cambiando
incluso mientras cambiamos el universo.
Gracias.
(Aplausos)